Cuenta la historia que tras la conquista del Imperio de los Incas, Francisco Pizarro ordeno la búsqueda de un lugar adecuado cercano al mar para fundar su capital para estar en contacto con la metrópoli, descartando al Cuzco por encontrarse al interior de sus vastos dominios. Así eligió el valle del Rímac para fundar en 1535 la Ciudad de los Reyes, como originalmente se denomino a Lima. Si bien encontró en el sitio una serie de templos piramidales y adoratorios hechos por los nativos, estos en su gran mayoría fueron derribados y en su lugar se levantaron las imponentes iglesias y casonas coloniales que hoy son conocidos por todos. De esos antiguos templos indígenas (llamadas ‘huacas’) varias quedaron en pie, lejos de las nuevas áreas urbanas, pero que al estar construidas con adobes (ladrillos de barro) y no ser de piedra, no resistieron el paso del tiempo y abandonadas a su suerte, fueron desapareciendo no solo por la indiferencia de las autoridades, sino también por los embates de la naturaleza ya que las lluvias si bien son escasas, hacen estragos en ellas cuando suceden. Son muy pocas las que han sido parcialmente restauradas, como Huallamarca en San Isidro y Pucllana en Miraflores, para hacernos una idea de lo que eran y representaban para quienes las construyeron. Lamentablemente la gran mayoría de las que quedan vestigios se encuentran en un estado ruinoso y nadie hace nada por recuperarlas. Es por ese motivo que ha surgido una iniciativa destinada a sacarlas del anonimato y salvarlas de su desaparición definitiva. Así, gracias al Patronato Cultural del Perú y el patrocinio de la Fundación Wiese, estos antiguos templos prehispánicos están presentes en la XVI Bienal de Arquitectura de Venecia 2018 - abierta el pasado 26 de mayo - representando al Perú en el pabellón titulado ‘En Reserva/Undercover’. Elegida en un concurso nacional en el que participaron más de 40 proyectos, esta propuesta pretende dar a conocer al mundo la existencia de 447 ‘huacas’ en Lima que, en distintos estados de conservación, aún se mantienen en pie en la ciudad. Desde el ingreso a la exposición se observa una pared negra en la que se disponen ordenadamente más de 400 nudos distintos, inspirados en las representativas obras de Jorge Eielson, que representan a cada una de las ‘huacas’ que quedan en Lima. De los nudos hilados en algodón nativo parten tensos hilos que conectan cada ‘huaca’ con el mapa del territorio de Lima que recorrieron los conquistadores españoles. La muestra continúa con una maqueta que detalla los 30 mil metros cuadrados del Templo del Sol de Pachacámac, estudiada por el arquitecto Alfio Pinasco. Expuesta como un elemento arquitectónico, la estructura fascina por su compleja apariencia contemporánea. Los visitantes que se agolpan en el pabellón terminan el circuito con la proyección de un video musicalizado por Pauchi Sasaki, que sobrevuela delicadamente los centros prehispánicos en la ciudad en los que se desarrollan distintas alternativas surgidas de la sociedad civil para empezar a vincularse con esos antiguos templos precolombinos. “Este pabellón pretende resaltar el encuentro de la riqueza milenaria de las ‘huacas’ con el mundo, en una gesta dimensional nunca antes emprendida como espacios de identidad, integración y memoria ciudadana, que permanecieron olvidadas por mucho tiempo”, dijo al respecto Isabella Falco, directora de Imagen País de Prom-Perú, una de las entidades promotoras. El Perú es uno de los 63 países de los cinco continentes participantes, con el encargo de mostrar sus mejores logros de arquitectura, entre los cuales el ganador será ungido con el León de Oro, previéndose otros galardones para los que lo secunden con muestras igualmente sobresalientes. La Bienal realizada en Venecia estará abierta hasta el próximo 25 de noviembre, por lo que se prevé una masiva concurrencia para apreciarla :)
