Con el inicio de la Operación Southern Spear (Lanza del Sur) por parte de los EE.UU. - que incluye el despliegue de una colosal fuerza militar liderada por el portaaviones USS Gerald R. Ford frente a las costas venezolanas - todo parece indicar que comienza la estocada final al régimen narcochavista que desde 1999 y mediante el fraude más descarado, así como de una brutal y despiadada represión, pretende eternizarse en el poder a toda costa ¿Lo lograra esta vez? Durante años, los analistas han pronosticado la caída de Nicolás Maduro, quien se hizo con el poder a la muerte de Hugo Chávez. Pero desde entonces, el dictador venezolano se ha aferrado al poder, pese a haber gobernado durante una de las peores contracciones económicas de la historia moderna, con índices de aprobación en caída libre, derrotas electorales aplastantes y sanciones financieras internacionales severas. La sobrevivencia de Maduro ofrece una clave esencial para entender por qué es tan difícil derribar a las autocracias. La resiliencia autocrática no es accidental. Es el resultado de una represión constante junto con la cooptación de instituciones políticas y económicas. Durante sus 12 años de dictadura, Maduro ha construido esencialmente un sistema de dos niveles: uno que ejerce un control casi totalitario sobre la inmensa mayoría de la sociedad venezolana y otro que funciona como una red de influencia lucrativa y descentralizada, integrada por aliados leales recompensados con poder discrecional y libertades económicas, profundamente interesados en garantizar la subsistencia del régimen. Aunque nunca gozó de una base popular sólida, Maduro no comenzó siendo un dictador despiadado. Cuando fue “elegido” a dedo como presidente de Venezuela en el 2013, tras la muerte de Hugo Chávez, heredó un movimiento que en gran medida lo respaldaba como el sucesor designado por Chávez. Pero a medida que los precios del petróleo se desplomaron y la economía entró en crisis, el escaso apoyo popular que tenía se desvaneció con rapidez, lo que lo llevó a abandonar cualquier pretensión de “democracia”. Al comienzo de su mandato, frente a una inflación desbocada, Maduro amplió el uso de las llamadas leyes habilitantes que le permitían gobernar por decreto. Persiguió a las empresas que no cumplían los controles de precios y reprimió una importante protesta estudiantil contra el régimen. Con el paso del tiempo, Maduro comenzó a consolidar el primer nivel de su dictadura, valiéndose del repertorio clásico del autoritarismo. Persiguió a figuras políticas clave, encarceló a los líderes opositores Leopoldo López y Antonio Ledezma, y suspendió por un año del ejercicio público a la controvertida María Corina Machado, entonces diputada y, hoy, la más reciente ganadora del Premio Nobel de la Paz. Empezó a manipular los procesos electorales con mayor descaro: modificó los calendarios de votación a su conveniencia, bloqueó un referendo que podía haberlo destituido, creó grupos opositores falsos, usó programas sociales para influir en el voto y llegó a prohibir abiertamente la participación de partidos y candidatos de la oposición. Pasó además la década siguiente llenando los tribunales de jueces complacientes, usando la ley como arma para silenciar a sus críticos, espiando a las fuerzas armadas y desatando una represión brutal contra los ciudadanos que protestaban contra su gobierno. Estas tácticas alcanzaron su punto máximo en el 2024, cuando Maduro, tras haber perdido las elecciones presidenciales frente a una coalición opositora organizada por Machado, recurrió a una combinación de manipulación electoral, un poder judicial leal y represión armada para declararse vencedor. El segundo nivel de la dictadura de Maduro, y quizá el elemento más importante y distintivo de su estrategia de supervivencia, es lo que yo denomino “fusión funcional”: conceder a instituciones o grupos existentes la autoridad para desempeñar funciones económicas que tradicionalmente correspondían a otros sectores. Esta maniobra le ha permitido al régimen de Maduro cooptar a una masa crítica de instituciones y actores, convirtiéndolos en fervientes partidarios del status quo. Maduro ha permitido que altos mandos de las fuerzas armadas y del poder judicial participen en una amplia gama de negocios, legales e ilegales. Oficiales dirigen empresas estatales, crean empresas privadas que se benefician de contratos públicos y participan en redes de contrabando de gasolina, minerales y drogas. Estos militares-empresarios amasan fortunas mientras el resto de la sociedad hace fila para comer. Saben que su prosperidad económica depende del favor del dictador. Maduro también ha cooptado a los colectivos, redes civiles organizadas que Chávez había creado para fortalecer la organización barrial. Bajo el mando de Maduro, muchos de estos colectivos se han convertido en fuerzas de choque paramilitares. A cambio de reprimir la disidencia, se les concede una licencia informal para saquear. Esto evita en gran medida que las fuerzas armadas oficiales tengan que realizar la tarea más sucia - reprimir a los civiles - y al mismo tiempo le ofrece al régimen una negación plausible de responsabilidad. Asimismo. El régimen narcochavista ha creado acuerdos de reparto de poder con grupos armados extranjeros, entregando de facto el control de partes del territorio venezolano a facciones disidentes de las guerrillas colombianas de las FARC y el ELN. Estas organizaciones terroristas han utilizado cada vez más a Venezuela como refugio y base de operaciones para actividades ilícitas, como la minería ilegal y el narcotráfico. A cambio, según coinciden varios analistas, le quitan la presión al gobierno de prestar funciones estatales básicas en zonas remotas, y ayudan al Estado a eludir las sanciones internacionales mediante el contrabando y el tráfico de drogas. Este sistema alimenta y se nutre del colapso económico de Venezuela. Como solo quienes pertenecen al círculo más cercano de Maduro están a salvo de la arbitrariedad del Estado, el sector privado se ha marchitado, y el país ya no produce suficientes bienes y servicios para satisfacer la demanda. La asfixia económica vuelve aún más atractiva formar parte de esa confederación interna de poder. La gran mayoría de quienes quedan fuera están condenados a una vida de pobreza, represión y desesperanza. No debería sorprender, por lo tanto, que millones de venezolanos sin tener que comer, hayan optado por la forma definitiva de escape: la migración, convirtiéndose en un gran problema para otros países, porque su llegada ha originado el aumento de la delincuencia a niveles nunca antes vistos. En tanto, la apuesta de Maduro es arriesgada. Su sistema ha cultivado una élite interna de un putrefacto régimen que concentra más poder que en otras autocracias; si lo desearan, podrían incluso apartarlo del poder. Es posible que el gobierno de Trump espere que el despliegue de fuerza militar de Estados Unidos en el Caribe - y el inicio de la Operación Southern Spear - provoquen este tipo de motín. Pero incluso si estos grupos se rebelaran y lograran presionar con éxito a Maduro para que dejara el poder, es difícil decir qué ocurriría a continuación. Es casi seguro que muchos no actuarían con la intención de fomentar un cambio total de régimen, sino de cambiar a Maduro por otra figura que preserve las redes exclusivas de clientelismo que los mantienen. He aquí el principal desafío para cualquier intento futuro de desmantelar la dictadura en Venezuela. La sociedad civil difícilmente podrá reunir los recursos necesarios para desarticular la estructura política que Maduro ha construido. Cualquiera que aspire a establecer un nuevo orden político extirpando al cáncer chavista probablemente necesitaría la cooperación de la confederación interna del régimen. Pero los miembros de esta clase privilegiada no estarían dispuestos a colaborar con esfuerzos que impliquen destruir el sistema del cual depende su poder y solo les interesara escapar tras el colapso del régimen si quieren conservar la vida, porque el ajuste de cuentas será terrible, ya que no va a haber piedad con ellos. E incluso si un miembro de la oposición llegara a reemplazar a Maduro, eso no garantizaría necesariamente el regreso de la democracia en Venezuela. Sería necesario construir prácticamente desde cero un nuevo aparato estatal, con contrapesos institucionales efectivos, barriendo con todo el nefasto aparato chavista, juzgando y castigando a los responsables del colapso venezolano - que de ser décadas atrás el más rico y envidiado, hoy es el más pobre y miserable del continente - o de lo contrario, los nuevos ganadores políticos podrían reproducir el mismo sistema profundamente corrupto, coercitivo y desigual que ha mantenido tan firmemente el poder del sátrapa. Para ello necesitarían todo el apoyo de los EE.UU. que de invadir el país y derrocar a Maduro, tendrían la misión de sostener a quienes lo sucedan, convirtiendo de hecho a Venezuela en “un protectorado estadounidense” ... vaya uno a saber por cuanto tiempo. Precisamente, Donald Trump aseguró a los periodistas a bordo del Air Force One que ya ha tomado una decisión sobre cómo EE.UU. podría actuar con respecto a Venezuela: "Más o menos me decidí. No puedo decirle cuál sea [esa decisión]", manifestó el presidente estadounidense. "Trump va en serio, y el mundo lo sabe", escribió el secretario de Guerra de EE.UU., Pete Hegseth, quien añadió que mediante la Operación Lanza del Sur “se conseguirá la paz a través de la fuerza, eliminando a los narcoterroristas de nuestro hemisferio y protegiendo nuestra patria de las drogas que están matando a nuestra gente" apunto. Es indudable que la suerte del régimen narcochavista está echada. Lo que venga luego de ello, es una incógnita.
¿Sabías que en la Plaza Mayor de Lima se realizó el primer auto de fe en América? No solo eso: aquí también se ejecutaron sentencias de la Inquisición, se proclamó la libertad del Perú y se colocó la primera fuente de bronce de la ciudad. Este no es un simple lugar turístico. Es el corazón donde late la historia del Perú, un escenario que ha sido testigo de gloria, horror y transformación. Y lo más sorprendente: todo sigue en pie, esperándote. Como sabéis, la Plaza Mayor de Lima no es solo una plaza. Es el punto donde nació la ciudad en 1535, el lugar desde donde se empezó a construir la capital del Perú. Aquí se han firmado decretos, se han celebrado fiestas, y también se han vivido momentos difíciles. Es el escenario principal de la historia limeña, un lugar cargado de simbolismo y memoria. Situada en el Centro histórico de Lima, esta plaza marca el kilómetro cero de la ciudad. Desde allí, Lima se expandió, y con ella, su cultura, su arquitectura y su influencia en América Latina. A su alrededor se levantan sobriamente el Palacio de Gobierno del Perú, la Catedral de Lima, la Iglesia del Sagrario, el Palacio Arzobispal de Lima, el Palacio Municipal de Lima y el Club de la Unión. Ante todo, cabe precisar que, en 1523, el emperador Carlos V (I de España) dictó las Ordenanzas para la fundación de ciudades en América. Estas establecían que el trazado debía partir desde la Plaza Mayor, organizando la ciudad en cuadrícula para facilitar su expansión. Siguiendo esta norma, el 18 de enero de 1535, Francisco Pizarro fundó Lima y colocó en el centro de la futura Plaza Mayor un rollo o picota, símbolo de justicia. Junto a Nicolás de Ribera, Diego de Agüero y Francisco Quintero, delineó las calles y manzanas de la ciudad. Se adjudicó la manzana al norte de la plaza y destinó otros lotes para la iglesia, la vivienda del cura y el cabildo. El resto fue repartido entre los españoles durante la conquista de los Incas. Con el tiempo, el virrey Diego López de Zúñiga ordenó trasladar el rollo cerca del río Rímac para instalar una pileta en el centro de la plaza. Posteriormente, lo devolvieron al Callejón de Petateros, y en 1668, el virrey Pedro Antonio Fernández de Castro lo envió a la Plaza de Santa Ana. No obstante, lo regresaron al año siguiente por el aumento de delitos menores. Durante el Virreinato, la Plaza Mayor cumplió múltiples funciones: fue mercado, plaza de toros y lugar de ejecuciones públicas. Allí también se realizaron autos de fe organizados por el Tribunal del Santo Oficio, cuyo primer evento se celebró el 15 de noviembre de 1573, día en que se dictó la primera condena a la hoguera en América. Ese mismo día ejecutaron a Mateo Salado en el lugar donde hoy se ubica la Plaza de Toros de Acho. Si bien la construcción de la Catedral de Lima culminó en 1622, se completó completamente en 1797 con la edificación de sus campanarios. Este templo sigue en pie en el lado oriental de la plaza. En 1821, el Libertador José de San Martín proclamó la Independencia del Perú desde la Plaza Mayor. Tras la ceremonia, encabezó una procesión portando la nueva bandera nacional. En 1855, el presidente Ramón Castilla instaló el primer alumbrado público a gas en la plaza e introdujo jardines por primera vez. En 1860 se tendieron rieles para tranvías tirados por animales, y con la construcción de la Penitenciaría de Lima, las prisiones se trasladaron fuera del Palacio de Gobierno. Durante el siglo XX, la plaza vivió sus cambios más importantes: en 1922 se terminó el Palacio Arzobispal; en 1938, el Palacio de Gobierno; y en 1944, el Palacio Municipal. En 1940 se instauró el estilo neocolonial en los edificios y portales del lado sur, que lucen balcones de madera, consolidando así la imagen actual de la Plaza Mayor de Lima. En reconocimiento a su valor histórico y cultural, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1991, como parte del Centro Histórico de Lima. Este título destaca la importancia de la plaza como núcleo fundacional de la ciudad y testigo de los acontecimientos más relevantes del Perú virreinal y republicano. Su traza original, sus edificios coloniales y republicanos (como la Catedral, el Palacio de Gobierno y el Palacio Municipal) y su conservación como espacio público han sido clave para recibir esta distinción. Aunque conserva su trazado original, la plaza ha sido restaurada y embellecida varias veces. Hoy en día es un lugar que mezcla historia con vida moderna: 1-La fuente de bronce del siglo XVII: En el centro de la plaza se encuentra una fuente de bronce construida en 1651, coronada por el Ángel de la Fama. Es uno de los elementos más antiguos que se conservan, y es uno de los puntos favoritos para tomar fotografías; 2- Palacio de Gobierno: Frente a la plaza se alza la imponente sede presidencial, también conocido como la “Casa de Pizarro”. Actualmente, es la sede del presidente del Perú. Todos los días, a las 11:45 a.m., se puede ver el cambio de guardia, un espectáculo gratuito que muchos turistas no se quieren perder; 3- Municipalidad de Lima: Otro edificio que destaca es el de la Municipalidad Metropolitana de Lima. Tiene balcones coloniales bellamente conservados y una arquitectura que resalta entre las construcciones modernas de la ciudad; 4- Catedral de Lima: Sin duda, uno de los atractivos más importantes es su Catedral, ubicada en uno de los lados de la plaza. Su construcción empezó en 1535 y ha pasado por varias remodelaciones. En su interior está enterrado Francisco Pizarro, y también se pueden ver altares barrocos, pinturas coloniales y vitrales de colores. Ahora, el Programa Municipal para la Recuperación del Centro Histórico (Prolima) ha planteado una ambiciosa propuesta para devolverle a la Plaza Mayor su apariencia del siglo XIX, una iniciativa que busca resaltar el valor patrimonial de uno de los espacios más emblemáticos de la capital. Desde que Prolima, empezó a ejecutar el Plan Maestro del centro histórico en el 2019, solo dos espacios del Damero de Pizarro no han sido peatonalizados y repavimentados con piedra: la Plaza Mayor y el Jr. de la Unión. Recuperar este emblema de la ciudad es uno de los motivos del proyecto que propone Prolima para su remodelación integral. Como parte de este plan, se plantea ampliar el área del Damero de Pizarro de 11 mil a 19 mil metros cuadrados, con una inversión estimada de 31 millones de soles. Al respecto, Luis Martín Bogdanovich, líder de dicha gerencia, la otra razón principal es devolverle el peso simbólico como la plaza más importante del país, que fue también la más importante de Sudamérica durante el extenso virreinato del Perú. Bogdanovich expresó que la plaza es un lugar “donde todo sucede”, donde los ciudadanos se encuentran y que también puede ser escenario de celebraciones cívicas, religiosas y culturales. En ese sentido, la Plaza Mayor puede ser sede de conciertos, ferias y procesiones, entre otras actividades. “Este carácter multifuncional es lo que busca consolidar la propuesta de Prolima” indico. El proyecto busca recuperar el diseño de la Plaza Mayor de 1860 - en palabras de Bogdanovich, “la mejor composición que ha tenido” -, adaptándolo a los usos contemporáneos y promoviendo la sostenibilidad ambiental. Es así que se plantea ampliar los límites de la plaza, equiparando su nivel con el de las calzadas que la rodean, para generar espacios peatonales fluidos y aptos para personas con movilidad reducida. El piso actual sería reemplazado mediante la técnica tradicional de pavimentación con piedra granítica blanca y gris oscura para los caminos y el perímetro. También, se pretende utilizar piedra basalto y canto rodado en áreas específicas. Para las vías perimetrales - los jirones De la Unión, Huallaga, Junín y Carabaya - se emplearía relleno de piedra talamoye partida. “El empedrado se colocará sobre tierra y cal, lo que permite una mejor permeabilidad del suelo, favoreciendo el drenaje natural y reduciendo la retención de calor”, señaló Bogdanovich. En esa línea, el proyecto también propone reemplazar los jardines y 15 palmeras que luce actualmente por 24 molles costeños. El gerente de Prolima manifestó que este cambio mejorará el confort de los ciudadanos al recorrer la plaza. “Los árboles proporcionarán más espacios con sombra y, por lo tanto, frescor. Debajo de ellos habrá bancas en las que las personas podrán sentarse cómodamente”, relató. Los árboles estarían ubicados hacia los frentes del Jr. Junín y el Jr. Huallaga. Desde Prolima también comentan que las palmeras consumen alrededor de 44.000 litros a la semana, mientras que los molles costeños solo necesitarían 1.500 litros. “Alrededor de la fuente de la Plaza de Armas, vamos a colocar macetas con flores de estación. Este manto de flores hará que la pileta destaque y se vea aún más bella”, agregó Bogdanovich. De esta forma, el proyecto propone ampliar el área actual de la plaza de 11.205,43 m² a 19.069,22 m². La inversión tendría un costo aproximado de S/ 31 ’669.479,03. Como parte del fundamento y análisis técnico de la propuesta, el gerente de Prolima indicó que se tomó en cuenta a cuatro plazas importantes de Hispanoamérica: la Plaza Mayor de Madrid, la Plaza Mayor de Salamanca, la Plaza de la Constitución o Zócalo de Méjico (plaza principal del virreinato de Nueva España) y la Plaza Mayor de Bogotá (plaza principal del virreinato de Nueva Granada). “A fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, estos espacios dejaron de ser plazas para convertirse en parques, porque se llenaron de jardines. Cuando en estas ciudades se ha comprendido lo que involucra el paisajismo y la recuperación del urbanismo, han regresado a ser plazas. Somos los últimos donde falta hacer la recuperación que se ha realizado en otras plazas importantes de Hispanoamérica”, sostuvo. En tanto, David Pino, director del Instituto de Estudios Históricos de Lima, sostiene que la propuesta de Prolima es beneficiosa para la ciudad, “porque recuperará un espacio del centro histórico que estaba pendiente de ser revalorizado: la Plaza Mayor”. Además, indicó que la propuesta ha tomado adaptar la plaza y remodelarla “al estado que tenía en su mejor momento: el siglo XIX”. “La plaza se veía entonces como un gran espacio de concentración social. Habida cuenta que aquí se desarrollaba la Nochebuena de la Patria o el desfile de Fiestas Patrias. Tenía el sentido de una plaza, que es un punto de encuentro, en el cual no hay áreas ni jardines que limiten la afluencia de la gente. Eso es lo que ocurre ahora, por ejemplo, cuando la procesión del Señor de los Milagros llega a la plaza, o cuando hay conciertos o transmisiones de partidos de fútbol. También, en más de una ocasión, los jardines han quedado lastimados”, expresó. Actualmente, el proyecto se encuentra en fase de validación técnica y en proceso de socialización con el público en general a pedido de Unesco. Sin embargo, el alcalde de Lima Renzo Reggiardo ha aclarado que solo se trata de una idea y que los jardines de la plaza “no se retiraran por ningún motivo”. Personalmente creo que no se debe cambiar. En fin, veremos en que terminara todo esto...
Se puede estar en contra del infame régimen chavista que desde 1999 subyuga a Venezuela, pero las oscuras intenciones de EE.UU. de apoderarse de sus inmensas reservas de petróleo - utilizando para ello una falsa narrativa tal como sucedió en Irak - es más que evidente... Y ni siquiera lo disimulan. En efecto, si bien al comienzo se consideró el despliegue de una fuerza naval estadounidense frente a los costas de ese país como el inicio del fin del régimen, con el paso de los días y las semanas, las declaraciones de Trump y sus funcionarios se va despejando cual es el verdadero propósito de la operación, para lo cual revivieron una vieja doctrina decimonónica con la cual consideran a América Latina como “su patio trasero”, lo cual - aseguran - les da el “derecho” de intervenir en la región “para proteger sus intereses” (?). Al respecto, Donald Trump ha ordenado recientemente el inicio de las operaciones de las fuerzas estadounidenses en territorio venezolano, ampliando lo que llamó “una guerra contra los cárteles terroristas de la droga” en la cual incluye también a Colombia, cuyo sátrapa, el otrora terrorista Gustavo Petro, también ha sido acusado de ser - al igual que el venezolano Nicolas Maduro - cabecilla de esos carteles, y como tal, potencial objetivo. Hablando en una ceremonia de aniversario de la Marina en Norfolk, Virginia, Trump dijo que las fuerzas estadounidenses continuarán atacando barcos frente a las costas de Venezuela que presuntamente transportan narcóticos. “En las últimas semanas, la Marina ha apoyado nuestra misión de eliminar por completo a los terroristas del cártel. Ahora simplemente no encontramos a ninguno”, dijo. “Como ya no vienen por mar, así que ahora tendremos que empezar a buscar por tierra porque se verán obligados a ir por vía terrestre” asevero. Según Washington, varios ataques de este tipo han tenido lugar en el Caribe en las últimas semanas, dejando decenas de muertos. Trump también declaró a los miembros de los cárteles de la droga "combatientes ilegales", una clasificación que, según él, permite a Estados Unidos usar la fuerza militar sin la aprobación del Congreso. Como podéis suponer, estas declaraciones marcan una fuerte escalada en la llamada campaña "antinarcóticos" de Washington, la mayor operación militar estadounidense en la región desde la invasión de Panamá en 1989. Oficialmente, se dirige “contra el narcotráfico”, pero en realidad, este operativo se está convirtiendo en algo mucho más grande: una prueba del “dominio estadounidense” en su antigua esfera de influencia - amenazada por la creciente presencia china - y un desafío directo a Venezuela. Como sabéis, en las últimas semanas Estados Unidos reforzó esa campaña con un importante despliegue en la zona, que incluyen 10.000 soldados y 6.000 marineros, así como ocho buques de la Armada, un buque de operaciones especiales y un submarino de propulsión nuclear. Esta medida podría indicar planes para atacar algunos objetivos, incluyendo instalaciones militares que, según Washington, son utilizadas para el narcotráfico. La fuerza cuenta además con el respaldo de aviones F-35 estacionados en Puerto Rico y una flota de drones de vigilancia marítima. Oficialmente, Washington la denomina “misión antinarcóticos”. En la práctica, está diseñada para presionar a Venezuela, cuyo régimen desafía abiertamente el poder estadounidense y la Doctrina Monroe, no escrita, pero si aplicada a voluntad. El último despliegue es más que una demostración de fuerza: es una señal. De esta manera, a dos siglos de que el presidente James Monroe advirtiera a los imperios europeos “que se mantuvieran alejados de América”, Washington vuelve a trazar líneas rojas en el Caribe. La lógica no ha cambiado, solo la tecnología. Donde antes navegaban cañoneras, ahora sobrevuelan drones; donde antes el azúcar y el plátano definían el imperio, hoy lo son el petróleo, los datos y las rutas marítimas. La Doctrina Monroe nació en 1823 como un gesto defensivo de una joven república y sus ansias imperiales. Con el tiempo, se convirtió en la base del dominio estadounidense sobre su territorio. “América para los americanos” es la frase que resume esa doctrina. Quienes repiten esa trillada frase sin saber su real significado, ignoran que los estadounidenses se autocalifican exclusivamente como “americanos” denominando despectivamente al resto de habitantes del continente como “latinos” o “hispanos”, cuando estos últimos tienen más derecho de denominarse así, ya que los europeos llegaron a esa región en el siglo XVI, mientras los ingleses recién arribaron a las costas de Norteamérica al siglo siguiente. Desde el corolario de Roosevelt hasta las intervenciones de Reagan, cada generación ha reinterpretado la doctrina para adaptarla a su época. Ahora, Donald Trump la revive en formato digital, despojándola del lenguaje cortés de "colaboración" o "estabilidad regional". Como lo expresó el secretario de Defensa, Pete Hegseth, la estabilidad en el Caribe es crucial para la seguridad de Estados Unidos y del continente. La región, considerada durante mucho tiempo como el foso de Estados Unidos, se está convirtiendo de nuevo en una avanzada línea de defensa, no contra el narcotráfico, sino contra la influencia de China, Rusia y cualquier estado lo suficientemente audaz como para resistir. En la nueva estrategia de Washington, el Caribe ya no es una periferia tranquila, sino una zona de operaciones avanzada: un foso para protegerse de las potencias emergentes y un campo de pruebas para la renovada confianza de Estados Unidos. La lógica es doble: impedir que China y Rusia se afiancen y reafirmar la autoridad estadounidense tras lo que muchos en el círculo de Trump consideran décadas de "deriva estratégica". Para Trump, revivir la Doctrina Monroe tiene tanto que ver con la identidad como con la estrategia. Tras años de su inevitable declive - desde la vergonzosa y precipitada retirada afgana hasta la frustración en Oriente Medio, donde ofrecer la “paz” a los palestinos sin permitirles tener su propio Estado no soluciona nada – ‘recuperar’ el Caribe ofrece un regreso simbólico. El imperio, según él, no se está expandiendo; simplemente “está regresando a donde siempre perteneció”. Como podéis imaginar, la vieja doctrina ha entrado en la era digital: se aplica no mediante marines que asaltan las playas, sino mediante satélites, sanciones y patrullas con drones. Sin embargo, el mensaje es el mismo que hace doscientos años: “Estados Unidos manda, el hemisferio obedece, y el que no lo hace, que se atenga a las consecuencias”, dijo el analista geopolítico Ben Norton durante una entrevista para MR Online. Durante más de dos décadas, en el continente sudamericano Venezuela ha sido la excepción: el único Estado latinoamericano dispuesto a confrontar abiertamente a Washington. Desde que Hugo Chávez llegó al poder en 1999, ha instaurado un régimen de terror en franco rechazo a la tutela estadounidense. Lo que comenzó como un experimento populista por parte del chavismo se convirtió en un desafío geopolítico. Mediante la creación del ALBA - la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - buscó unir a la región, al margen del control de Washington, pero fracaso en sus intentos, ya que solo acudieron a su llamado Cuba y Nicaragua, cuyos regímenes comunistas sobreviven únicamente mediante una feroz represión, así como del petróleo que les regala Venezuela y ahora también Méjico. No es de extrañar que Estados Unidos respondiera con sanciones, aislamiento diplomático y apoyo a los movimientos de oposición, lo que culminó en el fallido intento de golpe de Estado del 2002 que casi acabo con la vida de Chávez, quien se salvó de ser fusilado tras el golpe por la negativa del grupo de soldados que lo capturo. Tras la muerte del sátrapa en el 2013, Nicolás Maduro heredó tanto el poder como una economía en ruinas, con millones de venezolanos que han huido del país para no morir de hambre. Su década en el poder se ha caracterizado por las protestas contra el régimen, sanciones internacionales, embargos de sus activos en el extranjero e intentos encubiertos de desestabilización. En el 2020, un fallido desembarco de grupos opositores en la costa norte de Venezuela subrayó el nivel de presión externa que enfrentaba Caracas, a la vez que fortaleció la imagen de Maduro como un superviviente en un entorno hostil. Ya en el 2018, el por entonces canciller venezolano, Jorge Arreaza, advirtió : “Durante casi dos décadas hemos sido acosados por potencias extranjeras intervencionistas, ansiosas por recuperar el control de nuestro petróleo, gas, oro, diamantes, coltán, agua y tierras fértiles”. Han pasado siete años sus palabras parecen menos retóricas y más proféticas: la lista de presiones sólo ha crecido. Hoy, Venezuela está rodeada de ‘socios’ estadounidenses e instalaciones militares que se extienden desde Colombia hasta el Caribe. Sus alianzas con Rusia, China e Irán son políticamente valiosas, pero geográficamente distantes, y ofrecen poca protección tangible. Para compensar este desequilibrio, Maduro ha movilizado una milicia civil de más de cuatro millones y medio de “voluntarios” entrenados para la defensa asimétrica: su intento de convertir a la propia población en un factor disuasorio. El resultado es un equilibrio frágil: una nación demasiado pobre para proyectar poder, pero que no está dispuesta a cederlo. Y a medida que la paciencia de Washington se agota, una nueva narrativa ha comenzado a tomar forma: una que ya no presenta a Venezuela como un adversario ideológico, sino como algo más oscuro y fácil de vilipendiar. Como la presión política de Washington no logró doblegar a Caracas, el lenguaje comenzó a cambiar. Venezuela dejó de ser retratada como un régimen obstinado y pasó a ser retratada como un régimen criminal. Informes oficiales, filtraciones a la prensa y audiencias en el Congreso comenzaron a referirse a "El Cártel de los Soles" una red militar que controla el tráfico de cocaína y opera bajo la protección de Maduro. La narrativa fue contundente: transformó una confrontación política en una cruzada moral, convirtiendo a un estado en un objetivo para las fuerzas del orden. Sin embargo, la evidencia que la respalda es sorprendentemente débil. Según el Informe Mundial sobre Drogas 2025 de las Naciones Unidas, Venezuela no es un productor importante ni un centro de tránsito clave para la cocaína. Alrededor del 87% de la cocaína colombiana - el principal suministro mundial - sale por los puertos colombianos del Pacífico, otro 8% transita por Centroamérica y solo alrededor del 5% pasa por Venezuela. Incluso esa proporción ha ido disminuyendo. «El Cártel de los Soles, en sí, no existe», afirma Phil Gunson, investigador radicado en Caracas. «Es una expresión periodística creada para referirse a la participación de las autoridades venezolanas en el narcotráfico. La narrativa del narcoestado es una ficción geopolítica». Aun así, la historia perdura, porque funciona. Al criminalizar a un adversario, Washington convierte una rivalidad geopolítica en una obligación moral. La "guerra contra las drogas" se convierte en un pretexto flexible para la intervención, tan útil hoy como lo fue en Panamá en 1989 contra el régimen dictatorial de Manuel Antonio Noriega, al cual capturo y mantuvo en prisión durante años. Como observó el analista francés Christophe Ventura en Le Monde Diplomatique: "Lejos de proteger los intereses estadounidenses, este enfoque solo ha acercado a Venezuela a Rusia y China" apunto. El analista de política exterior Zack Ford lo expresó sin rodeos: «La administración Trump está comprometida con el establecimiento de una nueva Doctrina Monroe de dominio hegemónico sobre Latinoamérica. Esta política se construirá mediante una nueva guerra contra las drogas, profundamente entrelazada con la guerra contra los inmigrantes, que continúa intensificándose en Estados Unidos». Al final, si bien la historia del "narcoestado" de Washington se basa en pruebas poco sólidas, su interés en el petróleo venezolano es indiscutible. El país posee las mayores reservas probadas del mundo - aproximadamente 303 mil millones de barriles, casi el 18% del total mundial - concentradas en la vasta Faja del Orinoco. Eso es más que Arabia Saudita, más que Canadá, más que nadie. Pero este petróleo no es fácil de extraer. "El petróleo pesado de Venezuela debe procesarse en mejoradores que lo mezclan con diluyentes solo para transportarlo por oleoductos a los puertos", explico Ellen R. Wald, investigadora principal del Centro de Energía Global del Consejo Atlántico. Esta configuración hace que la producción sea tecnológicamente compleja y requiera una gran inversión de capital, y otorga a quien controla la tecnología de mejoramiento una enorme influencia sobre la producción. Para Estados Unidos, ese flujo ha sido durante mucho tiempo tanto una tentación como una amenaza. Las sanciones estadounidenses, sumadas a años de mala gestión dentro de la estatal PDVSA, han paralizado la producción, de casi 3 millones de barriles diarios a principios de la década del 2020 a unos 921.000 para el 2024. El colapso devastó los ingresos públicos y dejó a Caracas dependiente de un puñado de socios extranjeros. La estrategia de Washington es clara: negar a sus rivales el acceso a esa base de recursos, manteniendo al mismo tiempo un estrecho canal abierto para las empresas estadounidenses bajo condiciones políticas. En julio del 2025, Chevron obtuvo permiso del gobierno estadounidense para reanudar parcialmente sus operaciones. Mientras tanto, la empresa china China Concord Resources Corp (CCRC) firmó un acuerdo de 20 años por 1.000 millones de dólares con el objetivo de añadir unos 60.000 bpd para el 2027. De esta manera, la apetecible Faja del Orinoco se ha convertido así en un campo de batalla silencioso donde los derechos de perforación sustituyen a las líneas de frente. Como señala Muflih Hidayat, especialista en relaciones exteriores del sector energético y minero: «El enfoque estadounidense ha incorporado notablemente la retórica ambiental y antinarcóticos a su estrategia energética. Por ejemplo, algunas acciones militares coinciden con medidas agresivas para asegurar los activos petroleros. Esta doble motivación ejemplifica cómo la política energética nacional se ha entrelazado con ambiciones geopolíticas más amplias». El patrón es familiar: restringir la producción, aislar al gobierno y luego reingresar selectivamente a través de canales corporativos privilegiados. Es un cambio de régimen económico por desgaste, barril a barril. Para Caracas, el petróleo es a la vez escudo y vulnerabilidad: su última fuente de influencia y su mayor lastre. A medida que Maduro profundiza la cooperación energética con Rusia y China, el Orinoco ya no es solo un yacimiento petrolífero; es un frente en la lucha por un orden multipolar. De esta manera, en el 2025, Venezuela se encuentra en la encrucijada de un orden global cambiante. Su supervivencia depende ahora menos del petróleo o las sanciones que de si el emergente mundo multipolar puede proteger a quienes desafían al antiguo. Para Beijing, Venezuela es un punto de apoyo: una oportunidad para asegurar el suministro de energía a largo plazo y expandir su influencia en una región considerada intocable desde hace tiempo por extranjeros. Los préstamos, las empresas conjuntas y los proyectos de infraestructura chinos ofrecen a los latinoamericanos (como el megapuerto de Chancay en el Perú, que se construyó a pesar de la rotunda oposición de la Casa Blanca), un salvavidas que Occidente se niega a extender. Para Moscú en cambio, Caracas es una declaración política: prueba de que el alcance de Washington tiene límites. A principios de este año, ambos países ratificaron un tratado de cooperación estratégica que profundiza los lazos económicos y de defensa. Los técnicos rusos proporcionan capacitación y mantenimiento; sus diplomáticos brindan cobertura en la ONU. La escala puede ser modesta, pero el simbolismo es inmenso. En tanto, para Teherán, la cooperación con Venezuela - desde la tecnología de refinación hasta las ventas limitadas de armas - completa un emergente “arco sureño” de desafío, que une a América Latina, Eurasia y Medio Oriente. Sin embargo, todas estas alianzas son frágiles y pragmáticas, dada la lejanía geográfica de esos países respecto a Venezuela, y Estados Unidos lo sabe, y por eso actúa con total impunidad en sus costas. Ninguno de sus aliados puede garantizar la seguridad de Venezuela en términos militares. Pero juntas forman un escudo político: una declaración de que el mundo ya no acepta un único centro de poder. Maduro ha hecho explícito ese desafío. «Si Venezuela fuera atacada, recurriríamos inmediatamente a la lucha armada en defensa de nuestro territorio», declaró en agosto del 2025, prometiendo crear «una república en armas». Sin embargo, su retórica se enfrenta a una dura realidad, ya que solo ha podido movilizar a cientos de ancianos ‘entrenados’ con palos de escoba... a cambio de proporcionarles una bolsa de alimentos (CLAP) para sobrevivir. ¿Esta “milicia” podría ser capaz de detener a los marines ya apostados tanto frente a sus costas como en Guyana? Obviamente que no. Maduro ilusamente cree que podría transformarla en “una auténtica fuerza social”, pero su gobierno ya está condenado y tiene fecha de caducidad. Diversos analistas subrayan que a finales de año finalmente colapsara. La caída de Caracas marcará más que un cambio de régimen: será el fin de una oprobiosa dictadura que subyuga a los venezolanos, solo para ser reemplazada por otra servil a los intereses de Washington... De ello no cabe duda.
Conocido científicamente como Hydrochoerus hydrochaeris, el capibara es el roedor más grande del mundo. Su notoriedad ha llegado a tal punto que hoy en día inspira productos comerciales, festivales en su honor y una infinidad de publicaciones en redes sociales que destacan su temperamento tranquilo y su peculiar estilo de vida. Pero ¿qué tanto sabemos realmente sobre este animal? ¿Es tan pacífico como lo pintan en internet? ¿Sabías que pasa gran parte de su vida en el agua o que sus dientes nunca dejan de crecer? Estas y otras curiosidades nos invitan a adentrarnos en el mundo de este singular roedor. Cabe precisar que el capibara pertenece a la familia de los caviomorfos, lo que lo convierte en pariente cercano de los conejillos de indias y las chinchillas. Los caviomorfos se caracterizan por tener cuerpos compactos, algo rechonchos, con miembros cortos y una cola pequeña. Su apariencia es totalmente opuesta a la de ratas y ratones, lo que genera una simpatía inmediata en las personas. Estos animales, en su vida adulta, alcanzan longitudes de entre 1 y 1.3 metros, con un peso aproximado de 79 kg, siendo las hembras generalmente más ligeras. Su pelaje, largo y grueso, les permite mantener su temperatura corporal, desplazarse con facilidad en el agua e incluso mantener su piel seca cuando están sumergidos. Sus patas anteriores poseen cuatro dedos, mientras que las posteriores tienen tres; estas últimas están unidas por membranas, lo que les da una apariencia estrellada. Gracias a estas características, gran parte de su vida transcurre en cuerpos de agua, ya que no solo pueden nadar, sino también bucear. Los capibaras tienen un apetito voraz y se alimentan principalmente de vegetales ricos en fibra. Para satisfacer sus necesidades, deben consumir entre 2.7 y 3.6 kilogramos de alimento al día, lo que los lleva a dedicar gran parte de su tiempo a esta actividad. Dado que su dieta es rica en fibra vegetal, sus dientes están en constante uso para triturar los alimentos en pequeñas partículas antes de deglutirlos. Este desgaste continuo provoca un notable roce y erosión, pero, además, sus piezas dentales nunca dejan de crecer. Al igual que algunas especies de conejos y liebres, los capibaras consumen su propio excremento. En biología, esta práctica se conoce como coprofagia y es relativamente común en el reino animal. Se dice que los capibaras realizan esta acción porque sus primeras deposiciones son fermentadas por bacterias especiales en el ciego (una parte del intestino grueso encargada de ayudar en la digestión). Estos excrementos fermentados son ricos en nutrientes y celulosa, por lo que estos caviomorfos los consumen nuevamente para aprovechar mejor los nutrientes. Debido al hábitat en el que vive, el capibara ha sido fotografiado compartiendo espacio con tortugas, monos e incluso con sus depredadores naturales, como los cocodrilos. Esto ha contribuido a su fama de ser “el amigo de todos los animales”. Si bien es una especie social, es importante precisar que, cuando es necesario, puede volverse agresivo. Los capibaras viven en grupos conformados por una pareja con sus crías o en comunidades más grandes de ejemplares adultos, en donde el macho alfa se define mediante peleas que pueden causar graves lesiones o incluso la muerte. El tamaño del grupo varía entre seis y veinte individuos; en casos poco comunes se pueden encontrar capibaras solitarios, casi siempre machos adultos. Normalmente, una pareja tiene camadas de dos o tres crías (aunque en ocasiones pueden ser más), y el periodo de gestación es relativamente largo, con una duración aproximada de entre 100 y 130 días. Al nacer, las crías son precociales, lo que significa que llegan al mundo con un grado de desarrollo que les permite moverse de forma independiente y, por tanto, requieren menos cuidados. Al vivir en comunidad, el capibara tiene una gran facilidad para convivir con otros animales. No obstante, a pesar de su cercanía con diversas especies, son presa de cocodrilos -especialmente en su etapa juvenil- y de felinos. Sin embargo, su depredador más importante es el ser humano, ya que los capibaras son cazados con fines alimenticios y por el uso de su piel con propósitos comerciales. Ya sea por razones de reproducción, para advertir sobre un peligro o con el fin de defender su territorio, el capibara tiene altamente desarrollados el sentido del oído y el del olfato. Además, cuenta con un sistema de vocalizaciones que le permite comunicarse eficazmente. Tanto su agudo oído como sus vocalizaciones le ayudan a detectar peligros, especialmente la presencia de depredadores. Los sonidos que emiten son más frecuentes en ejemplares jóvenes y pueden manifestarse en forma de gruñidos, relinchos, ladridos de alarma y silbidos. El sentido del olfato, por otra parte, le sirve para encontrar hembras durante la época de apareamiento, reconocer a los miembros de su grupo y detectar la presencia de intrusos. Debido a su popularidad y apariencia dócil, ha surgido la idea de que los capibaras pueden ser buenos animales de compañía. Sin embargo, se tratan de animales muy complejos, con necesidades sociales y medioambientales específicas. Por otro lado, en algunos países es ilegal poseer uno sin un permiso especial, ya que su comercialización contribuye al tráfico de fauna y puede afectar a las poblaciones silvestres.
Como sabéis, a pesar de estar inhabilitado para ocupar cargos públicos, el golpista y genocida Martín Vizcarra, cínico como ninguno - quien mato a más de 200,000 peruanos durante la pandemia del Coronavirus, superando incluso a su “camarada” Abimael Guzmán, y que fue vacado por incapacidad moral - insiste en mostrarse como candidato de ese remedo de “partido” llamado Perú Primero para las elecciones generales del 2026, buscando la impunidad de sus múltiples delitos de corrupción por los cuales seguirá siendo procesado, al rechazar esta semana la Corte Suprema el pedido del lagarto para anular su juicio . Y esta vez ha ido más lejos: de forma ilegal fue inscrito como precandidato a la primera vicepresidencia de la República. En efecto, este vil lagarto no solo acumula tres inhabilitaciones impuestas por el Congreso, sino que tampoco está afiliado formalmente al “partido” con el cual pretende postular, un requisito indispensable según la legislación electoral. Como recordareis, este miserable sujeto fue sancionado por primera vez en abril del 2021, cuando el Congreso lo inhabilitó por 10 años para ejercer la función pública, al revelarse que, de una forma por lo demás cobarde, se vacunó contra el COVID-19 a escondidas, cuando usurpaba el cargo, mientras a su vez miles de peruanos morían en las calles. Al año siguiente, en mayo del 2022, el Congreso lo inhabilitó por cinco años. En esta ocasión, por sus comprobados vínculos con empresas privadas mientras se desempeñaba como ministro de Transportes y Comunicaciones durante el nefasto gobierno del conocido lobbysta y Traidor a la Patria, el judío Pedro Pablo Kuczynski (quien, por cierto, al descubrirse sus vínculos con Odebrecht, renunció al cargo para evitar ser vacado). La tercera sanción llegó en junio pasado: una inhabilitación por 10 años impuesta por haber disuelto el Congreso en el 2019. Con ello, Vizcarra acumula tres medidas que lo alejan de cualquier posibilidad de ocupar cargos públicos. Debido a ello, en junio, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) confirmó - mediante una resolución - el retiro de Vizcarra del padrón de afiliados de Perú Primero, como consecuencia de las inhabilitaciones impuestas por el Congreso. Pese a ese negro historial, el tribunal electoral de ese “partido” admitió provisionalmente su inscripción como precandidato a la primera vicepresidencia. Según la resolución del tribunal electoral de esa agrupación fantasmal, su participación queda supeditada “a una eventual decisión internacional favorable que restituya sus derechos políticos dentro del cronograma electoral”. Vizcarra espera que la caviarizada Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) se pronuncie sobre la medida cautelar que presentó para suspender las inhabilitaciones. La fórmula presidencial de Perú Primero está encabezada por un desconocido Mario Vizcarra, hermano del lagarto, quien postula a la Presidencia de la República. El documento de inscripción fue presentado por la secretaria nacional de juventudes del “partido”, Brigge Pozo Machado, y aceptado por el tribunal electoral de la agrupación el viernes 24 de octubre. El secretario general de Perú Primero, César Figueredo Muñoz, confirmó la precandidatura del procesado y explicó las ‘razones’ detrás de la decisión: “Estamos a la espera de una decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Para salvaguardar los efectos de esa decisión, hemos considerado [su precandidatura] porque podría quedar apto para postular. [...] Ahora mismo estamos en Piura, hemos estado en Áncash e Iquitos. Estamos viajando mucho y no tenemos ningún tipo de rechazo, más bien, muestras de afecto” asevero. Consultado sobre las actividades proselitistas que el lagarto realiza pese a sus impedimentos para postular, Figueredo sostuvo que este sigue activo dentro del “partido”. Sin embargo, el presidente del JNE, Roberto Burneo, advirtió que las candidaturas de personas inhabilitadas “no van a pasar”. “Invocamos a los partidos políticos, en general, a que evalúen bien cada una de sus candidaturas para que no se les caiga. Eventualmente, si es que, por ejemplo, están inhabilitados o tienen un registro de condena en primera instancia, cuando las presenten y califiquemos, esas candidaturas no van pasar y probablemente ya no tengan oportunidad de reemplazarlas”, dijo en diálogo con la prensa. Burneo explicó que el JNE conocerá oficialmente las candidaturas recién el 23 de diciembre. “Luego empieza nuestro trabajo de calificación”, precisó. Al respecto, especialistas en derecho electoral han sido contundentes al calificar esta estrategia como un “engaño a la población” y un “abuso de la ley”. Así, por ejemplo, el abogado José Manuel Villalobos, consideró que la precandidatura de Vizcarra es “un engaño a la población”. “Vizcarra está inhabilitado. La misma resolución [del partido] lo reconoce. La inscripción que le hacen es una inscripción condicional. Para mí, no debería haberse admitido. A la hora de la hora, al que van a inscribir es al accesitario y no a él”, afirmo. En su opinión, Perú Primero busca mantener la ilusión de que el golpista acusado de corrupción volverá a postular. “Perú Primero quiere mantener el engaño de que Martín Vizcarra va a postular, lo cual es imposible”, agregó. Villalobos también interpretó la estrategia como un reconocimiento implícito de que Vizcarra no podrá ser el candidato de la agrupación. “Con eso reconocen tácitamente que él no puede ser candidato presidencial. En el escenario de que sí le dan la medida cautelar, solo podría ser candidato a la vicepresidencia. Pero creo que el partido ya sabe que no se la van a dar. Lo han puesto de candidato a la vicepresidencia en las primarias para todavía mantener la duda, el engaño en sus electores”, afirmó. Por su parte, el abogado Roy Mendoza, también especialista en derecho electoral, consideró que la precandidatura de Vizcarra “es una estrategia electoral perniciosa”. “Se da un mensaje de manejo de las elecciones internas al margen de lo que establezca la ley, obedeciendo simplemente a una estrategia de marketing electoral” apunto. Mendoza agregó que, si bien las elecciones primarias son reguladas por los propios partidos, estos deberían realizar un control efectivo de los requisitos para la postulación. “Parece que lo que quiere Perú Primero es saltarse la valla en las internas. Que sus organismos; es decir, el órgano electoral central y los descentralizados, no hagan ninguna observación a la plancha y se la envían a la ONPE, que no tiene competencias para calificar. Pero evidentemente, la postulación de Martín Vizcarra ante el Jurado Electoral Especial no va a prosperar”, aseveró. En tanto, la abogada Silvia Guevara señaló: “Él [Vizcarra] conoce muy bien su situación jurídica, pese a ello decide postularse, con eso no hace más que generar una expectativa que no será posible que sea revertida a estas alturas, aunque se puede asumir ello como parte de una estrategia política más que un actuar conforme a derecho”. Además de su fórmula presidencial, Perú Primero también definió sus precandidatos al Congreso. La nómina muestra viejos y desgastados rostros vinculados directamente a Martín Vizcarra, quien se resiste a quedar fuera del tablero político, creyendo que así se salvara de la cárcel. Pero a pesar de sus desesperados esfuerzos y el apoyo de la prensa basura que sirve de caja de resonancia a sus despropósitos, su condena es inminente por más que jueces caviares intenten alargar su proceso ad infinitum como lo hacen con Villarán, esperando que pasen los años y prescriba sus delitos. Pero el lugar de este miserable es la cárcel. Él lo sabe perfectamente... Y allí terminara. Como sabéis, las elecciones del 2026 serán las más complejas de las últimas décadas por la cantidad de partidos políticos, candidatos, nuevas reglas electorales y un Legislativo bicameral. En este contexto, lo mínimo que se puede exigir a los actores políticos es responsabilidad y respeto por la ley. Vizcarra en cambio, con su historial de mentiras y maniobras, no solo falta al respeto a las instituciones democráticas, sino que estafa a sus propios seguidores. La ciudadanía merece transparencia, no más cinismo de un vil sujeto especialista en ello.
Se trata de un vocablo indígena que se puede traducir al español como “niño hecho de pan”. Los turistas que visitan los pueblos andinos encuentran estos panes dulces hechos de forma artesanal en abundancia durante los primeros días de noviembre, ya que se acostumbra consumirlos en el Día de los Muertos, llevándolo a los cementerios como ofrendas a los que partieron. En efecto, los t’anta wawas fueron originalmente un regalo para los niños que habían muerto. Mientras las tumbas de las niñas recibían el pan en forma de bebé, los destinados a las tumbas de los niños tenían forma de llamas. Posteriormente se extendió al resto de sus seres queridos. Esta práctica de honrar a las familias en sus tumbas, trayendo su comida y bebida favorita para ellos se remonta a la época precolombina y continúa cada 1 de noviembre. En un paseo por los mercados cuzqueños por esa fecha, se puede descubrir la infinita variedad de diseños de t’anta wawas que existen. Aunque los cuzqueños lo saborean desde hace siglos - el Inca Garcilaso de la Vega, en sus Comentarios Reales de los Incas, ya explicaba que los panes de maíz eran parte de sus celebraciones y se llamaba “tanta” al pan común - es interesante conocer cómo se inició esta costumbre. Como sabéis, el brindar ofrendas a los muertos es antiquísima. En el Antiguo Egipto, por ejemplo, se solían depositar panes y levadura en las tumbas de algunos faraones. El pan servía como una ofrenda de honra y respeto. En el Antiguo Perú, la situación era un tanto distinta. En los funerales Incaicos las ofrendas consistían en frejoles, frutas, guisados y hojas de coca. Lógicamente, si bien los Incas horneaban pan, hechos a base de maíz, no existe evidencia que lo consumieran durante un funeral, ni que lo dejaran como ofrenda a sus difuntos, como comenzó a partir del dominio español en el siglo XVI. De todas formas, los Incas, como otras culturas antiguas, mantuvieron la creencia de honrar a sus muertos. Ellos sabían bien que, de no hacerlo, se creaba una enemistad o distancia entre vivos y muertos, la cual ocasionaba según creían, grandes repercusiones, como sequías, plagas, hambrunas, mala fortuna, maldiciones y demás. “Los indios eran muy agoreros” anotaron los cronistas acerca de sus costumbres y supersticiones. Los españoles, por su parte, también tenían un día especial para honrar a sus muertos. Lo hacían, de acuerdo a la fe cristiana, el 1 de noviembre de cada año, el cual denominaban como El día de Todos los Santos, donde se honraba a los muertos (aunque la costumbre apareció en Europa alrededor del año 373 DC, el Papa Gregorio III instituyó oficialmente esta celebración en el año 731 DC). Con la Conquista del Perú, se produjo un sincretismo o fusión cultural, donde los indios siguieron adorando de forma encubierta a sus ídolos paganos “reconvertidos” en vírgenes y santos, tal como sucedió por ejemplo con Pachacámac, “metamorfoseado” en el Señor de los Milagros. Por ese motivo es que, a partir de 1535, cuando fueron adoctrinados por los sacerdotes para convertirse al catolicismo - a través de la persuasión y casi siempre por la fuerza - estos se resignaron a honrar a sus muertos el 1 de noviembre, adaptándolo a sus costumbres y tradiciones. Es así como entre los años 1570 y 1650 se empezaron a hornear panes dulces en forma de bebé para la festividad del Día de los Muertos. Esta costumbre apareció en los pueblos andinos, mayormente en el Cuzco. Los investigadores aseguran que entonces se inició el rito popular de “bautizar” a los t´anta wawas. Para entonces, los curas obligaban a los indígenas a bautizar a sus recién nacidos. Estos, que desconfiaban de los sacerdotes, acostumbraron orquestar una parodia de bautizo durante el 1 de noviembre. Un indio se disfrazaba de cura y “bautizaba” a los t’anta wawas en los mercados y en las numerosas plazas de cada pueblo. Aunque esta tradición se celebraba entre bromas y carcajadas, era una manera sutil de burlarse de los curas y un tácito acto de rebelión ante los españoles. Lo hacían por orgullo propio y para reafirmar su identidad indígena. Dicha actitud también se manifestaba en la decoración de los t’anta wawa. Nótese que la mayoría de estos panes son decorados con vestimenta indígena. De una forma u otra, luego de “bautizados”, la población acababa por devorarlos. Si bien la costumbre del “bautizo” aún se practica, no es tan frecuente como antaño. Actualmente para ese día, los panaderos andinos se esmeran en confeccionar t’anta wawas con los más variados diseños, formas y colores. Otras comunidades indígenas realizan exhibiciones y concursos, y también se aventuran a hornear t’anta wawas de más de 12 metros de largo. Por cierto, estos panes son tradicionales no solo en el Cuzco, sino también en otras ciudades andinas del Perú, como Puno, Huancavelica, Huancayo y Ayacucho. Asimismo, son usadas como fetiches en ritos de curación de enfermedades psicosomáticas como el “animu qarkusqa” (pérdida del ánimo) para lo cual el t´anta wawa se elabora usando ropas del enfermo... De que sea o no efectivo, vaya uno a saber.