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sábado, 20 de enero de 2024

PERÚ: El epítome de un fracaso

Como recordareis, el 7 de diciembre del 2022, el delincuente terrorista Pedro Castillo intentó acabar con la libertad y la democracia del país andino, anunciando un golpe de Estado. En efecto, este oscuro individuo en su afán de eternizarse en el poder al cual llego mediante el fraude, pretendió cerrar el Congreso, convocar una asamblea constituyente, imponer un toque de queda a los peruanos e intentar disolver la Fiscalía de la Nación, el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, pero fracaso miserablemente en su propósito, terminando ese mismo día en la cárcel, tras ser capturado por la policía en plena vía publica cuando huía cobardemente con el objetivo de asilarse en una embajada, pero no lo logro. Tras la fracasada intentona, la incógnita principal fue saber quiénes estuvieron detrás del golpe. Y entender si este fue orquestado únicamente o no por el burro chotano, aunque dado su limitado lenguaje y nula inteligencia se podía presumir de antemano que este vil sujeto no lo había hecho solo. Pero la duda se esclareció a los pocos días tras anunciarse que quienes escribieron el texto del golpe fueron Pedro Castillo junto a los exministros Betssy Chávez y Aníbal Torres. Es más, los entretelones de la grabación del anuncio del golpe, lo confirmaron plenamente. Ante ello, la Fiscalía luego de juntar todas las pruebas que requería, ha solicitado condenar con 34 años de cárcel a ese infeliz y asimismo ha pedido 25 años para Chávez y 15 para Torres, por el delito de rebelión. Según se ha llegado a saber, el discurso fue escrito la noche anterior a su lectura. Así, en la noche del 6 de diciembre, Castillo, Torres, y Chávez se juntaron en el despacho presidencial, poco antes de las 10 pm. Durante su reunión redactaron el texto del golpe en una computadora que le pertenecería a la hoy prófuga y conviviente de Castillo, Lilia Paredes. De acuerdo con lo señalado, los 3 implicados introdujeron un dispositivo a la computadora, probablemente un USB, llamado “Marco” en el cual abrieron un documento de Word titulado “Mensaje”, el cual según el Ministerio Público sería el mensaje a la Nación anunciado al día siguiente. Asimismo, el usuario usado para redactar el mensaje tendría las siglas “OACP” las cuales corresponderían a las siglas del hijo mayor de Pedro Castillo y Lilia Paredes, Arnold. Se registra además que el mensaje fue elaborado durante la madrugada y la mañana del 7 de diciembre hasta las 6:42 a.m. Según señala la Fiscalía, la participación de Torres se da en la redacción del texto leído por Castillo. La redacción contiene frases y términos iguales a los que usaba este viejo senil en sus altisonantes comunicados oficiales donde amenazaba que una indiada soliviantada bajaría de los cerros de miseria que rodean Lima para desatar el caos y la violencia. Por su parte, la participación de la ex primera ministra, Betssy Chávez, se debió a razones distintas a las de Torres. Para la Fiscalía, la presencia de la rabiosa maoísta tenía como fin la realización de actos de coordinación para la ejecución del delito de rebelión. Asimismo, había realizado la coordinación pertinente para que se emita el mensaje de la Nación en televisión nacional. De igual manera, según la periodista de TV Perú, Cintya Malpartida, en una comunicación con Chávez, esta le indicó que sacaría un decreto supremo para oficializar el mensaje. Por otra parte, si bien la Policía Nacional del Perú no aceptó la decisión de Castillo de acabar con la institucionalidad del país, algunos altos mandos, según la hipótesis fiscal, sí siguieron sus órdenes. El general de la Policía Nacional del Perú, Manuel Lozada Morales, el comandante Justo Jesús Venero Mellado y el teniente Eder Antonio Infanzón Chávez habrían ido acorde al actuar de Castillo, por lo que la Fiscalía también ha solicitado 25 años de prisión para cada uno de ellos. Pero la participación de Torres y de Chávez en el texto del golpe de Estado es irrefutable. Todos los indicadores señalan que ambos fueron parte de la elaboración y de la planificación del golpe de Estado. Dejarlos impunes solo porque no se materializó su objetivo, sería un craso error y un mal precedente de cara al futuro democrático del país. El proceso se encargará de delimitar la responsabilidad de cada uno de ellos en el atentado contra el orden constitucional que quisieron perpetrar el 7 de diciembre del 2022. Sobre el analfabeto, no queda ninguna duda de que fue el principal responsable del golpe. Más allá de las delirantes y ridículas afirmaciones que han tratado de exculparlo, es evidente que trató de derrumbar el orden constitucional aterrorizado por la posibilidad de que el Congreso declarara su vacancia y, con ella, quedara incapacitado para seguir obstruyendo el avance de las múltiples investigaciones por corrupción en su contra. Respecto de la responsabilidad de Chávez y Torres, por otro lado, siempre se supo que ambos jugaron un rol especial en el zarpazo, pero no ha sido sino hasta días recientes que estas han quedado plenamente comprobadas. Hay que decir que tanto Chávez como Torres de una forma cínica siempre habían negado públicamente haber estado al tanto del contenido del discurso que Castillo leyó en la mañana del 7 de diciembre. “Supusimos que iba a ser un pronunciamiento como el que había tenido un día antes en la noche, […] con miras a la moción de vacancia”, afirmó la primera ante la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso. Mientras que el segundo aseguró ante el mismo grupo de trabajo: “Nunca nos imaginamos que el mensaje sería para cerrar el Congreso”... cobardes y mentirosos hasta el final. La evidencia, como podéis imaginar, los desmiente. Sobre la primera ya se conocía, por ejemplo, el testimonio de Cintya Malpartida, la reportera de TV Perú que fue convocada esa mañana a Palacio de Gobierno, quien relató que, tras el mensaje, Chávez le dijo que tenía que “sacar el decreto supremo” de disolución del Congreso. Ahora se sabe también que otros cuatro funcionarios de la Presidencia del Consejo de Ministros han contado ante las autoridades que Chávez ordenó a una de sus asesoras que le consiguiera “un formato de decreto supremo”, presumiblemente para materializar el golpe a la brevedad. En lo que respecta a Aníbal Torres, no solo lo incrimina el hecho de que varias de las frases del discurso golpista se parecen demasiado a los disparates que él solía espetar en sus actividades oficiales. Es más, se ha revelado que la fiscalía halló en su domicilio, durante un allanamiento realizado en marzo pasado, un manuscrito con apuntes sobre el cierre del Legislativo y la reestructuración de “la fiscalía suprema”. Se tiene, además, el testimonio del exministro de Defensa Daniel Barragán, que relató que, en los días previos al 7 de diciembre, Torres le exhortó que sacara los tanques a las calles, aparentemente “para luchar contra la inseguridad ciudadana”. La tesis fiscal sostiene, por último, que Torres, Chávez y Castillo se encargaron de la redacción del infame mensaje en una computadora ubicada en la Oficina de Apoyo al Cónyuge de la Presidencia de la República. Ello demuestra que lo que los intentos de los dos primeros de asegurar que el contenido del mensaje que Castillo pronunció en televisión el último día de su mandato “los tomó por sorpresa” son difíciles de creer. Esperemos que, con el avance del proceso, los peruanos lleguen a conocer la verdad sobre lo ocurrido aquella jornada en la que la democracia pendió de un hilo. Y que a esos miserables les caiga todo el peso de la ley, porque no se puede tratar con guantes de seda a quienes conspiraron para destruir el régimen constitucional. (Una buena noticia dada a conocer este viernes indica que la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso aprobó inhabilitar por 10 años a Aníbal Torres, y será el Pleno que lo confirme. Es vital el respeto al sistema democrático; no se puede incitar a la rebelión ni esperar que 'corran ríos de sangre'. La justicia y el Estado de Derecho deben prevalecer en el país ¿No os parece?)

martes, 16 de enero de 2024

HISTORIAS DEL TIEMPO: Recordando a los Ikarus

Hace muchos años, cuando todavía no existía el Metropolitano, el Metro solo era un sueño y el tráfico no les quitaba años de vida a quienes circulaban por sus avenidas, circulaban por la apacible Lima unos buses articulados con una especie de acordeón llamados Ikarus, que pertenecían a la Empresa Nacional del Transporte Urbano del Perú (Enatru), y que movilizaban diariamente a cerca de 80 mil personas. Debían su nombre a la marca húngara que los fabricaba, pero en el Perú se les conocía también como ‘Ícaros’, por ser más fácil su pronunciación. Inicialmente recorrían la Vía Expresa, pero para finales de los años 80 comenzaron a expandirse hacia otros lugares de Lima, por lo que transitaban por avenidas como Javier Prado, Alfonso Ugarte, la Panamericana Norte, entre otras. Sin embargo, a principios de los años 90, la empresa Enatru - compañía a la que pertenecían estos vehículos - empezó a tener serios problemas que terminaron generando su total desaparición. Tras la construcción de la Vía Expresa, en los años 60, se esperaba que la berma central sirva para la circulación del ansiado Metro de Lima, pero esa obra nunca llegó a concretarse y el por entonces alcalde de la capital, Eduardo Dibós, decidió aprovechar el espacio para que fuera recorrido por unos buses articulados contratados de Hungría. Así, en 1975 y con un total de 50 buses en forma de acordeón, similares a los que hoy tiene el Metropolitano, los Ikarus iniciaron su recorrido por la Vía Expresa. La flota inicial fue distribuida en 3 rutas denominadas Expresos. La ruta A recorría desde el centro de Lima a Villa el Salvador, la ruta B recorría desde el centro de Lima a Chorrillos y la ruta C recorría desde el centro de Lima a San Juan de Miraflores. Con la llegada de los nuevos ómnibus además se introdujo la figura del chofer cobrador, que había resultado un éxito en varios países de Europa. Ya para 1988, la empresa contaba con unas 52 rutas en la capital y cerca de mil unidades de transporte, de los cuales, 500 de ellos se dirigían hacia las nuevas zonas populosas de Lima: los llamados “conos”. Eran amarillos, como toda la flota de Enatru, porque en 1966, antes de los Ikarus, la empresa municipal recibió la donación de 150 vehículos alemanes de color mostaza. Cuando alguien pensó en que sería buena idea pintarlos con los colores de la bandera del Perú, la oficina de la Cooperación Alemana protestó porque indicaba que ese color tenía un sentido técnico porque, a la vez de permitir la visibilidad del vehículo desde lejos, no se trataba de un color que pudiera perjudicar la visión de otros choferes y producir accidentes (como sí podría suceder con el rojo). En 1991, Enatru ya contaba con más de 1200 buses de las marcas Volvo, Mercedes Benz e Hinos, aunque la gente les seguía llamando a todos Ikarus, pese a que ya no eran de la empresa húngara. En su mejor momento llegó a transportar a 80 mil limeños diariamente. Al inicio de la circulación de los buses de Enatru, tenía un costo accesible para todos los pasajeros de 50 a 70 céntimos. Sin embargo, durante la última etapa de vida del Ikarus llegó a un precio de S/1.20 por cada ruta. Los serios problemas políticos y económicos que enfrentaba el Perú durante la década de los años 90 provocaron que los buses Ikarus desaparecieran del mercado automovilístico. Pero uno de los factores que motivaron la desaparición de este tipo de servicio fue el terrorismo. Como la empresa era la única que no detenía su servicio de transporte durante los ataques causados por Sendero Luminoso, en venganza, los subversivos prendían fuego a los buses en distintos paraderos. Se estima que se incendiaron más de 100 vehículos. Otra de las razones que también contribuyeron a su desaparición, fue la alta carga laboral con la que contaba la empresa de buses. Ante este panorama, y con más de 4.000 trabajadores que no podían mantener, en 1992 se decidió dar paso a la privatización y entregar los buses como parte de pago a los trabajadores. Así desapareció de calles y avenidas de la capital, pero no de la mente de los limeños de avanzada edad, quienes aún lo recuerdan con nostalgia. Reemplazado en los últimos años por el Metropolitano, el servicio de estos últimos no es de los mejores según múltiples quejas de los usuarios. Pero ello es otra historia...
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