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martes, 10 de diciembre de 2019

KUELAP: Victima de la indiferencia y el olvido

Hace 500 años, una prodigiosa civilización construyó la fortaleza de Kuélap, considerada irónicamente como la joya turística del norte peruano. Hoy en día, debido al desinterés de las autoridades que la han abandonado a su suerte luego de un voraz incendio que arraso los bosques circundantes a mediados de año, se encuentra en peligro de desaparición. El fuego no solo acabo con la vegetación, sino que origino que los muros de la fortaleza estén amenazados por un grave derrumbe. Cuando Martín Vizcarra visitó la región Amazonas a fines de agosto, prometió demagógicamente ‘solucionar’ el problema a la brevedad posible, asegurando que “pronto se reanudarían las obras de reconstrucción y que el acceso a Kuélap sería restablecido” pero han pasado los meses y absolutamente nada se ha hecho. Para empeorar las cosas, las lluvias de temporada han comenzado y su colapso será total. Como sabéis, hace unos meses atrás, como una manera de impulsar el turismo en la zona se instalo el teleférico, el cual no solo facilitó el acceso a la fortaleza, ya que consolidó como un nuevo atractivo el impacto paisajístico del que gozan los turistas antes de llegar a Kuélap. Sin embargo, la decepción de los visitantes fue grande al encontrar justo en la puerta de acceso un gigantesco forado cubierto con plásticos, sin un adecuado sistema de drenaje y con un horroroso andamiaje que parece sostener a duras penas los grandes muros de piedra. Por si fuera poco, miles de bloques de piedra utilizados por los constructores de esta maravilla ahora yacen esparcidos en los alrededores. Asimismo, debido al lamentable estado en el que se encuentra la fortaleza, producto del incendio, el servicio ha sido suspendido y son cada vez menos quienes se arriesgan a visitarla debido a su difícil acceso por tierra. Al respecto, la Cámara de Turismo - Caretur - de Amazonas calcula que este año se recibieron 10 mil turistas menos que en el 2018, culpando al (des)gobierno por su inacción. Lo cierto es que nadie sabe qué hacer y los vizcarristas se están tirando la pelota. “Vizcarra es ingeniero y lo que esperábamos es una solución técnica al asunto”, insisten los operadores de la zona. “Esto ya no es trabajo de arqueólogos, es de ingenieros”, añaden visiblemente desilusionados por las promesas incumplidas. Para los expertos aquí se juntaron varias precariedades. Por un lado, el interior de la fortaleza ha sufrido una desmesurada deforestación. Al observar las imágenes satelitales de Google Earth, se puede comprobar la tala de árboles desde el año 2005. Durante siglos, estos árboles sirvieron como un “paraguas” natural que cubría el monumento. De paso, las raíces que succionaban el agua ya no están ahí y no se han mejorado el sistema de drenaje. Fue en los años ochenta cuando los arqueólogos lo instalaron con cemento y tubos PVC. A partir del 2003, se definieron las áreas de emergencia, y en los años siguientes estas áreas fueron intervenidas. Varios muros fueron “desarmados” y se aplicó una argamasa para unir los bloques de piedra. La idea fue impermeabilizar los muros, pero en los últimos años aparecieron manchas de humedad y grietas en las paredes intervenidas. Fue entonces cuando intervino Plan Copesco, entidad adscrita al Viceministerio de Turismo. Firmaron un contrato por más de 4 millones de soles con la empresa Quetzal SAC en octubre del 2016. Cuando empezaron las obras, los arqueólogos de Quetzal se dieron con la sorpresa de que en el interior de los muros impermeabilizados se habían acumulado grandes cantidades de lodo. También descubrieron dos enormes grietas. Exigieron un incremento en el monto del contrato “porque eso no figuraba en el expediente técnico”. Plan Copesco se negó al aumento y se convocó a un arbitraje que, este año, le dio la razón a Quetzal. Mientras tanto, Copesco contrató a otra empresa, Consorcio Kuélap, pero se repitió el problema y paralizaron las obras. Ahora Mincetur le quiere pasar el problema al Ministerio de Cultura. Hartos de esta situación, los operadores y pobladores convocaron a un paro el pasado 6 de noviembre. La medida de fuerza obligó al viceministro de Turismo, José Vidal Fernández, a viajar a la zona, donde sostuvo una reunión con el gobernador regional, alcaldes y operadores de turismo. Vidal fue titular del Plan Copesco cuando se firmó el primer contrato con Kuélap. En abril fue nombrado viceministro y la noticia motivó una marcha de repudio en Chachapoyas. Aquella vez, Vidal aseguró que la obra no está paralizada, pero las evidencias lo contradicen. En el Ministerio de Cultura ya sabían que se necesitaba contratar a ingenieros expertos en geodinámica y restauradores profesionales, pero hasta el momento nada se ha hecho. Para agravar las cosas, tras la renuncia hace unos días del ministro de Cultura todo volvió a fojas cero, por lo que la salvación de Kuélap tendrá que esperar quien sabe hasta cuando. Es lamentable como los peruanos no saben valorar lo que tienen :(
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