Triste Bicentenario celebro esta semana el país andino, que conmemoraba su independencia de España (proclamado por el Libertador San Martin el 28 de julio de 1821) para que hoy, pasado 200 años de aquel acontecimiento, haya caído cual mansa paloma en las manos del comunismo asesino que finalmente se hizo con el poder y que al igual que sucede en Cuba y Venezuela no va a querer dejarlo nunca más. En efecto, con un discurso de odio y resentimiento, mostrando su total improvisación en su limitado lenguaje ofreciendo desorden y más corrupción, Pedro Castillo inauguro su periodo de (des)gobierno - que vaya a saber uno cuánto durará - haciendo gala de una demagogia barata, ofreciendo gastar 14 mil millones de soles a manos llenas en proyectos absurdos e irrealizables sin decir claro, de donde sacara aquel dinero, para cumplir todas sus promesas. A ello debemos agregar su demencial insistencia en querer llamar a una Asamblea Constituyente para redactar a como dé lugar una nueva Constitución de tufo comunista que le permita eternizarse en el poder, sin importarle en lo más mínimo el grado de inestabilidad tanto política como económica que ocasionara al país y que además, es rechazado por el 72% de los peruanos. Llama a preocupación además su anuncio de crear “rondas urbanas” que en realidad serán grupos paramilitares - tal como existen en Cuba y Venezuela - utilizados tanto para amedrentar a la oposición, como “para defender a la revolución”. Como si ello no fuera suficiente, no dijo una palabra sobre la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, quizás para no incomodar a sus “socios” y “financistas”. Y la cereza de este pastel envenenado, es su ridícula propuesta cargada de simbolismo, de no gobernar desde Palacio de Gobierno ya que según dice, “tenemos que romper con los símbolos coloniales para acabar con las ataduras de la dominación que se ha mantenido vigente durante tantos años” anunciando que lo cederá al rebautizado Ministerio de las Culturas “para que sea un museo que deberá mostrar nuestra historia desde sus orígenes hasta la actualidad”. Y entonces ¿desde donde lo hará? ¿Y cuanto costará al Estado edificar una nueva sede, dilapidando recursos públicos de la forma más estúpida? Por cierto, no se trata de una nueva idea como algunos puedan imaginar, ya que lo hizo en Bolivia Evo Morales en el 2014, levantado en la parte posterior del Palacio Quemado (que convirtió en museo) un grotesco y monstruoso edificio, denominado pomposamente como ‘la Casa Grande del Pueblo’ y que deforma la imagen de La Paz. Venga, hasta en eso, Castillo no es original. Con su investidura, el país entra de lleno en una era comunista tantas veces anunciada. Pero además, tomó posesión del cargo el mismo día en que cumpliría años el fallecido dictador venezolano Hugo Chávez, repitiendo el lapidario juramento por una nueva constitución que caracterizó la investidura de Chávez en 1999. “Juro por Dios, por mi familia, por mis hermanas y hermanos peruanos, campesinos, pueblos originarios, ronderos, pescadores, docentes, profesionales, niños, jóvenes y mujeres, que ejerceré el cargo de Presidente de la República en el período constitucional 2021-2026. Juro por los pueblos del Perú, por un país sin corrupción y por una nueva constitución”, dijo al tomar posesión del cargo. Pero esta no fue la única coincidencia con el discurso chavista. En su mediocre discurso mal leído - y dice que es profesor - Castillo apeló al “pueblo”, ese retórico término tan usado por los populistas de izquierda, casi calcando una frase de Hugo Chávez: “Esta vez un gobierno del pueblo, ha llegado para gobernar con el pueblo y para el pueblo”. Su arribo a la sede de gobierno (que no sabemos cuál será ni donde estará ubicado) es un parto más de los últimos 200 años - salvo contadas excepciones - de una letanía de caudillos megalómanos, bufones e ineptos, en comparsa con una muchedumbre mezquina, ya que su elección, necia e irresponsable, es una estocada más al cuerpo maltrecho de esta república en agonía que nunca alcanzó la madurez y (sobre)vivió dos siglos a base de promesas incumplidas. Así puede describirse perfectamente la historia reciente del Perú. La revolución, que desgarró al país y dividió familias en 1821, se repite “exacerbada” pasado dos siglos con los matices propios del neomarxismo encarnado en el dirigente de Perú Libre - partido aliado del chavismo - y su “guía” detrás del sillón presidencial, el exgobernador regional condenado por corrupción y simpatizante del Che Guevara, Vladimir Cerrón. De esta forma, “Castillo forma ahora parte de la colección de tragedias, dificultades y tensiones, pero a pesar de las guerras, las plagas y la vileza de algunos líderes que, en tantos momentos de vida republicana no estuvieron a la altura de la responsabilidad que se les encomendó, existe la certeza de que la ciudadanía se impone y con ello las ansias de superación de toda la patria”, afirma El Comercio, porque “en honor a la verdad, con prescindencia de las adversidades que la realidad impone, la evolución democrática y las convicciones que lo componen pueden enfrentar obstáculos, porque la noche, los frenos y las complicaciones nunca son eternas” apunta. Este diario peruano se muestra optimista, pero Castillo ya ha amenazado con una ley de medios porque “la televisión dice porquerías y cosas basura”. Así se refiere a la prensa de su país, repitiendo el discurso de sus camaradas izquierdistas como Nicolás Maduro en Venezuela o Daniel Ortega en Nicaragua. El nuevo camino político con el docente rural a la cabeza del Poder Ejecutivo avizora que hay “fundadas razones para la preocupación, y aunque las dudas pesen más que las certezas, la historia de un país curtido por haber padecido todo lo que la vida le lanzó, no deja de albergar esperanzas” agrega el citado diario. Las necesitan. Más cuando entre lo pendiente destaca la recuperación del rumbo perdido por la crisis pandémica, y ahí, las instituciones “libres de corrupción y burocracia paralizante” serán clave en una tarea tristemente postergada. Castillo arriba a la Presidencia con sólo 44000 votos de diferencia con la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori. El número comprueba que casi el 50% de la población peruana rechaza “el socialismo del siglo XXI”. Las marchas y plantones contra el comunismo bolivariano en las calles de Lima como en otras ciudades del país, son un inicio del rechazo al modelo desfasado y fracasado que encarna. Sus oscuras maniobras políticas en este campo serán determinantes porque el Perú es una pieza geoestratégica en América del Sur. De acuerdo con la lectura anglosajona, es un hub geográfico de interconexión estratégica desde el mar y el aire hacia Sudamérica. Sin Lima y el puerto del Callao no se puede entender la integración económica sudamericana. En la misma lectura, en términos políticos, Perú es un país desestabilizador del orden regional que se proyecta de inmediato sobre sus vecinos. Sí, porque el eje geopolítico en Latinoamérica tiene dos vectores que se conectan. El vector Caracas-Lima-Buenos Aires, y el otro es Santiago-Brasilia-Bogotá. El centro de esos vectores, en términos geoestratégicos es Perú. Por eso, el interés de Evo Morales de cruzar la frontera a acompañarlo e impregnar la ceremonia del repugnante socialismo. “La juramentación de Castillo ocurre en “momentos muy difíciles y probablemente tardará un tiempo todavía en esclarecerse”, aseguro el escritor Mario Vargas Llosa, quien considera que “lo importante es que la realidad peruana acepte que la libertad es un hecho absolutamente fundamental y sin ella, los países están destinados a fracasar. Sin la libertad no hay progreso posible, cualquiera que no esté cegado, que no tenga una ideología muy estrecha y fanática, podría reconocerlo”. En ese punto, el nuevo sátrapa que se hizo von el poder mediante el fraude es impredecible. Su discurso cambia en función a la plaza donde se presenta. Pese a su total desconocimiento en el área económica, impulsa con retórica la necesidad de “un Estado que genere recursos internos a partir de la soberanía de sus recursos”. En la práctica apunta a la nacionalización. Y esa es “una política que convierte a los países en una factoría dirigida por el Estado, llevándolos a la ruina económica y al desorden político” aseveró.De momento ha elegido al filoterrorista Guido Bellido como Primer Ministro, quien tiene cuentas pendientes con la justicia al estar acusado de apología al delito por su abyecta “admiración” de la terrorista Edith Lagos (liquidada en un enfrentamiento con la policía en 1982), por lo que el Congreso de ninguna manera puede otorgar la confianza a semejante esperpento ni a ese troupe de ‘joyitas’ que nadie sabe de dónde han salido - vinculados al narcotráfico, el terrorismo y/o el crimen organizado - que integran su gabinete. Aunque claro, esa es la estrategia de Castillo, de elegir a cuestionados elementos para forzar al Congreso a que le deniegue dos veces la cuestión de confianza para así disolverlo y convocar a un Congreso constituyente. No cabe duda que el capitulo con este individuo apenas comienza, pero nadie sabe como terminara debido a la política de abierta confrontación que ha tomado desde el primer día. Venga ya ¿terminará vacado por el Congreso o en un baño de sangre como Allende en Chile? Solo el tiempo lo dirá :(
Con una edición limitada, Ron Cartavio se hace presente en Fiestas Patrias donde no solo se conmemora una fecha sustancial para la historia peruana, sino también una remembranza a su identidad y su derecho de ser libres. Como sabéis, julio es el mes de su bicentenario y no puede ni debe pasar desapercibido. Ron Cartavio lo sabe y por ello presenta con orgullo y finura Historias de Libertad, un ron ultrapremium donde cada detalle presentado recuerda a la independencia del Perú. Esta edición limitada, hecha con la más fina caña de azúcar y diversos matices de frutas, trae sorpresas que emocionarán a más de uno, ya que los trasladará a la historia del país andino. Así lo refleja su estuche rojo brilloso, con letras imponentes doradas, junto a un diseño que muestra un sello conmemorativo de la fecha y dibujos alegóricos a la cultura peruana, como el del imponente don José de San Martín y el gran sol en el medio. Dentro de la arqueta se encuentra un certificado de autenticidad con una portada ploma muy elegante que hace mención a la edición conmemorativa de la bebida, rindiendo un homenaje a la independencia y recordando las memorias del país que tanto llena de orgullo a los peruanos. Cabe resaltar que solo son doscientas botellas las que han sido puestas a la venta al público, agrupadas en diez historias que tienen algo en común: la libertad que se celebra esta semana. Cada crónica es única y relata un pasaje del pasado del país. Al leerlas, gracias a su diseño y colores, uno puede trasladarse hasta 1821. Lo más bello de toda esta presentación es, sin duda, la botella: una magnífica redoma hecha a la medida de la situación, presente con una imponente cubierta de vidrio junto a uno de los diez sellos creados para la celebración, señalando el número correspondiente a la botella. En el cuerpo, una imagen dorada representativa del bicentenario revela que ya están viviendo un sueño. Al final del cuerpo, un sello rectangular cuenta que se trata de una edición conmemorativa; pero para los peruanos, es mucho más que eso: es sentirse orgullosos de sus riquezas, culturas y lenguas. Ron Cartavio los transporta al pasado con su combinación de ingredientes y texturas. De esta manera, como relata la historiadora María Meléndez, podrán reencontrarse con su historia y tal vez sea una gran oportunidad para revisarla y conocer todos los hechos que los trajeron hasta donde están parados el día de hoy. Solo queda dar las gracias a Cartavio, por traer un producto que no solo se consume, sino que también se lee y recuerda que, pasados doscientos años, quieren seguir siendo libres :)
A pesar de su amplia difusión por Fiestas Patrias, muchos peruanos consideran a la escarapela como un símbolo patrio, pero curiosamente, la Constitución no la incorpora como tal, incluso ha habido proyectos y pedidos para que se le incorpore, pero todo quedo en nada. Como sabéis, los símbolos de la Patria son los elementos representativos de la República del Perú, que se utilizan tanto a nivel nacional como internacional para representar a la nación peruana y a sus habitantes. En tanto, la escarapela de Perú se convirtió en un distintivo nacional para los peruanos. Los colores rojo y banco de la cinta tienen la misma disposición que los de la bandera nacional y se utiliza comúnmente prendida, a manera de insignia, en el lado izquierdo del pecho durante todo el mes de julio especialmente el día 28 en el que se celebran las Fiestas Patrias, en las instituciones estatales y en algunas privadas a nivel nacional. Cabe destacar que la escarapela si fue un símbolo nacional durante la historia republicana de Perú, pero en la constitución peruana no la considera como un símbolo patrio oficial, sino un distintivo. De acuerdo con el Artículo 49° de la Constitución Política del Perú, “son símbolos de la patria la bandera de tres franjas verticales con los colores rojo, blanco y rojo, y el escudo y el himno nacional establecidos por ley”, dejando de lado a la escarapela, que se coinvirtió desde entonces en un símbolo no oficial. Fue el Libertador José de San Martín quien estableció la bandera, el escudo, el himno y la escarapela. Luego el Marqués de Torre Tagle hizo lo propio y finalmente Simón Bolívar, a través del decreto de 25 de febrero de 1826 instauro: las armas (escudo), el pabellón y bandera nacional, el estandarte y la escarapela. Sin embargo, el único símbolo de la Patria que sobrevive a nuestros días tal como fue concebido por primera vez, aunque con algunas modificaciones a una estrofa, es el Himno Nacional. Tanto la bandera como el escudo han sufrió cambios y son distintos a los originales. La historia de la escarapela se remonta a 1820, cuando fue utilizada por ejército patriota en la lucha por la independencia. Su génesis se remonta al 21 de octubre de 1820, fecha en la que se estableció su uso dentro del ejército patriota y, con el paso de los años, fue utilizado por los civiles para identificarse como parte de la causa y diferenciarse del ejército realista (aquellos que respaldaban a España). Cuando el 25 de febrero de 1825, se establecieron los símbolos patrios de la nación, dentro de los cuales se encontraba la escarapela. Se hizo por medio de un decreto del Congreso Constituyente del Perú y en total fueron seis: el Escudo Nacional, el Gran Sello del Estado, el Estandarte, la Bandera Nacional, el Pabellón y la Escarapela. La ley estableció además que el símbolo debía ser tanto de color blanco como encarnado y debería de estar diseñada de forma de que los tintes fueran intercalados, con el fin de seguir la secuencia de la bandera nacional. Fue recién en 1979 cuando mediante la Constitución redactada aquel año se dejó atrás la escarapela como símbolo patrio, lo cual fue confirmado en la Constitución de 1993. Si bien ya no forma parte de los simboles oficiales, la escarapela se utiliza cómo una insignia que prende al lado izquierdo del pecho, como reflejo del amor que sienten los ciudadanos por su patria. En sus inicios era hecho de tela, pero luego adoptó configuraciones más prácticas, siendo utilizado usualmente como un prendedor de metal. Además, es tradición que sea utilizado por los deportistas peruanos que clasifican a los Juegos Olímpicos durante el desfile de cada país en las ceremonias de apertura y clausura, como sucedió recientemente en Tokio. En estas Fiestas Patrias, lleva a la escarapela en tu corazón :)