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martes, 26 de diciembre de 2023

“EL AÑO NUEVO VELASQUISTA”: Una burda copia de antiguas celebraciones

En aquellos tiempos de locura colectiva en el país andino, donde una oprobiosa dictadura izquierdista instaurada mediante un golpe militar en 1968 por Juan Velasco Alvarado quiso erradicar de raíz todo tipo de celebraciones cristianas (para imponer el culto a la personalidad a su persona, buscando imitar groseramente a los sátrapas de los regímenes comunistas que por ese entonces pululaban en el mundo), como lo hizo inicialmente con la Navidad, reemplazando a Santa Claus por un esperpéntico personaje llamado Taita Noel y presentando al niño Jesús y a sus padres, vestidos de indios, sino que también pretendió hacerlo con las celebraciones de Año Nuevo, buscando “peruanizarlo” con una disparatada ‘ceremonia’ en la cual se entonarían loas incesantes al dictador y su “robolución”, con danzas folklóricas de fondo, haciendo además ‘ofrendas’ a Túpac Amaru, icono por antonomasia del régimen. ¿Y porque llevaba el gorro de Santa Claus? De seguro pensaban reemplazar a ese espantajo de Taita Noel - a quien se dice que comenzaron a tirarle piedras cada vez que quería acercarse a los niños - por el Túpac Noel que en lugar de regalos iba a repartir libros con el Plan Inca y otras obras “revolucionarias”. Afortunadamente para el buen gusto, esta absurda ‘celebración’ nunca se llevó a cabo, porque en agosto de 1975, el tirano, que padecía de cáncer terminal a tal punto que le amputaron una pierna, fue derrocado por un felón mediante un incruento golpe con apoyo de la CIA, quien de inmediato dispuso el desmantelamiento de todo aquello que estuviera relacionado con el velasquismo, entre ellas y en primer lugar obviamente, sus ridículas ceremonias. Sin embargo, esta pretensión no paso al olvido ya que un semanario de la época dio detalles de cómo iba a celebrarse a finales de aquel año. La crisis económica se agudizaba cada día más, por lo buscaban un medio para distraer a la indiada del desastre que ellos originaron y que mejor que una ceremonia de varios días de duración donde correría el alcohol a granel. Pero leyendo la citada publicación, se puede constatar que los “ideólogos” del régimen no tenían ni imaginación, ya que todo era una burda copia del Año Nuevo Andino, el cual es una antigua tradición adoptada por el Imperio Inca. Esta celebración tiene lugar cada 21 de junio, que coincide con el solsticio de invierno en la zona del hemisferio sur, donde está ubicado el Perú. El Año Nuevo Andino era un festejo religioso en la época prehispánica donde rendían culto al dios Sol (Inti) y la Madre Tierra (Pachamama). Esta fiesta nació para rendir honor y respeto en el día más oscuro del año, ya que la creencia marcaba que aquí se reiniciaban los ciclos de cosechas. Así, se agradecía al Sol y la Pachamama por los alimentos otorgados, además de pedir por una nueva buena temporada de siembras en los productos agrícolas. Durante el Año Nuevo Andino, había ofrendas, sacrificios, actividades culturales y artísticas para retribuir la ‘bondadosa’ que era la conexión ancestral del Inti con la Madre Tierra y la repercusión que tenía está con los indios. Como podéis notar, esta celebración (que continúa llevándose a cabo en los andes peruanos cada 21 de junio) es la que los velasquistas también quisieron apropiarse y “trasladar” su celebración a Lima el 31 de diciembre. Es más, cuenta 7 Días, que hasta planearon realizarlo en el hipódromo de Monterrico, que iba a ser expropiado y reconvertido en el “Parque Popular Túpac Amaru” pero un hecho fortuito impidió que ello ocurriera, como fue el triunfo del caballo Santorin en el por entonces afamado Gran Premio Carlos Pellegrini en Buenos Aires en 1973, por lo que el dictador, ebrio como nunca, agarro el decreto de expropiación del hipódromo que ya lo tenía firmado, rompiéndolo en pedazos, mientras decía emocionado “Que parque ni que parque caraj…. Viva el Perú”. Entonces sus “ideólogos” buscaron otro lugar donde hacerlo y le echaron el ojo al Golf de San Isidro, pero la grave crisis económica los obligo a posponer sus planes para finales de 1975. Sin embargo, la caída del régimen en agosto de ese año acabo con todos sus desvariados sueños, que hoy yacen en el basurero de la ignominia ¿A qué no?
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