Para nadie es un secreto que el régimen chavista está al borde del colapso, ya que esta semana, Estados Unidos decidió estrangular su último recurso de financiamiento: el petróleo ilegal, en medio de la presión ejercida contra la dictadura por la presencia de una flota estadounidense en las costas venezolanas desde hace semanas, lista para invadir el país en cualquier momento y derrocar a Nicolás Maduro. Ante todo, cabe precisar que hace exactamente cuatro años se reveló uno de los mecanismos que el régimen tenía para sostener su frágil economía en medio de las sanciones internacionales por la violación sistemática de derechos humanos. Ese engranaje ilegal era el que daba cuenta de una red de “buques fantasmas” utilizados para traficar el principal - y único - recurso del país: el petróleo. Las maniobras eran ejecutadas con la ayuda de países aliados como China, Irán y Rusia, quienes filtraban en sus puertos Very Large Crude Carrier (VLCC, la denominación a los barcos petroleros) bajo falsa bandera y nombre. Muchos de los buques que amarran durante horas en los puertos más importantes de Venezuela llevan otra denominación y otro número de IMO, la identificación de cada una de las naves que otorga la Organización Marítima Internacional, código que sirve para identificar a la embarcación durante su vida útil. Es fundamentalmente la teocracia iraní la que intercambia crudo negro -valga la ironía- con Miraflores. Y dentro de la estructura de aquel país asiático, es la Guardia Revolucionaria Islámica la encargada de mantener activas sus operaciones en el exterior con diferentes formas de financiamiento. En la profundidad de esa organización, es la unidad de élite conocida como Fuerza Quds la que comercializa de manera ilegal con Caracas el crudo extraído en Venezuela. Como sabéis, este miércoles, los Estados Unidos dieron un paso más en su estructurado plan para presionar la caída del régimen de Maduro. Por orden de la Fiscal General Pamela Bondi, una operación conjunta de la Guardia Costera, el FBI, la Homeland Security Investigations (HSI) y el Departamento de Defensa, se resolvió confiscar un buque petrolero frente a las costas venezolanas, que el régimen chavista califico de “un acto de piratería”. “Durante varios años, el buque petrolero ha sido sancionado por Estados Unidos debido a su participación en una red ilícita de transporte de crudo que apoya a organizaciones terroristas extranjeras. Esta incautación, realizada frente a la costa de Venezuela, se llevó a cabo de manera segura y protegida”, dijo Bondi en su cuenta de X. De acuerdo a la cadena Bloomberg, la embarcación capturada fue identificada como el VLCC Skipper, según fuentes en los Estados Unidos y Guyana. “El buque petrolero de gran tamaño, que tiene 20 años de antigüedad, fue sancionado por Estados Unidos en el 2022 bajo su antiguo nombre, Adisa, por apoyar las exportaciones de petróleo iraní”, dijo el portal de noticias. La incautación se produjo tras una orden de embargo para un VLCC usado para transportar petróleo ilegal proveniente de Venezuela hacia Irán, procedimiento enmarcado dentro de las medidas norteamericanas para bloquear redes internacionales de financiamiento a organizaciones terroristas. La Fuerza Quds, el Cartel de los Soles, el Tren de Aragua -entre otros grupos-, fueron designadas como entidades terroristas por Washington. Y el gobierno de Maduro fue identificado como el tutor de esas últimas organizaciones criminales (por el cual pusieron precio a su cabeza de $25.0000 millones). Este golpe al financiamiento de ambos regímenes se enmarcó en el despliegue de navíos que los Estados Unidos tienen en el Caribe y que hasta el momento se había dedicado a impactar y perseguir lanchas con toneladas de drogas, sobrevolar el espacio aéreo venezolano y demostrar un poderío imposible de detener. “Acabamos de incautar un petrolero en la costa de Venezuela, un petrolero enorme, muy grande; de hecho, el más grande jamás incautado”, declaró el presidente Donald Trump a las pocas horas del procedimiento. Y en cuanto al petróleo incautado, dijo “que se lo quedara”. Como era de esperar, la embajada del régimen teocrático de Irán en Caracas condenó la acción como una “grave violación de las leyes y normas internacionales”. Original interpretación del tráfico ilegal de crudo. Posicionar el poder naval sobre las rutas que atraviesan el Caribe significa mucho más que realizar patrullas antidroga clásicas con lanchas rápidas, helicópteros y recursos limitados. El descomunal despliegue de fuerza en aquel mar azul implica cerrar los caminos del petróleo, corredores marítimos por donde circula más del 90% de los embarques de petróleo de Venezuela. Por cierto, la incautación de este petrolero fue el segundo acto de alto impacto de las últimas horas. El pasado martes 9 de diciembre dos cazabombarderos F/A-18 Super Hornet sobrevolaron el Golfo de Venezuela. Las aeronaves fueron detectadas sobre el estado Zulia mientras se aproximaban al Lago de Maracaibo. Ninguna nave de Maduro salió a su encuentro: tampoco los vieron llegar. El tercero de esos actos fue la aparición pública de la controvertida María Corina Machado en Oslo, Noruega, para recibir -con algún retraso de agenda- el Premio Nobel de la Paz. La líder opositora venezolana atravesó una romería para cruzar el Atlántico. Pero no pudo hacerlo en soledad. ¿Quién le dio asistencia dentro del territorio venezolano? Maduro sabe que además de la guardia pretoriana cubana que lo rodea hay otra que está cada vez más cerca suyo. A propósito de esos agentes cubanos que “protegen” al dictador: ¿es una fuerza que lo cuida o que lo tiene secuestrado? Aunque también se dice que tienen orden de matarlo si se entrega, ya que podría revelar las conexiones de La Habana con el narcotráfico, lo cual siempre se ha sabido, pero en esta ocasión y para salvarse, Maduro presentaría pruebas tangibles de ello. Contrariamente a lo que algunos analistas creen, Estados Unidos tiene tiempo para continuar con su estrategia de desgaste frente a Venezuela. No saltará ninguna etapa ni acelerará sus tiempos. Son pasos muy elaborados que continuarán hasta la caída de la dictadura chavista. Sin embargo, algunos analistas advierten que Trump debe ser muy cauteloso con las medidas que adopte, ya que el derrumbe del régimen podría sumir al país en el caos y la violencia, donde unidades militares, facciones políticas rivales dentro del chavismo e incluso grupos terroristas se disputarían el control del país rico en petróleo. Ante esa posibilidad, añaden de que la turbulenta historia reciente de las intervenciones estadounidenses de cambio de régimen en lugares como Irak, Afganistán y Libia podría repetirse en una Venezuela post-Maduro. “Lo que realmente nos preocupa es que no parece que tengan ningún plan serio para lo que ocurra luego”, dijo Phil Gunson, analista del International Crisis Group. “La idea de que van a poder encajar fácilmente un nuevo gobierno y todo lo demás se acomodará sin más, creo que es pura fantasía”, añadió. “El derrocamiento de Maduro - ya sea mediante un golpe militar, un levantamiento popular o una acción militar estadounidense - haría añicos el frágil gobierno autoritario de Venezuela y produciría el caos durante un periodo sostenido de tiempo sin posibilidad de ponerle fin, escribió por su parte Douglas Farah - consultor de seguridad nacional especializado en Latinoamérica - en un informe desclasificado dirigido a funcionarios del Pentágono. Farah, quien solía ser periodista, dijo que Venezuela estaría mejor sin Maduro, pero advirtió que “no se puede producir un cambio sísmico inmediato” en el gobierno del país sin consecuencias nefastas. “No habría mando ni control sobre el ejército ni sobre la policía”, dijo. “Habría saqueos y caos, así como una matanza indiscriminada de chavistas por parte de aquellos sectores que buscan venganza y que se sentirán envalentonados con la caída de régimen y ‘el sálvese quien pueda’ de aquellos que los oprimieron durante décadas” asevero. “Cualquier despliegue militar estadounidense destinado a estabilizar el país además requeriría probablemente decenas de miles de soldados durante un tiempo indeterminado, que podrían ser años”, dijo. Asimismo, una oposición triunfante se enfrentaría a enormes dificultades para hacer valer su autoridad sobre legisladores, gobernadores, burócratas, funcionarios de seguridad y soldados elegidos o formados durante años por Maduro, sobre todo entre quienes temen a las represalias. “Se habla de ‘limpiar’ inmediatamente el Estado de los miles de funcionarios chavistas, pero ¿quiénes los reemplazaran a continuación? El odio contra estos últimos es latente, por lo que no habría ningún trato con ellos por parte de la nueva administración” apunto. “Muchos oficiales militares de alto rango podrían resistirse al cambio de régimen. Incluso si Maduro aceptara transferir el poder a un sucesor afín a Estados Unidos - como al presidente electo Edmundo Gonzales - algunas fuerzas de seguridad podrían rebelarse e incluso librar una guerra de guerrillas contra las nuevas autoridades”, señaló. A ello debemos agregar que otros grupos armados de la región podrían oponerse a una transición o aprovechar un vacío de poder. Miles de terroristas pertenecientes al Ejército de Liberación Nacional (ELN) de la vecina Colombia tienen su base en las selvas fronterizas. El grupo ha prometido defender al régimen de Maduro y luchar contra cualquier fuerza extranjera en la región; su arsenal incluye artefactos explosivos y algunos drones armados. El desorden y el conflicto podrían desencadenar asimismo un nuevo éxodo de venezolanos que inundaría a los países vecinos, que ya tienen dificultades para atender a millones de migrantes que han huido del gobierno de Maduro en los últimos años. “Mantener el orden en todo el país sería una tarea colosal, sobre todo sin la plena lealtad de unas fuerzas de seguridad fuertemente pro-Maduro, que serían disueltas de inmediato, por lo que las fuerzas estadounidenses tendrían que encargarse de ello, mientras adiestran a nuevas fuerzas de seguridad. Pero ello toma tiempo” expreso. Una misión militar estadounidense en Haití en 1994, que depuso a una junta militar y estabilizó el país, requirió de unos 25.000 efectivos. Venezuela es unas 33 veces mayor que Haití, o aproximadamente el doble de California. En la invasión estadounidense de Panamá en 1989, un país que tiene menos de una décima parte del tamaño de Venezuela, participaron unas 27.000 fuerzas estadounidenses. Aquella operación condujo a la rápida captura del dictador panameño Manuel Noriega, quien, al igual que Maduro, fue imputado por cargos de narcotráfico y considerado un gobernante ilegítimo por Washington. Meses antes, Noriega había anulado la aparente elección de un líder de la oposición, Guillermo Endara, como presidente. Cuando se le preguntó al secretario de Estado Marco Rubio si la captura de Noriega podría servir como una especie de modelo para la planificación actual del gobierno de Trump, este se desentendió, diciendo que en aquella época él estaba en la escuela. El objetivo de Estados Unidos en Venezuela, añadió, es “impedir que estas organizaciones terroristas inunden nuestro país de drogas. Y eso es lo que estamos llevando a cabo”. Lo que eso significa exactamente sigue sin estar claro. Hasta ahora, Maduro se ha negado a abandonar el poder y exiliarse, ya que se enfrenta a una investigación de la Corte Penal Internacional que podría condenarlo por genocidio a largos años de prisión. “La premisa del gobierno de Trump es que, si aumentas la presión lo suficiente, Maduro se asustará y decidirá marcharse”, dijo Gunson. “Pero no puedes hacerlo simplemente lanzando unas cuantas bombas o requisando buques petroleros y esperando que Maduro se rinda, por lo que la invasión militar es el siguiente paso. Lo que suceda inmediatamente luego de la caída del régimen, es una incógnita” puntualizo.