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martes, 14 de agosto de 2018

MISTI: El volcán tutelar de Arequipa

Quienes visitamos la “Ciudad Blanca” no podemos dejar de verla al momento de llegar a ella, ya que es visible desde las ventanillas del avión. Se trata del Misti, uno de los mayores símbolos de Arequipa. Localizado a los pies del valle del río Chili, con su cono casi perfecto, se eleva a 5.822 m.s.n.m., entre los volcanes Chachani (6.075 m) y Pichu Pichu, como parte de la Cordillera de los Andes. Pese a su aparente inactividad - ya que su última erupción ocurrió en el siglo XV - está considerado como de gran peligro por los expertos, ya que en caso de explosión, la lava, gases y cenizas calientes correrían velozmente hacia la ciudad. Precisamente, la última vez que estuve allí, note que su cumbre estaba cubierta por una capa de nieve, sin embargo, a los pocos días puede ver que salían columnas de humo y por cierto me asuste, pero me dijeron que son fumarolas y es algo habitual, demostrando que no esta completamente “dormido” . Cuenta la historia que en 1540, a la llegada de los españoles, el famoso volcán no tenia nombre y si lo tuvo alguna vez - como algunos sugieren - se había perdido de la memoria de sus habitantes; así figura en los archivos de la ciudad y además en diversas crónicas de tiempos de la conquista. Martín de Murúa lo llama simplemente “un volcán” y de esa forma se refiere a el cuando erupciono a finales del siglo XV, evento que él recogió en su obra “Historia del origen y genealogía real de los reyes incas del Perú y la Historia general del Perú” en el que cuenta como el volcán erupcionó violentamente durante el gobierno de Tupac Yupanqui (1440–1470). La crónica refiere que: “hubo en el distrito de Arequipa un espantable terremoto, precedido de un volcán que estaba tres leguas della. Empezó a lanzar tantas llamaradas de fuego y tan espeso y continuo, que la noche parecía día claro en las riberas del mar, y en todos los pueblos de alrededor. Pasados los días, el volcán se comenzó a cubrir de una nuebe[sic, para nube] tenebrosa y oscura, y cesó la claridad del fuego y la noche siguiente vino otro terremoto mayor que el pasado, cuyo ruido y temblor alcanzaba, todo el reino, y por el espacio de la noche nunca cesó el volcán de despedir de sí infinito rayos de fuego, y por cinco días continuos se fue prosiguiendo y con el fuego grañidísima hediondez de piedra, azufre y mucha cantidad de piedras y ceniza y truenos temerosos, que afirman los indios haberse oído hasta Chile y, esparcida la ceniza por los aires, fue llevada más de ciento cincuenta leguas…”(Murúa 1986 [1616]: 535-536; 1946). Su actual nombre de ‘Misti’, con el cual todos la conocemos actualmente, es una palabra de origen quechua que significa “hombre de raza blanca” ello debido a la gran cantidad de españoles que se asentaron en Arequipa durante el Virreynato, que eran llamados ‘mistis’ por los nativos, y como por esa época el volcán estaba casi enteramente cubierto de nieve - mucho mas que ahora - por extensión también se le denomino así y quedo el nombre. En cuanto a lo de “Ciudad Blanca” como se le conoce a la urbe, ello se debe a que desde su fundación española, fue enteramente construida de sillar, una piedra blanca formada con la deposición de cenizas ocasionadas durante las erupciones piroclásticas del volcán. Si revisamos los censos del siglo diecisiete y dieciocho, el 90% de su población era de raza blanca; no es de extrañar por ello que el valle se hispanizó rápidamente y que fue fiel a la Corona, incluso luego de la proclamación de la Independencia del Perú en 1821, que los arequipeños recibieron con abierta hostilidad. Su aversión a Lima desde entonces - a la que acusan con razón de centralista - es conocida, ha dado lugar a un extremo nacionalismo con el paso de los años, originando voces a favor de la proclamación de una “República Independiente de Arequipa”. Si bien de momento no han pasado de allí y todo puede calificarse de algo anecdótico, nadie nos puede asegurar que en el futuro no podrían dar pasos efectivos en esa dirección. En cuanto al Misti, no cabe duda que constituye un elemento fundamental y determinante de la belleza paisajística de Arequipa, convirtiéndose así en un gran recurso turístico. Si bien es posible escalarla luego de dos días de camino, para coronar su cumbre y observar su cráter, yo no lo haría por más que me la han ofrecido en varias oportunidades ¿Qué? ¿Y si en ese momento erupciona? No quisiera estar ahí para vivir esa “experiencia” :)
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