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martes, 17 de enero de 2017

TRISTE ANIVERSARIO: El Centro Histórico de Lima languidece abandonado a su suerte

Con casi 500 años de historia, gran parte del casco antiguo de Lima, declarado Patrimonio de la Humanidad, languidece con muchos de sus tesoros arquitectónicos convertidos en tugurios y abandonados al lento pasar del tiempo, que los cubre de polvo e incluso los reduce a escombros y cenizas. Salir del transitado y bullicioso Jirón de la Unión, la calle principal de la Lima antigua, que conecta la Plaza San Martín con la Plaza Mayor, donde está el Palacio de Gobierno y la Catedral, es adentrarse en un entramado de vetustos edificios y casonas coloniales y republicanas en decadencia, nostálgicas del esplendor de épocas pasadas. A pocas cuadras, en la Plaza 2 de Mayo, construida en 1874 como una elegante confluencia circular de tres grandes avenidas, a similitud de las plazas parisinas de la época, ahora hay hasta dos edificios parcialmente destruidos por sendos incendios, uno ocurrido hace dos años, y el otro, la pasada semana. Ese último incendio, acontecido a escasos metros del anterior, ha sido el detonante para que el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) de Perú decida solicitar que el Gobierno peruano declare en emergencia el centro histórico, según explicó su presidente, Alberto Martorell, quien consideró que el estado de conservación del centro de Lima es paupérrimo y puso como ejemplo más simbólico a la otrora opulenta Quinta Heeren, sede a inicios del siglo XX de las embajadas de Japón, Bélgica, Alemania, Francia y Estados Unidos, que ahora se encuentra deshabitada, olvidada y oculta a la vista de los turistas por estar rodeada de calles inseguras y llenas de baches, junto a edificios deteriorados. En otros puntos del casco antiguo, centenarios balcones, tallados en madera con gran detalle, desafían a la gravedad y la humedad para sostenerse en el aire como últimos supervivientes de una masiva destrucción, ya sea por el abandono en las que se encuentran o debido a la acción de la mano del hombre que derriban el lugar para convertirlos en cocheras informales o ‘galerías comerciales’ como llaman a simples corralones donde venden productos chinos de contrabando. Muchas de esas señoriales casas que las ostentaban, demostración del lujo de las clases altas limeñas en siglos pasados - fueron divididas en partes entre los herederos de las familias, quienes alquilaban los ambientes a gente de menesterosa condición. De allí su descuido por parte de los inquilinos y posterior abandono para ser finalmente derribadas. "Existen casas que hace 80 años se dejaron de inscribir en registros públicos. Pasaron a generaciones de generaciones de herederos, y los inquilinos se volvieron en propietarios de pedazos", detalló Martorell. El experto acusó a las autoridades peruanas de dejadez y absoluta indiferencia en su labor de conservación del patrimonio histórico y lamentó que excusen su inacción en que una legislación que no permite al Estado peruano intervenir una propiedad privada y cuyos dueños puede destruirlos sin más a pesar de su valor artístico o histórico. "¿No se puede hacer nada si el propietario no tiene fondos o deseo de conservar nada? Eso es lavarse las manos. Parece que no nos damos cuenta de que se puede generar riqueza y desarrollo sostenible desde el patrimonio", apuntó. Martorell argumentó que declarar la zona histórica en emergencia permitirá reconocer el problema, aplicar la ley bajo la premisa del derecho a la cultura y movilizar recursos para revertir la creciente degradación de los barrios limeños más antiguos. La declaración de la UNESCO que en 1991 reconoció al Centro Histórico de Lima como Patrimonio de la Humanidad ordenaba al Gobierno peruano y a la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) que se preserven las casonas y edificios monumentales. En el 2015, la Municipalidad cuantificó el coste de recuperar el centro histórico de Lima en 970 millones de dólares y cuando se registra algún desperfecto en los edificios suele responsabilizar al Ministerio de Cultura de tutelar el patrimonio de la UNESCO, el cual a su vez los responsabiliza de su descuido y no hace nada por protegerlos. Así, los rincones más olvidados y otrora emblemáticos de la capital del Perú esperan una rehabilitación que les devuelva su dignidad y el esplendor de su pasado :(
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