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sábado, 11 de diciembre de 2021

PERÚ: Aquel oscuro individuo

Dicen que cada país tiene el gobernante que se merece y no cabe duda que ello se aplica perfectamente al Perú, donde las masas ignorantes eligieron a un burro en unos cuestionadísimos comicios signados por el fraude y ahora pagan las consecuencias de su estupidez. Como podéis imaginar, nos estamos refiriendo a un tipejo de lo más impresentable llamado Pedro Castillo, de ideas trasnochadas, limitadísimo lenguaje y nula inteligencia - empeñado en instaurar a como dé lugar una dictadura comunista - quien pudo salvarse esta semana del primer intento de vacancia formulado en su contra gracias al apoyo de elementos prontuariados en el Congreso quienes le salvaron el cuello de momento, pero ahora le tocara pagar dicho “favor” por lo que no nos sorprenda que más adelante, al ver que no cumple con lo ofrecido - y no lo va a hacer porque no tiene palabra - van a ir a por él. Ante todo, cabe recordar que hace casi cuatro años, en diciembre del 2017, el conocido lobbysta y Traidor a la Patria Pedro Pablo Kuczynski enfrentó el primer intento de vacancia por parte de la oposición en el Congreso. El judío era uno más de los varios políticos peruanos salpicados por los múltiples escándalos de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht. Luego de anunciar públicamente que no renunciaría, PPK sobrevivió a ese primer asalto por poco: hacían falta 87 votos (dos tercios del número total de congresistas) para que la moción de vacancia prosperara, pero los vacadores solo alcanzaron 79. Pero para el siguiente asalto, tras conocerse reveladores testimonios que lo involucraban en nuevos actos de corrupción, no tuvo tanta suerte. El nuevo intento de vacancia en marzo del 2018 no llegó a votarse en el Pleno del Congreso. El 14 de ese mes, un día antes del debate y votación, PPK renunció tras conocerse la compra de votos que hizo para evitar su humillante destitución a un sector del fujimorismo, a cambio del “indulto humanitario” que había concedido ilegalmente al exdictador Kenyo Fujimori, al cual no tiene derecho alguno tras ser condenado a 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad. El escándalo origino que este sea anulado y el condenado volvió a la cárcel del cual nunca debió haber salido. En cuanto a Kuczynski y su ignominioso final (quien hoy se encuentra bajo arresto domiciliario “por su avanzada edad” en espera de su juicio), inauguro la temporada de caza al inquilino de Palacio en el Perú que se vive desde entonces. Hubo de pasar tres años, cuando en septiembre del 2020, el sucesor de PPK, su antiguo vicepresidente Martín Vizcarra, sobrevivió a un primer intento de vacancia en el Pleno del Congreso por corrupto y por ladrón. Como recordareis, este lagarto había hecho de la confrontación diaria con el Congreso, su principal - y única- estrategia política. Al punto de que un año antes, el 30 de septiembre del 2019, disolvió inconstitucionalmente el poder Legislativo (como hizo Fujimori en 1992) erigiéndose desde entonces en dictador. El muy infeliz pretendió eternizarse en el cargo y para ello llamo a nuevas elecciones congresales creyendo ilusamente que podía mantenerlos bajo su control, pero se equivoco completamente. Sería este nuevo Congreso, elegido en enero del 2020, el que intentaría en dos ocasiones deshacerse de él, y el que finalmente lo vacó por incapacidad moral permanente con el voto de 105 congresistas, 18 más de los que hacían falta para sellar la suerte de este miserable delincuente. De ahí en adelante, y antes de las elecciones de este año, el Perú sumó dos presidentes más, uno de los cuales no llegó a cumplir una semana en el cargo. Se esperaba, con no poca ingenuidad, que las elecciones generales del 2021 aportaran algo de calma y permitieran al país reencontrar el rumbo en el año del Bicentenario de su independencia. Ocurrió, obviamente, todo lo contrario, ya que el encargado de la presidencia Francisco Sagasti (reconocido admirador de terroristas) hizo todo lo posible para que esas elecciones amañadas de raíz las “ganase” su camarada Pedro Castillo - terrorista convicto y confeso - quien se presento como candidato de la organización delincuencial Perú Libre (organismo de fachada de Sendero Luminoso) no ocultando su deseo en campaña de instaurar en el Perú “su república popular de nueva democracia” siguiendo al pie de la letra las enseñanzas de su maestro y guía Abimael Guzmán, cabecilla de Sendero y condenado por sus abominables crímenes a Cadena Perpetua, al cual Castillo no pudo indultar como era su promesa electoral, porque la muerte del genocida se le adelanto. Era de esperar que tras el fraude consumado en esos comicios, la oposición democrática intentara removerlo del cargo que usurpa ilegalmente a la primera oportunidad. Los vergonzosos inicios del mandato de Castillo, que fue incapaz de nombrar un gabinete completo sino hasta pasado dos días de jurar el cargo - gentuza de la peor calaña igual a él - y que ha debido cambiar a 10 de esos indeseables elementos (incluido a quien eligió como primer Ministro, un cocainómano con comprobadas conexiones con el narcoterrorismo) en poco más de cuatro meses, no auguraban nada bueno. Para sorpresa de casi nadie, ha sido incluso peor. A las idas y venidas y contradicciones habituales en sus improvisados mensajes, al nombramiento de figuras cuestionables como ministros y otros cargos claves, a su negativa a conceder entrevistas a los medios de comunicación y transparentar las acciones de su régimen, se han sumado en semanas recientes nuevos casos de corrupción y tráfico de influencias, que involucran tanto al propio Catillo, como a sus secuaces de su entorno criminal con quienes (des)gobiernan al Perú. Así, pese a que cuando asumió el cargo se le había indicado que ya no podía hacerlo, Castillo ha venido despachando de forma clandestina mismo delincuente - sin registros publicados - en una vivienda privada, en lugar de en su oficina de Palacio de Gobierno como por ley está obligado. Ahí ha recibido a ministros y empresarios para realizar oscuros negociados sumamente lesivos para los intereses del país, lo que a todas luces, constituye un delito. Esa grave revelación, sumada a otros casos por parte de miembros de su entorno delincuencial, hizo que ganara fuerza una primera moción de vacancia presentada por 28 legisladores a finales de noviembre. Sin embargo, la moción no pasó a votarse en el Pleno ya que el 7 de diciembre no consiguió los 52 votos necesarios para ello. Ello debido a que Castillo se reunió en la víspera con ciertos congresistas de la “oposición” involucrados en sonados escándalos de corrupción, quienes a cambio de su impunidad votaron en contra, tal como efectivamente ocurrió. Pero con el pasar de los días se darán cuenta de que las promesas dadas por ese individuo no se cumplirán y la situación cambiará. En la desprestigiada clase política peruana, los “aliados” de hoy son los enemigos del mañana, que se alejaran de su lado cuando vean la “inconveniencia” de seguir blindándolo. Entretanto, Castillo continúa lanzando ridículas arengas y victimizándose como si, en lugar de tener que enderezar el rumbo de su desastroso régimen, se encontrara todavía en campaña. Pero en estos últimos tiempos, la supervivencia de un mandatario en el Perú - que llegue a cumplir los cinco años que la Constitución dicta - debido a los escándalos de corrupción en los que aparecen involucrados, es ya una mera cuestión aritmética. Se cuenta o no se cuenta con los votos - 52 de 130 - para llevarlo al Pleno. Y, una vez superado ese primer escollo, se cuenta o no con los 87 (también de 130) necesarios para dictaminar su incapacidad moral permanente y con ello, removerlo del cargo. Lo que los peruanos han entendido en estos años de crisis política es que, cuando el Congreso dispara una primera vez, sin lugar a dudas volverá a disparar una segunda. También, que los tiempos son cada vez más cortos: de los tres meses entre la primera y segunda moción de vacancia contra Kuczynski, se paso a un interregno de solo un mes en el caso de Vizcarra. Por otro lado, si algo han aprendido los peruanos en estos casi cinco meses de caótico e improvisado mandato de Castillo, es que este sujeto que en su medio lenguaje se autotitula ‘prosor’, es alérgico al aprendizaje y no parece comprender la endeblez de su régimen filosenderista, desaprobado por más del 60% de los peruanos. Puede que haya sobrevivido al primer intento de vacancia, ¿pero sabrá prepararse para el siguiente? Todo parece indicar que no y es solo cuestión de tiempo de que siga el camino ya seguido por quienes lo antecedieron. Castillo cometería un error grave de cálculo si cree que va a seguir en el poder por cuatro años y medio más, al amparo de elementos como César Acuña, José Luna y los de Acción Popular, quienes esta vez no han permitido ni incluso que se acepte la discusión de la moción de vacancia planteada por sus actitudes dictatoriales y sin la menor capacidad para estar al frente de un país que atraviesa una gravísima crisis, agravada por la pandemia del Coronavirus que no ha podido ni sabido enfrentar. Si Castillo insiste en una ilegal y antidemocrática asamblea constituyente de la mano de Vladimir Cerrón y Guillermo Bermejo, mantiene su política de espanto a la inversión privada a través de personajes como su premier Mirtha Vásquez, no cambia a ministros como el de Educación y Transportes y Comunicaciones, no aclara las reuniones en el pasaje Sarratea con proveedores y lobistas, y no explica la bonanza económica de su exsecretario Bruno Pacheco, todo estará perdido para él. Y cuando eso suceda, lo primero que va a reaccionar es la gente a pie, y una vez que esta comience a llenar con su indignación las plazas y las calles exigiendo la salida de quien jamás debió haber llegado a Palacio, los Acuñas, los Lunas y los de Acción Popular serán los primeros en abandonarlo a su suerte, para que no os identifiquen con él. En ese momento ya no servirán de nada los diálogos, las reuniones en Palacio de Gobierno ni los “arreglos” bajo la mesa, como sucedió en la víspera de la votación. Eso de que apoyaron al ahijado de Cerrón por “la gobernabilidad” o para dar “estabilidad”, no se los creerá nadie. Será el precio a pagar por no dejar que Castillo ni dé explicaciones al país por sus delitos. Pese a ser nuevo en política, Castillo debería saber que el Perú muchos de los remedos de “partidos” no se sustentan en ideologías, principios ni vocación de servicio, sino en intereses. Cuando todo se venga abajo, ni las izquierdas de Verónika Mendoza y Marco Arana, hoy cómplice de este oprobioso régimen de quien vive de espaldas al país, moverán un dedo por volver a salvar a quien tendrá que salir por la puerta falsa de Palacio de Gobierno, como ya se ha visto recientemente. Es innegable que en medio de la improvisación más absoluta que se vive actualmente, la historia volverá a repetirse :)
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