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sábado, 12 de noviembre de 2022

PERÚ: La dictadura de la ignorancia

Como no podía ser de otra manera, el protagonista de esta semana es Aníbal Torres, aquel viejo senil escapado sin duda de algún psiquiátrico que vomita odio un día sí y al otro también, tratando de culpar a otros de su fracaso en su labor de escudero de un impresentable sujeto como el filosenderista Pedro Castillo (contra quien por cierto, la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales acaba de aprobar este viernes la denuncia constitucional de Traición a la Patria, proponiendo su inhabilitación, el cual ahora deberá ser visto el próximo miércoles por la Comisión Permanente y luego por el pleno del Parlamento). No os imagináis las risas que nos echamos al escuchar a ese vejete, por lo cual cada día que pasa estoy más convencido que el analfabeto que usurpa el poder - al cual llego mediante el fraude - lo coloco en ese puesto únicamente para que ese pobre diablo haga el ridículo a ver si el Congreso lo censura de una buena vez y gaste su “bala de plata”, con el claro objetivo de tener la excusa perfecta y disolverlo, para instaurar a continuación “su república popular de nueva democracia” siguiendo las enseñanzas de su maestro y guía Abimael Guzmán, que es su malsana obsesión. Pero para su mala suerte no puede ver cumplidos sus deseos, ya que los legisladores no caen en su juego y ello lo tiene de muy mal humor, como puede notarse en sus furibundos y continuos ataques tanto al Congreso, la Fiscalía de la Nación y los medios de comunicación independientes que lo tienen cada vez mas acorralado por nuevas y graves denuncias en su contra que se descubren a diario y que más temprano que tarde terminaran por llevarlo a la cárcel por corrupto y por ladrón. De allí que demostrando una ignorancia supina - propia de el - ha decidido recurrir a las ‘cuestiones de confianza’ para intentar obligar al Congreso a hacer su voluntad, a pesar de saber que el Tribunal Constitucional haya dictaminado previamente en contra de su absurda pretensión, por lo cual dicho pedido es ilegal y no tiene sustento desde todo punto de vista. Como recordareis, el último martes, tratando de que pase a segundo plano la multitudinaria y contundente protesta del sábado en contra del régimen y de la cual seguía hablándose en los medios y en las redes, aquel que funge de primer ministro ensayó una maniobra distractora que quería ser ingeniosa: dirigió un oficio al presidente del Congreso, José Williams, en el que pedía ser recibido en el pleno para presentar una cuestión de confianza atada a la demanda de que la representación nacional vote de inmediato el proyecto del Ejecutivo que busca anular la ley que limita, precisamente, la cuestión de confianza. Exigía, de paso, que el proyecto fuese exonerado del trámite en comisiones y pasara directamente a la sesión plenaria que debía tener lugar ese mismo dúa. La noticia, obviamente, produjo revuelo, porque la ciudadanía tiene asociadas las cuestiones de confianza a la disolución del Congreso. Esto gracias al controversial episodio de la “denegación fáctica de la confianza” protagonizado por el lagarto Martín Vizcarra tres años atrás. Pasado el alboroto inicial, sin embargo, la pretendida ofensiva oficial mostró sus limitaciones. A saber, el hecho de que, según la ley vigente, el jefe del Gabinete solo puede plantear cuestiones de confianza sobre materias de competencia del Ejecutivo, relacionadas, además, con la concreción de su política general de gobierno… y esta no lo es. Específica adicionalmente la norma actual que las cuestiones de confianza no pueden ser planteadas como medio para forzar la aprobación de reformas constitucionales ni por asuntos que afecten las competencias exclusivas del Legislativo. El alegato esgrimido por el escudero de Castillo en el sentido de que la aparente necesidad de dejar sin efecto esta ley tiene que ver con el eje número seis de la política general del Gobierno (relacionado con el fortalecimiento del régimen democrático) simplemente no se sostiene. El “fortalecimiento del régimen democrático” es justamente lo que el afán de obligar al Legislativo a anular lo que ese mismo poder del Estado aprobó en el ejercicio de sus atribuciones meses atrás amenaza. Cabe añadir que ya el Ejecutivo presentó una demanda de inconstitucionalidad contra esa ley, y que el Tribunal Constitucional (TC) la declaró infundada en febrero. No es de extrañar, por eso, que los especialistas en derecho constitucional hayan coincidido en señalar que el mecanismo que se ha tratado de activar debe ser declarado improcedente cuantas veces lo presenten. La finta de la cuestión de confianza que comentamos, en consecuencia, no tenia futuro, y ha hecho bien, en consecuencia, el presidente del Congreso, José Williams, en responderle formalmente a Torres para indicarle que no era posible atender su pedido “en los términos planteados”. Incluso, este viernes la Comisión de Constitución decidió mandarlo al atchivo. Según el presidente de dicho grupo de trabajo, Hernando Guerra García, el argumento principal para desestimar la propuesta es que es inconstitucional. Pero eso no ha de preocupar demasiado al régimen, ya que desde el principio sus voceros tienen que haber sabido que su aparatosa acometida tenía piernas cortas. Lo que ellos perseguían es simplemente distraer a la opinión pública de la inclusión del titular de Comercio Exterior y Turismo, Roberto Sánchez, en la investigación fiscal que se sigue a Castillo como cabecilla de una red criminal denominada La Chota Nostra y que funciona dentro de su administración. No se debe perder de vista, por otro lado, el ánimo de victimización que existe también en distintos miembros del Gabinete (“nosotros, como Ejecutivo, nos encontramos maniatados”, clamo la ministra de ‘Cultura’, Betssy Chávez, a propósito de la ley que se quiere anular) en estas fechas próximas a la llegada de la misión de la OEA al país andino. La verdad, no obstante, es que solo una misión muy sesgada podría comprarse ese disparatado discurso sobre un Congreso que aparentemente “avasalla” a Castillo y su banda delincuencial, y se inventa - junto con el Ministerio Público y la prensa - una corrupción en el régimen “que no existe” Lo que estamos viendo es, ni más ni menos, un vulgar intento de tapar el sol con un dedo. Y esos ímpetus, como sabéis, a estas alturas ya nadie se lo cree. Precisamente, una demostración de ello sucedió el último jueves, donde en respuesta a la multitudinaria manifestación en contra de Castillo el pasado fin de semana, un grupúsculo afín al oficialismo -quien coordino previamente con el propio Castillo en Palacio - pretendió realizar “la toma de Lima” asaltando y cerrando el Congreso, pero fue un rotundo fracaso, con mayor razón al saber que no les pagarían con dinero en efectivo, tal como les habían prometido a quienes habían traído como ganado desde provincias aledañas a Lima, sino con un caldo de pollo - por lo que no tardaron en desbandarse, atacando a la policía y periodistas, así como robando y asaltando a su paso como los delincuentes que son, quedando en evidencia así la orfandad de un régimen que en medio de su ignorancia - por mas amenazas que haga ahora Castillo que ha sido acusado de Traición a la Patria, y que no son más que manotazos de ahogado - vive sus horas de agonía :)
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