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sábado, 1 de diciembre de 2018

PERÚ: Los muertos no hablan

Las ridículas explicaciones de los voceros del fujimorismo sobre el origen y el camino que siguieron los aportes que recibieron para las campañas del 2011 y el 2016 se complican día a día y, en lugar de ganar verosimilitud, alimentan las sospechas que han motivado las investigaciones que el Ministerio Público viene desarrollando al respecto acerca de que provienen de Odebrecht, quien financio la campaña de la hoy encarcelada Keiko Fujimori, cabecilla de Fuerza Popular (una banda delincuencial que aun tiene el control del Congreso y al que la justicia ha calificado acertadamente como una organización criminal, creada para lavar dinero de origen ilícito). Sucede que el pasado domingo, durante una entrevista telefónica concedida al programa “Cuarto Poder”, el prófugo de la justicia Jaime Yoshiyama Tanaka, ex secretario general y ex candidato vicepresidencial de Fuerza 2011, ha mencionado de ‘pronto’ un nuevo dato que produce precisamente ese efecto. Según su retorcida imaginación, el dinero que le dio hace siete años a su sobrino, Jorge Yoshiyama Sasaki, con el encargo - como hemos sabido recientemente - de que consiguiese a quienes estaban dispuestos a figurar como ‘titulares’ de aportes que cubriesen la suma entregada, provino de un empresario amigo suyo. A saber, de Juan Rasmuss Echecopar, a quien definió como “uno de los hombres más ricos del continente” (?), interesado en colaborar con la campaña de la que él participó “en defensa del modelo económico”. Ha dicho, además, que, aunque vivía en el extranjero, cada vez que venía al país, Rasmuss le preguntaba telefónicamente cuánto necesitaba y le enviaba el dinero. “No recuerdo exactamente cuántas veces fueron, pero cada vez que me entregaba [dinero] era de su propia fortuna”, ha precisado Yoshiyama Tanaka, al tiempo de añadir que este generoso ‘amigo’ también contribuyó a la campaña del 2016. Ha sostenido, por otra parte, que no lo dijo antes porque el empresario en cuestión, ahora fallecido, le pidió que guardase el secreto, pero que los fondos fueron totalmente lícitos. Esto último, con el fin de negar expresamente que pudieran haber provenido de la empresa Odebrecht. Lejos han quedado, por supuesto, los tiempos en los que Keiko Fujimori sostenía sobre los recursos que llegaron a la campaña del 2011: “Todo está bancarizado”. Y más lejos todavía, aquellas declaraciones en las que el propio Yoshiyama Tanaka aseveró: “Por ley, el secretario general está impedido de entrar a ver los ingresos y los egresos del partido; no he tenido nada que ver en este tema”. Pero, aparte de la falsedad flagrante de esas afirmaciones que ahora es posible distinguir, el nuevo dato ‘revelado’ el pasado domingo entraña un problema de credibilidad difícil de superar. Ocurre que, al haber fallecido el supuesto aportante y no existir registro del dinero que presuntamente habría donado, el testimonio de Yoshiyama Tanaka se convierte, sencillamente, en palabras en el aire. Para todo efecto práctico, Rasmuss resulta un aportante fantasma más, igual que todos aquellos que ‘prestaron’ su nombre para que las cuentas ante la ONPE, ilusoriamente, cuadrasen. Y como su generoso’ benefactor’ ya esta muerto, no se puede corroborar lo dicho por Yoshiyama, a quien según sus afiebradas declaraciones, habría que creerle por mas absurdas que sean. Siguen en pie, en consecuencia, las sospechas que levantaron las declaraciones de Jorge Barata a los fiscales peruanos el 28 de febrero de este año y que vale la pena recordar. “Nosotros aportamos al partido Fuerza Popular. Y la persona que representaba al partido era el señor Jaime Yoshiyama. Con él hemos conversado, a él le dimos los aportes. Nosotros inicialmente aportamos 500 mil en la campaña del 2011”, fue lo que dijo en esa oportunidad el ex representante de Odebrecht en el Perú. Y sobre la importancia que tenía Yoshiyama en la campaña del 2011, Barata enfatizó: “Entendíamos que el señor Yoshiyama era un líder del partido político, era un jefe del partido político, era el jefe de la campaña”. En nada desvirtúa, entonces, el súbito ‘recuerdo’ de Yoshiyama la coherencia de la hipótesis de la fiscalía sobre los oscuros orígenes de los recursos del fujimorismo en la campaña del 2011. Como era de esperar, tal disparatado argumento inculpando a un muerto, ha generado todo tipo de reacciones incluso entre su propia gente, quienes dudan de ello, ya que todo apunta a que Yoshiyama ha intentado una vez mas sorprender al país. Esta versión, que más suena a una coartada ante los destapes de la investigación del Ministerio Público, busca desviar la atención de los verdaderos responsables, por lo que raya en lo absurdo. Esperemos que la INTERPOL capture a este delincuente a la brevedad posible para traerlo de vuelta al Perú - a quien la justicia dicto 36 meses de prisión preventiva por el delito de lavado de activos - ya que tiene mucho que responder acerca del origen de esos fondos… culpar a un muerto no lo salvará de terminar en la cárcel :)
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