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sábado, 16 de marzo de 2019

SER CAVIAR EN EL PERÚ: ¿Un motivo de orgullo y satisfacción?

El caviar, al menos el legítimo, proviene de los huevos del esturión ruso. Como es un producto escaso, alcanza precios estratosféricos, de modo que su consumo se restringe a los más pudientes. Desde principios del siglo XX, se convirtió en un aperitivo característico de la aristocracia y los burgueses más encumbrados. Es en una palabra, el emblema de una vida de lujo y refinamiento. Consume caviar quien tiene dinero de sobra y no está interesado en el precio de las cosas, ya que lo que más desea es darse gusto en todo lo que pueda; en este caso, explorar el mundo de los sabores y como sabéis, cuando uno tiene dinero, lo puede todo. Por ese motivo, el caviar simboliza para algunos, “un estilo de vida frívolo y elitista, marcado por una despreocupación gozosa, ya que pasarlo bien es lo único que importa”. Es decir, un mundo ‘decadente’, sin vocación social, “que no tiene más ideal que la satisfacción de sus sentidos”. En la década de 1980 aparece en Francia el término ‘gauche caviar’ o “izquierda de salón”, para referirse, crítica y peyorativamente, a los miembros de una ‘izquierda’ que no está realmente comprometida con lo que predican. Es decir, un grupo humano que pretende identificarse con valores ‘progresistas’, pero atrapado por la frivolidad de una vida glamorosa y refinada, como si habría algo de malo en ello. Aunque el término surge de la propia ‘izquierda’, como un intento de llamar a la consecuencia a sus simpatizantes, su uso se generaliza y la derecha lo acoge para extenderlo al conjunto de intelectuales y políticos de ‘izquierda’ con la obvia intención de desprestigiar ‘las causas progresistas’ que serían entonces solo la manera en que gente frívola e irresponsable buscaría llamar la atención. Las luchas por preservar el medio ambiente, por los derechos de los ‘inmigrantes’ (terroristas en potencia), de las mujeres o de los trabajadores, son entonces percibidas como demandas infladas por ‘caviares’, gente que se cubre de una elegancia chic, que se disfraza de avanzada y humanista, cuando, en realidad - agregan - es beneficiaria del sistema al que neciamente critica. En este uso del término ya se revela un tono autoritario, que pretende silenciar toda oposición al conservadurismo neoliberal. Se acusa de ‘hipocresía’ a quien pretende hablar a favor de las víctimas sin ser una de ellas, al defensor de causas que no son propias, ya que se presume que es solo un manipulador de la compasión y la culpa, alguien que se esconde para perseguir sus intereses. En el Perú, el término adquirió fortuna a fines de la sangrienta dictadura de Kenyo Fujimori, aquel despreciable genocida condenado de manera ejemplar a 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad. Es una manera fácil de descalificar a la gente que lucha por la vigencia de la democracia y de los derechos humanos, aunque no sean ellos quienes lo hayan sufrido pero que se identifican con las victimas del fujimorismo. Al llamarlos ‘caviares’ se está remarcando que no son realmente peruanos. O que ‘traicionan’ al Perú. En todo caso que son exquisitos cuando no oportunistas. La idea es que ‘todo vale’ en el Perú con tal de aumentar el crecimiento económico. Es por ese motivo que las múltiples y sistemáticas violaciones de los derechos humanos cometidas por las ‘fuerzas del orden’ y la destrucción de la naturaleza por las compañías mineras, están autorizadas por ‘la necesidad impostergable’ de convertirse en un país desarrollado en un mundo competitivo. Entonces aquí hay que ensuciarse las manos y/o hacerse de la vista gorda frente a estas atrocidades. Lo importante es poder decir “nosotros matamos menos” o “la plata llega sola”. Es decir, esquilmar las arcas del Estado “sin hacer mucho ruido” o matar más discrecionalmente se debe aceptar como algo ‘normal’. Por el contrario, la lucha contra la corrupción, la impunidad y el envilecimiento de la clase política no son objetivos prioritarios, ya que dividen demasiado a los peruanos que deben ‘comprender’ que el robo y el silencio son parte necesaria de una gestión eficaz. Entonces, no hay que hacerse los “inocentes”. En el Perú - afirman - todos roban, todos tienen rabo de paja, de manera que nadie tiene derecho a enjuiciar moralmente a nadie. Y el ‘caviar’ es - aseguran - precisamente la persona o el grupo que pretende desconocer, de manera hipócrita y convenida, estos hechos básicos de la vida social peruana, donde uno no debe escandalizarse ni mucho menos cuestionar ni condenar a quienes los realizan. No cabe duda que de esta manera se pretende “justificar” los monstruosos crímenes cometidos en la historia reciente de este país por el aprofujimorismo, donde el asesinato de miles de inocentes por comandos paramilitares y el saqueo generalizado de las arcas públicas eran cosa de todos los días, así como los escandalosos negociados realizados bajo la mesa con empresas extranjeras como Odebrecht, con gravísimo perjuicio para los intereses nacionales. Denunciar estos hechos delictuosos y señalar a los responsables es para ellos una ‘traición’ al Perú, porque debilita - aseguran - al sistema democrático y quienes lo hacen “son enemigos de la Patria” aúllan al borde del delirio. Sin embargo y para su desazón, al ver que varios de los implicados - integrantes de sus filas - están siendo procesados por estos días y otros ya están en la cárcel esperando su condena tras las rejas, no dudan en considerarlos victimas de una ‘venganza caviar’ (?). Solo desde un conservadurismo rancio, cínico y sin ilustración, se puede concebir que la lucha por la verdad, la honradez y la justicia sea ‘extemporánea’ e ‘inoportuna’ en el país; tal como lo quieren hacer creer aquellos que se placen denunciando a los ‘caviares’ como los enemigos del Perú. Por cierto, no deja de llamar la atención que sean precisamente los integrantes de la mafia y sus secuaces a través de la prensa basura y las redes sociales, quienes más cuestionan la labor de jueces y fiscales que solo hacen su trabajo, así como de todo aquel que condena sus delitos, calificándolos en los peores términos. ¿Pero que se puede esperar de esa clase de gente sin moral alguna? Su desesperación salta a la vista en cada una de las palabras proferidas con rabia y odio extremo al saberse perdedores de antemano, derramando bilis por todos sus orificios. Es por ese motivo que cada insulto, cada ataque, cada ofensa que hacen no debe ser contestada para no rebajarse a su ínfimo nivel. De otro lado, hay quienes se consideran orgullosos de ser ‘caviares’ y no dudan en proclamarlo a los cuatro vientos ¿Y que hay de malo en ello? me pregunto yo. Mientras saquen de quicio a los fujiasnos, todos contentos ¿vale? (Como imagináis, a mi me dicen ‘caviar’ aunque no considero que lo sea, ya que en primer lugar no he nacido en este país, así como tampoco soy de ‘izquierda’. Si bien tengo algunas coincidencias con ellos - como combatir a la mafia criminal aprofujimorista - tengo profundas diferencias en otros temas, varios de los cuales los he tratado aquí. De todas formas, si me siguen llamando de esa manera, ni me va ni me viene ¿a que se enteran?) :)
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