Mientras el desmoronamiento del régimen filosenderista de Pedro Castillo en medio de continuos escándalos continúa imparable - incluso con un pedido de vacancia en el Congreso presentado hace un par de días - existe otro peligro que muchos no han tomado en cuenta y es la insultante intromisión en el país andino del narcopedófilo boliviano Evo Morales, quien con la abierta complicidad del usurpador que se encuentra en Palacio, viene pregonando la creación inmediata de una nueva “República independiente del Perú” que no se refiere a una refundación nacional (caballito de batalla de un sector comunista), sino al separatismo de un país diferente constituido por los departamentos de Ayacucho, Apurímac, Cuzco, Arequipa, Moquegua, Tacna y Madre de Dios, que terminarían “integrándose” a Bolivia. En realidad, se trata de un disparatado proyecto de recreación de la extinta y fracasada Confederación Perú-boliviana de 1836-1839 (de la cual nos ocupamos hace un par de semanas). Según la retorcida perspectiva ideológica de Morales, el llamado Proyecto Runa Sur que el alienta, consiste en construir “un mecanismo de integración plurinacional entre los pueblos indígenas, afrodescendientes, organizaciones sociales, sindicales, territoriales y movimientos sociales de la región”… burdas patrañas propias de quien tiene el cerebro atrofiado por la coca. Se levanta sobre los escombros de UNASUR, sepultada el 2018 por los mismos estados que la crearon el 2011. Su partida de nacimiento es un manifiesto panfletario contra el imperialismo yanqui al que acusa de “condicionar a los Gobiernos de turno a entregar los recursos y riquezas naturales a las transnacionales”, de “políticas de racismo para exterminar a los pueblos” y de sancionar “a democracias tan ejemplares como la venezolana”. Como podéis imaginar, el texto bautismal de Runa Sur es una vulgar filípica contra el progreso, la modernidad y la realidad. Al presentarlo, Morales afirmó que “La América Plurinacional no es compatible ni con el capitalismo ni con el imperialismo”, y aventuró una sentencia: “Las políticas de EEUU van fracasando. La guerra contra el comunismo, contra el socialismo, fracasa”. Como “Runa” es la palabra quechua que identifica al varón indígena, se puede asumir que indica una asociación creada para el hombre. Pero lo ‘singular’ de Runa Sur es que nace como un intento pueril de postrar al Estado-Nación y sus instituciones soberanas, movilizando a las llamadas “nacionalidades” originarias (etnias), y a los movimientos sociales, sindicatos beligerantes, izquierdistas radicales y los grupos que quieran treparse al anárquico tumulto de los pueblos, como gusta decir los populistas que pretenden representarlos. “La pluralidad de nacionalidades en una sola nación” es un concepto equívoco de la nueva constitución que las izquierdas están decididas a concretar mediante la asamblea constituyente corporativista por la que Perú Libre y los agitadores del MAS boliviano hacen una abierta y permanente campaña en el sur del país. La interesada ligereza política con que se manipulan las etnias, atribuyéndoles la categoría de naciones (aymara, mapuche o achuar, por ejemplo), es lo que impulsa el ingrediente de la “plurinacionalidad” que, de común acuerdo con Pedro Castillo y Perú Libre, el MAS boliviano quiere instalar en el sueño de una nueva constitución para subyugar al Perú e integrarlo al eje castro-chavista. Es una táctica subterránea para sobrepasar a los Estados y gobiernos nacionales mediante la elevación del número y rango de actores políticos con pretensiones autonómicas. Los denominan genéricamente “pueblos”, y les confieren el derecho de autogobernarse por encima de las autoridades del gobierno central y de interactuar a través de lo que llaman la “diplomacia de los pueblos”. Es una estrategia típicamente subversiva para resistir la fuerza de las instituciones del Estado Nación, al que pretenden ignorar. La elección de Pedro Castillo, el candidato de un partido miembro del Foro de Sao Paulo como Perú Libre, generó grandes expectativas en el Socialismo del Siglo XXI y el eje castro-chavista. Era previsible entonces que las primeras tensiones que surgieron con Vladimir Cerrón, Secretario General del partido de gobierno, inquietaran a sus aliados naturales, y que su preocupación se acrecentara al ver el cúmulo de desaciertos y la caótica ejecutoria del régimen en un país capital para extender su proyección política regional. Estas tensiones que se han acrecentado con el paso de los días han dejado en claro la división del oficialismo, como ya se ve en el Congreso y en los incendiarios discursos del ala cerronista. No es difícil imaginar que el resentimiento del defenestrado Bellido y su condición de quechuahablante y congresista por el Cuzco lo hayan empujado a buscar un activo papel para que Runa Sur, la indeseable opereta de Evo Morales, se realice nada menos que en la antigua capital de los Incas. Pero lo grave de ello, es que detrás de ese cascarón de proa comunista se encuentra un peligro mayor para el Perú: el interés boliviano de encontrar a como dé lugar, una salida al mar ante la convicción, harto debatible, de que mientras se mantenga la mediterraneidad boliviana no será posible su desarrollo; algo que el comunismo ha sido incapaz de lograr según lo demuestran sus indicadores económicos, que son los peores alcanzados en los siete últimos decenios. Por ello y tratando de desviar la atención pública del fracaso que represento su gobierno, Morales pretende responsabilizar de todo ello a las dificultades surgidas con Chile por las altas tarifas portuarias en Arica, Tarapacá y Antofagasta; e intenta desconocer el Tratado de límites de 1904. Cuestión que nunca fue amparada por la Corte de La Haya, que negó la absurda “obligatoriedad” de renegociar las fronteras. Incapaz por las armas de recuperar los territorios que perdió Bolivia por su cobardía a manos de Chile en 1879, ese despreciable violador de niñas - quien se “caso” con una de ellas para evitar la cárcel - pretende en compensación apoderarse del mar peruano con la venia de Castillo. El sur peruano es, entonces, el escenario ideal para el expansionismo boliviano y por eso Morales no solo ingresa a ese territorio reiteradamente sin control, sino que atrevidamente ha fundado una filial de su partido Movimiento al Socialismo en el Cuzco. Adicionalmente, en lo que constituye otra inaceptable injerencia en un país que no es el suyo, está reuniéndose con los cabecillas cocaleros del VRAEM y con sediciosos terroristas de la llamada Coordinadora Continental Bolivariana, que agrupa entre otros, al chavismo venezolano y a Sendero Luminoso. Además de Cuba y Venezuela, Evo cuenta con dos aliados regionales de mayor peso: el mejicano López Obrador y el peronista Alberto Fernández (ambos asilaron a ese delincuente luego de su escandaloso fraude electoral del 2019) y con potencias extra regionales como China e Irán interesadas en pescar a río revuelto. Con el apoyo de esta coalición y el activismo de los agitadores que el MAS boliviano coordina desde su privilegiada sede partidaria en el Cuzco, Morales prepara el momento de satisfacer su ambición geopolítica de apoderarse del sur del Perú y anexarlo a Bolivia como era el enfermizo sueño de Santa Cruz. Su partido se ha vinculado a organizaciones como la Federación Agraria Revolucionaria Túpac Amaru (Fartac). Además tiene nexos con organizaciones obreras y campesinas en Arequipa, Moquegua, Tacna y Apurímac; y está asociado a una de las facciones más agitadoras de Perú Libre, que está avanzando en la recolección de firmas para convocar a una ilegal e ilegítima Asamblea Constituyente. Ese grupo lo encabezan ronderos de diversas regiones del interior. Detrás de Morales están los especialistas geopolíticos y de inteligencia del Foro de Sao Paulo, quienes tienen como objetivo diseminar el comunismo en toda Sudamérica. Bajo la propuesta del “socialismo comunitario” (o suma qamaña, en quechua) están trabajando entre las poblaciones indígenas de Ecuador, Colombia, Bolivia, Argentina y Chile. Y si bien tuvieron un revés grande con la desaceleración del Unasur (2018), se han reactivado con la insurgencia terrorista mapuche; al punto de poner en riesgo la viabilidad de la república chilena ahora sometida a un proceso refundacional muy peligroso. También se ha reactivado con fuerza la estrategia cocalera. Al respecto, el exvicecanciller Eduardo Ponce criticó las propuestas que impulsa Morales al considerar que su ideología “no entiende nada de lo que ocurre realmente en el presente y pasado de la región”. “Busca que se copie el fracasado modelo de Bolivia, así como la expansión política en el sur del Perú, por eso busca dicha pluralización. Eso explica su interés en el gas y las frecuentes visitas a gobernadores al sur, donde ha establecido lazos muy negativos. Morales realiza estas propuestas porque se considera un abanderado del socialismo del Siglo XXI promoviendo un neopopulismo autoritario y ha visto que puede colonizar el Perú ideológicamente”, asevero. Desde que su obsesión de salir al mar por Chile fue sepultada definitivamente en la Corte de La Haya, Morales se concentro en apoyar a los mapuches y aymaras chilenos contra el gobierno de Santiago y, sobre todo, en el propósito de cooptar al régimen de Castillo y a los quechuas y aymaras del sur peruano proclives a la izquierda, asociándolos a la mitología plurinacional que quiere potenciar con ese esperpéntico Runa Sur a partir del “espacio andino” para satisfacer sus ambiciones expansionistas. Como recordareis, Pedro Castillo en su campaña cometió la insensatez de asegurarles “una salida al mar” a los bolivianos y para ello viajo a La Paz donde se dice que firmo en secreto acuerdos leoninos y extremadamente perjudiciales para el país andino. No es solo por razones de seguridad nacional que se debe frustrar el aparatoso montaje que el socialismo radical está preparando en el Perú, que no debe ser arrastrado por un ilusorio experimento indigenista que abomina el progreso y pretende regresar a utopías realmente absurdas. Todo esto obviamente huele a alta traición por lo que tanto el Congreso como las FF.AA. deben intervenir ya mismo para impedir que se concrete esta infamia, así como castigar ejemplarmente - de ser posible con la Pena de Muerte - a estos miserables enemigos de la Patria :(