TV EN VIVO

sábado, 16 de septiembre de 2023

PERÚ: Un país sin memoria

Este martes 12 de septiembre se celebró en el Perú el 31 aniversario de la captura de uno de los mayores genocidas en la historia del país andino. Su nombre, Abimael Guzmán Reinoso, cabecilla del grupo terrorista Sendero Luminoso, quien como recordareis, desato un terrible baño de sangre, asesinando a mas de 70 mil peruanos en los años 80 del pasado siglo en su vil intento de instaurar una “república popular de nueva democracia” (?) sobre los cadáveres de millones de peruanos - tratando de emular al camboyano Pol Pot - fracasando miserablemente en su propósito , siendo finalmente capturado como un pelele por la policía en 1992 . Condenado por sus aborrecibles crímenes a Cadena Perpetua, muriendo en prisión el 11 de septiembre de 1991, sin poder recuperar su libertad en el 2021, a pesar de todos los esfuerzos del delincuente terrorista Pedro Castillo - uno de sus más fervientes discípulos, que de una forma por lo demás fraudulenta por aquellos días se encontraba en el poder - por concederle el indulto. Incluso se dice que ya estaba firmado y esperaba otorgárselo el 12 de septiembre, aniversario de su captura, “por razones humanitarias debido a su delicado estado de salud” pero el monstruo murió súbitamente el día anterior, causando gran conmoción en Palacio. En afecto, el cabecilla senderista moría en su celda del Centro de Reclusión de Máxima Seguridad de la Base Naval, producto -según la necropsia 326-21 de la Morgue del Callao -de una neumonía bilateral. Esta es una enfermedad que afecta a los pulmones, luego de que estos hayan sido infectados con un virus respiratorio, como, por ejemplo, el del COVID-19. Pero Guzmán ya estaba enfermo, y no solo de odio. Tenía hipertensión arterial, gastritis crónica, astigmatismo y, la más conocida, la psoriasis artropática. Esta última es un tipo de artritis inflamatoria que produce dolor articular, hinchazón y rigidez. El tratamiento se centra en controlar la inflamación de las articulaciones afectadas para evitar el dolor y la discapacidad, y en controlar la piel que se vea afectada. Para tratar la psoriasis del genocida, la Marina de Guerra le suministró un tratamiento periódico que había sido prescrito por el médico. Todos los días, Guzmán tenía que tomar una cápsula de neotigason, cuyo valor en el mercado era de 200 soles aproximadamente por caja. El genocida recibió este medicamento desde su internamiento hasta el último año de su reclusión. Una que otra noche, los gritos por el dolor que le causaba la psoriasis artropática eran escuchados por los pasillos del Centro de Reclusión de Máxima Seguridad de la Base Naval. De inmediato, era atendido por los agentes encargados de su seguridad. Pero el 11 de septiembre, a las 6:40 de la mañana, un día antes de celebrarse un año más de su captura (12/9/1992), dejó de existir para júbilo de todo el país. Recuerdan algunos agentes de la Marina que horas antes se negó a recibir atención médica, pese a la insistencia de las autoridades. En horas de la tarde de ese sábado, el cadáver fue llevado a la Morgue del Callao. Y fue allí, mientras el cuerpo era bañado en formol, que el régimen filosenderista de Pedro Castillo abrió el debate sobre el destino de sus restos. Al tratarse de su idolatrado líder, si por él fuera, hubiera decretado día de duelo nacional, con bandera a media asta y ofrecerle unas exequias oficiales, pero para su desilusión y desconsuelo nada de ello hubo, porque hubiese quedado desenmascarado como integrante de esa organización criminal fundada por Guzmán y su cabeza hubiese sido la siguiente en caer. En paralelo, entre políticos incrédulos, congresistas morbosos y unos que otros apenados desfilaron por la morgue para intentar verificar, curiosear o despedir al responsable de la muerte de casi 70 mil peruanos, la mente macabra detrás de 200 masacres, como la de Soras y Lucanamarca, y el verdugo de más de 1,000 policías. Precisamente, la Policía no podía ser ajena a este hecho y fue el general PNP Óscar Arriola, entonces jefe de la Dirección Contra Terrorismo, que, como autoridad, certificó la identidad del fallecido antes de la cremación. También estuvieron el impresentable exministro de Justicia Aníbal Torres y el exministro del Interior Juan Carrasco. Como testigos, por parte de la sociedad civil, estuvieron la corresponsal de la cadena de noticias estadounidense CNN, Jimena de la Quintana; el investigador del diario El Comercio, Ricardo León; y el periodista Angel Paéz, del diario La República. A las 5:30 de la mañana del 24 de septiembre, Guzmán ya estaba convertido en cenizas. ¿Y ahora? - se preguntaron - ¿Qué hacemos con ellas? Entregárselos a Elena Iparraguirre, número dos de Sendero y también encarcelada, hubiese significado un nauseabundo espectáculo como se vivió en Ayacucho en 1981 cuando fue abatida por la policía la terrorista Edith Lagos y cuyo funeral fue multitudinario, además de que el lugar donde reposarían las cenizas de Guzmán se convertiría indudablemente en un indeseable centro de peregrinación terrorista. Hay quienes aconsejaron por ello que fueran echadas al mar, pero al final, se decidió hacerlos desaparecer “Ni siquiera Pedro Castillo sabe dónde terminaron sus cenizas. La ley no nos obliga a decírselo. Es información secreta. Está prohibido divulgarla”, dijo en su momento el exministro Carrasco. ¿Le creemos o no?Así como Abimael - que nunca se arrepintió de sus atrocidades ni pidió perdón- toda la cúpula de Sendero Luminoso morirá en prisión por sus condenas a cadena perpetua y sus restos tendrán el mismo destino. Sin embargo, por más escondidas que sus cenizas estén, el recuerdo del derramamiento de sangre que esta bestia causó, debería quedar siempre grabada en la memoria de millones de peruanos víctimas de su más sanguinario pensamiento - que tanto un grupúsculo narcoterrorista oculto en la selva, como sus organizaciones de fachada, sean MOVADEF o Perú Libre, entre otros, aún reivindican en su insania - pero lamentablemente ello no ocurre. No es de extrañar por ese motivo que un país desmemoriado como el Perú se elija de forma fraudulenta a sujetos de la calaña de Pedro Castillo, quien llego al extremo de nombrar como ‘ministros’ a militantes senderistas, y si bien hoy este miserable se encuentra pudriéndose en la cárcel por golpista y por ladrón, increíblemente aun tiene adeptos. Es por ello una obligación nuestra combatirlos con firmeza para evitar que la historia vuelva a repetirse... A por ellos.
Creative Commons License
Esta obra está bajo una Licencia de Creative Commons.