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sábado, 6 de diciembre de 2025

PERÚ: El guardián silencioso de su estabilidad

El presidente del directorio del Banco Central de Reserva del Perú (BCR), Julio Velarde, está próximo a cumplir 20 años en el cargo y la opinión acerca de su gestión es prácticamente una aclamación unánime. En efecto, el país andino ha mantenido en casi dos décadas un nivel de inflación envidiable para el resto de la región. Ni siquiera durante la epidemia del COVID-19 durante el nefasto régimen del lagarto Martin Vizcarra (hoy condenado por ladrón a 14 años de prisión, y donde mediante sus bonos populistas, regalaba el dinero a diestra y siniestra), la estabilidad monetaria fue un riesgo en el país y eso es mucho decir en comparación incluso con lo que ocurrió en algunos lugares del mundo desarrollado. Como sabéis, Velarde es conocido por mantener en general un perfil bajo, muy adecuado en quien ostenta una responsabilidad como la suya, y en consecuencia no ofrece entrevistas con frecuencia. Esta semana, sin embargo, hizo una excepción con el programa de streaming argentino “La Voz en Vivo”; y, ante las preguntas del panel que lo entrevistó, recordó cuáles han sido los elementos centrales de su éxito. Velarde destacó en dicha entrevista que la estabilidad monetaria peruana de las últimas dos décadas es resultado de la autonomía de la entidad emisora y de políticas fiscales prudentes. “La estabilidad depende de un Banco Central independiente” afirmo. La clave de todo es conocida, pero conviene repetirla a tan poco tiempo de un nuevo proceso electoral que a todas luces tendrá un resultado impredecible: una época en la que la demagogia ramplona de los candidatos por obtener un voto, suele atropellar sin miramientos la lógica económica. Nos referimos a la absoluta independencia de la que debe gozar el ente emisor frente al poder político, un principio que está inequívocamente expresado en la Constitución de 1993. Como recordareis, unos años antes, durante la primera y caótica administración de bufón aprista Alan García, los peruanos aprendieron dolorosamente lo que sucede cuando un banco central sumiso financia el populismo del gobierno de turno. En relación a su entrevista, Velarde analizó el proceso de desdolarización y la evolución de la inflación. Asimismo, recordó que la inflación peruana se mantiene entre las más bajas del mundo, con un registro interanual que apenas superó el 1% en el último año. ¿Cuál es la clave para que, pese a una inestabilidad política tan alta, el Perú haya mantenido estabilidad monetaria y crecimiento económico? “Hay dos aspectos. Uno es la estabilidad, que depende de un Banco Central autónomo e independiente. Y, aunque hubo muchos cambios de ministros de Economía, en general han sido prudentes. La deuda pública del Perú sobre el PBI es la más baja de Sudamérica y más baja que la de Méjico. Tenemos un 32% del producto, que es el nivel más bajo. Y aunque el déficit fiscal ha subido, hay unanimidad entre periodistas y la clase política en criticar ese aumento. Donde sí nos golpeó la inestabilidad es en el crecimiento. En los últimos casi diez años, desde el 2016, el crecimiento es mucho más bajo: antes era del 6%, ahora vemos algo más del 2%. Este año deberíamos estar en 3,3 o 3,4%. No es una mala situación. De hecho, luego de Argentina y Paraguay, creo que vamos a ser el país que más crece” añadió. El año que viene comenzaría su cuarto período de cinco años. Si el presidente de Perú le pidiera continuar, ¿cuál sería su decisión? “Realmente no lo sé. Estaría contento si me voy, pero también si me quedo. Tendría que pensarlo en su momento”. En Argentina ha sido muy oscilante la autonomía del Banco Central respecto del Poder Ejecutivo. ¿Qué rol juega esa autonomía para que el Perú haya logrado la estabilidad económica que hoy muestra? “No es importante solo en el Perú; lo es en todo el mundo. La autonomía es fundamental. El horizonte de los políticos es de corto plazo. Las consecuencias de inflar la economía no se sienten de inmediato: la respuesta después es la inflación. Aislar al Banco Central de presiones políticas es crucial. A la larga, asegura mejores resultados”. Frente a escenarios de inestabilidad, cambios y restricciones externas, ¿cómo evalúa la estrategia del BCR para fortalecer reservas y sostener la confianza en los mercados? “En los últimos 25 años, el sol se ha apreciado casi 5%; mientras que, en los 25 años previos, nuestra moneda se había depreciado 10’000.000%. Es un cambio enorme. Pero no buscamos la estabilidad del tipo de cambio, esa es una consecuencia. Consecuencia de tener una meta de inflación del 2%, similar a EE.UU. El tipo de cambio sube y baja, pero tiende a regresar a niveles no muy distintos respecto del dólar. Hemos conseguido que la inflación esté en la meta del 2% ya desde el 2023. Este año tendremos 1,5%. Está por debajo incluso de EE.UU., Reino Unido, Europa y Japón. Que el tipo de cambio no se deprecie frente al dólar responde en parte a esa inflación baja. Siempre hemos intervenido para evitar volatilidad excesiva, pero no buscamos ni un nivel ni una trayectoria del tipo de cambio” apunto. La experiencia de Perú no fue dolarizar, sino gestionar un bimonetarismo culturalmente arraigado. ¿Cómo fue ese proceso? “Con inflación alta, casi hiperinflación, toda la población prefería los dólares. La economía se había dolarizado de facto para gran parte de los ahorros. La inflación era del 30% mensual. Como ocurrió en Argentina, el sistema bancario se redujo en porcentaje del producto, se licuaron deudas y depósitos. Había que reconstruir el sistema financiero y la gente prefería depositar en dólares. Ahora la población se mueve cada vez más en moneda local”. Usted plantea la baja inflación como clave del éxito peruano. El presidente Milei busca lo mismo y fue revalidado electoralmente. ¿Cuánto demora un proceso de estabilización? “Lo importante es que la inflación baje. En el Perú, el compromiso desde el inicio fue que el Banco Central nunca más financiara al Gobierno. Eso se adoptó en los 90 y se mantiene. Si un Banco Central no financia al Gobierno, la inflación baja a la larga. ¿Cuánto demora? Puede variar, pero baja”. A comienzos de los 2000, Argentina rondaba el 10% de inflación y algunos sectores afirmaban que “un poco de inflación no venía mal”. ¿La meta debe ser llevarla al mínimo posible? “Stan Fischer, expresidente de la Reserva Federal, decía que por debajo del 20% no hay tantos problemas, pero es mucho mejor el 2%. Cuando se encuesta a la población, quiere inflación baja, cerca del 2%. Algo de inflación tiene que existir, porque muchos precios resisten la baja. Para permitir ajustes de precios relativos es preferible un nivel de inflación algo superior a cero. Pero el 2% es razonable” asevero. En la entrevista, Velarde reflexiono también sobre lo que ha costado en materia de crecimiento económico la inestabilidad política que el Perú padece desde la obligada renuncia del conocido lobbysta y Traidor a la Patria, el judío Pedro Pablo Kuczynski a la presidencia - el mismo que abrió las fronteras de par en par a millones de delincuentes venezolanos - en el 2018, para evitar ser vacado por corrupto (desde entonces, seis presidentes se han sucedido en Palacio de Gobierno), a lo que debemos agregar los intentos estatistas del delincuente terrorista Pedro Castillo por querer instaurar una dictadura comunista en el 2021 y tomar por asalto el BCR para robar a manos llenas las Reservas Internacionales, pero fracaso miserablemente en su intento, y termino en la cárcel. Sin embargo, esas circunstancias escapan a la responsabilidad de Velarde, que se mantuvo firme al frente del BCR durante esos tumultuosos periodos. En realidad, el único antídoto del que dispone el Perú ante esa volatilidad política es, precisamente, la permanencia de un profesional tan serio como él al frente del BCR, ante lo que se viene el próximo año. Y solo podemos hacer votos por que decida prolongarla.

martes, 2 de diciembre de 2025

PINTURA CUZQUEÑA. CENTRO Y PERIFERIA: El arte de lo inédito

Esta exposición inaugurada el pasado 27 de noviembre en el Museo de América de Madrid marca un hito: por primera vez se organiza en España una muestra dedicada a la pintura virreinal cuzqueña con fondos casi íntegramente procedentes de colecciones de la península. En efecto, la muestra titulada Pintura Cuzqueña. Centro y Periferia, saca a la luz un conjunto de obras que, durante décadas, han dormido en los depósitos del museo, en iglesias o en colecciones privadas españolas. En medio del debate decolonial que atraviesa los museos de todo el mundo, la muestra propone una lectura que intenta acercarse a eso: presentarlo como un cruce continuo entre memoria indígena, tradición católica, circulación atlántica y una identidad artística que supo afirmarse en el tiempo pese a un gran terremoto y jerarquías coloniales. Francisco Montes, especialista en arte hispanoamericano y comisario de la muestra, apunta que el concepto centro y periferia estructura el recorrido, pero no lo hace desde una mirada jerárquica, sino como mapa horizontal en torno al Cuzco (Perú). “Hemos elegido un concepto que ya se ha utilizado en la historia del arte: centro y periferia, pero no para jerarquizar un lugar respecto a otro, sino para ofrecer una geografía que transite evidentemente desde el Cuzco como núcleo que irradia una serie de influencias que afectan a sus alrededores, tanto a escala regional como trasatlántica”, explica Montes. “Cuzco va a generar sus herramientas y sus recursos para seguir destacando en el plano económico, en el plano ideológico y en el plano artístico”, afirma sobre este arte que alcanzó su periodo de máxima expansión en los siglos XVII y XVIII. Para la exposición, el Museo de América ha reunido unas 60 obras, de las cuales 25 fueron prestadas. Montes, también profesor titular del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, subraya que hasta ahora las grandes exposiciones de arte virreinal peruano dependían de préstamos traídos desde Perú. A las piezas de la institución se suman los de la Thoma Foundation, en Estados Unidos, considerada una de las mayores reservas de arte virreinal del mundo y que ha cedido siete obras. También han contribuido instituciones como el Archivo General de Indias, la Biblioteca Nacional de España, el Museo del Prado, el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional de Antropología, el Museo de Bellas Artes de Sevilla y el Museo del Greco, además de conventos, parroquias y catedrales andaluzas cuyo patrimonio, en muchos casos poco visible, adquiere aquí una nueva lectura. El comisario insiste en la memoria indígena como clave para comprender la singularidad del Cuzco, antigua capital del imperio inca. Esa identidad, apunta, se expresa también en el arte, en el valor simbólico del textil y en técnicas ornamentales como el uso del pan de oro, recurso técnico y simbólico que identifica al arte cuzqueño. Entre la idea inicial y el montaje final pasó más de un año y medio, comenta el comisario. El proceso de selección de piezas fue largo y estuvo divido entre el trabajo de archivo, consultas bibliográficas, y búsquedas en conventos y colecciones donde algunas obras habían quedado olvidadas. “Dimos con piezas inéditas”, sostiene. La exposición dialogo también con objetos materiales que acompañan a las pinturas: textiles con símbolos andinos, plata labrada con iconografía de aves —figuras esenciales en la cosmovisión andina— y piezas de madera como los queros, vaso ceremonial surandino. Todas las piezas, sostiene, ayudan a replantear nociones como “arte sincrético” o “arte mestizo”, términos que la historiografía actual cuestiona por su rigidez o por las connotaciones jerárquicas que arrastran. Una reproducción del retablo de la Virgen de Copacabana, cuyas réplicas fueron convertidas en souvenirs durante el periodo colonial, aparece en la exposición como un mueble litúrgico de plata en el centro de la exposición. Concentra santos y relieves eucarísticos, como un pequeño teatro devocional. “En esas épocas, las reproducciones del retablo eran llevados o regalados a sus familiares en España”, comenta Montes. El trabajo en plata, recuerda el comisario, no es un simple gesto ornamental: este metal provenía de las minas de Potosí, centro neurálgico de su comercio. Montes sitúa además la evolución de la escuela cuzqueña dentro de su contexto histórico. El terremoto de 1650, que devastó la ciudad, activó una intensa reconstrucción arquitectónica y artística; la llegada posterior del obispo Manuel de Mollinedo y Angulo, con una valiosa colección de pintura europea, impulsó los talleres locales; y la independencia del gremio indígena respecto al gremio español dio fuerza y autonomía a los pintores. Todo ello coincidió con un auge económico en la ruta del Camino Real y generó una producción tan abundante que, ya en el siglo XVIII, comenzó la exportación masiva hacia lugares cercanos, como lo que ahora es Chile o Argentina. La muestra presenta también las relaciones entre modelos europeos y reinterpretaciones locales. Las obras de Francisco de Zurbarán y su taller dialogan con versiones cuzqueñas posteriores, donde los pintores incorporan paisajes boscosos, aves y tejidos minuciosos que definen un lenguaje propio. Los pintores peruanos Basilio de Santa Cruz Puma Callao y Diego Quispe Tito introducen elementos iconográficos y decorativos que distinguen la escuela cuzqueña de otras regiones del virreinato. El gusto por los cobres pintados, la adaptación de grabados flamencos y la persistencia de iconografías como la Virgen de la Leche muestran cómo los artistas locales reinterpretaban modelos globales desde su propio entorno cultural. “Esta exposición quiere revisar y actualizar la pintura cuzqueña en el marco de las nuevas perspectivas historiográficas”, apuntó. Cabe precisar que Pintura Cuzqueña. Centro y Periferia podrá visitarse en el Museo de América hasta abril del próximo año.
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