Una bárbara costumbre instaurada en este país, consiste en que durante los carnavales que se celebran en el interior del Perú entre febrero y marzo, los indios arrasan con miles de árboles, ‘adornados’ previamente con frutas y regalos - cual árbol de navidad - lo cual a todas luces constituye un grave delito ecológico con consecuencias irreversibles para el medio ambiente, algo que sin embargo, no parece preocupar a las autoridades que avalan esas aberrantes practicas propias de salvajes y no los sancionan como es debido, afirmando que se tratan de sus ‘tradiciones’ (?). Esta bestialidad - denominada ‘yunza’ o ‘cortamonte’- lamentablemente esta arraigada desde hace mucho entre la población, quienes lo aprovechan para cometer toda clase de excesos bajo el influjo del alcohol que toman en cantidades industriales durante su celebración. Ante todo, debemos saber de dónde viene ese extraño ritual. La yunza, cuyo nombre viene de la palabra quechua unsha (árbol vestido), es una actividad que empieza cuarenta días antes de Semana Santa, como parte de los carnavales y se realiza en gran parte del territorio peruano. “No hay una claridad concreta en el origen de las yunzas, pero hay algunas evidencias, manifestaciones prehispánicas de algún tipo de celebración. En algunos ceramios Nazca se observa a un grupo de personas alrededor de un palo, se puede presumir que sea una yunza, pero no podemos asegurar nada. Sin embargo, para la época inca existió lo que se llama el Apucllay, que significa juego y también duelo (competencia). Se celebraba luego del solsticio de verano”, explica la antropóloga Ivanna Zúñiga, docente de la Universidad Nacional de San Agustín. Cabe destacar que en Europa durante la Edad Media se instauró una fiesta en la que se permitía todo tipo de licencias asociadas a las prohibiciones alimenticias, en las que se incorporaba buena cantidad de carne, bebida, además de licencias sexuales. Esto duraba habitualmente tres días y terminaba con el miércoles de ceniza. “Esta fiesta tiene antecedentes romanos en las Saturnalias y también en las Luparcales. La primera era una celebración dedicada al dios Saturno, en esta fiesta se ofrecían sacrificios al igual que banquetes. La segunda era en febrero en honor al dios Fauno, en este tiempo las normas sociales quedan relegadas también”, añade Zúñiga. Cuando España conquisto el Imperio Inca, trajo estas costumbres consigo al Perú, las cuales al entrar en contacto con la cultura local origino un sincretismo que es la mezcla de ambas, que hasta el día de hoy siguen vigentes en algunas partes del país, como en el caso de la religión, donde los indios siguen adorando a sus deidades ancestrales ‘metamorfoseados’ en santos y vírgenes de la religión cristiana. El caso mas palpable - y que tratamos en su oportunidad - se da en el llamado Señor de los Milagros, quien en realidad es Pachacamac. Otro ejemplo clásico de sincretismo es la yunza. Durante el conflicto armado interno en los años 80, se vivió un proceso de migración de los indios a las ciudades que también evidenció la práctica de estas costumbres en los centros urbanos. “Las personas migran con su cultura que esta en su mente y se evidencia a través de actos. La yunza tiene un fuerte carácter simbólico. Depende de la zona en la que se vaya a realizar también recibe distintos nombres”, indica Zúñiga. Por lo tanto, nos revela que esta es una “celebración de tipo propiciatoria en muchas comunidades”. Esto significa que es un rito o una ceremonia en la que la población intentará obtener algún beneficio, además de crear un vínculo con lo divino. “La intención de adornar el árbol con regalos, como baldes con importantes sumas de dinero escondidas en ellas - así como con frutas, globos y serpentinas - depende de cada contexto, pero el mensaje siempre es la abundancia. La carga simbólica del objeto es muy importante”, señala. Pero preparar una yunza no es tarea sencilla, ya que la búsqueda del árbol elegido es todo un trabajo minucioso. “Quienes tienen a cargo preparar la yunza, dos o tres días antes de que se realice la fiesta, van a los campos en busca de un árbol apropiado para tal caso; que tenga el tronco grueso y tupido follaje. Generalmente utilizan el sauce, el molle, el eucalipto, el capulí y el huarango. Seleccionado el que servirá de yunza, lo arrancan a raíz, llevándolos al centro de sus poblados, donde son vueltas a ‘plantar’ cargadas de regalos, danzando alrededor de ellas, dándole hachazos al tronco hasta derribarla con estrépito, momento que es aprovechado por los participantes para lanzarse sobre el y apoderarse de lo que cuelga de sus ramas. Sin embargo, se da el caso que al estar bajo el influjo del alcohol, no tienen control de sus actos y mueren aplastados por las ramas del árbol caído, quien se ‘venga’ de esta manera de sus verdugos. Aun así, insisten en celebrarlo cada año. Si bien hoy - a diferencia del resto del país - es algo extraño ver una yunza en Lima, todavía hay zonas aledañas en la sierra (Huachipa, Chaclacayo, Chosica o Ate) dónde se realiza dicha celebración. En otros distritos en cambio (El Agustino, Comas, Breña e Independencia) los municipios decidieron prohibir estas fiestas por los disturbios y hechos delincuenciales que, muchas veces, dejan al finalizar. A ello debemos agregar que la devastación forestal que produce este acto de barbarie no puede ser ‘reparada’ con escasas siembras de árboles que realizan a modo de pago, dejando extensas regiones abandonadas a su suerte. La costa peruana que hoy se ve desértica, por ejemplo, tenia en siglos anteriores inmensos bosques de huarangos que los indios se encargaron de hacer desaparecer para sus ‘celebraciones’. Si no se pone un alto a esta costumbre, los árboles serán pronto cosas del pasado :(