Ese viernes asume el mando en Venezuela el Presidente electo Nicolás Maduro quien de una manera inobjetable gano el pasado domingo las elecciones en su país frente al candidato de la Casa Blanca, el judío Henrique Capriles, quien desesperado por la derrota, ya que se había invertido muchos millones en la campaña y tenia que recuperarlos a como de lugar para devolverlos a sus “inversionistas” – léase la mafia exiliada de Miami - salio raudamente para “desconocer” el triunfo
(un patético discurso que ya se tenia preparado de antemano siguiendo instrucciones de Washington) en el cual llamo a sus seguidores a tomar las calles para tratar de crear un clima de tensión y dar un Golpe de Estado que lo aupe al Poder. Como consecuencia de ello, murieron siete personas.todas oficialistas (algo que no dice la prensa basura) a manos de los esbirros de Capriles. Sin embargo no importándole tener las manos manchadas de sangre intento realizar este miércoles una marcha por el centro de Caracas, pero el señor Maduro -
siguiendo los sabios consejos del Presidente peruano Ollanta Humala de aplastar sin piedad al enemigo para consolidar la Revolución – acertadamente desbarato los planes golpistas prohibiendo su realización y acusando al derrotado candidato de ser el responsable de las muertes ocurridas, por lo que tendrá que responder por ello ante la justicia. Y es que la derecha cree que el poder le pertenece. Desde que desapareció la URSS, la derecha del fin de la historia creyó que ya no tenía adversarios. Chávez les descuadró las cuentas. Por eso aplicaron en Venezuela todas las tretas. Pero el proceso bolivariano las derrotó todas, incluido el golpe tradicional. Tuvieron que ponerse la máscara de demócratas. Cuando les sacas diez puntos, parece que no les queda otra que aguantarse. Eso sí, no sin intentar enturbiar los procesos electorales. Cuando las cifras son más apretadas, dan una patada a la mesa. Algo que nunca ocurre cuando el mismo caso ocurre en la dirección contraria.
Todos los grupos de observación internacional en Venezuela expresaron este 15 de abril sus conclusiones sobre las elecciones presidenciales: han sido elecciones limpias, transparentes, fiables, en conclusión, expresión veraz de la voluntad popular. Sin embargo Capriles ha desconocido la victoria de Nicolás Maduro llamando a sus huestes a la insurrección. Y le han hecho caso: atacando a mansalva edificios oficiales así como asediando a las televisiones públicas (VTV y teleSUR), asesinando a simpatizantes del gobierno, etc. Y decían que ellos “iban a respetar las misiones,defender los logros de los últimos años, que estaban con el pueblo ...” y todo resulto una farsa.
Sin embargo Venezuela ha aprendido del golpe de 2002. También América Latina. Sabe que los que ahora desconocen el resultado, son los fascistas de siempre. Capriles pide el conteo del 100 por ciento de los votos. No habría problema, salvo que es mentira que les interese el resultado. Saben que han perdido. Se lo ha dicho, incluso, el rector electoral que tienen en el CNE. Todos los expertos del mundo saben que auditar el 56 por ciento de los votos es mucho más de lo necesario. Es la proporción que se audita en Venezuela. Esa auditoría ha demostrado que el recuento manual de las papeletas y el resultado de la máquina coinciden. 15 auditorías previas habían blindado previamente el procedimiento. El sistema venezolano es el más auditado del mundo. Capriles quiere ahora que se cuenten el 100% de los votos. Y lo exige desde sus medios de comunicación. Lo único que busca es desconocer al Consejo Nacional Electoral (si quiere ese conteo, debiera impugnar las elecciones, pero no lo hace porque quedaría como un imbécil después de las auditorías ya efectuadas). Quieren tiempo y ruido. Por lo mismo muestran fotos de destrucción de material electoral de otros comicios (de 2010) como si fueran actuales, para enardecer a sus ya abducidos fanáticos.
¿No es un delito incitar al odio y la violencia a través de mentiras? En otros países, lo que ha hecho Capriles y los medios de comunicación fascistas como Globovisión y El Universal que le apoyan les significaría cárcel. Son comportamientos insurreccionales que desconocen las leyes aplicando la violencia. No es desobediencia civil porque es violenta y no busca generalizar ningún derecho, solo tomar el Poder para pagar favores. Es el fascismo de siempre, que no cree en la democracia y al cual hay que aplastar sin piedad. La Revolución Bolivariana vive y el pasado jamás volverá :)