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martes, 21 de noviembre de 2023

¿DELIRIOS DE GRANDEZA O CULTO A LA PERSONALIDAD?: La monumentalidad de lo absurdo

En el Perú sucede cada cosa. Como no podía ser de otra manera, hace unos días atrás, el impresentable cacique César Acuña decidió ‘homenajearse’ en su universidad. No es el primer político en laurearse, pero sí uno de los pocos que han decidido hacerlo siendo aún candidato a la Presidencia. Envuelto en sonados escándalos de corrupción, cree a modo de excusa que los homenajes hay que darlos en vida, pero usualmente eso implica a una tercera persona. Es decir, la generosidad de un tercero que no sea una entelequia o una excusa retórica como ‘el pueblo’ o ‘el partido’. Véase por ejemplo las frases acuñables “no seré candidato salvo que el pueblo lo pida” o “si el partido así lo demanda, quién soy yo para oponerme”. Pero lo de Acuña sorprende no solo por la exactitud del escultor, que hasta le sacó la basta del pantalón y la posición de las manos. Llama la atención además, el vibrante color dorado de semejante esperpento, con el cual ese insignificante individuo cree que ya eta la ‘altura’ de otros sátrapas que (des)gobernaron el país andino y que pretendieron - con dispar suerte - eternizarse para la posteridad. 1-Augusto B. Leguía: Comencemos con este déspota que tiranizo el Perú entre 1919 y 1930, levantando toda una serie de monumentos y arcos de triunfo con su nombre y que desaparecieron con su abrupta caída y muerte en la cárcel. De toda esa parafernalia solo subsiste un obelisco ubicado en la cuadra 24 de la Avenida Arequipa, con una estatua que reemplazó a la antigua efigie del sátrapa, derribada tras el colapso de su régimen dictatorial. No es la primera vez que vandalizan la memoria del tirano. Una efigie ubicada en la plaza principal de La Victoria, fue retirada para ser reemplazada por la estatua de Manco Capac, donada por la colonia japonesa para conmemorar el centenario de la independencia del Perú. Ello alimentó la leyenda de que ‘Manko Kapa’ era japonés, como teorizó en un libro de 1926 el historiador Francisco A. Loayza. Gracias al centenario y las donaciones de los países amigos, Leguía pudo cambiarle el rostro a la capital. Pero además de esas obras, y de acuerdo a la investigadora Johanna Hamann, autora del libro “Leguía, el Centenario y sus monumentos. Lima 1919-1930″, el autoproclamado “líder de la Patria Nueva” se hizo levantar a sí mismo 22 estatuas, tanto en Lima como en provincias. Había alusiones a Leguía en La Punta, en las riberas del río Rímac, en las ciudades de Trujillo y Chanchamayo. Estaba también el pasaje Carmen Leguía, en honor a su madre (hoy jirón Piura); la avenida Juan Leguía, en homenaje a su segundo hijo, aviador en la Primera Guerra Mundial; la avenida en honor a Nicanor Leguía, padre del dictador (hoy Los Incas en San Isidro). “Y también el actual Instituto Nacional del Niño, que se bautizó con el nombre de su difunta esposa, Julia Swayne de Leguía”, como cuenta la crónica leguiísta. También bautizó con su nombre calles, plazas, hospitales y principalmente la hoy Av. Arequipa, bautizada precisamente con el nombre de Av. Leguía. Pero todo ese monumentalismo creado por el autodenominado ‘Júpiter Olímpico’ y “Gigante del Pacifico” desapareció por completo con la caída del régimen y la captura del tirano, quien encerrado en una celda infestada de ratas en el Panóptico de Lima, murió por el trato brutal de sus carceleros en un camastro del hospital Naval en 1932, bajo la cual incluso colocaron una bomba, que no llego a estallar. Tanto es el odio que le tenían; 2-Luis Sánchez Cerro: Quien lo derroco, si bien no se levantó una estatua en vida, tiene una figura suya en el cementerio Presbítero Maestro, lugar de actual peregrinaje y devoción de los fascistas de los camisas negras de Acción Legionaria, herederos políticos de la Unión Revolucionaria, creada por el, asesinado en 1933 a la salida del hipódromo de Santa Beatriz (hoy Campo de Marte) por un terrorista aprista; 3-Manuel Odría: Con el paso del tiempo, otro dictadorzuelo supo esquivar la polémica post mortem. Su estatua está discretamente resguardada en su natal Tarma, en un parque también construido en su memoria. También hay bustos suyos en la provincia de Acobamba y en el colegio San Ramón de Tarma, lugar donde estudió el autócrata; 4- Juan Velasco Alvarado: Su caso es único. A pesar de todo el mal que este sátrapa comunista causo al país, tiene hasta cuatro monumentos, todos disímiles entre sí y también con respecto al dictador. Uno está en la urbanización La Palma, en Ica. Otro, en el distrito de Incahuasi, en Ferreñafe, Lambayeque. Un tercero en El Pedregal, en el distrito de Majes, Arequipa. Y uno en Villa El Salvador, frente al local de la Cuaves (Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador) que ayudó a forjar el siniestro Sinamos velasquista. A pesar de ello, este último busto ha recibido más de un ataque vandálico. Incluso fue demolido una vez, por lo que tuvo que ser repuesto; 5-Kenyo Fujimori: Obviamente, no podemos olvidar el curioso caso de esta efigie, del cual nos ocupamos en su oportunidad. Cuenta la historia que el escultor Miguel Arenas hizo una estatua de bronce del dictador, un acto de servilismo que le agrado sobremanera e ideo construir una serie de estatuas semejantes a lo largo del país, en memoria al “héroe de la pacificación”. Era 1995 y la dictadura instaurada en 1992 parecía firme, más aun cuando se proclamaba como el vencedor del terrorismo. Como no podía ser de otra manera, la primera estatua debía ser colocada precisamente en la región donde había nacido Sendero Luminoso, por lo que se decidió levantarla en el distrito de Pacaicasa, en Ayacucho, como símbolo de la pacificación. Una provocación que traería consecuencias. Fue así como la figura de bronce fundido de 2.20 m. de alto y 360 Kg. fue a parar al cerro de Tantaorco, donde se pensaba construir el Mirador Kenyo Fujimori. Pero tras la caída del régimen en el año 2000, cayó también la estatua, que arrastrada con una cadena en el cuello, fue llevada a la Plaza Mayor de Ayacucho, donde fue decapitada; 6-Ollanta Humala: Otro mal ejemplo por cierto, es su busto de bronce que sigue existiendo en el poblado de Oyolo, en la provincia de Páucar del Sara Sara, en Ayacucho. La obra del escultor Carlos Fry se presentó en sociedad el 8 de julio del 2016, en presencia de la familia Humala-Heredia en pleno, incluyendo al polémico Don Isaac y al entonces congresista nacionalista José Urquizo. El principal agasajado fue reconocido como ‘hijo predilecto’ del distrito. “Los Humala salen de acá, de Oyolo. Salen los cuatro hermanos y de ahí se van generando las siguientes generaciones. Yo soy una generación, al igual que Nadine, y nuestros padres apuestan por la educación y deciden educarnos”, dijo en su discurso el homenajeado en vida; 7-Alan García: Por último, la estatua del citadocapo della mafia (quien se quito la vida en su guarida en el 2019 al estar rodeado por la policía que proponía a detenerlo, acusado de múltiples actos de corrupción) - que iba a estar frente al Teatro Nacional de San Borja aún es un misterio que solo conoce Hernán Garrido Lecca y compañía. Hay una réplica en miniatura del mafioso de gordura fenomenal que adelanta cómo seria, para curiosidad de sus seguidores y enemigos. Lo que sí es una realidad es su busto en ese nido de ratas que es ese viejo local del APRA, en la Av. Alfonso Ugarte, tras las protectoras rejas y el resguardo de los búfalos de turno, guardia dorada de estos tiempos. Porque si una lección es clara en el monumentalismo peruano, es que el homenaje político tiene que hacerse a buen recaudo - como el de Acuña, que está dentro de la universidad que creo y no en un espacio público - porque el odio político en el Perú trasciende la muerte.
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