Venga ya, según me cuentan desde el país andino, el hedor que emana desde Palacio de Gobierno por estos días es insoportable. Mientras los escándalos que envuelven al régimen filosenderista de Pedro Castillo nacido del fraude, se suceden uno detrás de otro, siendo el último de los cuales al momento de escribir estas líneas, el pase a la clandestinidad del ex ministro Juan Silva (uno de los más estrechos secuaces de Castillo) a quien la justicia con una sospechosa lentitud, dicto tardíamente una orden de captura cuando a estas horas ese inescrupuloso sujeto, ya debe estar a salvo en Bolivia junto a los sobrinos de Castillo y su ex mano derecha Bruno Pacheco, acusados de múltiples delitos y al igual que Silva, se dieron a la fuga con la complicidad del okupa de Palacio, quien también se encuentra envuelto en esos escándalos, motivo por el cual la Fiscalía de la Nación lo ha citado a declarar este lunes 13 de junio, al cual por cierto busca la manera de evitar comparecer utilizando una serie de sucias artimañas, intentando burlarse una vez mas de todos los peruanos. En efecto, la semana que paso, sucedió lo que los críticos del régimen y la prensa presagiaban: el exministro de Transportes y Comunicaciones Juan Silva “desapareció” antes de que la orden de detención preliminar, solicitada contra él por la fiscalía y autorizada por el Poder Judicial, pudiese alcanzarlo. Es decir, fuese ejecutada por la Policía Nacional, ya que fue alertado de ello por Castillo y su banda criminal. Como sabéis, la referida orden fue dictada a la luz de lo que recientes audios de una conversación entre él y Zamir Villaverde revelaron sobre los “cien grandes” que habría recibido de este último para favorecer a determinadas empresas en las licitaciones que dependían de su despacho. Una pieza, cabe anotar, que encaja perfectamente en el esquema planteado en el testimonio de la colaboradora eficaz Karelim López acerca de la existencia de una mafia en el MTC dedicada precisamente a esos menesteres delictivos. Lo más grave, además, es que, según lo declarado por López, quien encabeza esa organización criminal es el propio Pedro Castillo. Así las cosas, era fatídicamente previsible que, siguiendo los pasos del exsecretario de la presidencia Bruno Pacheco y los sobrinos de aquel oscuro individuo (señalados como integrantes de esa misma mafia), Silva se diera a la fuga. Por eso, antes de que ello ocurriera, una multitud de voces llamó la atención sobre el hecho de que la reacción que se requería de parte del Ministerio Público estaba demorando de una manera por lo demás sospechosa y sobre la necesidad de que la policía tomara inmediatas precauciones para evitar una eventual fuga del investigado. Ahora, efectivamente, que se constatado que ese delincuente se hizo humo y, con ella, una serie de situaciones que ameritan una rendición de cuentas urgente por parte de la policía y el Ministerio del Interior (Mininter). La fiscalía precisó a través de un comunicado que el pasado 27 de mayo solicitó que la policía “ejecute la medida de videovigilancia de dicho ciudadano” y el 4 de junio el Poder Judicial aprobó el pedido de detención preliminar. Pero la policía y el Mininter de una manera escandalosa “reaccionaron” recién el martes 6, cuando ya el secuaz de Castillo no era habido y la noticia corría a través de los diferentes medios de comunicación. Como podéis suponer, ante tamaño escándalo, los ojos de la opinión pública se volvieron inmediatamente hacia el titular del Interior, Dimitri Senmache… pero para obtener una reacción particularmente desvergonzada de su parte. Tras aseverar que desde que asumió la cartera había dado instrucciones a fin de “redoblar los esfuerzos para lograr la captura de todos aquellos requisitoriados por la justicia, sin importar quiénes sean”, Senmache declaró en una entrevista con Canal N: “No soy el que va a permanecer en la puerta de un domicilio esperando si sale o no sale una persona”. Una sentencia tremendamente descarada, ya que es evidente que la responsabilidad de que no hubiera efectivos policiales delante de la puerta que correspondiese en el momento en el que Silva dejó su último paradero conocido recae sobre él. Si el Poder Judicial aprobó la detención preliminar de Silva el sábado, ¿qué pasó a partir de ese instante con los “redoblados esfuerzos” de los que habló Senmache? ¿Y con la videovigilancia solicitada hace casi dos semanas por el Ministerio Público? El ministro del Interior, obviamente, no solamente ha faltado de forma gruesa a la responsabilidad que le tocaba, sino que da respuestas altaneras a quien se atreve a enrostrárselo. Por ello, la Comisión de Fiscalización del Congreso lo cito para que dé explicaciones sobre las acciones tomadas - o, más bien, dejadas de tomar - por su despacho ante la orden de captura del hoy prófugo de la justicia. Pero eso, que constituye un reflejo razonable de la representación nacional, no es suficiente. Senmache ha dado claramente signos de no dar o no querer dar la talla para la inmensa responsabilidad que le ha sido encomendada. Y, por razones más que evidentes, se puede dar por descontado que Castillo no va a hacer cosa alguna al respecto. Es por ello que la censura a este funcionario incapaz carente de toda vergüenza es, en consecuencia, la única salida aceptable. Pero no hay que conformarse con ello, ya que el cabecilla de esa banda criminal sigue atenazado al poder y no piensa dejarlo por ningún motivo, porque sabe perfectamente que su destino será la cárcel. Para nadie es un secreto que si uno de esos prófugos cae y abre la boca, Castillo terminaría en Challapalca, Yanamayo o El Frontón (que debe ser reabierto cuanto antes para acoger a toda esa podredumbre oficialista). Es por ello que ante este nuevo escándalo que enloda a todo un país, ese individuo no puede seguir un minuto más en Palacio, ya que está hundiendo al Perú a niveles inauditos nunca visto antes. ¿Y el Congreso? Uno pensaría que ante estas graves revelaciones, este despertaría por fin de su letargo y echaría a patadas a ese impresentable sujeto, pero no, solo están pensando en su beneficio y ahora pretenden no solo restaurar el Senado - a pesar de que este pedido fue rechazado abrumadoramente en un referéndum - sino que buscan su reelección indefinida, como si hubieran hecho algún merito para ello…. hay que ser sinvergüenzas (Por cierto, en algo propio de un país bananero como el Perú, el régimen ha decretado el lunes como feriado, con el pretexto de que ese día se realizara un intrascendente e insulso partido de futbol, cuando lo cierto es que lo hizo para que Castillo no vaya a declarar a la Fiscalía de la Nación tal como estaba programado para que responda por sus delitos ... que nivel) :(
Como sabéis, este 7 de junio se celebra en el país andino el Día de la Bandera en honor a un nuevo aniversario de la infausta Batalla de Arica, en la que Francisco Bolognesi perdió la vida defendiendo al Perú y su bandera de las tropas invasoras chilenas, la misma que el filosenderista Pedro Castillo pretende reemplazar por un trapo colorado similar al boliviano, demostrando con ello su perfidia y traición. Es por ese motivo que en esta oportunidad es conveniente conocer al detalle quién fue este coronel del Ejército Peruano y por qué es considerado como uno de los héroes más importantes del Perú. Hijo de un padre italiano y una madre arequipeña, Francisco Bolognesi nació el 4 de noviembre de 1816 en una casa de la cuadra 1 del jirón Cailloma, en Lima. A los 8 años se mudó a Arequipa con su familia. Tras la muerte de su padre (1834), dejó los estudios y se dedicó a trabajar para contribuir en la economía familiar. Demostró ser muy hábil en los negocios y a con solo 23 años (1840), emprendió un aventura propia de explotación de café en Puno. Un año antes se había casado con su primera esposa, María Josefa de la Fuente y Rivero, con quien tuvo cuatro hijos: Francisco (1839), Rosa (1841), María (1843) y Margarita (1845). Con su segunda esposa, Manuel Medrano Silva, tuvo cuatro hijos más: Enrique (1860), Federico (1861), Augusto (1864) y César (1866). Luego de presenciar y casi verse envuelto por accidente en la Batalla de Carmen Alto (Arequipa, 1844), donde el gobierno de Miguel Ignacio de Vivanco fue derrocado por las tropas de Ramón Castilla, este le ofreció un puesto en su ejército, pero lo declinó para enfocarse en su familia y sus negocios. Fue recién en 1853 que Francisco Bolognesi se unió a las Fuerzas Armadas como teniente coronel en las fuerzas de Castilla, con quien derrotó al gobierno de José Rufino Echenique en la Batalla de La Palma (Lima, 1855). Para este entonces, ya se había especializado en artillería gracias a su habilidad para las matemáticas. Leal a Castilla y los gobiernos constitucionalistas que le siguieron, llegó a ser Comandante General de Artillería (1862) y gobernador del Callao (1968) antes de retirarse en 1871. Pero ante el estallido de la Guerra del Pacífico (1879) contra Chile - y la consiguiente huida del país del dictador Mariano Ignacio de Vivanco llevándose con el todo lo que pudo robar de las Arcas Públicas, dejándola sin un centavo, ocasionando que el Perú no pueda rearmarse para la ocasión, lo que lo condeno a una derrota segura en el conflicto, tal como efectivamente sucedió - Francisco Bolognesi se reintegró al Ejército con 62 años como Comandante de la Segunda División a cargo de la campaña terrestre del Sur. Participó en la derrota peruana en San Francisco y en la fugaz victoria de Tarapacá de ese mismo año. Al año siguiente, asumió el mando de las fuerzas peruanas en el puerto de Arica, sitiado por los chilenos y con alrededor de solo 1,500 soldados, negándose a rendirse ante el enemigo que lo superaba ampliamente en número y equipamiento militar. Fue allí donde se concretó su acto heroico más famoso. En efecto, tras la derrota peruana en Tacna (26 de mayo de 1880) y a la espera de llegada de refuerzos - que nunca llegaron - Bolognesi y sus oficiales de reunieron y decidieron morir antes que rendirse a Chile. El 5 de junio, un parlamentario chileno se reunió con el comandante peruano y sus oficiales para pedirles que se rindan, citando la superioridad numérica y de armas que tenían. La respuesta de Bolognesi fue quizás la frase célebre más conocida de la historia del Perú pero a la vez suicida: “Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho” ya que estaba consciente que no iba a salir con vida del inminente ataque chileno. Tras escribirle una última carta a su esposa, Bolognesi y sus tropas se enfrentaron al enemigo el 7 de junio, cayendo derrotados. Ese día se produjo el ataque por el lado este, a las cinco y media de la madrugada. Tras tres horas y media de lucha la bandera peruana fue arriada del morro. Los tripulantes del Manco Capac hundieron el barco para evitar su caída. El plan de las minas no funcionó. Según una versión chilena, Bolognesi corrió hacia la Santabárbara poco antes del final para hacer explotar las minas; al ver que no pasaba nada, gritó "Traición". Sabía que su hora había llegado. “¡No hay que rendirse! ¡Miserables! ¡Viva el Perú!”, fueron sus últimas palabras todo mal herido antes de ser ultimado por un soldado enemigo, quien le rompió la cabeza de un culatazo. Tras su muerte en el campo de batalla, los chilenos ordenaron que cese el fuego y comenzaron a continuación con “el repaso” a los heridos, una bárbara costumbre que significa ultimarlos allí mismo. Entretanto, mientras los restos de Bolognesi y sus compañeros caídos quedaban regados en el campo de batalla, los chilenos se dedicaban al saqueo e incendio de Arica. Fue en julio de ese mismo año cuando su cuerpo fue recién trasladado a Lima, descansando en la Cripta de los Héroes del Cementerio Presbítero Maestro. Por cierto, el Cenotafio Francisco Bolognesi, recientemente construido en la Escuela Militar de Chorrillos, abrió sus puertas al público hace un par de días con el fin de promover los valores patrióticos del héroe peruano, en el marco de las celebraciones del 142 aniversario de la Batalla de Arica y de renovación del juramento de fidelidad a la Bandera. El director de la Escuela Militar de Chorrillos, General de Brigada Francisco Costa Gallegos, destacó que esta obra representa los valores y virtudes del héroe que sacrificó su vida por la patria, e influye en la formación de los cadetes del Ejército. “El cenotafio es una tumba vacía, una réplica de la tumba donde se encuentran los restos de Bolognesi en la Cripta de los Héroes. Aquí se aprecian escritos, reliquias e imágenes, así como espacios que nos permiten entender el significado del sacrificio de Bolognesi”, contó al respecto el historiador y teniente EP Emerson Fuentes. No cabe duda que la valentía y coraje de Bolognesi han pasado a la historia como ejemplo de un soldado de honor y de espíritu guerrero que no debe rendirse ante la adversidad. Ello debería ser imitado por las Fuerzas Armadas, quienes hoy ven con indiferencia el drama en el que se encuentra el Perú en manos de una banda criminal afín a Sendero Luminoso que la está destruyendo desde dentro ¿A qué esperan para reaccionar? :(