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martes, 6 de noviembre de 2018

LIMA: Un patrimonio convertido en cenizas

Una triste imagen nos muestra por estos días la céntrica Plaza San Martín, donde un incendio dejó en ruinas el edificio Giacoletti. Junto al Teatro Colón (1914), el inmueble siniestrado era el más antiguo de esta zona, explica el historiador Juan Luís Orrego. El año de su inauguración, fue premiado por la Municipalidad de Lima con la medalla como la mejor construcción. Los otros edificios que comprenden la Plaza San Martín se edificaron luego de la inauguración de esta, el 27 de julio de 1921, durante la dictadura de Augusto B. Leguía. "Son edificios preexistentes a la Plaza San Martín y corresponden a la República Aristocrática. Son clásicos, academicistas y con connotación afrancesada, como era la moda urbanística y arquitectónica entre finales de siglo XIX y comienzos del siglo XX. Son contemporáneos a las primeras construcción del Paseo Colón y a algunas casonas de la avenida Colmena (Nicolás de Piérola)", indicó. En eso radica su particularidad: los que lo siguieron se enmarcan en el estilo neocolonial. Construido por los reconocidos arquitectos italianos Hermanos Masperi en 1912, el edificio fue nombrado en recuerdo a la confitería del italiano Pedro Giacoletti, que funcionó en el lugar hasta los años 30. Además de dulcería, también fue un bar y la bodega y pastelería Juan Romano, una de las primeras en vender pavos para la cena navideña. Vladimir Velásquez, director del proyecto Lima Antigua, indica que a lo largo de su historia pasó por una importante modificación arquitectónica. “Tenía un decorado en la fachada con elementos modernistas o llamados Art Nouveau, pero en los años 40 se eliminan estos detalles artísticos para tener un diseño un poco más plano y regular a los otros edificios que rodean la plaza. Es el diseño que se conservaba hasta la noche del incendio” detalló. Todavía no se conoce con precisión qué inició la emergencia, pero Defensa Civil de la Municipalidad de Lima no descarta que se haya tratado de un incidente en la cocina de la pollería Rocky's, la cual operaba desde el año 2012 en la primera planta del histórico inmueble. Precisamente este detalle es lo que el historiador Orrego califica como negligencia. En su opinión, no se debería permitir negocios relacionados con la cocina en edificios declarados patrimonio. "Está demostrado que ciertos tipos de negocio no se pueden colocar en edificios históricos porque estos son vulnerables por su antigüedad, arquitectura y el material con el que están construidos. Si instalamos pollerías o de carnes, donde hay hornos y ductos que tienen que ser mantenidos escrupulosamente porque son bombas de tiempo, estas cosas ocurren", enfatizó. A esto se suma la pérdida de patrimonio histórico de la ciudad por incendios ocurridos en el Colegio Real, una casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en abril de 2015; y de la casona de 90 años de antigüedad situada en la Plaza Dos de Mayo (octubre de 2014) y que aun no han sido reconstruidas. Y así como estas, existen muchas edificaciones antiguas en Lima en grave riesgo. Pero ¿que esperan las autoridades para actuar? Sucede que el 70% de los predios históricos son de propiedad privada y toca a sus dueños recuperarlas. Sin embargo, debido a la inexistencia de incentivos tributarios que faciliten la inversión en estos inmuebles, simplemente no los hacen, por lo que acaban deteriorándose. A ello debemos agregar la antigüedad de los edificios, por lo que es muy complicado y costoso restaurarlos, ya que al ser monumentos históricos deben tener autorización de las autoridades para ser reconstruidos utilizando los mismos materiales de construcción con el que fueron levantados con el objetivo de respetar su apariencia original. Eso cuesta mucho dinero y junto con los interminables trámites burocráticos, terminan desanimando a muchos. Según Luís Felipe Villacorta, viceministro de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, su entidad "no puede invertir en predios privados porque existen muchos entrampamientos. Estos predios están tugurizados, tienen más de un propietario y muchos tienen condición de ruinas", explicó el viceministro. “A ello debemos agregar que todos los incentivos legales y tributarios para promover inversiones no se aplican para los predios privados” aseguró, y puso como ejemplo que ni las donaciones culturales ni el régimen de obras por impuesto son aplicables para que una empresa invierta en la restauración del edificio Giacoletti a cambio de beneficios tributarios. “Ambos mecanismos solo permiten invertir en bienes de propiedad del Estado o de organismos sin fines de lucro”, señaló. La opción que queda es la expropiación del predio. Según la Ley del Patrimonio Cultural, esto se puede hacer cuando el monumento está en peligro y el dueño no puede recuperarlo. Sin embargo, este es un camino más engorroso. “Lo ideal es que el dueño invierta su dinero en su predio, que es monumento histórico. Y para eso, el sistema debe cambiar, de modo que se le dé más facilidades para invertir en este, algo que no existe hoy en día”, aseveró. No cabe duda que el Giacoletti se ha convertido en otra “torre” más caída del damero que es el Centro Histórico de Lima. Ya han caído (se han incendiado) otras quince edificaciones en los últimos seis años. De las 660 reconocidas oficialmente, el 83% corre el riesgo de incendiarse o desplomarse. Debido a ello, ya en el 2008, Lima entró en la lista negra de los cien monumentos del mundo más amenazados en su conservación que elaboró la ONG internacional World Monuments Fund (WMF). Esto para llamar la atención de las autoridades. Han pasado diez años, y se persiste en el error, incendio tras incendio, derrumbe tras derrumbe. Hay intenciones de recuperar y dar valor al centro histórico. El Banco Interamericano del Desarrollo (BID) anunció el 2012 un préstamo importante de 40 millones de dólares para la primera etapa de recuperación, pero Castañeda no lo solicito porque no podría desviarlo para otros fines ajenos como es su costumbre. Toca ahora a la nueva gestión de Jorge Muñoz hacer realidad estos planes apenas entre al municipio. De lo contrario, se corre el riesgo de perder la memoria de esta ciudad rica en pasado. El fuego y el abandono no deben acabar con ella :(
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