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sábado, 9 de marzo de 2024

PERÚ: Mentiras y falacias

Mientras en el país andino un burdo operativo mediático montado por la corrupción vizcarrista acapara las portadas de la prensa que se deja engatusar tan fácilmente, una siniestra amenaza se cierne sobre el horizonte y no es otro que Antauro Humala - ese despreciable asesino de policías y adicto a la marihuana, quien además padece de graves alteraciones mentales - que con el apoyo de los caviares que usurpan cargos en los organismos electorales, pretende llegar a Palacio en el 2026 mediante el fraude, tal como sucedió en el 2021 con el burro chotano de Pedro Castillo, quien hoy se pudre en la cárcel por corrupto, golpista y ladrón. En efecto, mientras los principales partidos peruanos se están desgastando en procesos judiciales, el ex convicto recorre el país propagando fake news en su precampaña electoral, repitiendo hasta el cansancio entre una indiada soliviantada, la desgastada mitología velasquista, reivindicando el fracaso económico, las recetas estatistas y las fórmulas fallidas que tanto daño hicieron al Perú. “Hubo un Estado poderoso y patriota con Juan Velasco Alvarado”, dice Humala ante un público ignorante que lo escucha y graba con su celular. “Hizo un Estado empresario”, grita. El video da vueltas por WhatsApp. En él se ve al secuestrador y homicida de policías en un mitin en Piura, en el norte del país. Y es solo una muestra de las muchas mentiras que repite en sus giras por las provincias del Perú. “Creó empresas nacionales”, celebra Humala. Pero no dice que para que una empresa sea operativa esta debe ser eficiente. Y lamentablemente ese no fue el caso de las empresas estatales del velasquismo, las cuales acumularon enormes pérdidas y condujeron al fracaso la aventura empresarial del Estado. Petroperú es un claro ejemplo de ello. Como sabéis, el etnocacerista tiene 18 meses en libertad. Salió de la cárcel por una ilegal redención de pena en el 2022, luego de cumplir 17 años y ocho meses de los 19 a los que fue sentenciado por el ‘Andahuaylazo’, esa asonada terrorista disfrazada de “gesta reivindicativa” que cobró la vida de cuatro policías en el 2005. Desde que fue excarcelado, ha venido recorriendo el país; mira al 2026 y no ha cambiado su discurso extremista y radical. En su mensaje de odio y resentimiento, sigue hablando de fusilar a los expresidentes - entre ellos su hermano Ollanta - despotrica de las instituciones democráticas, reivindica el quebrantamiento de la ley, desafía el ordenamiento jurídico, pero paradójicamente dice también que su ‘partido’ Alianza Nacional de los Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros (A.N.T.A.U.R.O) tiene entre sus fines “preservar la vigencia de los derechos humanos (…) y asegurar la vigencia, defensa y consolidación del sistema democrático pleno, real y del Estado de derecho” (?). Sus antecedentes y su discurso violentista no han logrado calar en el extenso de la población, afortunadamente. A lo largo de estos meses ha visitado Huancayo, Iquitos, Cuzco, Tumbes, Pucallpa y otras regiones donde no han faltado ciudadanos que lo confronten por su extremismo. Por eso, quizás, Humala pretende ahora colgarse del saco de Nayib Bukele y capitalizar la aceptación que ha generado en algunos sectores el autoritario presidente de El Salvador, que ha reprimido a las pandillas de su país con arrestos arbitrarios y un sistema carcelario calificado como violatorio de los derechos humanos. Y es que, aunque afirme que no es él sino sus simpatizantes los que le endilgan la etiqueta del ‘Bukele peruano’, Humala no ha perdido tiempo para obtener réditos y hablar de una “bukelización” del Perú, pero hasta ahí nomás, solo enunciados, porque medidas concretas no da, porque no los tiene. Para el exministro del Interior Carlos Morán, “Humala está descalificado moralmente porque es un asesino de policías, tiene las manos manchadas de sangre. No tiene ninguna propuesta viable sobre cómo combatir la inseguridad ciudadana; solo se ha limitado a amenazar con fusilar a cualquier oponente político, expresidentes y autoridades, eso es inviable legalmente (…). Hay que entender que estamos en una sociedad donde se respeta el Estado de derecho, donde se respetan las libertades fundamentales y los derechos de las personas por más delincuentes que sean, así que eso de matar, de fusilar, está fuera de todo contexto”, declaró. Añadió que, frente a estos enunciados radicales, es la ciudadanía, ante la inacción de los poderes Ejecutivo y Legislativo, la que debe tomar cartas en el asunto. “La solución la tenemos los propios peruanos. Si elegimos estas posturas antidemocráticas, es porque las asumimos como tal; es momento de que el ciudadano asuma la responsabilidad de su voto”, subrayó. Carlos Basombrío, por su parte, advierte que esta suerte de ‘marca Bukele’ está tratando de ser capitalizada en todos los países de América Latina y añadió que, en el caso de Perú, esta situación se ve alimentada por “un gobierno que no da pie con bola” en la lucha contra la inseguridad ciudadana. “Junto con la economía, ese tema es el más urgente para la población y creo que eso va a marcar las elecciones. Esta competencia por ser un Bukele nos puede llevar a una situación desastrosa para el país”, manifestó el exministro del Interior, y agregó que frente a ello lo que toca es que el gobierno trabaje para desarmar el sustento de la plataforma política de quienes pregonan la implementación de una política a lo Bukele en el país. ¿Cómo? Fortaleciendo los equipos de Inteligencia e investigación criminal. “La población, ya en el 2026, podría percibir que, por el camino sensato de hacer las cosas profesionalmente, no salvajemente, se puede llegar a resultados importantes y eso disminuiría significativamente la necesidad que tiene un sector de tener este tipo de respuesta. Así podríamos tener mejores resultados y alejar al fantasma de Bukele. Es una vergüenza que en el Perú pueda postular a la Presidencia gente como Antauro Humala y de delincuentes de la misma calaña que sirvieron al régimen delincuencial de Castillo y que no ocultan su admiración por Sendero Luminoso” sentenció. La respuesta estaría en el Parlamento, pero, no se sabe si priorizará el debate de las reformas constitucionales que garantizarían elecciones generales con candidatos idóneos y no prontuariados con mensaje extremista. Una de ellas es la aprobada en la Comisión de Constitución en diciembre, que establece que los condenados por terrorismo, tráfico de drogas, violación sexual, homicidio, secuestro, entre otros delitos, no podrán postular ni ejercer cargos públicos. La iniciativa del congresista Alejandro Muñante, sin embargo, no tiene aún los 87 votos requeridos para su aprobación en primera votación en el Pleno. Muñante señaló que seguirá buscando el consenso. Mientras, ha solicitado al Jurado Nacional de Elecciones, la Defensoría del Pueblo y el Ministerio Público que tomen acciones para declarar la ilegalidad del recientemente inscrito partido A.N.T.A.U.R.O., propuesta que ya ha sido anticipadamente desestimada de una forma escandalosa por el cuestionado titular del JNE, Jorge Luis Salas Arenas, contra quien el congresista Alejandro Cavero ha presentado una denuncia constitucional por permitir la inscripción de un partido “de carácter antidemocrático e inspiración violentista”. Para el congresista por Avanza País, la normativa legal vigente no deja lugar a interpretaciones, ya que señala que las agrupaciones que participan en el sistema de partidos deben ser democráticas para impedir que se pretenda socavar ese mismo sistema desde dentro, como pretende Humala. “La resolución del JNE dice que A.N.T.A.U.R.O., su ideología y su estatuto no tienen nada que ver con Humala, llegan a caer en lo absurdo y a tomarles el pelo a los peruanos porque, en la práctica, quien dirige la agrupación es él; está en todos los eventos y en ellos se reivindica su ideología extremista. Una organización de tendencia violentista y antidemocrática no puede competir en igualdad de condiciones con quien está dispuesto a usar las armas contra quien piensa diferente; la sociedad no puede permitir que este tipo de discursos tenga espacio en una democracia”, puntualizó. Históricamente, varias dictaduras se han erigido en el mundo bajo el cobertor de considerarse nacionalistas. Todo en exceso consume, intoxica, obnubila. Es así como el nacionalismo, un sentimiento patriótico acorde a la valoración legítima y necesaria que debe tener todo ciudadano, se puede transformar en racismo y xenofobia. La confusión se agrava cuando buscas imponer tus ideales por la fuerza, rompiendo el orden democrático de un país azotado por las desventuras como el Perú. Antauro Humala, hartamente conocido por sus tropelías y disparatadas declaraciones, encarna la distorsión peruana del nacionalismo que tantas muertes ha traído en el mundo. El etnocacerismo, o etnonacionalismo peruano, busca dinamitar el Estado desde adentro para imponer la anarquía. Exalta la “raza cobriza” y, entre otras cosas, destaca al dictador Juan Velasco Alvarado, que gobernó desde 1968 luego de asestar un golpe de Estado. En aquella época, Velasco tomó Palacio de Gobierno por la fuerza, cerro el Congreso, sometió a los partidos políticos y a medios de comunicación. Concebía el subdesarrollo “como producto de la falta de oportunidades de la población históricamente relegada”, una falacia de la que se aprovechan los demagogos en busca del aplauso fácil. El nacionalismo no es una vertiente únicamente de izquierda, centro o derecha; es un movimiento cuyo fin se ha distorsionado, y causado una peligrosa aceptación en el mundo por la “mano dura” de quienes lo propugnan, revistiendo excesos y violaciones de derechos humanos. Entre el 2016 el 2022, un gobierno sangriento, de combate a las drogas pero muy popular, dejó miles de muertos en Filipinas, país insular al sudeste de Asia, con una retórica nacionalista de rechazo a la democracia liberal. Su presidente, Rodrigo Duterte, ordenó “matar, matar y matar” para reducir la inseguridad y dijo estar “feliz de masacrar” a los traficantes. Según grupos de derechos humanos, el régimen habría asesinato a 30 mil presuntos consumidores. Antauro está muy cerca de ese discurso. En Sudamérica, recientemente Brasil también vivió un gobierno nacionalista con Jair Bolsonaro, militar en retiro ultraconservador. Los ejemplos van y vienen, desde los nacionalismos dictatoriales, hasta la actualidad de Antauro, que está listo para ‘refundar’ al Perú con sus ideas extremistas, hundiéndola en la barbarie. De ustedes depende que ello no ocurra... Que alguien le dispare, por favor.
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