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martes, 11 de febrero de 2025

CRÓNICAS DEL HORROR: Memorias del infierno

Durante la época de terrorismo en el Perú, tanto el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL) como el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), usaron las aulas escolares y universitarias como centros de captación de miembros y propaganda de agitación (agitprop). Para Sendero Luminoso, a diferencia de otras agrupaciones de izquierda, el sistema educativo ejercía un espacio estratégico a través del cual podía transmitir su ideología y formar militantes. Por ende, convirtieron las escuelas, universidades y academias preuniversitarias en centros de captación, formación y agitación política. Como parte de esto, se buscaba controlar los espacios universitarios, especialmente las facultades de educación y de ciencias sociales, a través del cual formarían docentes ideologizados que, luego de graduarse, serían enviados a las escuelas de las diversas ciudades del país. Los docentes ideologizados formarían a los estudiantes en la ideología a la vez que dichos estudiantes transmitirían lo aprendido a sus familiares llegando, de esta forma, a las masas. Todo ello era posible ya que los terroristas contaban con la complicidad de las autoridades de esos centros de estudio, quienes arropándose en su falaz “autonomía universitaria” impedían que el Estado y las Fuerzas del Orden intervinieran en sus campus para acabar con esa lacra maldita. Esto posibilito que las maniáticas ideas de esas organizaciones criminales ganasen varios adeptos entre los jóvenes y se expandiesen como un cáncer maligno que afectó gravemente la enseñanza y el desarrollo de los centros superiores públicos, convirtiéndose así en nidos de terroristas, donde se organizaban sangrientos atentados y escondían sus arsenales, hallando también refugio en sus instalaciones para estar a salvo de la policía, impedidos de ingresar en sus instalaciones. Para Sendero Luminoso, las universidades era un campo de batalla más. Los estudiantes que no se sumaban a la prédica violentista y que solo querían estudiar y graduarse como profesionales, eran vistos como un enemigo más, y por lo tanto posibilidad de ser víctimas de algún ataque de sus huestes. Una de las primeras universidades más golpeadas fue la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga. Desde allí, Abimael Guzmán forjó aquella organización criminal a la que denominó Sendero Luminoso, arrastrando en su sangrienta locura a estudiantes y profesores, a la par que hostigaba a los profesores independientes y colocaba a más docentes cercanos a las prédicas senderistas. Por su parte, el MRTA optó por tomas de colegios con fines de propaganda además de considerar las universidades como espacios de propaganda y difusión ideológica. Durante la época de terrorismo tanto Sendero Luminoso como el MRTA, y sus aliados, lucharían por el control de los espacios educativos principalmente universitarios. En los años 70, durante el velasquismo, se establecieron en los planes de estudios de las universidades cursos de marxismo tales como el curso de “materialismo dialéctico”, “materialismo histórico” y “dialéctica de la naturaleza”. También se establecieron asignaturas como el de la “introducción a la sociología”, bajo una visión marxista-leninista. La implementación de estos cursos se dio gracias a la reorganización de la universidad producto de la Ley Universitaria de 1969, promulgada por el dictador Velasco Alvarado, y la consideración de que el marxismo ofrecía “una visión coherente y científica de la realidad social mediante la cual se podía comprender los aspectos de la sociedad” (?). Además, en las universidades se difundieron manuales de materialismo histórico, materialismo dialéctico y economía política producidos por la Academia de Ciencias de la URSS y las Ediciones en Lenguas Extranjeras de Pekín; y se reemplazaron profesores con profesores propuestos por los partidos dominantes en los gremios estudiantiles que se encargaron de dictar los cursos usando los manuales difundidos. A ello debemos agregar la dejadez e incapacidad de los corruptos regímenes de Fernando Belaúnde y Alan García que nada hicieron para revertir tal situación, especialmente este último, cuya afinidad ideológica con el MRTA - el otro grupo terrorista de tendencia aprista - era más que evidente (una prueba palpable de ello es que días antes de dejar el poder en 1990, hizo escapar de la cárcel a su cabecilla Víctor Polay Campos, hijo de un viejo correligionario del partido de la estrella). Hubo que esperar hasta 1991, para que con Kenyo Fujimori al mando, recién se pudiera intervenir militar y administrativamente las universidades públicas, lo cual permitió acabar casi en su totalidad con la infiltración del terrorismo en sus claustros. Fue una medida largamente esperada por la ciudadanía y con ello se pensó acabar así con la presencia subversiva en las universidades. En efecto, 21 de mayo de 1991 Fujimori mandó ingresar a miembros del Ejército Peruano a los campos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle- “La Cantuta” restaurando el principio de autoridad que no habían sabido ni querido implantar las autoridades universitarias ante el avance terrorista. La jornada se complicaría en horas de la noche, cuando un grupo de "estudiantes sanmarquinos" pretendieron hacer ingresar por una de las puertas del campus dos automóviles, uno rojo y otro negro. Ante una explosión en los exteriores del campus, los efectivos del Ejército los repelieron con ráfagas de metralletas. Tras una inspección a los autos, se halló ocultos trapos rojos y explosivos que habrían tenido como destino los pabellones de varias facultades. Un breve tiroteo fue el preludio de algo mayor en esa agitada noche sanmarquina. A la medianoche, ante el aviso de un sembrado de explosivos, ingresó al campus un grupo de personal policial especializado (UDEX); y con ellos, efectivos de la Infantería de Marina, el Ejército y la Policía Nacional. Retiraron varios trapos rojos en diversos lugares e incautaron numerosos explosivos. La intervención en la universidad estaba consumada. Al día siguiente, Fujimori reveló a la prensa extranjera sus intenciones, ya entonces evidentes, de realizar una “limpieza integral” de las universidades. No solo una limpieza física sino también “de otro tipo para lograr un clima académico, de disciplina y seriedad", dijo el mandatario. Sobre el argumento de que se estaría acabando con la autonomía universitaria, Fujimori dijo que “esta ya se había perdido hace mucho tiempo, porque no hay libertad de expresión ni autogobierno; hay más bien desorden”, criticó. Posteriormente se desarrollaron acciones de inteligencia para detectar rezagos de actividades terroristas y sus autores, a fin de neutralizarlos y con ello impedir un resurgimiento de la infiltración subversiva. Desde esta intervención hasta fines de la década de 1990, la presencia de organizaciones terroristas en los centros de educación superior desapareció casi por completo. La psicología nos enseña que los jóvenes y adolescentes pueden ser manipulados con facilidad. Así, pueden ser engañados y reclutados con el objeto de utilizarlos para el crimen y adoctrinarlos para el fanatismo. Eso nos demuestra el interés de las organizaciones terroristas en volver a infiltrarse en lugares frecuentados por la juventud. Actualmente vemos que grupúsculos como el ilegal Movadef (órgano de fachada de Sendero Luminoso), pretenden nuevamente infiltrarse en las universidades, embaucando a los jóvenes con su ideología plagada de odio, resentimiento y venganza. Es más, tras la ignominiosa caída del régimen filosenderista de Pedro Castillo, tanto la San Marcos como la de Ingeniería se convirtieron en refugio de miles de terroristas llegados del interior del país, con el objetivo de desatar el caos y la violencia en la capital durante la denominada “Primera Toma de Lima” (?) fracasando miserablemente en su intento. La policía los echo de allí y abandonados a su suerte por los caviares quienes los trajeron como ganado en camiones, regresaron como pudieron a su puna y nunca más regresaron. No obstante, es evidente que actualmente la infiltración de simpatizantes de grupos terroristas en las universidades es mínima si se compara con lo que sucedía décadas atrás, ello no justifica, bajo ninguna circunstancia, que sea ignorado. Más bien todo lo contrario: se debe alimentar la voluntad del Estado para lograr su completa eliminación. En esa línea, la Procuraduría Pública de Terrorismo, conforme a sus funciones, viene denunciando todo hecho ilícito relacionado con el terrorismo en las universidades para sancionar a los responsables y prevenir algún resurgimiento de estos grupos criminales. Asimismo, la Dirección contra el Terrorismo (Dircote) tiene un programa de información a los escolares y universitarios en que se explica qué fue el terrorismo y los crímenes que cometieron Sendero Luminoso y el MRTA. Ambos grupos fueron organizaciones criminales que utilizaron el terror, la violencia y los asesinatos para tomar ilegítimamente el poder. Hay que recordar que en noviembre del 2011, el Jurado Nacional de Elecciones rechazó la inscripción como organización política solicitada por el Movadef. El motivo fue adoptar como principio guía el “pensamiento Gonzalo”, que implica actos de violencia calificados como delito de terrorismo y delitos de lesa humanidad, los cuales vulneran el sistema democrático existente, la preservación de la paz, la vigencia de los derechos humanos y el desarrollo nacional. Pese a todas las medidas preventivas y legales que actualmente el Estado adopta para evitar y combatir la infiltración de grupos terroristas en nuestras universidades, será el rechazo de la comunidad universitaria y sus autoridades el que tendrá el papel fundamental. Lamentablemente, la mayoría de universitarios ignora actualmente quienes fueron Abimael Guzmán Reynoso y Víctor Polay Campos desconociendo el baño de sangre que estos malnacidos causaron al Perú. Es más, hay descerebrados como el drogadicto y asesino de policías Antauro Humala quien “admira” a Guzmán y así pretende ser candidato en las elecciones del 2026 a pesar de haber quedado al margen e impedido de participar por Ley. Sin embargo, ello no debe hacer que los peruanos bajen la guardia, sino, más bien, alimentar su voluntad de lucha frente al terrorismo y sus organizaciones de fachada, para finalmente extirparlos de la vida nacional. En lo referente a Sendero Luminoso, la toma de las universidades por el Gobierno en 1991 fue un pretexto para seguir cometiendo los atentados más sanguinarios que iban a tener como epicentro a Lima. Pero antes de dedicarme a ese asunto, quisiera tratar sobre la lucha fratricida por el poder al interior de esa organización criminal, donde la amante de Abimael Guzmán - Elena Iparraguirre - elimino a su rival Augusta La Torre, cuyas imágenes de su velatorio y un video del propio Guzmán bailando Zorba el Griego cayeron en manos de policía ese mismo año, donde se pudo reconocer a varios integrantes de la cúpula senderista que circulaban libremente y a quienes les llego la noche (Próximo capítulo: Muerte por encargo)
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