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martes, 2 de octubre de 2018

PELEAS DE PERROS: Un espectáculo sangriento y degradante

Aunque en algunos países de Latinoamérica las peleas de perros están prohibidas, prácticamente en todos se lleva a cabo esta práctica de forma clandestina. Se trata de una de las formas más crueles de maltrato animal y tiene consecuencias profundas no solo en la salud de los perros, sino también en la sociedad. Las lesiones que sufren y mantienen los perros que participan en peleas son frecuentemente severas y hasta mortales. Los perros que se usan en estas actividades a menudo sufren pérdida de sangre, shock, deshidratación, agotamiento e infecciones. Pasan años encerrados en jaulas porque no se llevan con otros perros, los entrenan cruelmente, y los desechan - o sacrifican - cuando “ya no sirven”. Además de la terrible afectación al bienestar de los animales, la participación de menores de edad en estos eventos les inculca insensibilidad por el sufrimiento animal, el entusiasmo por la violencia y el irrespeto a la ley. En España, Francia e Italia, el negocio clandestino de las peleas de perros mueve millones de euros, y en Latinoamérica es también muy lucrativo. En efecto, las peleas de perros generan enormes cantidades de dinero y por eso también pueden tener relación con otras actividades ilegales, como el juego no regulado, la compra de armas, la violencia entre personas y hasta el tráfico de drogas. Amparados en la oscuridad, en el ruido del ajetreo citadino o en la lejanía de terrenos eriazos, las agrupaciones que organizan las peleas caninas son verdaderas cofradías cuyo secreto es herméticamente vigilado por sus miembros. La ilegalidad y hermetismo de esta actividad se ha visto favorecida por la telefonía móvil e internet, donde a través de mensajes SMS o mensajes cifrados en foros y chats se acuerdan los términos de la pelea y se cita a los apostadores. Con este mismo secreto y rapidez se suspende la pelea en caso del peligro que la presencia de la policía o de extraños merodeando el lugar. El dinero que se recauda por cada pelea alcanza cifras altísimas: en Europa, y dependiendo de la experiencia y currículum de los perros contendores, la apuesta mínima es de €50 y el premio puede llegar, por lo bajo, a €500 por pelea. Por este motivo económico, las peleas de perros son consideradas en muchos países una falta cuyo castigo es una multa que debe pagarse al Estado. Sin embargo, por sus consecuencias e implicancias sociales y culturales, muchas organizaciones de protección y liberación animal están solicitando que se tipifique como delito, lo que supondría severas penas de cárcel para los involucrados en este tipo de actos ilícitos. Los perros preferidos para estos espectáculos crueles son los llamados perros de ataque: pit bulls terrier, staffordshire bull terrier, american staffordshire, dogo argentino, fila brasilero, tosa inu, akita inu, e incluso el rottweiler. Por sus características fisio-morfológicas, estos perros son fuertes, musculosos y atléticos; además su mordida bloquea la mandíbula y no suelta a su presa, características que los hacen ideales para pelear a muerte con otros perros. Mediante un entrenamiento siempre sangriento y brutal cuyo objetivo es enloquecer al animal para que odie al mundo y quiera dar muerte a todo lo que se mueva, estos desgraciados animales son meros instrumentos para hacer ganar dinero a sus inescrupulosos dueños. El entrenamiento consiste en el fortalecimiento físico, el debilitamiento emocional -forzándolo a vivir situaciones de stress y fracaso, para luego reforzarlo "positivamente" a través del sparring, o enfrentamiento con otros animales de menor tamaño (a los que mata compulsivamente) o de mayor tamaño (de su misma raza y/o peso, para que se curta y aprenda a sufrir). Además, los perros son usualmente torturados e incluso, drogados para que su ferocidad aumente, y así conseguir un gladiador potente. Las peleas suelen ser en la modalidad matar o morir, por lo que la vida de estos perros no suele durar más allá de las 4 o 5 peleas. Si sobrevive a éstas, termina sus días en la calle, abandonado porque ya está muy maltratado o herido. Estos pobres animales nunca han recibido cariño, por lo que su socialización a veces es muy difícil, aunque no imposible. Por estos motivos, en los refugios y protectoras, la cantidad de estos animales aumenta alarmantemente. Psicológicamente hablando, los expertos afirman que el perfil de los dueños de perros de pelea corresponde a personas psicopáticas, con fuerte complejo de inferioridad, lo que lo lleva a proyectarse como un ser fuerte y temible en su perro. El enfrentamiento del perro con otro fuerte mide a ambos machos en valentía, competitividad y fuerza. Por su parte, las personas que asisten a estas peleas son en su mayoría hombres, adolescentes y adultos, cuyo gusto por la sangre denotaría diversos trastornos de personalidad, generalmente psicopatías más o menos graves; que asisten a estos eventos para reforzar su virilidad y masculinidad, disminuida por algún motivo en sus vidas. En favor de los perros sobrevivientes a las peleas, tanto veterinarios como personas de las protectoras insisten en que la raza no determina la agresividad de un perro, por lo que debidamente estimulado y criado, un perro de ataque no tiene porqué ser necesariamente un asesino. Bajo esta premisa, y velando por su reinserción, se apuesta por la re-educación y socialización de estos canes, para que puedan optar, algún día, a tener una familia que los quiera, luego de vivir una vida llena de dolor, tortura y muerte. Ellos también son victimas. ¿Cómo luchar contra quienes promueven su sufrimiento? No asistiendo ni participando en esas peleas, así como denunciándolos ante las autoridades. Basta de salvajismos :(
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