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martes, 2 de noviembre de 2021

EXPERIMENTO Y FRACASO: La Confederación Perú-Boliviana

Con motivo de la reciente visita de Pedro Castillo a Bolivia, el cual en su ignorancia supina coloco una ofrenda floral nada menos que ante el monumento a Andrés de Santa Cruz, un déspota que creó en 1836 la llamada Confederación Perú-Boliviana, que sirvió para dividir en dos al Perú, pretendiendo con ello apoderarse del sur del país, un viejo anhelo boliviano que fracaso estrepitosamente, pero que hoy - para variar - pretenden lo mismo contando esta vez con la abyecta complicidad del propio Castillo quien como recordareis, durante la pasada campaña ofreció “regalar” el mar a Bolivia. Por ello es menester ocuparnos en esta ocasión de aquel fallido experimento ¿vale? Como sabéis, la denominada Confederación Perú-Boliviana, era un proyecto que obligo al Perú a “unirse” a Bolivia, aunque por muy poco tiempo. De hecho, desde que la entidad nació en 1836, enfrentó fuerzas internas y externas que empujaron hacia su destrucción, que finalmente ocurrió en 1839. Pero ¿Cómo surgió la idea de juntar a estos dos países y por qué fracasó tan rápido? En la década de 1830 el proyecto de unir a Perú y Bolivia "era latente", dijo la historiadora boliviana Marilú Soux. “Los peruanos y bolivianos que estaban a favor de federar las dos repúblicas alegaban razones geográficas, históricas, económicas y antropológicas que se remontaban cientos de años en el tiempo” escribió por su parte Jorge Basadre, destacado historiador peruano del siglo XX, en su libro "Historia de la República del Perú, 1822-1933". En tiempos prehispánicos, las etnias quechuas y aimaras habían compartido durante siglos el Altiplano - región alrededor del lago Titicaca - y las civilizaciones Inca y Tiahuanaco habían tenido influencia en los territorios de ambos países. Ya en los felices tiempos del dominio español, el actual territorio de Bolivia correspondía a la Audiencia de Charcas, que formó parte del Virreinato de Perú durante la mayor parte de su existencia. De hecho, el lugar era conocido como el "Alto Perú". Es más, las minas de plata de Potosí, ubicadas en Bolivia, eran una importante fuente de riqueza virreinal peruana. En cuestiones comerciales, el puerto más propicio para La Paz (actual capital administrativa de Bolivia) era el de Arica, que pertenecía a Perú en ese momento. “Además, las regiones del sur de Perú tenían un tráfico comercial constante con Bolivia, mayor incluso que el que tenían con el norte de Perú”, detalla Basadre. Estas y otras circunstancias alimentaban la idea de una reunificación peruano-boliviana, territorios que fueron separados por el dictador Simón Bolívar para crear la República de Bolívar (Bolivia) con su secuaz Sucre al mando. Cabe destacar que Andrés de Santa Cruz - presidente del Consejo de Gobierno de Perú entre 1826 y 1827, y posteriormente presidente de Bolivia (1829-1839) - tras expulsar a Sucre del poder, también compartía este planteamiento. “Santa Cruz estaba muy influenciado por la idea de restaurar la federación de los Andes, con el predominio boliviano sobre el Perú, lo que al final fue un error, ya que Santa Cruz fue visto como un invasor al cual había que combatir", explico Soux. Pero hizo falta un periodo de fuerte anarquía y revueltas internas en el Perú para que Santa Cruz pudiera concretar su infame proyecto. Para 1835, la política peruana estaba sumida en el caos. El entonces presidente, Luis José de Orbegoso, enfrentaba fuertes levantamientos contra su gobierno en la costa y en el sur del país donde el general Felipe Santiago Salaverry tomó el poder por la fuerza. Al sentirse amenazado, Orbegoso pidió ayuda militar a Santa Cruz, para "pacificar" el país. A cambio, Orbegoso le entregó sus facultades de gobernante del Perú y aceptó su “sugerencia” de formar asambleas en el norte y el sur del país para que decidieran sobre la posible unión con Bolivia. "La propuesta de Santa Cruz fue dividir a Perú en dos - el estado norperuano y el surperuano - y acoplarle Bolivia, para que fueran tres estados confederados y no hubiera supremacía territorial por parte de Perú, sino que al dividirlo en dos quedara a merced de las ambiciones del tirano" explicó la historiadora peruana Scarlett O’Phelan. Luego de pactar Orbegoso ese acto de traición, Santa Cruz envió 5.000 soldados bolivianos y, para febrero de 1836, ya había logrado hacerse dueño del país. "Fusilado Salaverry en Arequipa, el invasor creyó que había llegado la hora de destruir al Perú", escribe Basadre en "Historia de la República de Perú". Así, en marzo de ese año, se creó el estado surperuano, y en agosto, el estado norperuano. Ambas regiones en manos de los colaboracionistas, junto a Bolivia, reconocieron a Santa Cruz como "Supremo Protector" de la Confederación Perú-Boliviana. Pero la nueva entidad no tuvo tiempo para consolidarse, ya que sus enemigos, tanto peruanos - que rechazaban que fuera Bolivia quien tuviera la preponderancia y no el Perú - como países extranjeros, en este caso Chile y Argentina quienes veían su creación como un gran peligro para sus intereses - juraron destruirlo, y lo consiguieron, al cabo de tres años de interminables luchas. “En el Perú la idea de la Confederación era popular únicamente en el estado surperuano, donde los indios se sentían tan cercanos a los bolivianos, aborígenes como ellos. Pero en el estado norperuano se notaron desde un principio síntomas de resistencia contra el nuevo orden de cosas”, cuenta Basadre. Además, Lima, la capital peruana desde el virreinato y ubicada en el estado norperuano, perdería relevancia en la vida del país frente al sur y las regiones andinas, que tarde o temprano terminarían siendo fagocitados por Bolivia. No es de extrañar por ello que la Confederación también contaba como enemigos a los caudillos peruanos que se habían levantado contra el traidor Orbegoso y a los que Santa Cruz había derrotado. Muchos de ellos se habían exiliado en Chile - como Ramón Castilla - y esperaban el momento de cobrarse la revancha. Pero no solo la Confederación causaba descontento. La figura de Santa Cruz suscitaba reacciones contradictorias. Fuera de las fronteras de la Confederación, el proyecto despertó los recelos de Argentina y sobre todo de Chile, que mostró la determinación de que el proyecto integracionista desapareciera. El ministro chileno de Guerra, Diego Portales, encarnó la oposición inicial de su país contra la Confederación. Portales buscaba "el balance de poder en el Pacífico sudamericano", escribe Basadre, y sentía que la unión de Perú y Bolivia era una amenaza para su país. Además de la rivalidad comercial y económica, "en Santiago había temor de que esta unión recreara el Virreinato del Perú, del que Chile siempre había sido dependiente", dice O'Phelan. "La idea de Portales era acabar con la Confederación antes de que se consolidara; si no, iba a ser mucho más difícil destruirla" acotó. Así que en diciembre de 1836, Chile declaró la guerra a la Confederación, por "amenazar la independencia de otras repúblicas americanas", escribe Basadre. En mayo de 1837, Argentina también le declaró la guerra. Para ello se crearon las expediciones restauradoras, que contaba con el apoyo de los militares peruanos exiliados en el país del sur y se alistaron para combatir al dictador. De esta manera, Chile envió su primera misión restauradora en septiembre de 1837, al mando del chileno Manuel Blanco Encalada, que sin embargo, fue rodeada en Arequipa y termino firmando un tratado de paz en Paucarpata, el cual fue repudiado por Chile quien decidió continuar la guerra. Esta vez, la segunda misión restauradora de 1839 tuvo el éxito esperado y aplasto al ejército confederado en Yungay, que motivó la cobarde huida del país de Santa Cruz y con él, sus sueños de poder. La Confederación se desintegro en medio de la ignominia y el Perú volvió a ser libre. Sin embargo, Agustín Gamarra - quien también participó de la campaña restauradora - se hizo con el poder y decidió invadir Bolivia para reunificarlo con el Perú, muriendo en el campo de batalla en Ingavi en 1841, terminando así definitivamente cualquier posibilidad de que ello ocurriera, eso sí bajo preponderancia exclusiva del Perú y no de Bolivia, como debía ser. Por ello, la idea de Santa Cruz no podía aceptarse bajo ninguna circunstancia y se le combatió hasta su completa desaparición. Lamentablemente al día de hoy, aun persisten sujetos inescrupulosos en Bolivia como el narcopedófilo Evo Morales que busca reeditarlo y felipillos en el Perú - como Castillo - gustosos de complacerlo ¿Se puede ser tan miserable? :(
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