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sábado, 22 de junio de 2024

PERÚ: Hermanos de sangre

Como sabéis, hace unas semanas atrás, llamábamos la atención sobre el hecho de que, pese a que la legislatura estaba por acabar, en el Congreso llevaban 15 meses sin programar el debate y la votación de un proyecto de reforma constitucional que buscaba apartar a quienes hayan sido condenados por delitos graves de la posibilidad de que sus rostros aparezcan en las cartillas de los próximos procesos electorales. Dicha propuesta, finalmente, se discutió el pasado jueves 13 - aunque sobre una versión con varios recortes arteramente realizados - y el resultado fue el peor posible (para el país, se entiende): no se votó y, por ende, las puertas para quienes han probado no tener respeto alguno por la vida ajena, el Estado y la democracia seguirán abiertas de par en par. El dictamen en cuestión buscaba reformar la Carta Magna para prohibir que quienes fueron sentenciados por - entre otros delitos - terrorismo, narcotráfico, violación sexual, colusión, peculado, corrupción, homicidio, trata de personas, secuestro y traición a la patria puedan o bien postular a cargos de elección popular o bien ser designados en cargos de confianza en el Estado, hasta por diez años luego de haber sido rehabilitados. Sin embargo, la presidenta de la Comisión de Constitución, Martha Moyano (Fuerza Popular), presentó sorpresivamente una nueva versión del texto, dejando afuera los de violación sexual, colusión, corrupción, trata de personas, homicidio y secuestro. Los recortes no son casuales. Todos los peruanos saben que los delitos por los que hasta el año pasado Kenyo Fujimori se encontraba recluido en el penal de Barbadillo eran homicidio calificado, secuestro agravado y lesiones graves. Y el hecho de que haya recobrado su libertad sobre la base de un polémico indulto humanitario no borra el hecho de que fue sentenciado en sede judicial. Por lo que las groseras ediciones de la legisladora Moyano están hechas a la medida del líder histórico de su partido para que pueda presentarse como candidato. Peor fueron las explicaciones que dieron los fujimoristas para ‘justificar’ que unos delitos quedaran afuera de la reforma, mientras que otros se mantuvieran. Allí está la parlamentaria Patricia Juárez que, luego de explicar que no resultaba factible incorporar todo el Código Penal a las restricciones, remató afirmando que era razonable incluir solo aquellos delitos que “atentan contra el orden democrático”. La izquierda, por su parte, ha demostrado en los hechos que sus conversaciones con Antauro Humala (adicto a la marihuana y despreciable asesino de policías en Andahuaylas en el 2005), para una posible alianza electoral son algo más que mera retórica. Así, Roberto Sánchez, presidente del partido Juntos por el Perú, afirmó que no apoyaría jamás “normas arbitrarias que busquen limitar el derecho de la ciudadanía y de las mayorías a elegir en libertad”. Una fórmula nada discreta de justificar su vergonzoso pacto con ese psicópata quien en el pasado se rebeló contra un gobierno democrático. Su colega de bancada, Víctor Cutipa, también se mostró en contra de la propuesta, señalando que esta debía hacerse “a través de una asamblea constituyente”. Una manera de decir que no se vote nunca. Esta reforma tiene un antecedente que vale la pena mencionar. Como se recuerda, en el 2018, el Congreso cambió la ley orgánica de elecciones y otras para proscribir la posibilidad de que las personas condenadas por terrorismo, apología del terrorismo, narcotráfico, violación sexual, colusión, peculado o corrupción puedan ser presidentes, vicepresidentes, congresistas, parlamentarios andinos, gobernadores regionales y hasta alcaldes, “aun cuando hubieran sido rehabilitadas”. Esta última parte de la ley, sin embargo, fue declarada inconstitucional por el TC en noviembre del 2022 - que en ese momento se encontraba en manos de los caviares - bajo el falaz argumento de que vetar la participación política de los condenados que ya han cumplido sus penas “contraviene el derecho de reincorporación a la sociedad” reconocido en la Carta Magna. Sin embargo, los legisladores actuales optarían por una reforma constitucional para evitar que la ley acabe como su predecesora y para, de paso, honrar también parte del espíritu que inspiró el mencionado fallo del TC. No olvidemos, por último, que desde el 2020 ya están impedidos de postular todos los condenados en primera instancia por la comisión de delitos dolosos. Sin embargo, como mencionábamos líneas atrás, pese a que el dictamen fue aprobado en la Comisión de Constitución el 14 de marzo del 2023, sospechosamente no se debatía en el pleno. El pretexto dado era que “la demora se debía a que sus promotores no han conseguido los 87 votos que la iniciativa necesita para salir adelante”. Pero aquel razonamiento es ridículo. Esperar a tener asegurados los endoses necesarios podría llevar a que la ley en cuestión nunca se vote (más aun cuando necesita ser aprobada en dos legislaturas diferentes) y, con ello, que los peruanos deban ver, por ejemplo, cómo un asesino como Antauro Humala, que ventila sus intenciones electorales por donde quiera que pasa, se convierte en aspirante a un cargo público en los próximos comicios. Esto, además, habiendo constatado el nulo criterio mostrado por el Jurado Nacional de Elecciones al inscribir al partido de ese sucio drogadicto en el registro de organizaciones políticas unos meses atrás. Por lo pronto, la propuesta ha regresado a la Comisión de Constitución, pero, si consideramos que necesita ser aprobada en dos legislaturas distintas con 87 votos y que quedan menos de dos años para las próximas elecciones, es muy poco probable que la enmienda esté vigente cuando a los peruanos les toque volver a las urnas. Así se habrá perdido así la posibilidad de alejar a elementos criminales de las listas y sujetos prontuariados al frente de estas - algo que claramente los partidos no están interesados en hacer por sí mismos - y en el camino se habrá colocado en peligro nuevamente la institucionalidad democrática de un país, como si no se hubiera aprendido la lección de tener mediante el fraude a un golpista en Palacio. De esta manera, el fujimorismo y el antaurismo (cuyos líderes han sido condenados por delitos de sangre) van de la mano como hermanos en un aberrante pacto contra natura. Los peruanos están advertidos...

martes, 18 de junio de 2024

ÁNGELES ARCABUCEROS: Una de las innovaciones más originales en la iconografía cristiana

Se conoce como ángel arcabucero a la representación de un ángel con arcabuz en lugar de la tradicional espada. Este estilo se desarrolló durante el periodo virreinal español en América del Sur. En la pintura virreinal del Perú, el tema de los ángeles se configura como uno de los más característicos de la Escuela Cuzqueña. Así, encontramos que los cuadros que los representan desarrollan este tema pictórico de un modo mucho más detallista que en el caso europeo, muestran además una gran riqueza expresiva y, en general, excelente realización. Un tipo especial de estos ángeles, que gozó una especial difusión en el siglo XVII en el Cuzco (centro de origen y única ciudad donde se produjo en grandes cantidades que se distribuyeron en la zona andina y en Europa), fue el ángel arcabucero, es decir, un ángel vestido con ropas inspiradas en las de los soldados de la época, y armado de un arcabuz. Es posible que la buena acogida que tuvieron estas obras entre los indígenas de la época se deba en parte a la facilidad con que estos pudieron identificar estos seres alados con alguna de sus antiguas deidades ancestrales, suprimidas por los españoles. Como sabéis, la mitología precolombina rendía culto a unos seres invisibles, mitad hombre y mitad ave de presa. Tenían figura de guerrero alado con cabeza de halcón, como puede verse incluso en piezas de cerámica preincaica, así como en los mantos Paracas. Durante el período incaico se les atribuyó la función de ser los espíritus tutelares del Inca y de su familia. Los misioneros jesuitas idearon la manera de transferir el culto, de esos seres imaginarios, a los verdaderos ángeles. Crearon una iconografía enteramente original, en la cual los ángeles aparecen también como guerreros alados, pero dotados de armas de fuego y ricamente vestidos. Con ello dan idea de guerreros, y a la vez sumamente poderosos y nobles, es decir, semejantes pero muy superiores. El resultado de esta trasposición fue un completo éxito: por todo el antiguo Virreinato del Perú, los indios adoptaron esta iconografía como propia, como se ve en los conocidos cuadros de la Escuela Cuzqueña. A propósito, una descripción de la vestimenta de la tipología de estos ángeles arcabuceros nos indica el exhaustivo trabajo que los pintores cusqueños realizaban: Chaqueta de brocato con anchas mangas partidas sobre camisa de lino, con mangas abullonadas ajustadas al puño, con remate de encaje y cuello rectangular, calzón ajustado hasta el muslo, medias de seda y zapatillas con moño. Terminan el lujoso atuendo una capa de fino brocato y sombrero de ala ancha adornado de plumas. Pequeñas y coloridas alas evocan las alas de algunos pájaros americanos. Demás está decir que los ángeles arcabuceros representan a arcángeles bíblicos. Aparte de los tres reconocidos por el canon bíblico (Miguel, Gabriel y Rafael) las imágenes virreinales también reciben los nombres de los ángeles apócrifos del Libro de Enoc. En efecto, podemos encontrar a Baradiel, ángel príncipe del granizo; Barahiel, ángel príncipe del rayo; Galgaliel, ángel príncipe de la rueda del sol; Kokbiel, ángel príncipe de las estrellas; Laylahel, ángel príncipe de la noche; Matariel, ángel príncipe de la lluvia; Ofaniel, ángel príncipe rueda de la luna; Raamiel, ángel príncipe del trueno; Raasiel, ángel príncipe de los terremotos; Rhatiel, ángel príncipe de los planetas; Ruhtiel, ángel príncipe del viento; Salgiel, ángel príncipe de la nieve; Samsiel, ángel príncipe de la luz del día; Zaamael, ángel príncipe de la tempestad; Zaafiel, ángel príncipe del huracán; Zawael, ángel príncipe del torbellino y, Ziquiel, ángel príncipe de los cometas. Es inevitable observar la asociación de estos ángeles del cristianismo con los dioses prehispánicos y su fuerte relación con los elementos de la naturaleza, lo que posibilitaría una recepción sincrética del culto angélico por parte de los nativos. ¿Y por qué llevan un arcabuz? Existen registros que nos indican cómo fueron vistas estas armas entre los indios. El disparo del arcabuz era interpretado, como un trueno, y por eso lo asociaban a illapa, el dios del trueno. Cronistas de Indias relatan que al escuchar los estruendos que producían las armas de fuego, creían que los españoles eran mensajeros del dios Viracocha, y por eso no los atacaban. Esto se explica porque creían que era el disparo de un espíritu celeste contra algún demonio. En el Perú, se pueden encontrar estos cuadros de ángeles arcabuceros especialmente en el Museo de Osma en Barranco, donde pueden ser apreciadas en toda su magnificencia.
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