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sábado, 21 de septiembre de 2024

BOLIVIA: El ocaso de un modelo

La gente no suele pensar en Bolivia; es un país pequeño en el corazón de Sudamérica. Pero siempre que se menciona, la gente piensa en el fracasado socialismo y en el narcopedófilo Evo Morales, que gobernó el país entre el 2006 y el 2019. Algunos desubicados incluso llegaron a calificar el modelo económico que impulso este vil sujeto - enemigo jurado del Perú - de “milagro socialista” por la aparente estabilidad económica y monetaria boliviana en la década del 2010. Pero esta percepción distaba mucho de ser realidad ya que al final todo fue un espejismo y cuando se acabó el gas el globo llego a explotar, arrastrando al país a una grave crisis energética y económica debido a la falta de combustibles, a lo que debemos sumar la actual convulsión política y social en la que se encuentra debido a la asonada terrorista propulsada por Morales, quien con su grupo paramilitar los ponchos rojos busca crear caos y desgobierno que produzca la caída de su ex socio Luis Arce, y posibilite además que pueda postular nuevamente a pesar de estar prohibido por ley. Como sabéis, el actual partido político oficialista, Movimiento al Socialismo (MAS) lleva más de 17 años en el poder, a excepción del gobierno temporal de Jeanine Áñez (tras echar a patadas a Morales quien mediante el fraude pretendía perpetuarse en el cargo) que duró solo un año, de noviembre del 2019 a noviembre del 2020, donde las elecciones de ese año posibilitó el retorno del MAS, esta vez con Arce, quien no oculta sus deseos de reelegirse, lo cual ocasiono una fractura en el movimiento ya que Morales deseaba lo mismo, convirtiéndose desde entonces en enemigos. Sin embargo, operar durante casi dos décadas bajo un régimen socialista aplicando un modelo económico que muchos advirtieron era insostenible, ha terminado por pasar factura a la economía boliviana, y los síntomas apenas comienzan a manifestarse. Para daros una idea de los problemas, he aquí 5 políticas socialistas que han destruido la economía boliviana: 1) Nacionalización de los recursos naturales. Bolivia estaba a punto de experimentar uno de los mayores “booms económicos” y oportunidades de inversión con la industria de los hidrocarburos (gas natural), que fue construida por entidades privadas en la década de 1990 y principios de 2000. Sin embargo, la Constitución del 2009 del Movimiento al Socialismo, concretamente el artículo 311, nacionalizó esta industria y casi todos los demás recursos naturales, desde el agua y los minerales hasta la electricidad. Cuando los precios del gas natural alcanzaron su punto máximo a nivel internacional en el 2012, los ingresos, que habían pasado a formar parte de la industria pública, se dilapidaron en vanos proyectos públicos absurdos como la “industrialización” de la coca, subvenciones, salarios y, en general, en un gasto público excesivo, producto de las irresponsables políticas populistas de Morales; 2) Una propiedad privada condicionada. En las décadas de 1980 y 1990, se realizaron esfuerzos para fortalecer los derechos de propiedad privada en Bolivia. Sin embargo, la constitución boliviana del 2009 reescribió las normas relativas a la propiedad privada, declarando en el artículo 56: “Toda persona tiene derecho a la propiedad privada individual o colectiva, siempre que cumpla una función social”. Aunque el Estado no expropia deliberadamente la propiedad a los ciudadanos, el artículo 56 añade un nivel de ambigüedad a la hora de proteger este derecho fundamental. No es inaudito que una propiedad en el campo sea invadida y expropiada por los lugareños, que no se pueda desalojar a un inquilino que lleva meses o incluso años sin pagar el alquiler, o que de repente uno se encuentre con gente construyendo una casa en su propiedad (incluso dentro de la ciudad). La falta de derechos de propiedad ahuyento a los inversores y dificulto enormemente las empresas bolivianas; 3) Una monstruosa burocracia. Antes de que el Movimiento al Socialismo llegara al poder, el poder ejecutivo de Bolivia estaba gestionado por el Presidente, el Vicepresidente y “los tres grandes” ministerios. Esto cambió drásticamente tras su victoria en las elecciones de diciembre del 2005. Desde que asumió el poder en enero del 2006, el MAS creo gradualmente más ministerios y oficinas públicas, cada uno más innecesario que el anterior. La creación de estas nuevas oficinas sirvió de excusa para crear más “parásitos estatales”, como decía Bastiat, desviando a las personas capacitadas de la creación de valor en la sociedad; 4) Empresas estatales deficitarias. El modelo económico del gobierno boliviano se llama Modelo Económico Social Comunitario Productivo. Este “modelo” es ambiguo, tiene un carácter social, y esencialmente pone al Estado en el centro del progreso y desarrollo económico, declarándolo su deber. Por esta razón, se crearon más de 60 empresas, todas ellas deficitarias y arbitrarias para la economía. Por ejemplo, Quipus, la empresa estatal de electrónica destinada “a promover el uso de la tecnología en Bolivia y las escuelas públicas”, incurrió en pérdidas de alrededor de 5,5 millones de dólares en el lapso de cinco años desde su creación (y sigue funcionando). Estas empresas se mantienen a flote por avaricia y arrogancia, dilapidando recursos públicos sin ningún beneficio; 5) Altos impuestos y un sistema fiscal burocrático. Bolivia tiene uno de los peores sistemas fiscales del mundo, en el puesto 186 de 190 países según el informe Doing Business del Banco Mundial. Esto se debe a una mezcla de burocracia y “presión fiscal” excesivamente alta sobre sus ciudadanos. Según Doing Business, los bolivianos emplean 1.025 horas al año para pagar correctamente sus impuestos (¡más de 42 días!) y se arriesgan a pagar una tasa del 83,7% de sus beneficios si no los declaran correctamente. Un estudio del analista económico Diego Sánchez de la Cruz calificó a Bolivia como el “infierno fiscal” de América Latina, situándola como la peor en presión fiscal y esfuerzo tributario. Sánchez de la Cruz realizó su estudio comparando el PIB y los tipos impositivos, explicando: “No es lo mismo recaudar el 30% del PIB en un país rico que en uno pobre”. Ello ha originado que la situación fiscal en Bolivia ha llevado a que el 80 por ciento de la economía sea informal, o no esté registrada oficialmente en la economía. Como podéis notar, Bolivia está lejos de ser un “milagro socialista”, ya que ha sufrido esta clase de políticas que han lastrado fuertemente su economía, impidiendo su crecimiento y desarrollo. Puede que no haya visto estos daños en las décadas de 2000 y 2010, pero ahora que las reservas de gas natural se han agotado, los bolivianos ahora son testigos de las consecuencias del socialismo más pronto que tarde. Los efectos económicos suelen verse a largo plazo, y Bolivia no es una excepción. El Movimiento al Socialismo cosechó los beneficios de las reformas económicas pro-mercado de los años 80 y 90, pero ahora Bolivia está empezando a recoger los frutos de casi dos décadas de socialismo: crisis, miseria y decadencia. Pero ello no es todo, ya que esta política energética estatista y nacionalista no solo ha provocado desabastecimientos y serios problemas con su economía, sino que la situación anticipa el éxodo de más de 1 millón de bolivianos al Perú y la masiva fuga de dólares de su territorio, como ocurrió alguna vez con Venezuela, informó al respecto la consultora Gas Energy Latin America. Se calcula que la nación boliviana se quedará sin gas natural suficiente para atender su demanda interna en el 2028. De acuerdo al organismo especializado en políticas de distribución y consumo energético en la región, existe una “acelerada declinación de producción de gas natural y líquidos asociados”. Esto debido a la falta de inversiones en exploración en dólares que la estatal boliviana YPFB “no tiene como encarar”. Como se recuerda, en el país altiplánico esta compañía es la única que opera los yacimientos de gas. “Bolivia no tiene la posibilidad de traer inversión privada como la tiene Perú. Se le recomienda por ello no caer en los mismos errores de Bolivia del estado empresario y continuar con el modelo de inversión privada”, destacó el titular de Gas Energy Latin America, Álvaro Ríos. Según explico, la bonanza del “milagro boliviano” ocurrió porque, luego de nacionalizar el gas en el 2006 y elevar el goverment take (lo que el Estado se queda) al 85%, Bolivia empezó a exportarlo hacia Brasil y Argentina, con lo cual generó los ingresos en dólares suficientes para masificar el recurso internamente a través de ductos. El problema llega cuando el gas se empezó a acabar, y ya tienes una población dependiente de esa energía, pero no hay dólares para adquirirlo. Al estar en manos del Estado, el sector hidrocarburífero de Bolivia no participó en más labores de exploración. La tormenta perfecta para una economía que basaba gran parte de sus subsidios en los ingresos por gas natural. Bolivia está ahora en medio de una encrucijada y a punto de encender el ducto que proveía gas a Argentina, pero en sentido contrario para, ahora, comprarles el recurso. La inflación en ese país llegó al 1,58% en agosto, con una acumulación anual de 4,61%, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística (INE). “A partir del 2029 empezará la importación, porque ya no tendrán nada qué ofrecerle al mundo. Esto, debido a una caída de la producción, debido a políticas estatistas que ahuyentaron totalmente la exploración privada, donde se concentran los mayores riesgos. En el Perú, pasará lo mismo que con Venezuela hace algunos años, y se espera que más de 1 millón de bolivianos lleguen por la crisis”, destacó el también exviceministro boliviano Ríos. De la mano de esta situación, se viene también la falta de producción de otros combustibles en el mercado interno. Así, Gas Energy Latin America sostiene que Bolivia empezará a importar GLP a partir del 2025 debido a falta de fuentes propias. Ya se importa el 46% de gasolina y el 81% de diesel. “En Bolivia, YPFB controla toda la cadena de valor: upstream (explotación), midstream (ductos de transporte) y downstream (comercialización). La empresa es juez y parte y única proveedora de combustibles del mercado. La declinación comenzó en el 2014”, aseveró el especialista. Por tal motivo, en agosto de este año los empresarios bolivianos anexados en la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), así como representantes del Estado altiplánico, acordaron gestionar la aprobación del proyecto de ley del Ministerio de Hidrocarburos y Energías de ese país, “el cual pretende aumentar las inversiones en la exploración y explotación de hidrocarburos por parte del sector privado”, a casi un año de que el presidente Luis Arce reconociera que “el gas se terminó”. Con el objetivo de evitar una situación similar en el Perú, Gas Energy Latin America recomendó que se “comience una tarea exploratoria corrigiendo las fallas propias del sistema nacional con respecto a la elevada tramitología y conflictividad social existente”. “Con el objetivo de que el día de mañana no se convierta en un importador neto de energía, principalmente, de gas natural, y que impacte en su economía como acontece en Bolivia”, dijo Ríos. Perú tiene potencial para seguir explorando, explicó la consultora. El gas natural es el energético más importante para la descarbonización del planeta y se debe mantener un ciclo exploratorio continuo. “Recomendamos a Perú generar demanda adicional para masificar el país, que debe hacerse con gasoductos y no con camiones GNL en el mediano a largo plazo, y generar demanda nacional que a su vez generara nueva inversión en exploración”, finalizó. Es indudable que la crisis energética, política, económica y social en la cual está inmersa Bolivia es una lección para el Perú. Hoy vemos las consecuencias de esa miopía socialista. Ojalá que le sirva como un espejo para quienes en el país buscan reproducir irresponsablemente ese modelo estatista que es una bomba de tiempo ¿Tomaran nota de ello?
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