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sábado, 1 de octubre de 2022

PERÚ: Un loco suelto en las calles

Un desequilibrado mental, despreciable asesino de policías y consuetudinario adicto a la marihuana llamado Antauro Humala, recorre el país andino desde que de una manera ilegal fuera liberado de prisión por el filosenderista Pedro Castillo, sin que haya cumplido toda su condena, con el objetivo de que prepare una asonada terrorista, el cual mediante la violencia extrema disuelva el Congreso e instaure su “república popular de nueva democracia” que le permita eternizarse en el poder y salvarse de la cárcel que le espera por corrupto y por ladrón. En efecto, ‘gracias’ a evidentes movidas del lumpenesco régimen, Humala está suelto en plaza y quiere a toda costa “refundar” el Perú, afirmando demagógicamente durante sus recorridos ante una indiada exaltada, que “el poder deben ejercerlo los de piel cobriza”. Ha advertido su postulación a la presidencia mientras intenta relanzar una prédica ideológica y política extremista que además en el colmo del cinismo, posa de “anticorrupción” y “antisistema”. Como sabéis, a muchos años de la asonada violenta del 2005 - que termino en un sonado fracaso y le costó la cárcel - Antauro quiere jugar ahora hipócritamente dentro de la democracia representativa; aquella en la que no cree realmente y que en reiteradas ocasiones ha jurado destruir, pero que le puede dar una ventana táctica - como sucedió con sujetos de la peor calaña, como el golpista Hugo Chávez en Venezuela , el narcopedófilo Evo Morales en Bolivia, el asesino Daniel Ortega en Nicaragua, los herederos de Sendero Luminoso en el 2021 en el Perú y hace poco con el exguerrillero Gustavo Petro en Colombia - para proyectarse hacia el poder congresal y presidencial. Al fin y al cabo, si hasta el analfabeto de Pedro Castillo (de limitado lenguaje y nula inteligencia) pudo llegar, qué impediría que ese demente también repita la rentable apuesta. Para ello, encabeza un movimiento autocalificado como ‘etnocacerista’ que agrupa principalmente a veteranos militares - llamados reservistas o antauristas -, rechaza a la élite blanca y promueve que descendientes de indígenas accedan al poder, ya que de acuerdo a la disparatada ideología que formuló su padre, Isaac Humala - otro loco como el - “la raza cobriza debe gobernar el país”. Para el etnocacerista la “gran transformación” y el “polo rojo” que abandonara su hermano Ollanta en el 2011 y la “refundación del Perú” que Castillo y Cerrón no pueden aún viabilizar - gracias a la contención de los peruanos advertidos - son objetivos políticos pendientes, por resolver. Y no oculta su deseo de hacerlo por medio de la violencia. Se nota en sus virulentos discursos y actitudes matonescas con quienes no están de acuerdo con sus delirantes ideas anacrónicas en todo sentido, propias de un demente embrutecido por la droga, como él. Podrá decir de boca para afuera “que mantiene una aparente distancia con Castillo y Cerrón”, pero los hechos lo desmienten ya que ha logrado que uno de sus secuaces sea nombrado nada menos que ministro de Defensa con el claro objetivo de intentar controlar mediante el al ejército, como se pudo escuchar en un audio difundido meses atrás. Además de ello, es innegable que la intensidad y el odio al liberalismo económico como a la democracia representativa también los une; aquel factor que los demócratas liberales continúan subestimando como elemento de fondo que dio forma al actual sistema de conflictos peruano. Hace unos años atrás se comentaba de cómo el antaurismo o “radicalismo reservista” iba difundiendo pacientemente una narrativa potente para el combate político por distritos, provincias y regiones a pesar del encarcelamiento de su mentor. La retórica sacó lustre a las “contradicciones” mientras las arengas fueron absorbidas por mentes juveniles y veteranas en revancha por una “Asamblea Constituyente auténticamente etnopatriótica”. De estos esfuerzos se verá mucho más en los próximos meses… y años si es necesario. Por lo pronto, la intención de ubicar a Antauro como un “verdadero luchador contra la corrupción” dará mucho trabajo a quienes financian su campaña y asesores políticos. ¿Les resultará la desquiciada idea de querer fusilar a todos los que llama como “presidelincuentes” y no con Castillo - a quien defiende - que ha demostrado ser el peor de todos? No hay que olvidar cómo los fabricados caudillos “salvadores anticorrupción”, intentan instrumentalizar a la población contra un sistema político hipertenso e incapaz de autorregenerarse. Lo cierto es que apartando las tradicionales bufonadas de su cabecilla, no subyace a los discursos del antaurismo una verdadera prédica democrática ni de “combate anticorrupción”. Mucho menos una prédica “libertaria” como señalan sus auspiciadores. Cero. Solo la ingenuidad o el temerario cálculo político pueden considerar sus bravuconadas de esa forma. Hay que repetirlo: el antaurismo encarna un peligroso planteamiento que incuba el odio y los conflictos extremos y proviolentos. No se conforma con el factor “clasista” de lucha de clases marxista, además cruza destornillado vía el factor “etnocultural” hacia la lucha de razas, en un país tan mezclado racialmente como el Perú. Ello es letal. Sazonando e incitando los instintos sociales básicos para la polarización política, aparece además la xenofobia como arma política y electoral, amenazando por ejemplo, con fusilar a los venezolanos, que cual plaga de langostas arribaron al Perú desde los tiempos de Kuczysnki quien les abrió las puertas de par en par, los cuales - hay que reconocer - se han convertido en un grave problema de seguridad ciudadana, ya que ‘gracias’ a ellos se ha multiplicado la delincuencia en las calles a niveles nunca vistos, pero de allí a fusilarlos en masa como propone Antauro, es algo absurdo. No han sido menores los efectos que estas disparatadas narrativas han tenido dentro de la famosa conflictividad social en los últimos veinte años (aparte de las que se montaron contra el “modelo económico” y la Constitución que lo contiene). En esencia eso es el etnocacerismo peruano con su mezcla anacrónica de nacionalismo étnico y de una impuesta colectivización absoluta de las decisiones y de los resultados en todos los ámbitos. El totalitarismo y la violencia gradual y “popular”. No se trata así de simple radicalismo, sino de un extremismo puro y duro. De cierta forma los efectos de este tipo de proyectos de poder que se pretende implantar en el Perú han afectado a su vecino del sur. “Chile se salvó de caer en una turbia dinámica de desarticulación social e institucional que pudo haber conducido a una confrontación devastadora”, ha resaltado con razón el analista político chileno Sergio Muñoz Riveros de El Mercurio, a propósito del importante rechazo ciudadano el pasado 4 de septiembre al afán refundacional de la extrema izquierda vía una “nueva” Constitución producto del griterío populista y el vandalismo terrorista. Si en el Perú, a punta de insistencia, prospera ese discurso dosificado además por el compás de la violencia, el país irá de una pretendida y falsa “refundación” constituyente a hundirse en el abismo aún más de lo que ya está. A todo ello, hay que agregar que ese criminal no se ha arrepentido en ningún momento de la muerte de cuatro policías que el ocasiono durante su asonada del 2005, y con el mayor desparpajo afirma: “Nos sentimos muy orgullosos de lo que hicimos en Andahuaylas” lo cual a todas luces constituye una apología al delito por lo que merece ser denunciado y volver a la cárcel del cual nunca debió haber salido vivo como Abimael. Asimismo, amenaza una y otra vez al Congreso con asaltarlo violentamente “con miles de sus reservistas” si se aprueba el proyecto de ley impulsado por el congresista Carlos Anderson que impediría su postulación en el 2026. La propuesta que busca modificar la Ley Orgánica de Elecciones e incorporar el impedimento de postulación a la presidencia y vicepresidencia a los sentenciados por el delito de homicidio. Además, se suscribe que también aplicaría para las personas que hayan sido rehabilitadas. Ahí entraría a tallar el caso de Antauro, quien como podéis suponer se encuentra desesperado ante esa posibilidad: “He convocado a una gran marcha nacional y patriótica para conminar a los parlamentarios a ‘derogar esa ley antinacional’ que bloquearía mis intenciones de llegar al Ejecutivo” ladro rabiosamente en uno de sus recientes mítines a una masa ignorante y resentida en el interior del país. “Hago la [convocaría] a todos los reservistas, licenciados de las Fuerzas Armadas del Perú, a aunarse a una gran marcha hacia Lima, de ser necesario para cerrar el Congreso y conminarlos a derogar esa ley antinacional, de impedir la presidencia de la República a un representante de ustedes. Porque yo solamente soy un átomo encima de la gran ola del pueblo peruano que se quiere emanciparse desde hace 500 años, en un nuevo Pachacutec. Yo solo soy una molécula de todos ustedes. Ustedes son yo, y yo ustedes”, dijo Humala en su insania. No cabe duda alguna que a este anormal la droga le ha fundido el cerebro, pero no por ello deja de ser peligroso ya que en su lastimosa condición de enfermo terminal nada tiene que perder y es capaz de cometer otra de sus locuras para intentar salirse con la suya. Si alguien no lo detiene antes de un disparo, días terribles le esperan al Perú :(
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