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martes, 21 de mayo de 2024

EL PUENTE DE SAN LORENZO: Una megaconstrucción que quedó en el olvido

Ubicada frente a las costas de Lima, se encuentra la isla de San Lorenzo, desértica y deshabitada, que ante la falta de parques públicos en la ciudad, bien podría ser reactivado un viejo proyecto que la convertiría en un espacio urbano sin precedentes, pero debido a la falta de iniciativa de las autoridades hoy luce inutilizado y vacío. Hace unas décadas se pretendió urbanizarlo, para lo cual se construiría un inmenso puente que la una con el Callao, que tendría un largo de 7.4 kilómetros, y que de ser construido, se convertiría en el más extenso del país, ya que sería 10 veces más extenso que el Billinghurst, ubicado en Madre de Dios. Esta megaestructura colosal debería tener un mínimo de cuatro carriles (dos en cada sentido), ya que por allí circularían unos 8 mil vehículos en las horas punta. Podría ser similar al que ilustra nuestra nota - aunque en el plano original tenía una forma de S - pero como podéis imaginar, al final todo quedó en nada. Ante todo, cabe precisar que este puente formaba parte de un proyecto mucho más complejo y ambicioso, el cual requeriría una inversión sin precedentes para una obra de su tipo. Pero de haberse concretado, sin duda hubiese tenido un impacto muy grande en la sociedad. Los antecedentes del proyecto se remontan a finales del fujimorato. El gobierno quería saber si se podía construir un nuevo puerto en San Lorenzo. Le pidieron a Ortiz de Zevallos que armara una propuesta y él lo hizo, recomendando que también se invirtiera en generar espacios públicos, sobre todo playas. Lamentablemente la idea del megapuerto quedó en el camino durante el gobierno de transición, cuando se decidió potenciar el Puerto del Callao con ayuda de inversión extranjera. Pero durante el segundo gobierno de Alan García resurgió la idea de aprovechar la casi inutilizada isla - solo hay una pequeña base de la Marina en uno de sus extremos - para desarrollar allí un proyecto inmobiliario y turístico. Esta vez fueron los directivos de Proinversión quienes convocaron al arquitecto Ortiz de Zevallos para pedirle que actualizara su viejo proyecto, sin el componente del puerto. El Plan Maestro que presentaron propuso que la isla fuera dividida en cinco zonas: un Centro Urbano, un Gran Parque llamado San Lorenzo, una zona de viviendas de lujo además de zonas de Reserva Ecológica y una Base Naval (que vendría a reemplazar la que existe al lado del puerto). El Centro Urbano sería el corazón de la isla. Lo compondrían viviendas, restaurantes, hoteles y negocios diversos, un centro financiero y de convenciones para hacer negocios, un colegio y un hospital para atender a la población residente, entre otras estructuras. Aquí estaría la playa principal y se construiría una marina para embarcaciones de paseo. El Gran Parque San Lorenzo sería el área verde de uso público más grande de Lima, cuatro veces el tamaño de El Golf y del Parque de Las Leyendas. En él se podrían practicar deportes de aventura, como el ala delta, el parapente o el bicicross, y actividades recreativas como los paseos y las cabalgatas a caballo. Tendría un mirador para contemplar la zona urbana, el mar y el litoral de Lima y el Callao. Y un museo de sitio, donde se exhibirían los restos arqueológicos de los antiguos habitantes de la isla. El parque estaría conectado al centro urbano a través de un teleférico. Junto a ella, en el litoral de la isla que mira hacia mar abierto, el proyecto proponía construir un Gran Acuario en el que se exhiba la riqueza biológica del mar peruano. Al otro lado, en la costa que mira hacia La Punta, estarían las playas. Más de ocho kilómetros de playas públicas. En esta zona también se desarrollarían 18 condominios de lujo, de entre cuatro y 20 hectáreas cada uno, que podrían ser residencia para unas 33 mil personas. Las viviendas no estarían tan cerca del mar, lo que evitaría el efecto de ‘privatización’ de las playas. Pero para conectar San Lorenzo con el Callao se construiría un puente. Esta colosal obra no llegaría al pequeño distrito de La Punta (ya que haría colapsar su diminuta infraestructura vial), sino más bien al de Chucuito, a la altura de los rompeolas, ubicada a escasa distancia del lado sur del Real Felipe, desde donde se podría interconectar, a través del Circuito de la Costa Verde, con Miraflores y las zonas sur y centro de la ciudad. El plan apuntaba a concesionar el puente (que para construirlo requeriría de una inversión estimada de US$ 185 millones) por un período de años aún no determinado, y para su mantenimiento (que costaría cerca de US$ 200 millones) se establecería el cobro de un peaje. La estructura tendría además un tramo levadizo para permitir el paso de grandes embarcaciones, como los buques de la Armada peruana. El Plan Maestro debía servir como base para lanzar una licitación internacional. La idea era que un gran consorcio, con experiencia en megaproyectos de este tipo, tomara la concesión por 30 años y quedara obligado a construir cada una de las cosas propuestas, siguiendo un calendario de obras establecido. Ortiz de Zevallos entregó el Plan a Proinversión, los directivos quedaron encantados, pero la licitación nunca fue lanzada. El arquitecto cree que se debió a razones políticas: il capo della mafia se percató de que no podría inaugurar el inicio de obras en su gobierno y no quería que su sucesor se llevara tal reconocimiento. Sí que era mezquino este gordo. Lamentablemente ni Humala ni Kuczynski ni ninguno de que llegaron posteriormente al Sillón de Pizarro lo reactivó. Lo más probable es que no supieran nunca de su existencia, y si lo sabían, su elevado coste los desanimaría al instante. Al preguntársele al economista Ricardo Salinas, responsable del plan de negocios del Plan Maestro, si el proyecto podía seguir siendo factible hoy, respondió: “Con un adecuado concurso y guiado por expertos, se podría resucitar. Es un proyecto a ganador. No solo ganan los inversionistas (desarrolladores inmobiliarios de vivienda, comercio, oficinas) en rentabilidad económica, sino que también se benefician familias porque se genera acceso a vivienda a precios competitivos, genera cercanías de puestos de trabajo, nuevas centralidades. Y gana el Estado, central y local, porque genera inversión pública, impuestos, arbitrios, entre otros” afirmo. “Reactivar el proyecto nos daría a todos espacios gratos, atractivos, para disfrutar la ciudad. Y sería un gran negocio para el Perú” añadió. Lamentablemente en un país con políticos sin visión de futuro y que solo piensan en pequeño nunca lo harán y tal como los trenes bala anunciados pomposamente cada cierto tiempo, son palabras que se las lleva el viento. El dinero no es el problema, ya que bien se puede conseguirse financiamiento exterior para su realización. O en todo caso, encargárselo a los chinos, quienes están construyendo en tiempo record el megapuerto de Chancay, que será inaugurado en noviembre. ¿Alguien puede creer que si fuera el Estado el encargado de construirlo estaría a punto de concluirse? De seguro lo más probable que al día de hoy ni se habría colocado la primera piedra. Venga ya ¿A que no quisieran tener un imponente puente como el Golden Gate de San Francisco? Nada es imposible en esta vida. Hacer esta clase de megaobras solo es cuestión de decisión. Métanselo en la cabeza o nunca dejaran de ser lo que son.
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