Cada cierto tiempo diversos investigadores dan a conocer nuevas teorías acerca de la llegada a América en un pasado remoto de navegantes procedentes de otras latitudes del mundo mucho antes que Cristóbal Colón: vikingos, fenicios o chinos entre otros, tratando de esta manera de arrebatarle la gloria al Almirante que descubrió un nuevo mundo en 1492, y para ello muestran como “pruebas” de sus aseveraciones diversos artefactos que confirmarían sus aseveraciones, sean estelas, estatuas, monolitos o inscripciones propias de esas culturas y que no debían haberse hallado en el continente.
Es más, en una ocasión pude apreciar en el Museo Larco de Lima, una cerámicas mochicas que llamaron mi atención, en los cuales aparecen sorprendentemente un personaje de ojos rasgados usando vestimenta china y otro portando armadura con casco y escudo vikingo. Quien sabe, quizás efectivamente pudieron llegar a estas tierras, pero fue algo esporádico - o accidental - y no paso de ello, a diferencia de la expedición liderada por Colon que cambio el curso de la historia, de eso no cabe ninguna duda. A pesar de eso, hay quienes insisten en “demostrar” lo contrario, como el mayor experto chino en la dinastía Shang, el arqueólogo Tang Jigen, quien está dispuesto a realizar pruebas de ADN para determinar “si existió una conexión temprana entre la dinastía Shang y las civilizaciones preíncas”, según informo el domingo un diario local. “Hasta el momento no tenemos evidencia científica, aunque hay estudiosos chinos que han propuesto esta teoría a partir de leyendas sobre el desplazamiento de un grupo humano perteneciente a la dinastía Shang por lo que es necesario hacer estudios comparativos más profundos”, propone Tang, de la Academia de Ciencias Sociales de China. Desde hace dos décadas, los investigadores chinos Song Baozhong y Wang Dayou estudian los supuestos contactos entre la antigua China y la América precolombina. En el 2006 recorrieron el Perú, Ecuador y Bolivia, tras los pasos de lo que se conoce como el “viaje de los Yin hacia el este”. De acuerdo con sus hipótesis, los antiguos peruanos tendrían origen chino. La última capital de la dinastía Shang estuvo ubicada en la ciudad de Yin. Fue allí donde el reinado alcanzó su apogeo, pero también su ocaso. Este período se conoce como Shang-Yin. Según antiguos libros chinos, cuando la dinastía colapsó, un desencantado príncipe Yin, que rechazó ceder el poder a sus enemigos, partió de China con su ejército y se dirigió hacia el este. Los expertos chinos afirman que los clanes que dieron forma a las culturas de Méjico y el Perú quienes - asevero - son descendientes directos de los Yin. La última etapa de la dinastía Shang coincide cronológicamente con la primera etapa de la cultura Chavín. Desde entonces, los intercambios podrían haber sido más frecuentes y en distintas épocas. A principios del 2014, durante una visita académica, un profesor de la Universidad de Stanford le mostró piezas de la cultura Chavín. Tang reconoció ciertas similitudes con la dinastía Shang. “Aunque hasta aquí no podemos concluir que los Yin cruzaron el océano rumbo a Mesoamérica. Aún estamos lejos de ese punto”, sostiene. Contemporánea a la dinastía Shang floreció la cultura Sanxingdui, en la provincia de Sichuan, considerada una misteriosa civilización que no aparece documentada en los antiguos libros chinos. Hallazgos como grandes máscaras cubiertas de láminas de oro y cabezas de bronce son hasta hoy un enigma para los especialistas. Un motivo que aparece en las vasijas de bronce de la época Yin (dinastía Shang) y en las máscaras de Sanxingdui es el Taotie, una mezcla de dragón y felino, con ojos protuberantes, marcadas ventanas nasales, colmillos, cuernos y garras. Suele estar representado con un cuerpo y dos cabezas que pueden ser de dragón, fénix o serpiente. Para Song y Wang, este elemento chino está presente en cerámicas y esculturas preincaicas, siempre de carácter religioso o guerrero. El felino de la iconografía Chavín es en realidad la representación de Taotie, que además aparece en un pectoral de oro y en la Estela de Raimondi, afirman convencidos. “Hemos llegado al punto de que es necesario hacer estudios científicos. Propongo comparar el ADN de restos de la dinastía Shang con los de la cultura Chavín o posteriores. Podemos mandar las muestras a laboratorios en EE.UU. o Canadá. Solamente con estas pruebas confirmaríamos un pasado compartido” puntualizó.
Venga ya, hay mucha especulación en todo ello. Si bien es cierto que los primeros humanos llegaron a poblar este continente cruzando el Estrecho de Bering - de allí sus semejanzas con los orientales - no hay prueba convincente de contactos posteriores en forma permanente. Todo entra en el campo de las suposiciones :)