Venga ya, podría parecer banal y hay quienes tratan de olvidarlo: ‘gracias’ a las políticas neoliberales seguidas por Mauricio Macri que la han precipitado al abismo, ahora la Argentina es un país arruinado, un país que tiene más del 40 por ciento de su población bajo la línea de pobreza. Increíble lo que ese miserable hizo con un país considerado como el mas culto, elegante y sofisticado de América Latina y con Buenos Aires, llamada con justa razón como la París del nuevo mundo por su estilo europeo. Ahora, dos de cada cinco argentinos son pobres; tres de cada cinco chicos argentinos pasan hambre; uno de cada diez argentinos no tiene que comer. Es justo reconocer que siempre los hubieron, pero no en la cantidad de ahora. Como recordareis, el día en que ese impresentable sujeto asumió el cargo, hace exactamente cuatro años, prometió ‘reducirla’ y pidió que lo juzgaran por cuánto reducía la cantidad de pobres al finalizar su periodo. El balance es preciso: hoy hay cinco millones más que entonces. Semejante catástrofe social pudo producir cualquier efecto. En un continente en llamas - Chile es un trágico ejemplo de ello - es casi milagroso que uno de sus países más inflamables no se haya incendiado. Lo salvó la cercanía de unas elecciones que permitían enfocar las expectativas en una dirección precisa - que para eso, finalmente, sirven estos actos - votando a favor de quienes prometieron acabar con ese drama que los agobia, eligiendo a quien representaba una opción política que hace cuatro años con Cristina Fernández de Kirchner había dejado al país en una mejor situación y que hoy se presentaba a las urnas, esta vez con Alberto Fernández a la cabeza con Cristina en la vicepresidencia, una hábil jugada que desconcertó a los macristas que no se esperaban aquello, no pudiendo reaccionar a tiempo para tratar de impedir su triunfo, ocupados como estaban hasta ese momento en anatemizar por medio de un infames y vomitivas campañas mediáticas a la ex presidenta - incluso mediante juicios amañados por una justicia corrupta al servicio del gobierno - convencidos como estaban que ella seria la candidata. Pero les salio mal la jugada y su derrota fue clamorosa. No debe sorprendernos por ello que ante la corrupción macrista que entrego al país a la voracidad del FMI, millones de argentinos votaron por el retorno del kirchnerismo al poder, recordando sin duda los tiempos en que esa amenaza había sido extirpada de raíz con el pago total de la Deuda Externa y que solo volvieron a mostrar su horrible cabeza con la llegada de Macri a la Casa Rosada que endeudo al país hasta limites inimaginables. Por ese motivo, los argentinos eligieron a la formula liderada por Alberto Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner - los cuales por cierto, no son parientes - quienes ahora tienen un gran reto por delante como es sacar adelante al país del desastre macrista. Si bien el nuevo Presidente es un peronista clásico, uno que trata de quedar bien con todos los que puede y que intenta integrar a cuantos más mejor, ahora eso ya no será suficiente; es fácil decirle a cada uno lo que espera oír; pero será mucho más complicado contentar a todos cuando hay que definir qué se hace y qué no. Como sabéis, al asumir el cargo el pasado martes, Fernández no se anduvo con rodeos a la hora de explicar la situación económica del país que encontró: “Con un 40% de la población en situación de pobreza y una virtual quiebra de su economía, he recibido de herencia un desastre” afirmó. Aunque pueda terminar convirtiéndose en un lugar común, no es posible dejar de constatar la perplejidad que produce el que Argentina, que en principio cuenta con todas las ventajas, desde las riquezas naturales hasta su estructura de industrialización pasando por el alto nivel educativo y cultural de su ciudadanía, se encuentre en esta situación por culpa exclusiva del neoliberalismo. Las explicaciones pueden ser más o menos discutibles pero la realidad es que a Fernández le toca ahora lidiar con esta grave situación. Por la crisis galopante, el nuevo gobierno empieza con tres necesidades principales: devolver la esperanza a los argentinos, conseguir pronto algunos resultados económicos y sociales y mantener la unidad de un frente interno muy complicado. Sobre todo ahora que los derrotados intentaran bloquear desde el Congreso cualquier iniciativa del gobierno, teniendo para ello a los medios de comunicación al servicio de la corrupción - liderados por el Grupo Clarín - quienes se encargaran de realizar burdas campañas mediáticas intentando indisponer al kirchnerismo con la población, como ya lo hicieron en el pasado: para ello son expertos. Demás esta decir que desmontar el andamiaje neoliberal hasta su completa erradicación es una tarea ardua, pero los Fernández - tanto Alberto como Cristina - confían en hacerlo, así como también acabar con la influencia maligna que esos sectores aun mantienen en el sistema de justicia utilizado en el macrismo para perseguir a sus adversarios. No debe sorprendernos por ello que la semana pasada en uno de sus juicios y ante esos tribunales politizados, la señora Kirchner, triunfante y a su vez desafiante, repitió con creces una frase célebre de la política latinoamericana: allí donde uno afirmaba “la historia me absolverá”, ella dice “a mí me absolvió la historia” pensando sin duda en quienes ahora la juzgan y la difaman, con el fin del macrismo, serán los juzgados y castigados con todo el peso de la ley. Junto con el crecimiento imparable de la pobreza, otro efecto del nefasto gobierno de Macri fue la constitución de una deuda externa desmesurada - solo el año próximo vencen más de 60.000 millones de dólares - que el país debe encarar de algún modo. “No hay pagos de deuda que se puedan sostener si el país no crece. Para poder pagar hay que crecer primero”, dijo Fernández en su investidura, confirmando la hipótesis dominante: que piensa pagar pero no sabe cuándo, y eso es lo que le va a ofrecer al Fondo Monetario Internacional. Antes que nada, el nuevo gobierno necesita recuperar la actividad económica. La crisis actual es despiadada. Algunas cifras permiten atisbarla. Unas son macro: el Producto Bruto Interno argentino bajó, en los dos últimos años, 11 por ciento, y la inflación de este año superará el 50; otra, muy micro: en 2019 se publicó un 45 por ciento menos de libros que en 2016. Y otra, más decisiva: el consumo de alimentos bajó un 15,1 por ciento. No hay dinero, no hay actividad, la necesidad aumenta. Por eso el nuevo gobierno anuncia medidas para poner plata en el bolsillo a los sectores más golpeados por el macrismo. Se trata de reactivar el consumo con aumentos de las pensiones y los sueldos bajos para aliviar a los más apretados, dar sensación de que la crisis pasa y conseguir que la economía vuelva a funcionar. El problema, como siempre en la Argentina, es cómo lograrlo sin disparar la inflación; Queda entonces, restaurar la esperanza. El nuevo Presidente ha demostrado, por ahora, ser bueno para eso: su oratoria funciona. Los hechos, queda dicho, se le complican más. Pero, como suele pasar con los nuevos gobiernos, una buena parte de los argentinos está dispuesta a esperar que les mejore las vidas. En Fernández, por peronista, confían más los que más necesitan. Al peronismo siempre le resultó más fácil aplacar a los más necesitados, los grandes olvidados del neoliberalismo: para eso sirvió, históricamente, desde sus principios. Por ello, son quienes los apoyan más que ningún otro. De otro lado, en el campo internacional, la política exterior del nuevo gobierno será totalmente opuesta a la que tenía Macri. Las relaciones con Rusia, casi inexistentes durante la administración anterior, serán ahora mucho más fuertes. Asimismo, Buenos Aires fortalecerá aún más la cooperación económica con Beijing. Los dos países han mantenido estrechos vínculos durante bastante tiempo a pesar de los cambios políticos en Argentina. Por el contrario, se prevé un alejamiento en sus relaciones con los EE.UU. más aun con la desquiciada decisión de Trump quien en un acto de locura acaba de reestablecer aranceles para el acero y el aluminio argentinos. En cuanto al Brasil, que bajo Macri era su principal socio comercial y primer destino de sus exportaciones, con un demente como Bolsonaro que desvergonzadamente apoyo a su adversario y critico duramente la elección de Fernández como Presidente, inmiscuyéndose groseramente en la política argentina - con posiciones diametralmente opuestas en relación al golpe fascista en Bolivia, los ataques a la Revolución Bolivariana en Venezuela y la insurrección popular en Chile por ejemplo, así como su estrecha amistad con Lula, enemigo personal del loco del Planalto - su relación con el nuevo gobierno argentino no va a ser precisamente de las mejores. Como podéis notar, empieza un tiempo diferente y los desafíos que se les vienen a los Fernández son inmensos; es de esperar que logren lo que se proponen y vuelvan a convertir a la Argentina en el gran país que siempre fue, manteniéndola al margen de la hoguera que consume al resto de América Latina. Felicidades :)
MontBlanc es una marca alemana conocida principalmente por sus artículos de escritura, como sus plumas caligráficas que son grandes obras de arte cargadas de lujo, creados artesanalmente en Europa para un público muy selecto y exclusivo. Su distinción y calidad hizo que la marca incursionara en el sector de los accesorios, relojes y joyería, llegando, incluso, a la industria de los perfumes en el 2001 al lanzar su primera fragancia masculina Individuel, desde ahí su línea de fragancias no ha parado de crecer, ya que Montblanc se ha ganado una muy buena reputación con sus perfumes, consiguiendo exitosas formulaciones aromáticas como Legend o Emblem. En el 2019, luego de 5 años sin lanzar un nuevo perfume pilar, Montblanc presenta Explorer, una nueva fragancia masculina que muestra una nueva faceta de la marca al querer representar por medio de una fragancia el espíritu aventurero del hombre moderno, invitándonos a desafiar la vida agreste del mundo actual, a disfrutar y cuidar de la majestuosa naturaleza que nos rodea. Cada una de sus ingredientes son seleccionadas rigurosamente, incluso algunos de ellos como el Vetiver y el pachuli son cultivados por productores pertenecientes al programa de sostenibilidad ‘sourcing for shared value’ de Givaudan, un programa que busca preservar el medio ambiente y garantizar el bienestar de las comunidades de donde se obtienen las materias primas. Su composición fue creada por Jordi Fernández, Antoine Maisondieu y Olivier Pescheaux, perfumistas quienes lograron crear por medio del uso de su ingrediente principal: El cuero, un suntuoso viaje olfativo que se enriquece con sofisticados ingredientes de Italia, y exóticos provenientes de Haití e Indonesia. En cuanto a su olor, el cuero es el protagonista de esta nueva saga de perfumes, el cual se aromatiza con una infusión de contrastes levemente frescos, picantes y dulces, gracias a la presencia de salvia, bergamota de Italia y pimienta rosa, avivando el carácter animalico y sensual de este perfume; decantándose hacia un fragante y viril bosque de vetiver Haitiano, donde las sensaciones amargas de pachulí y cacao aparecen lentamente, evidenciando el lado feroz, opulento, instintivo y natural de la fragancia. De otro lado, el frasco de Explorer es de forma cilíndrica de vidrio grueso, que llama la atención por su funda de cuero negro que recubre la botella con una textura saffiano; una trama Tipo-Araña sinónimo de belleza y lujo. Asimismo, su tapón sigue la forma del logo de estrella de seis puntos, conservando su tradición de adicionar su reconocido símbolo en las botellas de todas sus creaciones. Como modelo de esta campaña publicitaria realizada en Sudáfrica, fue escogido Rein Langeveld , quien fue dirigido por el fotógrafo John Balsom. De esta manera, Montblanc imagina un nuevo capítulo olfativo que se inspira en el concepto de la exploración, evocando una filosofía viajera de conquistar cumbres, desafiar convenciones y explorar los límites de todos los rincones remotos del mundo :)
Hace 500 años, una prodigiosa civilización construyó la fortaleza de Kuélap, considerada irónicamente como la joya turística del norte peruano. Hoy en día, debido al desinterés de las autoridades que la han abandonado a su suerte luego de un voraz incendio que arraso los bosques circundantes a mediados de año, se encuentra en peligro de desaparición. El fuego no solo acabo con la vegetación, sino que origino que los muros de la fortaleza estén amenazados por un grave derrumbe. Cuando Martín Vizcarra visitó la región Amazonas a fines de agosto, prometió demagógicamente ‘solucionar’ el problema a la brevedad posible, asegurando que “pronto se reanudarían las obras de reconstrucción y que el acceso a Kuélap sería restablecido” pero han pasado los meses y absolutamente nada se ha hecho. Para empeorar las cosas, las lluvias de temporada han comenzado y su colapso será total. Como sabéis, hace unos meses atrás, como una manera de impulsar el turismo en la zona se instalo el teleférico, el cual no solo facilitó el acceso a la fortaleza, ya que consolidó como un nuevo atractivo el impacto paisajístico del que gozan los turistas antes de llegar a Kuélap. Sin embargo, la decepción de los visitantes fue grande al encontrar justo en la puerta de acceso un gigantesco forado cubierto con plásticos, sin un adecuado sistema de drenaje y con un horroroso andamiaje que parece sostener a duras penas los grandes muros de piedra. Por si fuera poco, miles de bloques de piedra utilizados por los constructores de esta maravilla ahora yacen esparcidos en los alrededores. Asimismo, debido al lamentable estado en el que se encuentra la fortaleza, producto del incendio, el servicio ha sido suspendido y son cada vez menos quienes se arriesgan a visitarla debido a su difícil acceso por tierra. Al respecto, la Cámara de Turismo - Caretur - de Amazonas calcula que este año se recibieron 10 mil turistas menos que en el 2018, culpando al (des)gobierno por su inacción. Lo cierto es que nadie sabe qué hacer y los vizcarristas se están tirando la pelota. “Vizcarra es ingeniero y lo que esperábamos es una solución técnica al asunto”, insisten los operadores de la zona. “Esto ya no es trabajo de arqueólogos, es de ingenieros”, añaden visiblemente desilusionados por las promesas incumplidas. Para los expertos aquí se juntaron varias precariedades. Por un lado, el interior de la fortaleza ha sufrido una desmesurada deforestación. Al observar las imágenes satelitales de Google Earth, se puede comprobar la tala de árboles desde el año 2005. Durante siglos, estos árboles sirvieron como un “paraguas” natural que cubría el monumento. De paso, las raíces que succionaban el agua ya no están ahí y no se han mejorado el sistema de drenaje. Fue en los años ochenta cuando los arqueólogos lo instalaron con cemento y tubos PVC. A partir del 2003, se definieron las áreas de emergencia, y en los años siguientes estas áreas fueron intervenidas. Varios muros fueron “desarmados” y se aplicó una argamasa para unir los bloques de piedra. La idea fue impermeabilizar los muros, pero en los últimos años aparecieron manchas de humedad y grietas en las paredes intervenidas. Fue entonces cuando intervino Plan Copesco, entidad adscrita al Viceministerio de Turismo. Firmaron un contrato por más de 4 millones de soles con la empresa Quetzal SAC en octubre del 2016. Cuando empezaron las obras, los arqueólogos de Quetzal se dieron con la sorpresa de que en el interior de los muros impermeabilizados se habían acumulado grandes cantidades de lodo. También descubrieron dos enormes grietas. Exigieron un incremento en el monto del contrato “porque eso no figuraba en el expediente técnico”. Plan Copesco se negó al aumento y se convocó a un arbitraje que, este año, le dio la razón a Quetzal. Mientras tanto, Copesco contrató a otra empresa, Consorcio Kuélap, pero se repitió el problema y paralizaron las obras. Ahora Mincetur le quiere pasar el problema al Ministerio de Cultura. Hartos de esta situación, los operadores y pobladores convocaron a un paro el pasado 6 de noviembre. La medida de fuerza obligó al viceministro de Turismo, José Vidal Fernández, a viajar a la zona, donde sostuvo una reunión con el gobernador regional, alcaldes y operadores de turismo. Vidal fue titular del Plan Copesco cuando se firmó el primer contrato con Kuélap. En abril fue nombrado viceministro y la noticia motivó una marcha de repudio en Chachapoyas. Aquella vez, Vidal aseguró que la obra no está paralizada, pero las evidencias lo contradicen. En el Ministerio de Cultura ya sabían que se necesitaba contratar a ingenieros expertos en geodinámica y restauradores profesionales, pero hasta el momento nada se ha hecho. Para agravar las cosas, tras la renuncia hace unos días del ministro de Cultura todo volvió a fojas cero, por lo que la salvación de Kuélap tendrá que esperar quien sabe hasta cuando. Es lamentable como los peruanos no saben valorar lo que tienen :(