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sábado, 7 de septiembre de 2024

PERÚ: Poderes ocultos

Dentro de los cambios en el Gabinete ministerial que tuvieron lugar esta semana en el país andino, uno de los que más llamó la atención fue la sorpresiva salida de Javier González-Olaechea del Ministerio de Relaciones Exteriores. Ello, porque se había posicionado claramente como uno de los ministros más cercanos a la presidenta Dina Boluarte y, según se ha llegado a saber, la mañana en la que se lo cambió él no estaba al tanto de lo que se venía ni tampoco le explicaron los motivos detrás de su salida. Su carta de renuncia fue presentada apenas 15 minutos antes de la ceremonia en la que juró su reemplazo. Como sabéis, González-Olaechea había tomado peso propio en el Gabinete luego de su celebrada intervención en una sesión extraordinaria convocada por la OEA el 31 de julio para discutir el problema generado por la renuencia del régimen chavista a mostrar las actas de las elecciones que habían tenido lugar tres días antes, donde se impuso como podéis suponer, únicamente mediante el fraude. En aquella ocasión, el ahora excanciller defendió una postura bastante coherente: que los países que se abstenían de firmar una resolución exigiéndole a la dictadura chavista que publicara las actas (como Brasil. Méjico y Colombia) eran en el fondo cómplices de esta. Una valiente posición que genero el aplauso en la comunidad internacional, destacando el hecho que el Perú fue el primer país que reconoció el triunfo del embajador Edmundo Gonzales, lo que trajo como consecuencia que Caracas rompiera relaciones con Lima. Ahora bien, al nuevo canciller le han bastado dos días para sembrar preocupación por la posibilidad de que la postura firme que ha mostrado el Perú sobre el fraude montado por el chavismo del 28 de julio empiece a mostrar fisuras. En efecto, el martes pasado, consultado al respecto por la prensa, el ministro Elmer Schialer soltó unas frases totalmente desafortunadas. “Nuestra posición es […] que los problemas de Venezuela sean resueltos por los venezolanos”, dijo. Y consultado sobre si Nicolás Maduro es un dictador y si el presidente electo de ese país es Edmundo González Urrutia, el flamante canciller se enredó en disquisiciones sobre la naturaleza “discreta” del oficio de la diplomacia para eludir ambas preguntas, negándose a condenar al sátrapa. Era sin duda alguna un giro de 360 grados en la posición mostrada por su antecesor. Obviamente, la posibilidad de que el Perú se una a partir de ahora al coro de los países que en la región le hacen el juego a la tiranía chavista con sus equidistancias cómplices y sus absurdas invocaciones a que el tema de Venezuela deben resolverlo ellos mismos, son de una absoluta vergüenza y de una cobardía ante un dictador que mediante el fraude busca eternizarse en el poder a sangre y fuego. Haber prescindido de un ministro de lujo para colocar en su lugar a un impresentable que ha claudicado ante ese régimen asesino es condenable desde todo punto de vista. Y no deja de ser significativo, en ese sentido, que el más contento hasta ahora con el cambio de canciller es el prófugo de la justicia Vladimir Cerrón, antiguo secuaz de la dictadura chavista, y al cual tal como detallamos hace un par de semanas, de una manera por lo demás sospechosa “no puede ser ubicado”, a pesar de su continua presencia en las redes sociales, donde hace gala de su impunidad. Esta situación ha llegado a originar toda una serie de rumores de que ese delincuente efectivamente tiene no solo la ‘protección’ de parte de elementos infiltrados en la administración pública, que viene de la ignominiosa época del régimen filosenderista de Pedro Castillo (quien hoy se encuentra en la cárcel por golpista y por ladrón) y que por lo visto, aún no han sido expectorados, sino también del actual gobierno, en especial de su primer ministro Gustavo Adrianzén del cual se afirma que lo hizo escapar nada menos que en el auto presidencial. Se trata sin lugar a dudas de una denuncia muy grave que debe ser investigada a fondo y de ser hallado responsable, sancionado ejemplarmente. Ahora se comprende cómo es posible que cual titiritero que se maneja entre las sombras, Cerrón hace gala de su poder oculto, porque algún secreto sabrá de la actual mandataria para sentirse confiado en no ser atrapado, obligándole también a desprenderse del ministro que tenía mayor aceptación. Se dice que el Congreso va a llamar al nuevo Canciller para que se rectifique de sus palabras o caso contrario será censurado, pero es la presidenta Boluarte quien tiene que salir a explicarle al país de una manera convincente si el Perú va a volver a ser un tonto útil del chavismo. Para agravar las cosas, debemos agregar que a las pocas horas, el mismo Adrianzén salió a decir que “nunca hubo un comunicado oficial de Presidencia reconociendo al candidato opositor Edmundo Gonzales como el vencedor de los comicios” evitando calificar en todo momento de dictador a Maduro, exactamente el mismo libreto esgrimido por Schialer. Esta posición asumida por el Gobierno desentona en el concierto mundial de rechazo a la dictadura chavista, y sería un desprecio a quienes hoy sufren desapariciones, encarcelamientos, persecuciones y hasta asesinatos por defender su legítimo derecho de ser libres y romper el yugo del nefasto socialismo asesino en Venezuela. Y para las izquierdas retrogradas y parásitos caviares que “coinciden” con este, hay que decirles que lo que sucede en el país llanero es también un problema de los peruanos, desde que el conocido lobbysta y Traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski abrió las fronteras de par en par en el 2017 a millones de venezolanos, facilitando la llegada de grupos delincuenciales provenientes de las cárceles chavistas, quienes haciendo uso de una violencia extrema como nunca antes se había visto en el Perú, ha desbordado a la policía de tal manera que la situación se ha salido de control, y cabe el peligro que en los próximos meses se acreciente la llegada de más de esos indeseables entre los miles de que huyen de su país donde no tienen ni que comer. Con el cambio de giro empieza a consumarse en el Ejecutivo, la presencia de Adrianzén y de la misma Boluarte van a comenzar a ser insostenibles en el Gobierno. Y muchos de quienes hasta ahora la apoyaban para hacer frente a las arremetidas de la prensa basura y los parásitos caviares, ya están alejándose de ella y asumiendo posiciones cada vez más críticas. Sin una bancada propia en el Congreso va a ser difícil que con sus actitudes pueda llegar hasta el 2026 como se pensaba hasta hace poco. Si bien a última hora, declaro que "jamás estaremos del lado de dictadores o gobiernos dictatoriales", y en cuanto al cambio de canciller dijo que "si sale un ministro o más ministros, la política de gobierno no cambia". En el fondo no es más que un juego de palabras, y si vemos un cambio en relación al chavismo, su permanencia en el cargo va comenzar a ser indefendible, haciéndole el juego a quienes desesperadamente intentan desestabilizar al país ¿Se quiere llegar a ese extremo?
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