Como sabéis, en los últimos años la palabra “woke” se ha hecho cada vez más visible. Su aparición a nivel mundial fue propiciada por las violentas marchas del Black Live Matters, en las que carteles con eslóganes como “Stay woke” [mantente despierto] fueron utilizadas por los grupos terroristas negros en las calles de las ciudades de los EE.UU. durante el primer gobierno de Donald Trump provocando grandes disturbios, financiados – cuando no – por la inmunda rata judía de George Soros, que utiliza sus millones mal habidos buscando destruir en el mundo el orden social establecido e imponer el sionismo. La idea del movimiento woke es la de hacer “despertar” a la gente de su letargo, una suerte de ensoñación que ha normalizado la discriminación y la violencia. Por eso el wokismo recurre a una lectura aparentemente “despierta” de la realidad y lejos de la teoría o ciencia clásica asumen la “teoría crítica” para descifrar la desigualdad social y visibilizar que, en última instancia, el capitalismo “es el origen de todos los males sociales”. Los wokes, también conocidos como “guerreros de la justicia social” (?), son un grupo de activistas de izquierda que reclaman la creación de espacios seguros y la eliminación de cualquier tipo de violencia “contra la pluralidad de identidades y las sensibilidades” heredando así la desvencijada y anacrónica idea de “lucha de clases” del marxismo, radicalizándolo y aplicándolo a otros ámbitos. (No olvidéis que Marx al igual que Soros, era judío). Para esos indeseables, los efectos del capitalismo no solo han creado un conflicto entre obreros y empresarios, sino que ahora las minorías sexuales se enfrentan a la opresión de los heterosexuales, los grupos étnicos conformados por indios, asiáticos y negros se enfrentan a la opresión blanca, las personas con discapacidad mental o física se enfrentan a la opresión de las personas saludables, las mujeres se enfrentan a la opresión de los hombres, la ignorancia indígena se enfrenta a la opresión de la ciencia, y así sucesivamente se crean trincheras de combate y tensión entre personas con rasgos específicos contra la opresora “normalidad”. No cabe duda por ello que el wokismo es un virus mental, es decir, una forma degenerada de pensar y un conjunto de creencias disparatadas que aleja a sus creyentes de la realidad. Para empezar, los wokes asumen que en toda interacción humana existe necesariamente algún tipo de discriminación (por cualquiera de los factores anteriores). Debido a esto los wokes son incapaces de explicar objetivamente un acontecimiento y, para resolver la problemática, recurrirán a estrategias radicales, como el rechazo al mérito y la inclusión de cuotas, la modificación del lenguaje, la entrega de privilegios a los oprimidos, la cancelación y el escarnio público del opresor. Muestras de intolerancia infundadas y reacciones emotivas exageradas que lindan con lo ridículo contra los que consideran como enemigos. Otra característica de los wokes es que creen que los oprimidos, por su condición de vulnerabilidad - e ignorancia agrego yo - son capaces de “comprender mejor la realidad” por lo que son fácilmente manejables para sus aberrantes e inconfesables fines, Las primeras fuentes de consulta afirman esta banda de desadaptados, “son y deben ser los oprimidos”. Sus voces deben oírse a toda costa, y mediante la violencia silenciar a los opresores. Los wokes primero creen a los oprimidos, luego explican el hecho mediante sus “teorías” y, finalmente, cancelan al opresor. Si por los wokes fuera, los “opresores” no tendrían nunca posibilidad de defenderse, ya que cargan - aseguran - con una deuda que en ocasiones es “histórica”. El wokismo también ha infectado las ciencias sociales. Marcos teóricos postmarxistas y postmodernos (raíces ideológicas izquierdistas del wokismo) son bastante populares en las universidades anglosajonas, financiadas por Soros. Debido a esa “popularidad”, los grupos de “investigación” feministas, indigenistas, queers o LGBTs, negras (blackness), de cuerpos disidentes y demás identidades defendidas por los wokes, han creado una ola de publicaciones y papers que intentan explicar problemas sociales desde los sesgos del wokismo y hacen pasar sus resultados por “científicos” (a pesar de que, contradictoriamente, no creen que exista la verdad ni la objetividad en la ciencia). Esto solo ha perjudicado al quehacer científico. Al asumir el principio de la Teoría Crítica Postmoderna, según la cual “la ciencia debe acabar con el capitalismo y estar guiada por los intereses de los oprimidos”, el wokismo ideologiza la ciencia y perjudica la búsqueda de la verdad. Debido a la presencia de “académicos” influenciados por el wokismo y a la presión política que han logrado sus demandas hay múltiples temas que no se pueden investigar porque -afirman - “podrían perpetuar la discriminación”. De esta manera, nos querían convertir en súbditos de sus ideas, haciendo bueno el gran lema de esa novela, La libertad es esclavitud, pero llegó el genio del pelo rojo y les destrozó los esquemas. Como ya no podían imponer su doctrina por las buenas, colándola en nuestro subconsciente con programas de “ingeniería social”, optaron por hacerlo por las malas echando mano de la censura pura y dura y convirtiendo en apestados a los que nos negábamos a someternos al pensamiento único. Si no opinabas como ellos en Internet, acababas en la p… calle. Se pasaron por el arco del triunfo el elemental hecho de que en un Estado de Derecho quienes regulan la libertad de expresión, sus excesos, son los jueces, no unos particulares por muy poderosos que sean. El banderazo de salida al control social duro se dio con la creación de los verificadores de la red, dedicados teóricamente a combatir la “desinformación” y los “bulos”. Y, como siempre, los que hicieron la ley, urdieron la trampa. Tanto Meta como Twitter se encargaron dilucidar qué es verdad y qué es mentira al International Fact-Checking Network, un conglomerado controlado y financiado directa o indirectamente por Bill Gates y George Soros. Estos “verificadores” se dedicaban a ponernos la cruz al más mínimo error, por intrascendente que fuera. Ello implicaba que Google y las redes sociales nos penalizaban con las perogrullescas consecuencias: el tráfico se desmoronaba. El círculo vicioso estaba servido: a menos influencia, menos ingresos. Curiosamente, estos censores, jamás pusieron tacha alguna a la basura progre, como The New York Times, CNN o Los Angeles Times en los EE.UU., por ejemplo. Ellos siempre “dicen la verdad”, el resto - quienes no comulgamos con sus ideas - “miente sistemáticamente”. Como recordareis, Twitter fue otro que tal bailaba en los tiempos en los que lo controlaba Jack Dorsey. Y con el pretexto del asalto al Capitolio, a esta red social no se le ocurrió mejor idea que suspender la cuenta nada menos que de Donald Trump. Así, el presidente elegido por la mayoría del pueblo estadounidense desapareció mientras se respetaban perfiles de impresentables sujetos de la peor especie. Sin embargo, la llegada de Elon Musk a Twitter ha transformado el statu quo, recuperando ese ámbito de libertad total que proverbialmente distinguió a esta red social. La fauna progre amenaza, llorona ella, con largarse en masa. Algunos, de hecho, se largan, que con su pan se lo coman. Es su problema. Olvidan que un argumento antagónico no se combate con la censura sino con mejores argumentos, y como ellos no lo tienen, silencian al adversario. Rabian ahora porque la dictadura del pensamiento único, tanto más peligrosa por silenciosa, toco a su fin con el regreso de Donald Trump, que ya ha hecho historia al resucitar el derecho a expresar lo que uno piensa. Aquellos malnacidos - con Soros a la cabeza - decían que venía “a cargarse la democracia” pero, por el contrario, la ha salvado sin mover un solo dedo. Demás esta advertir que la condición woke es algo que debe evitarse en la sociedad peruana. En el país andino este fenómeno penetró también en las grandes empresas, universidades y medios de comunicación como el Grupo El Comercio, con resultados nefastos para la democracia. Así, en noviembre del 2020, a la asonada terrorista promovida por los caviares para derrocar al gobierno de Manuel Merino, se sumaron entusiastamente varios de ellos. El resultado fue que se impuso el caviar Francisco Sagasti que abrió el camino para que el delincuente Pedro Castillo llegara a Palacio mediante el fraude, quien hoy por cierto, se encuentra en la cárcel por golpista y ladrón, en espera de su juicio que se inicia en marzo y para quien la fiscalía ha solicitado 35 años de prisión. Existen asimismo colectivos de izquierda radicalizados que han intentado adoptar las estrategias más extremas del wokismo - financiados por Soros mediante las ONG´s caviares - pero sin mucho éxito. Sin embargo, la creencia de que “la discriminación está siempre presente” es difundida insistentemente a través de universidades como la PUCP minando la confianza en la verdadera ciencia y con ello la oportunidad de los peruanos para florecer tecnológicamente. Seria conveniente dejar de llamarlos simplemente wokes y denunciémoslos por lo que son: terroristas ideológicos que - al igual que paso con sus primos hermanos los senderistas - hay que exterminar de raíz, como las ratas que son.
Su nombre científico es priodontes maximus y es el armadillo de mayor tamaño en el mundo. Puede llegar a pesar hasta 45 kilos y medir más de 120 centímetros de largo, desde el hocico hasta la punta de la cola. No se conocen subespecies y es la única de su género. El armadillo gigante es por lo general una especie nocturna y solitaria. Se le encuentra en las selvas tropicales del este de Sudamérica, llegando a extenderse en variados hábitats, inclusive en el noreste de Argentina y Paraguay. Poseen de 11 a 13 bandas articuladas que protegen el cuerpo y otras 3 ó 4 en el cuello. Su cuerpo es de color marrón oscuro, con una banda más clara de color amarillento que recorre los costados, y una cabeza pálida de color blanco amarillento. Estos armadillos tienen alrededor de 80 a 100 dientes, que es más que cualquier otro mamífero Terrestre. Todos los dientes tienen un aspecto similar, son premolares y molares reducidos, crecen constantemente a lo largo de la vida y carecen de esmalte. También tienen garras delanteras extremadamente largas, incluida una tercera garra en forma de hoz de hasta 22 cm de longitud, que son proporcionalmente las mayores de cualquier mamífero vivo. La cola está cubierta de pequeñas escamas redondeadas y no tiene las pesadas escamas óseas que cubren la parte superior del cuerpo y la parte superior de la cabeza. Asimismo, carece casi por completo de pelo, con sólo unos pocos pelos de color beige que sobresalen entre los escudos. Tiene un comportamiento solitario y mayormente nocturno. Sale de sus cuevas sólo para conseguir su alimento o buscar pareja, haciendo este tipo de hábito muy difícil su observación. Se caracteriza además por tener un buen olfato y cuando se reproduce el periodo de gestación dura aproximadamente cuatro meses. La hembra suele tener una cría y muy rara vez hasta dos. Pese a su gran tamaño y contextura, este animalito se alimenta únicamente de insectos, hormigas, termitas, lombrices, arañas, gusanos y larvas. Es considerado una de las especies más extrañas del planeta, corredor ágil y buen nadador. Capaz de plantarse sobre sus patas traseras, utiliza la cola como apoyo para husmear el aire y adoptar una postura de defensa exponiendo sus garras. En caso de persecución, o al encontrarse acorralado, intenta huir cavando, o se aferra firmemente al sustrato con sus garras. Este tímido y nocturno habitante de las selvas tropicales desempeña un papel clave en los ecosistemas que habita, pero su existencia está amenazada por la deforestación, la caza y el cambio climático, así como la captura ilegal para su posterior venta de forma clandestina a coleccionistas de animales. Incluso su coraza se utiliza para fabricar artesanías. Debido a esto, este tipo de armadillo fue clasificado como especie en peligro de extinción por la Unión Mundial de Conservación Lista Roja en 2002, y figura listada en el Apéndice I (hacia la extinción) de la CITES (Convención sobre el Tráfico Internacional de Especies en Riesgo de la Flora y Fauna Silvestres).