Es un dogma que se ha repetido durante cinco siglos: los Incas no conocieron la escritura. Efectivamente, no existió en el mundo andino un alfabeto a imagen y semejanza del europeo, aunque sí un sistema de grabado y transmisión de información, relatos y contabilidad extremadamente eficiente. Esa es la posición de cuatro importantes especialistas, que desde diversos rincones del mundo, han dedicado años de investigación a los quipus: Magdalena Setlak, Viviana Moscovich, Sabine Hyland y Lucrezia Milillo. Gracias a investigaciones de campo y al estudio de cronistas de la Conquista, documentos virreinales y hasta archivos inéditos del propio Julio C. Tello - quien en 1935 visitó en Huarochirí a una comunidad que utilizaba quipus activamente- los cuatro ensayos presentados en Quipus and quipucamayoc muestran evidencias de la complejidad de los quipus, su función esencial para el desarrollo y expansión del Imperio inca, y las diversas tareas que podían cumplir en las manos expertas de los quipucamayocs, quienes eran los encargados de interpretarlos. Como bien explica Setlak, “el éxito y la estabilidad de los imperios no dependen solo de su capacidad de expansión o de mantener el poder militar, sino también de la habilidad de registrar la información y de transmitirla, rápida y eficazmente”. En el Imperio Inca, esta responsabilidad descansó en el quipu, una herramienta que permitía a las autoridades llevar un control preciso de las más diversas áreas necesarias para un buen gobierno. Solo unos pocos elegidos, llamados quipucamayoc, aprendían a manejar este sistema de nudos y cuerdas, tras cuatro años de formación en el Cuzco. Por testimonio de los cronistas del siglo XVI podemos conocer que los quipus eran utilizados en funciones tan diversas como las fiscales, religiosas o administrativas. La precisión con que se registraba información es evidente en casos como el de los quipus censales, que almacenaban datos como nombre, edad, género o estado civil de cada habitante de los distintos territorios dominados por el imperio. Así, el Inca y su equipo de gobierno podían determinar las cuotas de trabajo que debía cumplir cada población y los habitantes destinados al servicio militar, entre otras decisiones. Diversos factores han contribuido a que hasta hoy no hayamos sido capaces de descifrar completamente los quipus. Carmen Arellano, miembro vitalicio de la Academia Nacional de la Historia y autora de la introducción de Quipus and quipucamayoc, señala a la escritura como una de las principales barreras. Además de ello, señala también las limitantes de los conocimientos estadísticos y lógicos-matemáticos, así como la ignorancia sobre la forma como los indígenas entienden el mundo y el cosmos. Sin embargo, a pesar de estos grandes contratiempos en la decodificación de los quipus, en los últimos años se han dado importantes pasos para ello. Hyland, por ejemplo, ha sido calificada por Carmen Arellano como “la sucesora de Max Uhle, en cuanto a la intensidad de su búsqueda e investigación” para descifrar los quipus. Esta tarea ha hecho énfasis en el estudio de quipus contemporáneos, como el encontrado por Julio C. Tello en 1935, para entender las lógicas detrás de la seriación y las bandas de colores en los quipus. El trabajo de decodificar los quipus se vuelven incluso más apasionantes si consideramos que no existe entre los investigadores un consenso sobre los límites de estos instrumentos. Así, por ejemplo, Moscovich sostiene que los quipus fueron esencialmente herramientas administrativas y estadísticas. “No creo que pudiese escribirse historias en los quipus, al menos no como nosotros entendemos los términos historias o historia hoy”, señala. Distinta posición defiende Setlak, quien considera que los avances en el desciframiento de los quipus nos permitirán leer las historias contenidas en ellos. ¿Cuánto tiempo habrá que esperar para entender los quipus por completo? Imposible determinarlo, aunque la especialista se atreve a pensar en dos o tres décadas más de estudios. Por supuesto, el apoyo a las investigaciones será fundamental para este propósito. Pero no solo ello: también será necesario un nuevo enfoque de estudio, como el que propone Lucrezia Milillo. Utilizando la metodología multimodal, que combina la investigación cualitativa y cuantitativa, la antropóloga social de la Universidad de Boloña revela en su ensayo la estructura conceptual de un quipu conservado en el Museo Pigorini de Roma, Italia. El éxito de sus investigaciones hace evidente la necesidad de fortalecer dicha línea de trabajo. Prohibidos en 1583, debido a la extirpación de idolatrías decretada por la Iglesia donde miles de quipus fueron quemados al ser considerados “instrumentos del demonio”, por muchos años se creyó que ese fue motivo de su extinción, aunque hoy se sabe que siguieron usándose incluso hasta inicios del siglo XX. Pero ya sea tarde o temprano, una cosa es segura: los quipus seguirán siendo llaves para entender al Imperio Inca y que hasta hoy han permanecido inaccesibles. En Quipus and quipucamayoc, se busca encontrar las claves de cómo hicieron de los Incas el más imponente imperio del hemisferio sur :)