Menuda forma de acabar el año para ocuparnos en esta oportunidad de un impresentable sujeto de lo más ruin y miserable - judío tenía que ser - considerado como un referente de los caviares y corrupto a mas no poder, pero que sospechosamente hasta ahora la justicia lo le pone las manos encima a pesar de las múltiples pruebas que lo incriminan en graves delitos. Es más, se dice que la policía tiene orden de “protegerlo” ¿Que corona posee este roedor? Nos referimos obviamente a Gustavo Gorriti, conocido mercenario a sueldo de Odebrecht, de quien la prensa está ocupándose profusamente en estos días, por lo cual he decidido reproducir uno de esos artículos - entrecomillado claro está - el cual ofrezco a continuación por su interés ¿vale?: “Gustavo Gorriti y la empresa Odebrecht son inseparables, habiéndose convertido en un operador político de la empresa brasileña. Desde mediados del 2018, cuando el Instituto de Defensa Legal habló con insistencia de la existencia de una organización criminal al interior del poder Judicial, liderado por un vocal supremo y el presidente de la Corte Superior de Justicia del Callao; el Instituto de Defensa Legal, liderado por Gorriti, aspiró a convertirse nada menos que en ‘censor de la vida nacional’ (?). La judicialización de la política o la justicia administrada desde los grandes medios de comunicación han sido promovidas por los grupos El Comercio, La República y RPP, siendo evidente que el Instituto de Defensa Legal ofrecía ‘primicias’ periodísticas filtradas desde el Ministerio Público y particularmente desde el Equipo Especial Odebrecht a cargo de los fiscales Rafael Vela Barba y José Domingo Pérez. A ellos debemos agregar a un conocido lagarto llamado Martín Vizcarra, desleal y sin escrúpulos, quien el 28 de julio del 2018, anunció en un mensaje a la Nación una aparente ‘lucha frontal contra la corrupción’, decidiendo desplazar de la Fiscalía de la Nación Pedro Chávarry, y para lograr ese vil propósito se gestó una infame campaña de demolición en su contra por parte de los medios vinculados al "Club de la Construcción" y a José Graña Miró-Quesada, o sea a la corrupta Odebrecht. En todo momento, Gorriti y el Instituto de Defensa Legal se mostraron como mediocampistas en una cancha de futbol, repartiendo pelota, dando pases largos o cortos e incluso jugando en pared con Vela Barba y José Domingo Pérez. En todo momento, Gorriti declaraba, sobre todo a Canal N, que la empresa Odebrecht ‘solo había cometido errores y que, como había sucedido con otras empresas o corporaciones internacionales en el mundo, debía pagar una penalidad y quedar habilitada para seguir contratando con el Estado’. Lo cierto es que el punto de vista expresado por Gorriti en diversas entrevistas, se ha cumplido, porque a la fecha la corrupta empresa Odebrecht se ha comprometido a pagar una exigua penalidad a lo largo de 15 años, ha sido exonerada de pagar una millonaria deuda a la SUNAT, sus directivos solo son delatores y han sido eximidos de toda responsabilidad penal. El Acuerdo de Colaboración Eficaz es un "secreto de Estado", desconociéndose hasta la fecha sus cláusulas, existiendo la sospecha fundada de que fue redactado por Odebrecht o en su defecto en las oficinas del Instituto de Defensa Legal. Por todos es sabido que Odebrecht y otras empresas constructoras brasileñas son parte de una "coalición política empresarial" gestada durante los gobiernos de Lula da Silva en Brasil y responde a un plan con el claro propósito de participar en la ejecución de las grandes obras de infraestructura en América Latina y consolidar la hegemonía política de Brasil en la región. Odebrecht, como empresa constructora con larga experiencia, de la mano del Partido de los Trabajadores y bajo el liderazgo de Lula, no dudó en multiplicar su radio de influencia en toda América Latina, aumentando su hegemonía en alianza con grupos nacionales en cada país. En el Perú, la empresa "Graña y Montero" se asoció empresarialmente con la empresa brasileña, logrando tejerse la "trama de Odebrecht". En un contexto como el descrito, luego de que los ilícitos de Odebrecht fueran probados por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos y la par en diversos países latinoamericanos se incriminara a esta empresa por la comisión de graves ilícitos penales; la empresa Odebrecht en el Perú diseñó una estrategia legal y política. A finales del gobierno de Ollanta Humala, se iniciaron investigaciones en el Congreso, sin embargo, ya en el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski el caso Odebrecht tuvo un mayor impacto político. No olvidemos que la delación de Odebrecht precipitó la renuncia de Kuczinsky en marzo del 2018. Desde ese entonces la participación mediática de Gorriti fue evidente, por ello todo parece indicar que la empresa Odebrecht lo eligió como operador político para defender sus intereses con grave perjuicio del Perú. Entendemos que esta elección fue motivada porque los altos directivos de Odebrecht reconocieron la capacidad de Gorriti, para manipular, mentir, tergiversar los hechos y sobre todo por la evidente soberbia, intolerancia y vocación por la maldad que lo caracteriza. Gustavo Gorriti, que cumplió un papel nefasto en el periodismo y en la política panameña a finales de los años noventa, no tuvo reparo en ser prácticamente el ‘guardaespaldas’ de Alejandro Toledo durante la ‘Marcha de los Cuatro Suyos’ en el año 2000. El país recuerda la estrecha relación entre Toledo y Gorriti, como tampoco debe olvidarse la generosa ‘donación’ de un millón de dólares por parte del judío George Soros para impulsar la organización de la movilización de protesta ciudadana en ese entonces. De esta manera, con el liderazgo de Gorriti, bajo la pauta dictada por el Instituto de Defensa Legal, se pretende construir un supra poder, que goza de licencia para denostar, señalar responsabilidades penales o eximir de culpa a los directivos de Odebrecht y la empresa "Graña y Montero". La existencia de un supra poder le está causando un daño irreparable al país, que va más allá del ámbito político. En los últimos años, tanto Odebrecht como Gorriti se han convertido en actores políticos, que buscan impunidad para unos, señalando selectivamente responsabilidades en determinados sectores políticos del país. ¿Con qué autoridad moral habla Gorriti, cuando es financiado por la cooperación internacional solventada por los magnates de la globalización? El mundo sufre los embates de un globalismo avasallador, que pretende imponer una agenda signada por los puntos esbozados en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. El Perú debe afirmar su soberanía, el Acuerdo de Colaboración Eficaz debe ser publicado, la empresa Odebrecht y las otras empresas brasileñas deben ser denunciadas penalmente y resarcir al Estado con altas penalidades. Hoy los libretos se repiten, las acciones fiscales se replican como hace unos años. Nadie es "intocable", ni los fiscales Vela Barba, ni José Domingo Pérez, tampoco Gustavo Gorriti. Medios de comunicación y periodistas sin ética han cumplido y cumplen un papel funcional a los intereses de Odebrecht. No nos confundamos, Odebrecht y Gustavo Gorriti se necesitan mutuamente buscando la impunidad de sus delitos”. Y debido a ello, deberán castigados ejemplarmente, agrego yo. Ese día llegara cuando los parásitos caviares sean expulsados del Poder Judicial, comenzando con la JNJ. Ha llegado la hora de fumigar a esas ratas ¿A que espera el Congreso para hacerlo?
En aquellos tiempos de locura colectiva en el país andino, donde una oprobiosa dictadura izquierdista instaurada mediante un golpe militar en 1968 por Juan Velasco Alvarado quiso erradicar de raíz todo tipo de celebraciones cristianas (para imponer el culto a la personalidad a su persona, buscando imitar groseramente a los sátrapas de los regímenes comunistas que por ese entonces pululaban en el mundo), como lo hizo inicialmente con la Navidad, reemplazando a Santa Claus por un esperpéntico personaje llamado Taita Noel y presentando al niño Jesús y a sus padres, vestidos de indios, sino que también pretendió hacerlo con las celebraciones de Año Nuevo, buscando “peruanizarlo” con una disparatada ‘ceremonia’ en la cual se entonarían loas incesantes al dictador y su “robolución”, con danzas folklóricas de fondo, haciendo además ‘ofrendas’ a Túpac Amaru, icono por antonomasia del régimen. ¿Y porque llevaba el gorro de Santa Claus? De seguro pensaban reemplazar a ese espantajo de Taita Noel - a quien se dice que comenzaron a tirarle piedras cada vez que quería acercarse a los niños - por el Túpac Noel que en lugar de regalos iba a repartir libros con el Plan Inca y otras obras “revolucionarias”. Afortunadamente para el buen gusto, esta absurda ‘celebración’ nunca se llevó a cabo, porque en agosto de 1975, el tirano, que padecía de cáncer terminal a tal punto que le amputaron una pierna, fue derrocado por un felón mediante un incruento golpe con apoyo de la CIA, quien de inmediato dispuso el desmantelamiento de todo aquello que estuviera relacionado con el velasquismo, entre ellas y en primer lugar obviamente, sus ridículas ceremonias. Sin embargo, esta pretensión no paso al olvido ya que un semanario de la época dio detalles de cómo iba a celebrarse a finales de aquel año. La crisis económica se agudizaba cada día más, por lo buscaban un medio para distraer a la indiada del desastre que ellos originaron y que mejor que una ceremonia de varios días de duración donde correría el alcohol a granel. Pero leyendo la citada publicación, se puede constatar que los “ideólogos” del régimen no tenían ni imaginación, ya que todo era una burda copia del Año Nuevo Andino, el cual es una antigua tradición adoptada por el Imperio Inca. Esta celebración tiene lugar cada 21 de junio, que coincide con el solsticio de invierno en la zona del hemisferio sur, donde está ubicado el Perú. El Año Nuevo Andino era un festejo religioso en la época prehispánica donde rendían culto al dios Sol (Inti) y la Madre Tierra (Pachamama). Esta fiesta nació para rendir honor y respeto en el día más oscuro del año, ya que la creencia marcaba que aquí se reiniciaban los ciclos de cosechas. Así, se agradecía al Sol y la Pachamama por los alimentos otorgados, además de pedir por una nueva buena temporada de siembras en los productos agrícolas. Durante el Año Nuevo Andino, había ofrendas, sacrificios, actividades culturales y artísticas para retribuir la ‘bondadosa’ que era la conexión ancestral del Inti con la Madre Tierra y la repercusión que tenía está con los indios. Como podéis notar, esta celebración (que continúa llevándose a cabo en los andes peruanos cada 21 de junio) es la que los velasquistas también quisieron apropiarse y “trasladar” su celebración a Lima el 31 de diciembre. Es más, cuenta 7 Días, que hasta planearon realizarlo en el hipódromo de Monterrico, que iba a ser expropiado y reconvertido en el “Parque Popular Túpac Amaru” pero un hecho fortuito impidió que ello ocurriera, como fue el triunfo del caballo Santorin en el por entonces afamado Gran Premio Carlos Pellegrini en Buenos Aires en 1973, por lo que el dictador, ebrio como nunca, agarro el decreto de expropiación del hipódromo que ya lo tenía firmado, rompiéndolo en pedazos, mientras decía emocionado “Que parque ni que parque caraj…. Viva el Perú”. Entonces sus “ideólogos” buscaron otro lugar donde hacerlo y le echaron el ojo al Golf de San Isidro, pero la grave crisis económica los obligo a posponer sus planes para finales de 1975. Sin embargo, la caída del régimen en agosto de ese año acabo con todos sus desvariados sueños, que hoy yacen en el basurero de la ignominia ¿A qué no?