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martes, 7 de enero de 2025

GUANACO: Sobreviviente al límite

Catalogado como una especie en extinción, este camélido sudamericano - pariente de la llama, la vicuña y la alpaca - vive en las alturas más inhóspitas de la Cordillera de los Andes concentrándose en grandes rebaños, especialmente en la Patagonia argentina, siempre vigilante ante el acecho de zorros y pumas. Nos referimos al guanaco (Lama guanicoe). Se cree que las llamas domésticas descienden de guanacos silvestres que fueron domesticados hace más de 6,000 años. No es extrañar por ello que sea muy parecido a la llama, aunque más pequeño. Se le suele describir como un animal de apariencia elegante, con cuerpo esbelto sin joroba, largas patas y largo cuello. Su cabeza es pequeña, sin cuernos ni astas, y de ella emergen dos orejas grandes y puntiagudas. Los ojos son también grandes, y están enmarcados con largas y gruesas pestañas que lo protegen del polvo. Su boca destaca por su labio superior partido. Un adulto mide entre 1 y 1.2 metros de altura hasta el hombro y pesa alrededor de 90 kilogramos. Los guanacos más grandes han alcanzado hasta 225 centímetros de longitud cabeza-cuerpo y unos 100-120 y hasta 140 kilos de peso. Los individuos más grandes habitan el sur de Chile, mientras que los más pequeños se registran en el norte de Perú. La capa de pelaje es color marrón claro a rojizo en la parte superior del cuerpo, blanco en la parte inferior y gris o negro en la mayor parte del rostro. Tiene una amplia distribución en América del Sur; Habita sobre todo en regiones áridas, semiáridas y montañosas, en terrenos desde el nivel del mar hasta a más de 4,500 metros de altitud. Como adaptación a los terrenos muy elevados, su sangre puede transportar más oxígeno que la de otros mamíferos. Sus hábitats típicos tienden a ser abiertos, como pastizales desérticos, praderas, matorrales, estepas, sabanas y algunos bosques. En estos entornos, el color de su pelaje constituye una ventaja, ya que le ayuda a camuflarse. Se encuentran en terrenos desde el nivel del mar hasta a más de 4,500 metros de altitud. En cuanto a su alimentación, es un animal herbívoro, y de hecho, es el herbívoro más grande de las zonas secas de Sudamérica. Se alimenta de forma generalista, es decir, consume una gama significativamente amplia de vegetación. Sus alimentos principales son hierbas y arbustos; en su dieta tienen cabida más de 100 especies de plantas, de las cuales unas 17 representan el 80 por ciento de su alimentación. No es muy exigente, pero si tiene oportunidad consume líquenes, cactus y plantas suculentas. La mayor parte de los alimentos del guanaco se caracterizan por ser secos, duros y fibrosos, y por lo tanto, difíciles de masticar y digerir para muchos animales. Pero el guanaco, que con su labio superior sujeta las plantas, tiene un sistema digestivo especializado, ya que es un rumiante. Su estómago cuenta con 3 cámaras, gracias a las cuales puede aprovechar la mayor cantidad de nutrientes. Su consumo de agua es muy bajo pero se mantiene hidratado a través de la ingesta de plantas suculentas. Cuando las personas notaron el comportamiento manso y tranquilo del guanaco, pensaron que era buena idea domesticarlo. En efecto, es de naturaleza tranquila y no acostumbra demostrar agresividad, salvo en situaciones o circunstancias especiales. Como animal social, vive en manadas compuestas regularmente por hasta 30 hembras, sus crías y un macho que ejerce el papel de dominante y que defiende su grupo ante machos intrusos. El territorio de un grupo se marca con estiércol. Otros grupos se componen de machos solteros. En invierno, las poblaciones migratorias pueden formar grupos mixtos, con individuos de cualquier sexo y edad. Una manada puede ser sedentaria o migratoria según la disponibilidad de alimento durante el año y, a veces, según las condiciones ambientales. Por ejemplo, si una sequía reduce la vegetación de una zona, los guanacos pueden viajar a otras. Aunque no lo parece, el guanaco es una criatura muy rápida, al alcanzar hasta 56 kilómetros por hora. También nada muy bien. Si avista depredadores, lanza una llamada de alarma para advertir a su manada, y en casos en los que machos se encuentran con otros, emiten una serie de chasquidos. Por cierto, los guanacos son poligínicos, es decir, el macho se aparea con varias hembras. Se sabe que esto es una estrategia de defensa de los recursos. Los individuos alcanzan su madurez sexual entre los 12 y los 24 meses de edad. La hembra da a luz una sola cría cada año, tras un período de gestación de 345 a 360 días. En los pocos casos en los que nacen dos criaturas, generalmente solo una sobrevive. El pico de nacimientos se produce en primavera, justo cuando el alimento es abundante. Muchos otros guanacos nacen en verano. Las crías son precoces, así que son capaces de levantarse y andar al cabo de unos minutos de su nacimiento. Pero a los 13-15 meses de edad, no tienen más remedio que salir de su manada natal, a instancias del macho dominante. La especie tiene como depredadores principales al puma y al zorro, además de las amenazas que derivan de las actividades del hombre como son la degradación de su hábitat y la caza, así como enfermedades introducidas por el ganado, que ha diezmado a muchos de ellos. Los guanacos acostumbran a descender desde la Cordillera hasta el nivel del mar, en busca de alimentos y allí se contagian, llevando la enfermedad consigo cuando retornan a sus refugios en las alturas. Si bien en los últimos años su población se ha vuelto estable en Chile y la Argentina, no sucede lo mismo en el Perú donde su número decrece debido a la caza indiscriminada de la que es objeto.

sábado, 4 de enero de 2025

PERÚ: La conspiración permanente

Una buena noticia dada a conocer iniciando el año, es aquella que indica que la economía del país andino - ajena al ruido político - está en crecimiento gracias a las acertadas medidas tomadas por el BCR, logrando que la inflación se reduzca a 1.97%, una de cifras las más bajas del mundo. Algo que por cierto debería alegrar a todos los peruanos, y digo debería, porque hay quienes en abierta confabulación con la prensa basura, difunden campañas mediáticas de desinformación con el claro objetivo de desestabilizar al Perú, promoviendo además junto con Sendero Luminoso el caos y la violencia en las calles, exigiendo a voz en cuello adelantar las elecciones, programadas para el 2026. Expectorados del Poder hace dos años con la ignominiosa caída del régimen filosenderista del delincuente terrorista Pedro Castillo - quien hoy se pudre en la cárcel por golpista y por ladrón - hoy pretenden volver al Estado para, cual infectas garrapatas, darse nuevamente la gran vida con los recursos públicos al cual se habían malacostumbrado desde la época de Paniagua. Como podéis imaginar, nos estamos refiriendo a los caviares. Como sabéis, en lenguaje coloquial, es común utilizar metáforas - o etiquetas -para describir comportamientos, estilos de vida y formas de pensar de ciertas personas. En ese sentido, “caviar” es una etiqueta muy peruana, utilizada para identificar a aquellos personajes que viven del Estado, sin brindar ningún servicio útil en favor de la ciudadanía. Aunque - eso sí - ¡cómo les gusta la buena vida! Por obvias razones, los caviares son estatistas. Si no ¿de quién vivirían estos gusanos? Son de aumentar impuestos a las empresas y población civil, realizar consultorías y asesorías que no sirven para nada, promulgar leyes y procedimientos que quedan en el olvido, fijar arbitrariamente precios de mercado según sus iluminados criterios, y así. Los caviares necesitan agrandar y burocratizar al Estado. Repito… de eso viven. Venga ya, personalmente creo que la etiqueta caviar que se les aplica es confusa y desorientadora. Estrictamente hablando, caviar es un exquisito manjar hecho a base de huevos de esturión; un pez que vive en los ríos y lagos de Rusia. Se trata de una comida fina - cara, por cierto - al alcance, solamente, de gente adinerada. Por ese motivo la palabra caviar nada que ver con aquellos personajes vividores, clientelistas, inútiles, etc. que muchos detestan, y que quisieran eliminar o - en todo caso - alejar lo más posible del aparato estatal. ¡Qué los caviares vean cómo se las arreglan, pero que no vivan del Estado! Es decir, que no vivan de los impuestos que esforzadamente pagan los peruanos. Entonces ¿por qué no llamarles parásitos que es lo que realmente son? Los parásitos - por definición - son organismos que viven de otros organismos, llamados hospedantes. Los parásitos pueden estar dentro del organismo hospedante, como las tenias o solitarias que viven dentro de los aparatos digestivos; o fuera del organismo, como las garrapatas, piojos o sanguijuelas que viven prendidos de las orejas, patas y / o heridas de los organismos hospedantes. Por otro lado, los parásitos no eliminan a sus organismos hospedantes, ya que éste es su medio de vida. Si muriera el organismo hospedante, moriría también el parásito. ¡Hasta en eso se parecen caviares con parásitos, son tal para cual! Entonces, insisto: si viven del Estado… y son buenos para nada ¿no sería mejor denominarles simplemente parásitos, en lugar de caviares? “Holgazanes con altos sueldos”… les llamaba el genial Solzhenitsyn. Se refería - obviamente - a los burócratas y vividores de la desaparecida Unión Soviética. Y si parásito a algunos no les parece apropiado ¿por qué no llamarles gusanos, garrapatas, piojos o sanguijuelas? En mi opinión, repito, el término caviar es mucho decir – ¡un halago! – para tipificar a aquellos mantenidos que no sólo no sirven para nada, sino que peor aún, les cuesta a los peruanos literalmente, un ojo de la cara. También se dice que los caviares andan prendidos de la teta del Estado. Efectivamente, los caviares no podrían sobrevivir por sí solos. No tienen cabida en empresas o instituciones privadas productivas y eficientes. Por ello, maman del Estado sin hacer nada productivo. Porque ¡no me vengan con que las millonadas gastadas en consultorías acerca de gobernanza institucional, ideología de género, violencia familiar, descentralización y regionalización, motivación laboral, cooperación interinstitucional, y demás han servido para algo! Puro papel. Pura basura. Y por si fuera poco… puro Copy – Paste. En todo caso, mejor llamémosles mamones, tal cual aquellos cachorros que maman más de la cuenta. Como sabéis, cuando los cachorros de cualquier animal son pequeños, y todavía no pueden valerse por sí mismos, dependen 100% de la leche de la madre.¿ Acaso los caviares no se parecen a aquellos mamones que viven prendidos de las tetas de su abnegadas madre, en este caso, el Estado? ¡Claro que sí! Ahora bien, algunos caviares - los peores - porque conocí a muchos de ellos cuando residí por un tiempo en ese país, y suelen provenir de universidades de élite. Idolatran a los organismos supra nacionales. Se juran intelectuales brillantes. Sin embargo - repito - no les gusta el trabajo productivo. ¿Productividad y eficacia? Cero. ¡Sólo de consultorías y asesorías irrelevantes viven estos caviares sofisticados! Y si las consultorías se realizan a través de organismos internacionales… ¡mejor aún! Los caviares gustan de la buena vida. Muchos visten ropa de marca, vuelan en primera clase, pernoctan en hoteles 5 estrellas, brindan con champagne francés y caviar (ahí sí), usan celulares de alta gama y se movilizan en carros de lujo… con chofer. El problema - insisto - es que todo eso corre no de su bolsillo, sino a cuenta del Estado. Es decir, de todos los peruanos. A lo que quiero llegar es que los caviares son una pesada e injustificada carga para la gran mayoría de peruanos… sobre todo, para los más pobres. Consecuentemente, ustedes harían bien en exigir la eliminación de todo ese cardumen parasitario estatista que, en vez de servir a la ciudadanía, se sirve de ella. Por ello exijan menos plata en el Estado… más plata en el mercado. Menos tramitología estatal… más libertad individual y empresarial. Menos corrupción… más integridad. Menos clientelismo político… más meritocracia y profesionalismo. Menos consultorías y asesorías innecesarias… más productividad y eficacia. Menos burocracia parasitaria… más austeridad y eficiencia estatal. ¡Ese debiera ser el clamor de la ciudadanía! Y en el caso de la llamada “caviarada”, llamemos las cosas por su nombre: A que son unas sanguijuelas que conspiran contra la Democracia. Por ello, la lucha contra ese cáncer maligno debe ser constante hasta su extirpación definitiva.
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