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sábado, 20 de febrero de 2021

PERÚ: Traición a la Patria

¿Cómo entender a Martín Vizcarra? Exigió que en plena pandemia del Coronavirus tanto el, como su esposa, su hermano y un grupo de “privilegiados” sean vacunados a espaldas del país mientras mas de 120 mil peruanos perdían la vida producto de su ineficiencia e incapacidad para combatirlo. Tuvo, además, acceso a información privilegiada, ya que sabía perfectamente cuál era el nivel real de mortandad en el Perú, cuánto oxígeno faltaba y cuántas camas UCI no existían. Pero el sufrimiento de miles de peruanos por conseguirlos para salvar a sus familiares no le importo en lo absoluto. De una manera mezquina solo buscaba protección para su miserable vida. Y la felonía cometida - demás esta decirlo - no tiene perdón alguno. No hace falta decirlo pero algún despistado que aún lo defiende a estas alturas quizá necesite la acotación. ¿Cómo se explica que conociendo el terrible drama que vive el Perú por culpa suya, no haya suscrito durante su oprobioso régimen ningún contrato para adquirir vacunas destinadas a proteger la vida de millones de peruanos? Solo se preocupo en salvarse, indiferente ante el terrible sufrimiento de sus compatriotas, impotentes al ver morir a sus seres queridos victimas de la pandemia, antes de terminar también contagiados y ser los siguientes de la lista. ¿Cómo se explica ese acto de tamaña perversidad? La respuesta no está en la política. Está en un ámbito que todavía no se toma en cuenta: la salud mental de los políticos. No faltará quien rechace esta afirmación. Como vivimos en sociedades donde existe un marcado desdén por la salud mental se cree que son asuntos vinculados exclusivamente a la locura y los centros psiquiátricos. No es así. Existen distintos autores que trabajan el tema dada la presencia cada vez más protagónica de personajes grotescos de los mas despreciables - Jair Bolsonaro en el Brasil, por ejemplo y cuya locura nadie lo pone en duda - que muestran claras evidencias clínicas sobre un rasgo que la psiquiatría llama psicopatía. Kevin Dutton, doctor en psicología y actual investigador en la Universidad de Oxford, tiene un libro de título sugerente “La sabiduría de los psicópatas” (el cual por cierto, pueden hallar en las librerías de Lima). Señala que un psicópata “no es sinónimo de asesino en serie”. Según la definición de Hervey Cleckley, autor de un libro clásico en la materia, “La máscara de la cordura”, un psicópata es “un sujeto insensible, asocial, encantador, algunas veces impulsivo o violento; el más peligroso de los criminales, el más depredador de los políticos y el negociador con menos escrúpulos”. A su vez, Robert D. Hare, renombrado investigador en psicología criminal de la Universidad de Columbia, sostiene que “aunque muchos políticos son mentirosos a secas sin ser forzosamente psicópatas, la política es un medio fantástico para que se desarrollen los psicópatas, el mejor ambiente, el ideal”. En síntesis, el poder político atrae al psicópata. Utilizo referencias académicas para evitar se piense que estoy usando el término psicópata como un agravio o una descalificación. Hace un tiempo, en mi afán de explicarme las razones de la destrucción del Perú a cargo de los políticos, he tratado de indagar en el tema. Y no cabe duda que Martín Vizcarra Cornejo sea un nítido caso de un psicópata dedicado al oficio de la política. Exhibe las características típicas de la psicopatía. Una de ellas es la mentira patológica. Un arma del psicópata es el uso desproporcionado de la mentira porque así logran confundir al auditorio. Los oyentes no pueden creer que alguien sea capaz de mentir tanto, en consecuencia, terminan creyéndole. La mejor muestra estuvo en las diarias “conferencias de prensa” en la primera cuarentena, que en realidad eran aburridos monólogos donde este mitómano daba rienda suelta a sus fantasías. Debido a su incapacidad manifiesta, el Perú fue el país con la más extensa cuarentena en el planeta. Vizcarra recluyó forzosamente a millones de ciudadanos en sus casas y les hizo sentir que era el gran padre que estaba “protegiendo” a todos... nada más falso. Recuerden que, en las redes sociales, hubo descerebrados que lo dibujaban como Superman o como Jesucristo. Esa etapa fue la de un cuadro clínico psicopático. Realizaba esas exhibiciones publicas a través de aquella prensa prostituida servil a sus intereses, mientras en privado se reunía con un impresentable sujeto apodado Richard Swing a quien llama “su reina” para disfrutar de su íntima compañía. Otra característica esencial del psicópata es la ausencia de empatía. Carece de compasión, de sentimientos, no le interesa el prójimo. Se fija sólo en sus intereses. Eso explica que se haya vacunado a escondidas y no le haya interesado comprar vacunas. Acaso habrá pensado que la pandemia extendería su poder mucho tiempo más. Tampoco fue casual el nombramiento como ministro de Salud de Víctor Zamora, otro personaje de notorios rasgos psicopáticos que, sin ninguna piedad, se negó a que los médicos desfallecientes de Iquitos sean trasladados en un avión a Lima para salvar sus vidas. Fue otro que mintió reiteradamente, se negó a convocar a los especialistas, rechazó el apoyo del sector privado y muchas cosas más. Ni que decir de su ministra Pilar Mazzetti, quien de la manera mas ruin y miserable negó en todos los idiomas haberse vacunado, cuando al final se supo que había sido una de las primeras en hacerlo. Cabe destacar que a un psicópata como Vizcarra no lo frena ni afecta el descubrimiento de sus fechorías e incluso tuvo el cinismo de calificarse de “valiente” (?) cuando se descubrió su felonía. Todo psicópata padece del delirio de impunidad y cree en su insania que sus aberrantes delitos no deberían tener castigo alguno, sino todo lo contrario. Solo hay una manera de actuar frente a esta clase de enfermos: aplicarle la ley sin dudas ni contemplaciones. Estamos ante dos escenarios. Frente al tema específico de la vacuna, la tiene que actuar de oficio. Cuando un ciudadano comete algún desliz tiene encima a un fiscal con una orden de allanamiento y luego una orden de prisión. Sin embargo, da la casualidad de que su intima amiga Zoraida Ávalos se encuentra al frente de la Fiscalía de la Nación y a pesar de que el escándalo estalló la semana pasada, recién por estos días y de manera desganada ha iniciado una investigación - debido sobretodo a la presión publica - pero es incomprensible que hasta ahora no haya dictado una orden de prisión preventiva contra Vizcarra y sus cómplices del delito para evitar que destruyan pruebas y fuguen del país. En otras circunstancias, si los acusados fueran sus adversarios políticos no le habría temblado la mano, pero esta vez ¿por qué tanta calma para hacerlo? Al ser cercana a Vizcarra ¿no habrá también recibido la vacuna? ¿Y que me dicen de Sagasti? Se comenta que el espectáculo circense montado por ese admirador de terroristas al colocarse la vacuna ante las cámaras era en realidad su segunda dosis y que la primera ya se había inoculado en secreto. Por más que lo hayan negado reiteradamente al preguntárseles sobre el asunto, a estos parásitos comunistas no se les puede creer una sola palabra. Mazzetti es un claro ejemplo de ello. A propósito, y esa desgraciada ¿porque no se encuentra ya enmarrocada y recluida en Chorrillos? ¿Qué corona tiene esa maldita? Por cierto ¿se acuerdan de los fiscales mediáticos Rafael Vela Barba y Germán Juárez Atoche, hoy tan silenciosos? ¿Se acuerdan que Vela le confió a la periodista Patricia del Río que Vizcarra iría preso por las pruebas que ya existían? ¿Dónde están? ¿Por qué no actúan? ¿Vizcarra los favoreció con vacunas y se sienten comprometidos? No cabe duda que la podredumbre vizcarrista y el (des)gobierno morado - que es su continuación y cuyos negociados para favorecer a como de lugar a la Sinopharm china sobre otras vacunas mas efectivas debe ser investigado a fondo - han cometido genocidio, contribuyendo a la muerte de miles de peruanos y ello no puede quedar impune :(
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