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martes, 5 de agosto de 2025

PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN: El Santuario de Wariwillka (Junín)

Se trata de un sitio arqueológico ubicado en el distrito de Huancán, provincia de Huancayo, en la región Junín, Perú. Fue un importante centro ceremonial y administrativo que data del Horizonte Medio y fue utilizado por las culturas Wari y Wanka. El nombre "Wariwillka" proviene de las voces quechuas "wari" (antiguo) y "willka" (sagrado o santuario). El santuario, según tradiciones recogidas por los españoles, era sede de la pacarina o fuente de donde surgió la primera pareja que dio origen a la nación Wanka, conocidos por ser bravos guerreros y que ofrecieron una férrea resistencia a los Incas. Al respecto, el cronista español Pedro Cieza de León, que pasó por la zona hacia 1545, fue el primero en describir el santuario, recogiendo la información de los lugareños que consideraban a Wariwillka como el lugar de origen del pueblo Wanka, la etnia dominante de la zona: “Estos indios cuentan una cosa muy curiosa, y es que afirman que su origen y nacimiento procede de cierto varón (de cuyo nombre no me acuerdo) y de una mujer que se llamaba Urochombe, que salieron de una fuente, a quien llaman Guaribilca, los cuales se dieron tan buena maña de engendrar, que los guancas proceden de ellos; y que para memoria de esto que cuentan hicieron sus pasados una muralla alta y muy grande, y junto a ella un templo, a donde, como cosa principal, venían a adorar”. En 1931, Federico Gálvez Durán identificó el santuario descrito por Cieza y señaló además la presencia tiahuanacode en Wariwillka y en general en todo el valle del Mantaro. Instaló además un museo en el poblado de Huari. Posteriormente Isabel Flores Espinoza describió el lugar (1959), publicando, adicionalmente, láminas que reproducen la cerámica del sitio, de clara filiación Tiahuanaco-Huari. Cabe precisar que los Wankas formaron una nación muy numerosa y aguerrida. En el santuario se adoraba al dios Huamani, bajo forma de un ídolo de piedra negra enterrado a medio cuerpo, al que los feligreses daban ofrendas y hacían consultas (oráculos). Cuando los incas conquistaron la región, mandaron construir un gran templo al Sol, aunque permitieron que continuara funcionando el santuario de Wariwillka, al que reconstruyeron con una arquitectura mixta (inca-wanka). Cuando los españoles arribaron al valle en 1534, el ídolo fue destruido por el sacerdote español Vicente de Valverde, ya que según la interpretación cristiana, era una representación del demonio. El lugar desde entonces fue abandonado, quedando cubierto de herbazales y maleza. Así lo encontró Pedro Cieza de León cuando pasó por el lugar hacia 1545. Si bien los extirpadores de idolatrías del siglo XVI lo clausuraron definitivamente, los lugareños continuaron furtivamente realizando sus rituales de origen prehispánico. En cuanto al santuario, tiene una forma irregular tendiente al cuadrilátero. Por cierto, la edificación existente sería solo parte de un conjunto mucho mayor cuya magnitud aún falta determinar. Los restos se extienden desde una meseta hasta la orilla del río Mantaro. En el extremo sur se ve una muralla de cerca de 46 m de largo, y de 5 m de espesor; su máxima altura llega a 5,30 m. Sus paredes son de piedras canteadas e irregulares, dispuestas en hiladas y unidas con argamasa de barro. En la parte inferior de la misma muralla hay unos huecos o “respiraderos” de 0,30 m de lado, con una profundidad no conocida; se supone que dan entrada a un subterráneo. En su parte superior, el conjunto forma una especie de plataforma rectangular limitada al este y el oeste por paredes semejantes a las descritas. Los muros servían de celdas para las víctimas del sacrificio al dios huanca. La cerámica asociada con estas estructuras es de estilo típicamente Wari. Dentro de esta construcción se encuentran 2 imponentes árboles de molle, y también se ubicaba una piscina de purificación, de la que aún se encuentra una escalera de piedras bien conservada que pasa por el costado del santuario, el que nos lleva a un manantial en el lado sureste del cual se dice que los Wankas recogían agua sagrada y que ha sido identificado como la fuente o pacarina del que habla Cieza de León. En la actualidad este manantial sigue abasteciendo de agua a los pobladores del anexo de Huari. Cuenta la leyenda que si los miembros de una pareja beben juntos del agua que brota del manantial, pero uno de ellos es infiel al otro, entonces este muere. En el interior del templo se han descubierto el cuerpo de una mujer de aproximadamente 20 años atada a un ave de rapiña, en la zona conocida como las celdas. También se encontró en el año 2009 la osamenta de un niño de aproximadamente 8 años junto a los huesos de posiblemente una llama bebe o un perro, el descubrimiento lo efectuó el arqueólogo estadounidense Steven Wirtz. En cuanto a los molles de Wariwillka, considerados como árboles sagrados por los antiguos wankas de acuerdo a un escrito de Cieza de León del siglo XVI, son árboles centenarios de la especie Schinus molle ubicados en el Santuario Arqueológico de Wariwillka y son considerados como árboles patrimoniales desde el año 2023. Cieza describió unos molles sagrados que existían en el interior del santuario, en número de tres a cuatro. Se han conservado en el santuario dos molles que fácilmente se suelen identificar con los que vio el cronista español hacia 1550, aunque no hay certeza si efectivamente sean los mismos. Estos árboles son muy apreciados por los lugareños como patrimonio de la nación Wanka.
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