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martes, 5 de abril de 2022

DESMITIFICANDO UN ENGAÑO: El Perú nunca fue un país petrolero

El Perú no es un país productor de petróleo. Nunca lo ha sido, nunca lo fue y nunca lo será. Esa fue otra falacia inventada por el dictador Juan Velasco Alvarado para “justificar” el golpe de Estado de 1968 y crear ese monstruo burocrático llamado Petroperú, “expropiando” la compañía estadounidense IPC (a la que luego por lo bajo tuvo que pagar una millonaria indemnización hasta el último centavo... vaya “nacionalización”) y construyendo un elefante blanco como el Oleoducto Norperuano, que hoy prácticamente no sirve para nada porque no hay petróleo que extraer de la selva, pero a su vez hay que gastar millonadas en su mantenimiento, como de la refinería de Talara. Según puede leerse en la prensa de la época, el sátrapa decía exultante que el país andino “pronto extraería millones de barriles de petróleo de la Amazonia y seria socio de la OPEP, convirtiéndose en uno de los mayores exportadores del mundo” entre otras chorradas, pero lo cierto es que jamás pudo alcanzar esas cifras fabulosas. En efecto, la máxima producción se dio en los años 80 donde apenas se superaron los 200 mil barriles diarios, una minucia si se compara con lo que se extrae de los países del Golfo Pérsico o Rusia. A ello debemos agregar que desde hace años no se han descubierto nuevos pozos, ya que no se realizan exploraciones, no solo porque Petroperú ya nos lo hace, sino que tampoco les interesa realizarlo a las empresas privadas debido a la inestabilidad jurídica y económica en la que se encuentra el país, con mayor razón desde la llegada de un filosenderista como Pedro Castillo al poder, en quien nadie confía debido a sus desfasadas ideas estatistas y ser admirador de Velasco. A ello podemos agregar prácticamente la quiebra que ha ocasionado de la petrolera estatal, envuelta además en sonados escándalos de corrupción, que lo involucran tanto a él como a sus secuaces en una serie de “negociados” sumamente dañinos para la empresa. Eso es más que suficiente para espantar a cualquier inversionista que se anime a ir al Perú. Como consecuencia de ello, la producción de petróleo ha bajado considerablemente, dependiendo totalmente del exterior para satisfacer la demanda interna. Hoy se comprueba en medio de la grave crisis económica, política y social que vive el país, que la dependencia externa de crudo asociada a la brecha entre producción y demanda nacional se ha incrementado aun más, lo que unido a los elevados precios del petróleo a nivel internacional, como consecuencia de los recientes sucesos en Ucrania y el anuncio de los EE.UU. y la Unión Europea de suprimir la compra de petróleo ruso - uno de los principales productores mundiales del crudo - así como de intentar prohibir su venta en el mercado mundial, ha disparado su coste de manera estratosférica y el Perú no es inmune a ello ya que lo compra más caro, lo que al final se traslada al consumidor, lo cual se ha traducido en una disparada incontrolable de los precios del combustible y de los alimentos, provocando violentas manifestaciones de protesta en las calles, lo cual resulta angustiante para todos los sectores productivos, condicionando seriamente las actividades económicas. Mientras la producción de crudo convencional en el Perú se reduce año a año, la demanda se incrementa incesante por el modelo energético existente en el país. En un horizonte de elevados precios del petróleo y su volatilidad debido a las tensiones geopolíticas en las principales zonas de producción, se debería debe elaborar con carácter de emergencia un plan de desacoplamiento del consumo del petróleo en el sector transporte y en el sector doméstico, masificando el uso del gas, pero ello es algo que no le interesa a las autoridades, que buscan exportar a como de lugar la producción de Camisea antes que atender la demanda interna. Ya antes de la pandemia del Coronavirus, la volatilidad del mercado peruano se controlaba con un fondo de estabilización que promovía el Estado. Hoy esos recursos se agotaron por el recurso populista de regalar bonos a manos llenas desde la época de Vizcarra, por lo que ya no se puede controlar esas variaciones. Y como consecuencia de ello, los precios se han elevado considerablemente, afectando a toda la economía en un país que se encuentra en caída libre y sin freno alguno :(
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