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sábado, 7 de julio de 2018

PERÚ: El negacionismo fujimorista

Es por todos conocido los múltiples intentos realizados a través de todos estos años por la mafia homicida de querer manipular la memoria de los peruanos, tratando de ‘reescribir’ la historia a su gusto y conveniencia con el propósito de alterar la verdad de los hechos y ocultar su responsabilidad en las gravísimas violaciones a los Derechos Humanos, desapariciones forzadas y asesinatos en masa de decenas de miles de peruanos ocurridos durante la sangrienta dictadura instaurada en el país por el despreciable genocida Kenyo Fujimori - mediante un incruento autogolpe de Estado el 5 de abril de 1992 - que fueron realizadas por las llamadas “fuerzas del orden” y los comandos paramilitares, so pretexto de “luchar” contra el terrorismo, tanto de Sendero Luminoso como del MRTA que por esos aciagos años asolaban el país, pero que en la practica se ensañaron con miles de inocentes campesinos de humilde condición, quienes a pesar de que no tener ninguna relación con los terroristas (tal como quedo registrado en el informe preparado por la Comisión de a Verdad y Reconciliación en el 2003) se convirtieron en las principales victimas de sus demenciales acciones, contando para ello con la protección del propio Fujimori quien no solo ‘justifico’ sus abominables crímenes, sino que incluso condecoro y promovió a los asesinos ascendiéndolos de grado “en merito a sus logros alcanzados” (?). Es inenarrable el grado de bestialidad practicada por esas hordas asesinas, incluyendo fusilamientos en masa y la voladura de sus cuerpos mediante cargas de dinamita, así como las brutales torturas practicadas en los cuarteles del ejercito con aquellos infelices que solamente hablaban en su idioma nativo y como es obvio, al no poder responder a las preguntas de sus verdugos, perdían la vida en medio de atroces suplicios y sus cuerpos incinerados en hornos crematorios, siendo el mas conocido de todos, el ubicado en el cuartel Los Cabitos, en Ayacucho. Crímenes monstruosos que no tenían nada que envidiar a los realizados por los terroristas (como la masacre de Lucanamarca, o los atentados realizados contra la sede de Frecuencia 2 y el de la calle Tarata en Miraflores), con quienes competían en maldad. La barbarie no se combate con la barbarie, pero ellos por lo visto se aplicaron a fondo con la diferencia - afirmaron a modo de excusa durante sus juicios - que lo hicieron “en nombre de la legalidad” pero ello no los salvo de la cárcel. En efecto, la caída del régimen dictatorial en el año 2000 puso al descubierto no solo la putrefacción moral del fujimorismo, sino también sus sanguinarios métodos de tortura y coerción aplicados a quienes consideraban sus enemigos. La posterior captura y condena a largos años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad tanto de Fujimori como de sus esbirros fue el primer paso de los muchos que deberían haberse dado en el Perú para erradicar definitivamente a la peste del fujimorismo como una opción política, pero lamentablemente no fue así, ya que todo quedo a medio camino y no se les coloco fuera de la ley como debiera, ni tampoco se considero como una apología al delito ‘justificar’ sus crímenes, ni pedir el indulto para el genocida por parte de sus partidarios, quienes mediante insistentes campañas mediáticas a través de la prensa basura liderada por El Comercio, buscaron afanosamente su libertad. Desde entonces, el fujimorismo lleva años intentando lavarse la cara tergiversando la historia para blanquearse de sus peores crímenes, asesinatos, torturas, secuestros, desapariciones forzadas, esterilizaciones, etc. cometidos durante la dictadura. Si no han logrado ponerlo en libros de historia aún es porque no han vuelto a ser gobierno. Pero en cada declaración negacionista de sus múltiples delitos cometidos, en cada grito de falsa inocencia de Fujimori o de sus hijos y defensores, en las psicóticas explicaciones de autosecuestro, automutilación y autotortura dados por sus cómplices, se manifiesta el burdo intento de querer falsificar la historia para que no afecte la imagen de su representación política. Como sabéis, la negación de los delitos cometidos por el fujimorismo es la negación de la historia. Y la negación de la historia es lesiva no solo para la narrativa histórica del país sino para aquellos valores que debemos defender como sociedad. Llamar ‘sesgada’ a la muestra sobre los horrores del fujimorismo que se exponen en el Lugar de la Memoria (LUM) por ejemplo, es abdicar del cuidado de la verdad y situarse en la peligrosa frontera del negacionismo vía la relativización. Acusarla de ser ‘política’ es ignorar supinamente que es imposible que no sea política si gran parte de esos crímenes se cometieron durante ese gobierno y con su anuencia y promoción como en muchos casos ha sido probado por los tribunales. Desconocer eso es desconocer la Justicia y su autoridad. El supuesto sesgo es una coartada que usan los negacionistas. La tragedia es que existan autoridades que avalen esa absurda pretensión cuando detrás del negacionismo solo hay mezquinos intereses partidarios y de poder. Si el fujimorismo no tuviera continuidad política - y hubiese sido exterminado cuando se debió hacerlo - la historia se contaría sin sus resistencias manipuladoras y el país podría avanzar en reconocimiento, respeto y reconciliación. Mientras el Perú no reconozca pública, institucional y explícitamente a las víctimas y victimarios de esa sombría parte de su historia, seguirán por siempre fraccionados. La integración real no se logrará maquillando, manipulando o negando la historia, promoviendo la impunidad para los verdugos que cometieron tan atroces crímenes mediante indultos ‘humanitarios’ o pretendiendo levantar monumentos en ‘homenaje’ a aquellos que desataron un baño de sangre en el Perú, como el anunciado por el impresentable alcalde de Lima en el Parque Neptuno destruyendo un patrimonio histórico de la ciudad para rellenarlo de cemento. Los defensores de este despropósito arguyen que ahí “se contara la verdadera historia de la lucha contra el terrorismo y honrara a los miembros de las FF.AA.” cuando en realidad tiene detrás a la política del negacionismo, aquella que debe ser puesta en evidencia para que la población peruana sepa que les están quitando algo que es de todos: su memoria :(

jueves, 5 de julio de 2018

HUGO URBAN JOURNEY BY HUGO BOSS: Tu tiempo es ahora

Desde que en 1995 Hugo Boss lanzará su primer perfume de la línea Hugo, no ha parado de tener éxito, explorado nuevos horizontes pero conservando el estilo aromático del original, manteniendo su estilo urbano y moderno. En efecto, la casa alemana de moda sigue ampliando su línea de perfumes Hugo y en este 2018 presenta en el Perú Hugo Urban Journey, una fragancia que nace de la inspiración en las aventuras inesperadas que todo joven vive en su día a día dentro de las agrestes ciudades del nuevo milenio, este nuevo aroma se suma a esta colección que ya cuenta con perfumes como Hugo Iced lanzada en el 2017, Hugo Extreme en 2016, Hugo Red en el 2013, Hugo Just Different en el 2011 y Hugo Spray en el 2008. En el 2018 Hugo Urban Journey destaca por una ola aromática con reminiscencias reminiscencias maderosas que se consigue gracias a la mezcla de una infusión aromática de una nota amarga de té negro a la cual se le agrega el frescor cítrico de la flor verticilo del Himalaya y un aura de masculinidad de madera de gaiac. Con este perfume se retoma la forma de cantimplora que ha llevado el resto de perfumes de la colección Hugo Boss desde 1995, pero en esta ocasión desaparece su trasparente vidrio y se cubre con una textura de concreto logrando reflejar el estilo urbano de la fragancia. Como no podía ser de otra manera, el conocido actor y cantante Zac Efron regresa como el rostro de la nueva fragancia, encarando el papel de un embajador más que perfecto para un refrescante aroma que ya es parte de nuestro estilo :)

martes, 3 de julio de 2018

PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN: El Complejo arqueológico de Sondor (Apurimac)

Ubicado en la Región Apurimac, se ha convertido en un destino obligado para todo visitante que quiera entablar un contacto directo con la naturaleza y la legendaria historia de la cultura Chanka, aquellos guerreros que en una ocasión pusieron en jaque a los Incas al intentar tomar el Cuzco, pero pagaron con su vida tal osadía, ya que la venganza de los vencedores fue terrible. Los muros del complejo de diez hectáreas de extensión fueron mudos testigos de su trágico final, aquella que la historiografía ‘oficial’ se ha encargado de minimizar. De origen Wari (un imperio antecesor al de los Incas que tuvo su base en Ayacucho y que tras su desaparición en el siglo XII, dio origen a varios señoríos locales, entre ellos los chankas), Sondor está formado por varios sectores donde se encuentran explanadas, andenes, plataformas, muros, edificaciones y recintos de piedra que se utilizaron con fines religiosos y militares. Una de las áreas más conocidas del complejo y que destaca por su gran tamaño es la pirámide Muyu Muyu, la cual tiene ocho plataformas, aunque para llegar a su cima se debe subir unas quinientas escalinatas. Al llegar a ella, se pueden apreciar a lo lejos las montañas circundantes y la cercana laguna de Pacucha. En la actualidad, el templo Muyu Muyu del Complejo arqueológico de Sondor, es parte de escenario del Sondor Raymi, la gran epopeya chanka, la cual es representada todos los años, cada 19 de junio. Es una de las festividades más características de la región, donde se representan los orígenes míticos del pasado chanka. La escenificación es algo similar al Inti Raymi que se realiza en la Fortaleza de Sacsayhuamán en el Cuzco y al Sondor Raymi en Vilcashuamán en Ayacucho, aunque en el motivo es algo distinto, ya que en el se representa no solo el origen, expansión y consolidación de los chankas, sino también el gran enfrentamiento y su conquista por los Incas. Cuentan los cronistas que su ambicioso líder Anccohuayllo, viendo el peligro que representaban los incas para su pueblo, al ver que estaban en pleno proceso de expansión llegando hasta las fronteras de su reino, decidió sorprenderlos y marchar sobre el Cuzco. Si bien al inicio la suerte estuvo de su lado, logrando poner sitio a la capital, del cual previamente había huido el Inca Viracocha, ello cambio cuando uno de sus hijos, el príncipe Yupanqui, ante la gravedad de la situación, destrono a su padre tomando el nombre de Pachacutec, organizando la resistencia de tal modo que pudo pasar a la ofensiva desbaratando a los agresores, quienes precipitadamente emprendieron la fuga abandonando a las momias de Usquwillka y Ankuwillka (los míticos fundadores del pueblo chanka) en el campo de batalla y que siempre los acompañaban en sus campañas militares. La persecución de los incas fue implacable, conquistando con gran rapidez a sus odiados vecinos, dando inmediatamente rienda suelta a su venganza, exterminando sin piedad alguna a los vencidos ante los muros de Sondor. El genocidio - como podríamos llamarlo ahora - fue total, ya que la memoria de los chankas fue borrada para siempre y Sondor fue reconstruida al estilo Inca. Sólo algunos pequeños grupos liderados por Anccohuayllo pudieron escapar de la matanza, huyendo lo más lejos posible que pudieron, internándose en la Amazonia - específicamente en lo que hoy es la Región San Martín - y nunca más se supo de ellos, aunque se cree que de esos fugitivos que se salvaron de terminar convertidos en tambores, descienden los lamas. De acuerdo con los estudios de los arqueólogos, Sondor presenta elementos arquitectónicos de carácter monumental y cuyos restos encierran aun muchas incógnitas por descubrir :)
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