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martes, 27 de junio de 2023

LA CASA MARSANO: Desaparecida por la codicia

Siempre me he preguntado porque los peruanos no valoran lo que tienen y permiten que testimonios de su pasado se encuentren abandonados y desaparezcan en medio de la incuria e indiferencia. Vemos por ejemplo como sus templos indígenas - llamados ‘huacas’ - terminan convertidos en basurales, si es que tienen suerte, ya que generalmente son destruidos por los invasores de terrenos, que arrasan con ellas para levantar sus casas ¿Y las autoridades? Bien gracias. Pero ello también ocurre con otras edificaciones tanto de los felices tiempos del virreinato - que se encuentran en Rímac o Barrios Altos, que se caen a pedazos - como de la época republicana ubicados en Santa Beatriz, Magdalena, Pueblo Libre o Jesús María, que son reemplazados por edificios multifamiliares. El caso que vamos a tratar a continuación es sobre una majestuosa edificación que se encontraba en la otrora aristocrática avenida Arequipa (en Miraflores) y que hoy es parte del recuerdo por culpa del actual alcalde de Lima Rafael López Aliaga, cuya empresa era propietaria del inmueble, quien ordeno sorpresivamente su demolición al enterarse que iba ser declarada monumento nacional y por lo tanto, un bien intangible. Nos referimos a la Casa Marsano - también llamado Palacio Marsano - inaugurado con mucha pompa en 1941, y llamo la atención porque en esa época ya no se hacían grandes mansiones. Su propietario, el italiano Tomas Marsano la mando construir así porque quería algo grandioso para celebrar sus Bodas de Oro matrimoniales. El arquitecto e historiador José García Bryce describe la casa como sigue: "Era de tipo francés, una casa de estilo clásico con columnas, frontis con triangulación sobre la parte superior, muchos frisos y toda la clásica ornamentación francesa. No era de un estilo puro, era más bien una arquitectura ecléctica que también usaba otros elementos". Tenía además una mansarda especial sobre la entrada, es decir un remate curvo encima del pórtico. "las mansardas por lo general son rectas, pero esta tenía una forma curvada, parecía una cúpula achatada de base cuadrada. Era algo que resaltaba y caracterizaba a esta mansión", concluye Bryce. Con el paso del tiempo, el inmueble llego a manos de la empresa hotelera "Perú Real State" de Rafael López Aliaga cuyos planes iníciales - afirmó - “eran conservar el diseño original y construir una sucursal de la cadena internacional de hoteles Hilton, en la zona de estacionamiento” lo cual era mentira porque desde el comienzo tenía pensado demolerlo. Al descubrirse sus verdaderas intenciones, se alzaron muchas voces de protesta que los inversores se retirasen del proyecto. Y es así que para evitar que se paralice su demolición, esta se llevo a cabo en el 2002 sin contar con el permiso de la Municipalidad de Miraflores. Hoy se levanta en el lugar un horrible construcción “moderna” donde venden equipos de computo. Para lograr su vil propósito, Porky tuvo la complicidad de las corruptas autoridades del Instituto Nacional de Cultura (INC) que se negaron a declararlo como monumento histórico. Así, el por entonces director de esa institución César Coloma, se opuso a su inscripción “por la modernidad del edificio y por no ser de estilo arquitectónico peruano, que en consecuencia, no contribuye a la arquitectura local". Tremenda ignorancia en tan pocas palabras de quien no hizo nada por conservar el patrimonio histórico de la ciudad. Casas coloniales eran derribadas en nombre del “progreso” y el sujeto en cuestión nada decía y mucho menos se oponía. De igual manera, Miguel Cruchaga, por entonces decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, dijo que "no se debe pensar que este tipo de inmuebles son intocables. Dentro de la libertad de cada propietario es legitimo que se haya demolido, más bien me parece tonto pensar que no se pueda hacerlo". Claro, el ya tenía conocimiento de antemano de los planes de López Aliaga de deshacerse del edificio. Qué diferencia con el cercano San Isidro, donde se levantan imponentes mansiones de estilo Tudor, muchas de ellas convertidas en sedes de embajadas, un distrito que conserva muchos rincones que parecieran sacados de alguna ciudad europea. Que lastima que exista gente como las anteriormente mencionadas que por razones estrictamente monetarias permitan que se destruya su herencia. Ahora se comprende que siendo Alcalde de Lima, Porky no haga nada por ella. ¿Y sus promesas de campaña? El viento se los llevó.
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