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martes, 1 de febrero de 2022

NAYLAMP: Secretos perdidos en el tiempo

Hasta la llegada de los audaces expedicionarios españoles que conquistaron el Imperio Inca en 1532, los habitantes del desierto de la costa norte del Perú narraron de generación en generación el relato de un dios único: Naymlap. Junto a su esposa principal, su descendencia y su corte, este misterioso ser llegó a Lambayeque en balsas - nadie sabe de dónde - para establecerse y reinar sobre esas tierras. La figura divina de Naymlap, en parte hombre y en parte ave, se instaló en la memoria colectiva del pueblo con una fuerza tan vital que, aún hoy, los arqueólogos siguen encontrando evidencias de su culto en cerámicas, murales o máscaras fúnebres de impactante calidad artística. Al respecto, la historia de la llegada de Naymlap ha sido descrita por el historiador Jorge Zevallos Quiñones como “quizá la página más rica que tiene la historia de la literatura norperuana”. En ‘Naymlap. Lambayeque Memory and historical materiality’, publicado por EY Perú, el lector podrá disfrutar este relato en su versión original, como fue recogida en el siglo XV por el cronista Miguel Cabello de Balboa. Razones no faltan para la afirmación de Zevallos. Se trata de un dios que llega del mar, gobierna con justicia y levanta el palacio de Chot, donde se adora a Yampallec, una figura esculpida en piedra verde que lleva su rostro. Pero, con el tiempo, todo cambia. Naymlap parte al horizonte transformado en un ave y su descendencia lo sucede en reinados que distan mucho de la capacidad con que llevó el suyo. La gota que rebalsa el vaso fue el traslado de Yampallec a una nueva ubicación, rompiendo con la tradición impuesta por Naymlap. Las catástrofes naturales que trae esta decisión llevan al pueblo a destronar al rey Fempellec, quien es arrojado encadenado al mar. Con su trágico final, se pone fin a la descendencia de Naymlap en el poder. Como sabéis, durante décadas el relato de Naymlap ha generado un arduo debate entre los estudiosos del pasado: ¿existió realmente este dios llegado del mar o es todo una leyenda? La pregunta es interesante en tanto, como descubrirá el lector de ‘Naymlap. Lambayeque Memory and historical materiality’, se ha logrado ubicar al palacio de Chot y una inmensa cantidad de piezas arqueológicas relacionadas a este extraño dios. Año tras año, diversos especialistas estudian desde sus disciplinas los distintos ángulos del relato de Naymlap, así como los rastros de la vida de los pobladores prehispánicos de la costa norte del país. Entre ellos se encuentra Carlos Wester, historiador, director del Museo Arqueológico Nacional Brüning y curador de la obra, quien tiene una hipótesis sobre esta historia: “Naymlap no sería un extraño sin relación alguna con Lambayeque, sino un mandatario que retorna a su tierra, luego de haber vivido por algunos años en las islas cercanas”. Para llegar a esa conclusión, Wester se basa en sus estudios de la iconografía y el arte de los Mochica, cultura antecesora a Lambayeque, para plantear la idea del arribo. “Y una segunda razón es que en el relato se habla de que los estaban esperando. Llegan y son recibidos. Y toman decisiones como si fuera su territorio: construyen un templo y hacen una serie de cosas que un cualquiera no puede hacer. Ese es su territorio, son sus antepasados, y por lo tanto vuelven a él”, sostiene. Los estudios de Wester han utilizados para comprender nuevos aspectos de los Lambayeque. A sus investigaciones se suman las de profesionales extranjeros que han dedicado décadas a este árido y desafiante espacio de la costa peruana. En ‘Naymlap. Lambayeque Memory and historical materiality’ se encuentran también las ideas de Susan Ramírez, Neville G. Penrose Chair en Historia y Estudios Latinoamericanos en Texas Christian University, quienes han analizado miles de folios de archivos coloniales para lograr desentrañar, por ejemplo, los significados de los nombres de los principales personajes del relato. Así, Ramírez ha encontrado que Naymlap significa ‘ave de agua’, y el nombre de su mujer, Ceterni, significa ‘útero’. “Yo creo que ella fue, por lo menos en la tradición oral, la madre de todos”, intuye la especialista. En el caso Fempellec, el último de los mandatarios descendidos de Naymlap, su nombre significa “el que está llorando, gritando o quejándose”, algo que, explica Ramírez, guarda relación con su trágica muerte. Los debates sobre el relato de Naymlap también se remiten a la forma en que fue recogido: de manos de cronistas. Esta historia es primero documentada por Miguel Cabello de Balboa y, casi dos siglos más tarde, por Justo Modesto Rubiños y Andrade. ¿Cuánto puede haber condicionado la visión cristiana de estos cronistas en la construcción de sus relatos? Al respecto, el antropólogo peruano Federico Kauffmann Doig diferencia las misiones que tenían encomendadas Cabello de Balboa, quien fue un cronista en todo el sentido de la palabra, y Ruviños, quien, por su parte, era un párroco que se propuso historiar a quienes habían ocupado su cargo antes que él. “Por lo mismo, la versión que recoge sobre Naymlap resulta ser parca comparada con la de Cabello, quien en su condición de cronista tenía por misión registrar detalles de toda índole a lo largo de su recorrido por lo que había sido el país de los incas”, explica Kauffmann Doig. Jeffrey Quilter, director del Peabody Museum of Archaeology & Ethnology, Harvard University, recomienda tomar precauciones al analizar el relato. Señala, por ejemplo, la idea de que el no seguir las tradiciones del reinado de Naymlap haya traído a sus descendientes un final trágico. “Debemos tener un poco de cuidado con que esta historia moral de los problemas del reino no sea parte de la historia de los españoles que tradujeron, mirando el relato con los lentes de sus propias religiones”, apunta. Mención aparte merecen los hallazgos en metalurgia de figuras que refieren al relato de Naymlap o, directamente, a la figura de este mandatario. El tumi, por ejemplo, se sabe hoy que es una representación de este dios ornitomorfo. Sobre la calidad de los trabajos orfebres en Lambayeque se ha hablado mucho en el mundo y, aún hoy, continúa maravillando a los especialistas. “Los plateros de la costa norte del Perú eran increíbles, con mucha innovación. Cuando hablamos de la cultura Lambayeque en sí, estamos viendo un momento increíble, una explosión de la producción de obras de metal”, señala Joanne Pillsbury, curadora en Arte de las Antiguas Américas del Metropolitan Museum of Art, en Nueva York. Pillsbury se ha acercado a los orfebres del antiguo Perú no solo como trabajadores, sino como artistas y personas vinculadas con lo divino. “Estos metales no tenían valor solamente por ser una cosa con un mercado en sí, sino que tenían un valor simbólico y, a lo mejor, tenían una energía, una ‘animación’”, explica. Así, quienes vestían las piezas en oro o plata trabajadas en Lambayeque no solamente marcaban una diferencia en cuanto a poder económico, sino que enviaban una clara señal de estar vinculadas con lo divino. Los estudios de Pillsbury, junto con los de los especialistas nombrados, se unen a los de Luis Alfredo Narváez, director de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Lambayeque, para hacer de ‘Naymlap. Lambayeque Memory and historical materiality’ una publicación imprescindible para todo aquel que quiera acercarse al extraño mundo de los Lambayeque :)
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