Esta semana los peruanos han sido testigos de un grotesco espectáculo protagonizado por quienes cual perros rabiosos, han dejado al descubierto sus intenciones de perpetuarse en el Poder. Este par de dos -
engendros de un despreciable genocida condenado a 25 años de prisión por Crímenes de Lesa Humanidad - han ocasionado una fractura al interior del fujimorismo, esa banda delincuencial donde las dos facciones que lo integran
(albertistas y keikistas) ya no disimulan el encono que se tienen y creyendo que tienen la victoria al alcance de la mano en el ballotage del 5 de junio, tratan de imponerse uno sobre el otro, a como de lugar para luego dictar sus condiciones. En efecto, la controversia entre Keiko y Kenji Fujimori es ante todo una pugna entre dos oportunistas de la peor especie -
involucrados en sonados escándalos de narcotráfico - que intentan acumular poder político como “herederos” de Kenyo Fujimori. La forma que reviste esta contradicción no debe hacernos perder de vista el origen del problema. Como sabéis, cuando el fujimorismo se encontraba en crisis -
inmediatamente luego de la caída del régimen, tras la vergonzosa huida del cabecilla de la banda al Japón en el año 2000 - su discurso indicaba que el futuro del movimiento dependía del retorno de Fujimori al Perú y con ello el inicio de una segunda etapa. La estrategia fallida del viaje a Chile (donde fue detenido inmediatamente al arribar a Santiago) cuyo propósito fue precisamente “preparar” su retorno al país, tuvo ese objetivo. Los sucesos posteriores desdibujaron esa estrategia que acabó en decisiones desesperadas para evitar su extradición al Perú -
como presentarse como “candidato” al senado japonés, lo que le garantizaría la impunidad para sus delitos - fracasando en su intento, siendo devuelto al Perú donde recibió varias condenas por corrupción y Crímenes de Lesa Humanidad. Antes de que esa estrategia empezara a fallar, el mismo Fujimori dio paso a una sucesión dinástica empoderando primero a Keiko sin perder de vista a Kenji, todo lo cual se encuentra documentado en entrevistas periodísticas.
No es cierto entonces que el liderazgo de Keiko se abriera paso por sí sola luego de la condena ejemplar al monstruo de su padre, lo que se evidencia en el hecho de que ella encabezara la lista parlamentaria de la mafia en las elecciones del año 2006 como una candidata que actuaba en representación de su padre y por encargo de este. Hacia el año 2011 esta sucesión se fue consolidando sin ninguna razón meritocrática, como la que esgrime la candidata ahora contra su hermano. Para ser más específicos, ¿qué otra razón aparte de ser la hija de Kenyo Fujimori exhibe Keiko como atributo político propio? Esta sucesión trató de ser suprimida por una interesada versión que muestra a Keiko como la fundadora de un nuevo movimiento partidario, “orgánico y coherente”. Algunos analistas al servicio de la corrupción -
que se vendieron miserablemente a la dictadura fujimorista en la infame década de los 90 y que ahora se la dan de “fiscalizadores” del actual gobierno, cuando tienen tremendo rabo de paja - han pretendido magnificar los leves cambios cosméticos introducidos al interior de esa banda homicida y pretenden darle la dimensión de una “gesta” y que de ese proceso “ha surgido una gran maquinaria partidaria, poderosa y democrática” (?) y que, por lo tanto, “el nuevo fujimorismo ya no es un peligro para la democracia”, cuando sabemos que ello no es cierto. Sin embargo, la pugna Keiko vs Kenji los ha devuelto a su triste realidad. Primero los voceros que clamaron por la libertad de Fujimori “por la puerta grande”, y los que despreciaron el diálogo con las minorías, asegurando que en el nuevo Congreso dominado por ellos, “todo saldría como por un tubo” sin importar lo que piensen los demás,nos indican los límites prácticos de la “democracia” fujimorista. En el último episodio, Keiko y Kenji nos recuerda que ese grupo es ante todo un proyecto autoritario también por dentro, y lo que está en discusión son los plazos del poder familiar en ese grupo mafioso.
Es por ello totalmente deplorable el espectáculo de la candidata de la corrupción que cuestiona el personalismo de su hermano desde una agrupación que lleva la inicial de su nombre como símbolo, y en el que resultó como cabecilla sin el mayor asomo de “democracia” como efecto de una sucesión otorgada a dedo por su encarcelado padre. Pero ahora, con la inminente puesta en libertad de este sujeto a partir del 28 de julio próximo (anunciado por los dos aspirantes que participan en el ballotage del próximo 5 de junio) no cabe duda que intentara retomar inmediatamente las riendas de esa organización mafiosa y volver a Palacio -
si gana la hija - para ser el quien realmente gobierne, buscando perpetuarse en el Poder. Pero si es Kuzcynski el elegido, intentará boicotear su gestión desde el Congreso, gracias a la sólida mayoría que ostentará, con el objetivo de desestabilizarlo a corto plazo. Sus intenciones han quedado al descubierto: O ellos o el caos. La “democracia” fujimorista en toda su extensión
(Venga ya, y pensar que si los gobiernos que sucedieron a la dictadura en el año 2000 hubiesen hecho su deberes - ilegalizando a esa banda asesina y persiguiendo implacablemente a todos aquellos quienes tratarían de justificar sus crímenes, ya que seria considerado como una apología del delito - hoy los peruanos no estarían en la disyuntiva de elegir el 5 de junio a la gorda o al lobbysta que al fin y al cabo, son lobos de una misma camada) :(
Caricatura; La República