Como sabéis, una tradición que se repite cada fin de año en el Perú a pesar de las reiteradas invocaciones de las autoridades para no hacerlo por resultar altamente contaminante para el medio ambiente, es la quema de muñecos, que para muchos es un acto de purificación, con el cual las personas esperan librarse de todas las cosas negativas que les ocurrieron a lo largo del año y comenzar un nuevo período lleno de positivismo. Pero, ¿qué significa esta quema y de dónde proviene? Se cree que esta costumbre fue tomada de alguna ceremonia celta, donde el fuego tiene especial significado como agente purificador y fue traído por los colonos del Viejo Continente, adaptándose a las costumbres locales. Si bien en otros países el monigote es rellenado de pólvora y paralelamente a las 12 campanadas del 31 de diciembre de cada año es encendido, en el Perú generalmente llevan en su interior papel periódico, trapos viejos y basura para que se quemen rápidamente. Estos muñecos representan a los personajes más repudiados que por sus actos viles suelen ser destrozados a palazos y patadas, para luego quemados públicamente. Ese año la “estrella” sin duda alguna es Martín Vizcarra - conocido como Vizcarrata - una sucia alimaña de uñas muy largas, quien hizo toda clase de negociados con la constructora brasileña Odebrecht cuando estuvo al frente el gobierno regional de Moquegua, por lo cual no solo posee 46 procesos judiciales abiertos por execrables delitos penales, que van desde cohecho, extorsión, intento de homicidio y secuestro, sino que también su empresa constructora, fue proveedor mayoritario del consorcio Conirsa - integrada por Odebrecht Latinvest Perú S.A.C., y Graña y Montero para la construcción de la carretera Interoceánica Sur - y además era apoderada del Consorcio Ilo, una asociación de constructoras lideradas por Graña y Montero, enriqueciéndose ilegalmente a costa del Estado utilizando su cargo para hacerlo a pesar que la ley se lo prohibía expresamente. A ello se suma su implicación en el Caso Chinchero, cuando como ministro de Transportes y Comunicaciones del conocido lobbysta y Traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski (PPKutra) intento presionar al por entonces Contralor de la Republica para que aprobara a como de lugar una infame addenda - a todas luces perjudicial para los intereses nacionales - con el cual intentaba favorecer al consorcio chileno Kuntur Wasi (propiedad de Sebastián Piñera, amigo de Kuczynski) obligando al Estado peruano a financiar íntegramente la construcción del aeropuerto internacional de Chinchero (Cuzco), cuando en el contrato original se decía que los chilenos deberían hacerlo. Pero no contento con ello, se entregaba a dicho consorcio por 40 años la administración del citado aeropuerto a pesar de no haber invertido un céntimo, quedándose con todas las millonarias ganancias que ello acarrearía, lo cual iba a ser repartido entre Piñera, Kuczynski y Vizcarra. Pero al estallar el escándalo al quedar al descubierto dicha felonía, el contrato fue anulado y se abrió una investigación criminal para sancionar ejemplarmente a los responsables. Temeroso por las últimas investigaciones al respecto (ya como precario inquilino de Palacio tras la obligada renuncia de Kuczynski para evitar una ignominiosa destitución por el Congreso) que daba cuenta de sus delitos y que podría terminar en la cárcel, dio un golpe de Estado el pasado 30 de septiembre para evitar ser fiscalizado, acabando con la institucionalidad democrática que había sido restaurada en el año 2000 tras la caída de la criminal dictadura fujimorista. Muchos pensaron entonces que ello nunca más volvería a suceder, pero mira que se equivocaron, y por culpa de este roedor la larga sombra del autoritarismo ha vuelto a caer sobre el Perú. Rechazado ampliamente por la población (las últimas encuestas dejan en evidencia que va en caída libre) lo ha hecho el favorito para ser quemado la noche del 31. “Este fin de año ha traído una demanda sin precedentes”. Así comentaba Jorge lo que ocurre en su tienda ubicada en el Mercado Central. En ella vende, entre piñatas y decoraciones para fiestas, muñecos con caras conocidas de políticos destinados a ser quemados a fin de año. “Nunca había visto nada parecido…”, sentenciaba con entusiasmo, “…un señor me compró el otro día una docena de muñecos de distintos congresistas. Antes cada cliente compraba uno, máximo dos. Ahora compran varios. Dicen que hay demasiado que quemar”. “Los más pedidos son los de Alan García, Keiko Fujimori, Martín Vizcarra, Pedro Pablo Kuczynski, Jaime Yoshiyama, Alejandro Toledo, Marcelo Odebrecht y Carlos Bruce. La lista es interminable” afirmó. El público hace cola para apropiarse de los muñecos más solicitados. Un cliente, declaró: “Estoy gastando la mitad de mi grati en muñecos, pero no conseguí el de Alan. El modelo en el que sale disparándose un tiro en la cabeza se ha agotado” expresó. Uno de los compradores explica por que lo hace: “Tenemos que desahogarnos luego de todo lo que nos han hecho. Lincharlos no es muy civilizado. Quemar muñecos es una metáfora de la justicia. Nos permite reivindicar simbólicamente un poco el honor del país” afirmo. Martin Tabern, un psicólogo social y profesor de la Universidad de Edimburgo, analiza así el fenómeno: “La quema de muñecos es una alegoría. Solía ser asumido como un acto de humor. Pero el fenómeno peruano es diferente. Representa una tremenda frustración, sin precedentes en la historia, contra toda la corrupta clase política. La apabullante demanda de muñecos para quemar es una desviación de la esperanzada demanda original por buen gobierno y transparencia, la cual se sustituye por el deseo de destruir a todos los políticos. Es, a fin de cuentas, una expresión de desesperanza e impotencia. Pero si se llega a hacer justicia, el símbolo se volverá realidad y la esperanza en un país mejor renacerá” aseveró. No cabe duda que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. A quemar a esa rata inmunda :)