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sábado, 12 de mayo de 2018

VENEZUELA: Democracia y dignidad

Todo va quedando listo para la realización de las elecciones presidenciales en Venezuela, a celebrarse el próximo 20 de mayo, a pesar de la vomitiva campaña mediática de desprestigio montada en su contra por los EE.UU. y sus lacayos que tratan de impedirlo a toda costa, llegando al ridículo de “ordenar que se suspenda los comicios” como si de una colonia suya se tratase, amenazando con no “reconocer” los resultados: “No habrá una verdadera elección en Venezuela y el mundo lo sabe. Será una elección falsa”, afirmó en la moribunda OEA el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence. ¿Qué autoridad moral puede tener este vil sujeto para enjuiciar las elecciones en otro país que no es el suyo? Quien reivindica la infame Doctrina Monroe, bajo cuyo manto se erigieron las más sangrientas dictaduras en América Latina con el objetivo de defender oscuros intereses, no es nadie para venir a dictar su voluntad. Venga ya ¿tanta desesperación puede causar que todos sus planes para intentar desestabilizar a la Revolución Bolivariana hayan fracasado miserablemente? ¿No eran los mismos que mediante la llamada MUD - una coalición de partidos opositores que por orden de Washington dieron inicio a una campaña de terror para generar un clima de ingobernabilidad en Venezuela, utilizando métodos sanguinarios similares a los usados por ISIS - exigían a voz en cuello el adelanto de los comicios, que debían celebrarse a finales del 2018? ¿No deseaban elecciones adelantadas? Ahí lo tienen, pero como saben que no tienen opción alguna de vencer al oficialismo debido a su desorganización y ambiciones de sus dirigentes, cambiaron de opinión y ahora no lo quieren ¿Quién los entiende? “Estos comicios nos ha pillado por sorpresa y nos han agarrado con los pantalones abajo”, confesó el propio Henry Ramos Allup, de Acción Democrática (AD) con el ‘fino’ lenguaje que lo caracteriza. Su rotundo fracaso ha quedado en evidencia una vez más y ahora buscan abiertamente, en lo que puede calificarse perfectamente como un acto de Traición a la Patria, una intervención militar estadounidense, para intentar recuperar sus privilegios perdidos en 1999, ‘envalentonados’ por las declaraciones del Criminal de Guerra Donald Trump, quien en reiteradas ocasiones ha afirmado que esta a favor de esa medida. Por cierto, su odio visceral a la Revolución lo ha llevado a promover un bloqueo económico y una serie de sanciones indiscriminadas que impiden la importación de alimentos, medicinas y maquinaria para el sector productivo, buscando además el aislamiento internacional de Venezuela para provocar el colapso del régimen, con el objetivo final de instaurar un gobierno títere y apoderarse de su riqueza petrolera. Las autoridades venezolanas han expresado reiteradamente que estas sanciones buscan derrocar al Gobierno para favorecer a una oposición golpista que, tras las protestas y los tres procesos electorales ganados sucesivamente por el oficialismo en el 2017, sufrió una profunda fractura en su seno, perdiendo el respaldo de la población y no pueden siquiera presentar una propuesta de gobierno para los próximos años. El temor fundado a una nueva y lapidaria derrota es lo que los ha llevado a cuestionar estos comicios, cuya limpieza y transparencia esta garantizada de antemano. Si al final deciden no participar intentando boicotear su realización - tal como lo hicieron en los pasados comicios en donde se eligió a la ANC - peor para ellos porque lo perderán todo. Es inaceptable por otra parte el reciente pronunciamiento del Parlamento Europeo exigiendo la ‘suspensión inmediata’ de las elecciones en una acción que solo puede catalogarse como una grosera injerencia y una violación a la soberanía venezolana. Lo más insólito es que esa resolución haya sido impulsada por partidos políticos que en sus propios países atentan contra los derechos civiles y las libertades políticas de sus ciudadanos. Solamente hay que echar un vistazo a la crisis de la institucionalidad democrática en España, por ejemplo, con la brutal represión que practica en Catalunya, intentando acallar por la fuerza sus ansias de libertad para darse cuenta que no tienen moral alguna para dar ‘clases de democracia’ a nadie. Ese mismo guión quiso seguirlo el fracasado Grupo de Lima el pasado 14 de mayo, donde como era de esperar, un grupo de perros falderos del imperialismo que como era obvio, ‘condeno’ al gobierno venezolano por orden de su amo, quien ni siquiera se digno a estar presente y envió a un funcionario de tercer nivel, demostrando la ‘importancia’ que tiene para el ese tipo de encuentros y el desprecio hacia los que viven ‘en su patio trasero’.Fue otra declaración hueca y vacía de contenido del cual hoy nadie se acuerda. Por el contrario, los venezolanos confían en su sistema democrático. El Consejo Nacional Electoral fue sido reconocido internacionalmente como un árbitro transparente en más de 20 elecciones que ha llevado a cabo en casi dos décadas de Revolución Bolivariana. Lo que se observa en este momento es un pueblo en campaña, movilizado, consciente, que asume su compromiso con el futuro de la patria y especialmente con la democracia. Porque esta, como ha señalado su presidente Nicolás Maduro (quien va a la reelección y tiene el 71% de las preferencias, según el último sondeo de opinión dado a conocer por la encuestadora Hinterlaces) no es una democracia de élites como antaño, es una democracia “para los muchos, y lo justo es lo que es bueno para toda la gente”. Es por ello que hay que estar atento para desbaratar todos los planes de esa derecha apátrida y mil veces fracasada de querer impedir la realización de los comicios porque sabe que significaría la consolidación de la Revolución ya que no habrá vuelta atrás. Se trata por ello de una elección fundamental, de una lucha incesante entre la guerra y la paz; entre la injerencia y la soberanía; entre la ignominia y la dignidad. Vamos Venezuela. Hasta la victoria siempre :)
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