Venga ya, no saben como he gozado con la derrota de estos impresentables que recibieron una merecida paliza en su propia casa por parte de Alemania el pasado martes, pero en esta oportunidad no vamos a referirnos al partido en si, sino al drama que esta viviendo en estos momentos la presidenta brasileña Dilma Rousseff quien en busca de su reelección había apostado todo a ganar el mundial, dilapidando para ello cientos de miles de millones de dólares en obras faraónicas -
que no tendrán uso efectivo una vez finalizado el torneo, cuando su país se muere de hambre - y tras la humillante eliminación de la ‘Canarinha’, sus intenciones de continuar al frente del gobierno por un periodo mas, pasa a ser de pronóstico reservado.“Así como todos los brasileños, estoy muy triste con la derrota”, dijo la presidenta Dilma Rousseff en su cuenta de Twitter poco después del partido que la ‘Seleção’ perdió ante Alemania por 7 goles a 1, el peor resultado de su historia “Lo siento inmensamente por todos nosotros hinchas, y por nuestros jugadores”. A ese trino, la mandataria brasileña habría podido perfectamente agregar que su preocupación era también por ella y por su futuro político.
En efecto, Rousseff y su Partido de los Trabajadores afrontarán el próximo 5 de octubre unas cruciales elecciones presidenciales, cuyas encuestas los favorecían hasta la semana pasada, pero que tras la apabullante goleada del pasado martes se les pueden escapar de las manos. Como se recuerda, tanto en las gradas del estadio como en las calles y los cafés de las principales ciudades, el ánimo del público pasó en menos de 15 minutos de la incredulidad a la sorpresa, a la rabia y a la abierta hostilidad hacia los responsables de un marcador intragable, considerada la mayor vergüenza de su historia. Previendo tal vez un ‘tsunami’ de goles que se les venía encima, muchos hinchas abandonaron incluso sus lugares tras el quinto tanto, encajado cuando aún faltaban más de 60 minutos de juego. Sin la esperanza de sumar una sexta estrella a su palmarés, el país regresó así al punto donde había quedado antes de que la fiebre mundialista se tomara sus calles. Es decir, a ser una sociedad atravesada por un hondo pesimismo, debido a la gravísima crisis económica, exasperada con la corrupción en particular y los políticos en general.
Pese a ser insólitamente considerada “la sexta economía del mundo”, para muchísimos brasileños que viven en miserables “favelas” que rodean las ciudades, sólo lo es en los informes macroeconómicos y en las propagandas para los inversionistas extranjeros, por lo que expresan su descontento en violentas manifestaciones. Ello, por no hablar de sus puentes que se caen a los pocos minutos de su inauguración, o de las obras que no se hacen o quedan inconclusas porque la plata desaparece en las oficinas estatales en los bolsillos de los burócratas. Si bien la popularidad de la presidenta-candidata había registrado un ligero repunte durante las semanas del Mundial (su intención de voto pasó del 34 % al 38 %), la humillante derrota significa un enorme revés y hace ver como un vía crucis el camino que tendrá que recorrer hasta las presidenciales.
De hecho, como un preámbulo de lo que se le puede venir, durante el descanso del partido se oía en las tribunas del estadio Mineirao: “¡Dilma, vete a tomar por el culo!”. De los tres ‘megaeventos’ que Brasil decidió organizar en tres años, tanto la Copa de Confederaciones en el 2013 como el Mundial de este año no tuvieron el efecto esperado. Por si fuera poco, el tercero –las Olimpíadas que previstas en Rio de Janeiro para el 2016– presenta atrasos incluso más graves que los que caracterizaron el presente certamen, con muchas de sus sedes aún sin comenzar. Para un país que esperaba que este evento fuese la confirmación apoteósica de su cacareado “ascenso económico” (?), el balance es decepcionante.
Para los millones de excluidos del desarrollo, el fracaso deportivo podría ser la gota que derrame el vaso. Y, para Rousseff, el 8 de julio (que ya se conoce como el ‘Mineiraço’) se podría convertir en una catástrofe, y no sólo por razones futbolísticas. Tienen lo que se merecen. Que os den :)