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martes, 16 de enero de 2024

HISTORIAS DEL TIEMPO: Recordando a los Ikarus

Hace muchos años, cuando todavía no existía el Metropolitano, el Metro solo era un sueño y el tráfico no les quitaba años de vida a quienes circulaban por sus avenidas, circulaban por la apacible Lima unos buses articulados con una especie de acordeón llamados Ikarus, que pertenecían a la Empresa Nacional del Transporte Urbano del Perú (Enatru), y que movilizaban diariamente a cerca de 80 mil personas. Debían su nombre a la marca húngara que los fabricaba, pero en el Perú se les conocía también como ‘Ícaros’, por ser más fácil su pronunciación. Inicialmente recorrían la Vía Expresa, pero para finales de los años 80 comenzaron a expandirse hacia otros lugares de Lima, por lo que transitaban por avenidas como Javier Prado, Alfonso Ugarte, la Panamericana Norte, entre otras. Sin embargo, a principios de los años 90, la empresa Enatru - compañía a la que pertenecían estos vehículos - empezó a tener serios problemas que terminaron generando su total desaparición. Tras la construcción de la Vía Expresa, en los años 60, se esperaba que la berma central sirva para la circulación del ansiado Metro de Lima, pero esa obra nunca llegó a concretarse y el por entonces alcalde de la capital, Eduardo Dibós, decidió aprovechar el espacio para que fuera recorrido por unos buses articulados contratados de Hungría. Así, en 1975 y con un total de 50 buses en forma de acordeón, similares a los que hoy tiene el Metropolitano, los Ikarus iniciaron su recorrido por la Vía Expresa. La flota inicial fue distribuida en 3 rutas denominadas Expresos. La ruta A recorría desde el centro de Lima a Villa el Salvador, la ruta B recorría desde el centro de Lima a Chorrillos y la ruta C recorría desde el centro de Lima a San Juan de Miraflores. Con la llegada de los nuevos ómnibus además se introdujo la figura del chofer cobrador, que había resultado un éxito en varios países de Europa. Ya para 1988, la empresa contaba con unas 52 rutas en la capital y cerca de mil unidades de transporte, de los cuales, 500 de ellos se dirigían hacia las nuevas zonas populosas de Lima: los llamados “conos”. Eran amarillos, como toda la flota de Enatru, porque en 1966, antes de los Ikarus, la empresa municipal recibió la donación de 150 vehículos alemanes de color mostaza. Cuando alguien pensó en que sería buena idea pintarlos con los colores de la bandera del Perú, la oficina de la Cooperación Alemana protestó porque indicaba que ese color tenía un sentido técnico porque, a la vez de permitir la visibilidad del vehículo desde lejos, no se trataba de un color que pudiera perjudicar la visión de otros choferes y producir accidentes (como sí podría suceder con el rojo). En 1991, Enatru ya contaba con más de 1200 buses de las marcas Volvo, Mercedes Benz e Hinos, aunque la gente les seguía llamando a todos Ikarus, pese a que ya no eran de la empresa húngara. En su mejor momento llegó a transportar a 80 mil limeños diariamente. Al inicio de la circulación de los buses de Enatru, tenía un costo accesible para todos los pasajeros de 50 a 70 céntimos. Sin embargo, durante la última etapa de vida del Ikarus llegó a un precio de S/1.20 por cada ruta. Los serios problemas políticos y económicos que enfrentaba el Perú durante la década de los años 90 provocaron que los buses Ikarus desaparecieran del mercado automovilístico. Pero uno de los factores que motivaron la desaparición de este tipo de servicio fue el terrorismo. Como la empresa era la única que no detenía su servicio de transporte durante los ataques causados por Sendero Luminoso, en venganza, los subversivos prendían fuego a los buses en distintos paraderos. Se estima que se incendiaron más de 100 vehículos. Otra de las razones que también contribuyeron a su desaparición, fue la alta carga laboral con la que contaba la empresa de buses. Ante este panorama, y con más de 4.000 trabajadores que no podían mantener, en 1992 se decidió dar paso a la privatización y entregar los buses como parte de pago a los trabajadores. Así desapareció de calles y avenidas de la capital, pero no de la mente de los limeños de avanzada edad, quienes aún lo recuerdan con nostalgia. Reemplazado en los últimos años por el Metropolitano, el servicio de estos últimos no es de los mejores según múltiples quejas de los usuarios. Pero ello es otra historia...
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