Como sabéis, basto que el pasado martes la Comisión de Constitución diera el primer paso para la aprobación por insistencia de una aclaración al artículo 206 de la Carta Magna, que dejo nuevamente establecido que toda reforma constitucional debe ser aprobada previamente por el Congreso - y que no puede hacerse al caballazo con demagógicas recolecciones de firmas o dando gritos en las plazas, tal como lo han venido haciendo con recursos del Estado los parásitos de la izquierda que ni por asomo lograron mayoría parlamentaria - para que el filosenderista Pedro Castillo y su banda delincuencial salieran a amenazar en todos los tonos con sacar los indios a la calle buscando reeditar la violencia desatada hace poco en Chile, si es que esta norma constitucional fuera aprobada finalmente por el pleno - como sucedió el viernes - con lo cual se esfumaron su sueños de eternizarse ilegalmente en el poder. Esta gente habla mucho de “democracia” y “respeto a la voluntad popular”, pero querían saltarse al Congreso e imponer su agenda totalitaria para instaurar en el Perú una sangrienta dictadura comunista a la brevedad posible, siguiendo las enseñanzas de su maestro y guía Abimael Guzmán Reynoso, aquel cabecilla terrorista de Sendero Luminoso, quien murió en la cárcel sin poder recobrar su libertad. Si el grueso de los peruanos hubiesen querido una nueva Carta Magna que reemplace a la que está vigente, hubiera dado su masivo respaldo en el Poder Legislativo tanto a la lista senderista (mediante su organismo de fachada Perú Libre), como a los de Verónika Mendoza, Marco Arana o el asesino de policías Antauro Humala, pero ello no ocurrió. En efecto, con 72 votos a favor, 44 en contra y cero abstenciones, el Pleno del Congreso de la República aprobó la tarde del viernes por insistencia la autógrafa de Ley que refuerza los límites para convocar a referéndum y que había sido observada por Castillo. Al ser minoría en el Congreso - al que pretendían disolver - su intentona golpista ha quedado desbaratada una vez más. De esta manera se fortalece la democracia y de momento, se pone punto final a la pretensión desestabilizadora de cambiar la Carta Magna por puro capricho del usurpador de Palacio, con la idea de alterar las reglas económicas e institucionales y hasta incorporar alguna figura que pueda alargar ilegítimamente su permanencia en el máximo poder del Estado. El texto rebate, una por una, las observaciones planteadas por los oficialistas que votaron en minoría y aquellas observadas por ese oscuro individuo de nula inteligencia al negarse a firmar la autógrafa de ley. Que los intereses detrás de la maniobra de una “nueva Constitución” conllevaban una profunda entraña antidemocrática lo demostró, además, el hecho de que –como bien recordó la presidenta de la susodicha Comisión, Patricia Juárez– la bancada de Perú Libre llegara a presentar, incluso, proyectos como el de otorgar poderes a Castillo para que pudiera nombrar, a través de un decreto supremo, a los integrantes de la Asamblea Constituyente sin elección alguna para asegurarse el control de ella: es decir, una vocación totalitaria inocultable. La norma rechazo rotundamente, asimismo, que la autógrafa de ley vulnera el derecho a la participación ciudadana o los principios constitucionales que el irrito referéndum pretendía defender. El texto aprobado deja en claro que toda iniciativa de reforma constitucional que se someta a consulta popular debe pasar previamente por el Congreso de la República, siguiendo el procedimiento del artículo 206 de la Constitución. Al respecto, el expresidente del Tribunal Constitucional Víctor García Toma afirmó que al quedar aprobada la norma por insistencia, el proceso de recolección de firmas realizado por Perú Libre para llamar a una asamblea constituyente no tiene ningún sentido, porque la ley precisa y desarrolla los alcances del artículo 206 de la Constitución. “Ya en el 206 está [el límite, de que el Congreso es el único que aprueba reformas constitucionales], lo que ha hecho el Congreso es reiterar [en la Ley N° 26300] algo que ya estaba en la Constitución […] Lo más preocupante de todo no es tanto el tema del referéndum, sino la amenaza terrorista que ha adoptado Vladimir Cerrón, cabecilla de Perú Libre, condenado por corrupción y con lazos comprobados con el terrorismo, quien ha dicho que esta ley ‘cierra los caminos de la legalidad y de la paz’, dejando entrever peligrosamente y de manera antidemocrática que existen otros caminos, que no son pacíficos ni dentro de la ley para cambiar la Constitución”, remarcó. García Toma indicó que el oficialismo nunca tuvo la opción real de llamar a una asamblea constituyente, a través de una consultar popular, porque la Constitución ya es clara en este punto. “Lo que hace esta ley es repetir lo que está en la Carta Magna, y se da para evitar que la intransigencia política del régimen pueda resquebrajar la gobernabilidad”, complementó. A su turno, el abogado constitucionalista Alejandro Rospigliosi consideró que, si bien la Constitución limita las reformas constitucionales al Congreso, la Ley N°26300 “no era muy clara” en este aspecto. “En base a esa falta de claridad, algunos utilizaron esta propuesta [de asamblea constituyente] como fuegos artificiales. Lo aprobado por insistencia este viernes es repetir lo que ya dice la Constitución”, expresó. Rospigliosi dijo que cualquier ciudadano puede adquirir un kit electoral ante la ONPE, juntar el número de firmas necesario y presentar su proyecto de reforma constitucional. “El camino que este seguirá, es primero la Reniec, que revisa las firmas y luego va al Congreso, como un proyecto más, y ahí no va a prosperar, porque Perú Libre no tiene los votos”, remarcó. Agregó que la posición de ese grupo violentista, en el sentido de que se podía instalar una asamblea constituyente a través de un referéndum sin la participación del Congreso es una falsedad, pero que les ha sido muy rentable desde el punto de vista político, sabiendo que es imposible de materializar. “Por lo visto, el oficialismo sigue en campaña electoral, y en estos últimos meses continúan haciendo desvergonzadamente proselitismo político”, subrayó. No cabe duda que se trata de una buena noticia que el Congreso haya tomado una decisión histórica en beneficio del Perú, pero hay que seguir alertas porque una bestia herida es mucho más peligrosa. Con esta norma, la idea de una pretendida asamblea constituyente para llevar el país andino hacia el abismo, siguiendo la ruta de Venezuela o Cuba, se fue al archivo y Castillo así no lo quiera, tendrá que actuar dentro de los cauces de la Carta Magna de 1993. Desde su posición, nada se maneja como si fuera su sindicato senderista de profesores radicales que se niegan a ser evaluados. Las cosas no se acuerdan en base a gritos destemplados y puño en alto en una asamblea o una plazuela enarbolando trapos rojos con la hoz y el martillo haciendo llamados a la violencia y la lucha armada. Un país civilizado o que trata de serlo, se rige por un sistema de leyes que emite el Poder Legislativo, donde manda la mayoría. Sin embargo, y como era de esperar, desesperado porque no le salió la jugada, en una lamentable entrevista al semanario Hildebrandt en sus Trece, Castillo anuncio que acudirá al Tribunal Constitucional (TC) para que declare ilegal la norma, pero sabiendo de antemano que no tiene los votos para ello, ha hecho un abierto llamado a la violencia: “Agotare todas las vías que permite la ley para que se puedan llevar a cabo cambios en la Constitución y que, si el Congreso y el Tribunal Constitucional (TC) toman decisiones en contra de ello, informare a la población de ello para que se levanten contra esa injusticia” puede leerse en la citada publicación. “Veo que el Congreso tiene su propia agenda. Yo creo que hay que mirar otras experiencias, lo que acaba de pasar con la hermana república de Chile, por ejemplo. Allí, cuando el Ejecutivo y el Legislativo actuaban como hoy se está actuando en el Perú, salió el pueblo violentamente a las calles y determinó su destino”, dijo el muy sinvergüenza, dejando en claro que no oculta su deseo de que ese escenario de caos y destrucción se repita en el Perú. Pero no es el único que hace un llamado a las armas, ya que gentuza de la calaña de Vladimir Cerrón, Verónika Mendoza, Aníbal Torres, Mirtha Vázquez y Guillermo Bermejo por ejemplo, no solo han rechazado la norma aprobada sino que buscarán “incendiar el país”. Las amenazas de Vladimir Cerrón son una muestra de ello: “El Congreso de la República está restringiendo al pueblo el derecho al referéndum, eliminando de esa forma el camino pacífico hacia la nueva Constitución y aperturando (sic) la válvula del camino violento. Marx, siempre tuvo razón, la lucha de clases es el motor de la historia.”. En tanto, Guillermo Bermejo publicó: “No queremos que la violencia se desate en nuestro país quemando iglesias católicas, autobuses o trenes de servicio como ocurrió en la República hermana de Chile, pero nonos va a quedar otra opción… La violencia es el camino” Y así por el estilo, los integrantes de esa organización criminal y sus socios caviares intentan reeditar el baño de sangre que destruyo al Perú a finales del siglo pasado, por obra y gracia de su idolatrado líder Abimael Guzmán en su pérfido intento de instaurar sobre miles de cadáveres su “república popular de nueva democracia”. Pero si Castillo intenta imitarlo, sí que lo va a lamentar... Advertido esta :)
A pesar del tiempo transcurrido de sucedido el hecho, no existen datos fidedignos acerca del destino que tuvieron las fabulosas riquezas que se acumulaban en la capital del imperio ultramarino español en América (como en la península se le conocía a Lima) que fueron ocultadas por las autoridades para evitar que cayeran en manos de los insurgentes durante la llamadas guerras de la independencia ocurridas en América del Sur a inicios del siglo XIX, y que “desaparecieron” sin dejar rastros de su existencia hasta el día de hoy. En efecto, la historia del mayor tesoro de Lima comienza en algún momento del siglo XVI, cuando los expedicionarios españoles conquistaron el Imperio Inca, estableciendo su capital en Lima, fundada el 18 de enero de 1535, donde acumularon grandes riquezas. Como sabéis, durante los felices tiempos del virreynato, las familias españolas y especialmente la Iglesia Católica, poseían gran cantidad de oro - sea en monedas, lingotes, imágenes religiosas y otros artefactos - así como gemas preciosas, joyas y todo tipo de objetos de valor. Entre estos tesoros legendarios había elaboradas grandes cruces de oro con gemas preciosas, e incluso efigies de tamaño natural de la Virgen María y los Apóstoles hechas de oro macizo. También había diversos artículos de lo más variados, así como reliquias de incalculable valor, entre ellas 273 espadas de oro incrustadas con preciosas joyas pertenecientes a la nobleza. Sucede que cuando las Guerras de Independencia de América del Sur comenzaron a surgir a principios del siglo XIX, el pánico surgió rápidamente entre los españoles ante la posibilidad de perder todas sus posesiones. Con el inicio de la guerra en el Perú, Lima se convirtió en el objetivo, y en 1820 tuvo que ser evacuado. Al año siguiente, José de San Martín tenía el objetivo de conquistar Lima, con lo cual esperaba tener acceso a las inmensas riquezas acumuladas en la capital. Pero cuando San Martín logró entrar pacíficamente a Lima el 12 de julio de 1821, el tesoro que tanto anhelaba echar mano había desaparecido. Ello debido a que temiendo el saqueo masivo de la ciudad una vez que San Martin ingresara a ella, el virrey José de la Serna intento colocar a buen recaudo esa riqueza. Su plan era transferirlo al puerto de Callao y ocultarlo en un barco mercante de bandera neutral para llevarlo a mar abierto. Una vez allí, el barco esperaría a que se decidiera el destino de la capital. Si los insurgentes eran derrotados - como esperaban - el tesoro sería devuelto. El buque mercante que eligieron fue "Mary Dear", un bergantín británico, con el capitán William Thompson a la cabeza. El plan era riesgoso desde el principio, pero los españoles estaban desesperados porque el tenían el tiempo en contra y tuvieron que confiar en Thompson y su tripulación. Así, el tesoro fue cargado en la bodega del "Mary Dear" y para asegurarse de que todo estaba en orden, los españoles hicieron que fuera custodiado por sacerdotes y soldados armados como medida de precaución. Al poco tiempo, el barco partió hacia su destino, con su valioso cargamento. Pero la codicia resultó ser demasiado para Thompson - ingles tenía que ser ese pirata - quien junto con su tripulación, decidió amotinarse. Y en la misma noche de su salida, asesinaron a los soldados y sacerdotes españoles, arrojando sus cuerpos al mar. Inmediatamente, cambiaron de rumbo y navegaron a la Isla del Coco, una estación popular para filibusteros y piratas, debido a la gran cantidad de puntos de anclaje y manantiales de agua dulce. Esta densa isla tropical se encuentra a unos 550 km (342 millas o 297 millas náuticas) de Costa Rica. Una vez que llegaron allí, enterraron su preciosa carga. Pero cuando zarparon, fueron interceptados en mar abierto por una fragata naval española, con la cual se produjo un breve enfrentamiento siendo el "Mary Dear" rápidamente abordado y toda su tripulación capturada. Acusados de piratería, fueron colgados inmediatamente. Todos excepto dos hombres: el capitán William Thompson, y su asistente, James Alexander Forbes, a quienes se les permitió vivir para llevar a los españoles al lugar donde estaba oculto el tesoro. Pero al llegar a la Isla del Coco, los dos cautivos, temiendo la muerte incluso si cooperaban, lograron huir de sus captores y entrar en la densa selva tropical. Durante hasta tres semanas, los españoles intentaron localizarlos, junto con el tesoro enterrado, pero fracasaron en su intento. En cambio, Thompson y Forbes como conocían muy bien la isla, pudieron sobrevivir. Pero no estaban preocupados, porque sabían que un barco estaba destinado a anclar allí pronto. Y lo hizo. Fueron rescatados meses más tarde por un ballenero británico que pasaba, logrando sobrevivir entretanto alimentándose de peces, pájaros y huevos. Pero el tesoro siguió permaneciendo oculto en algún lugar de la isla. Temiendo la avaricia de quienes los rescataron - piratas, asesinos y ladrones al igual que ellos - no podían arriesgarse a llevárselo consigo. En los meses y años siguientes, Thompson y Forbes crearon documentos detallados y mapas que relataban la ubicación del tesoro enterrado. Esto se hizo para memorizar la ubicación sin riesgo esperando regresar a la isla. Pero Thompson murió repentinamente - se dice asesinado por Forbes - quien quedo como el único ladrón que conocía la ubicación exacta del tesoro enterrado. Forbes pasó los siguientes años navegando por todo el Pacífico. Su camino finalmente lo llevo a California, donde decidió establecerse. En los últimos años de su vida mantuvo encerrados en una caja fuerte documentos y mapas de la Isla del Coco y habló a sus hijos sobre “un tesoro enterrado” quienes no le creyeron. Antes de su muerte en 1881, Forbes entrego el mapa y los documentos a su hijo mayor y heredero, quien no le dio la mas mínima importancia y dichos documentos quedaron olvidados hasta 1939, cuando un venido a menos James Forbes IV, decidió navegar a la Isla del Coco y descubrió algunos rastros que le decían que un tesoro realmente podría estar enterrado allí. Pero antes de hacer descubrimientos significativos, todo el equipo se vio obligado a abandonar y posponer sus excavaciones debido a los hombres armados que merodeaban el lugar. Forbes IV, murió arruinado sin volver a la isla y pasó los documentos a su sobrino, William B. Forbes, un estafador, ladrón y cazafortunas como sus antepasados... Por lo visto, lo que se hereda no se hurta. Al igual que con la mayoría de las historias de tesoros ocultos, existen múltiples versiones y muchas más leyendas que rodean la historia original. Algunas fuentes afirman que antes de su muerte, Thompson compartió la información con otro pirata de su tripulación llamado John Keating. Se dice que este último recuperó una parte de lo enterrado. El que conoció este secreto fue su intendente, un hombre llamado Nicholas Fitzgerald. Un documento único que se conserva actualmente es un aparente inventario del tesoro que Keating y Fitzgerald enterraron en la isla de Coiba, en la costa de Panamá. La carta enumera serie de artículos y nos da una idea clara de la enorme riqueza del Tesoro de Lima. En la misiva se confirma que la mayoría de lo enterrado pertenecía a la Catedral de Lima, en particular la legendaria figura de tamaño natural de la Virgen María fundida en oro macizo. Pero si la historia de William Thompson compartiendo su secreto con John Keating es cierta, nunca lo sabremos. Cabe destacar que la Isla del Coco se convirtió desde siglos atrás en el punto central de muchas historias de tesoros enterrados. De los infames piratas Bennett Graham, John Cook y el Capitán Kidd, se dice que todos enterraron sus tesoros en la Isla. Mary Welsh, una pirata de la tripulación de Bennett Graham, fue condenada al exilio en una colonia penal australiana por su piratería. Ella declaró “que había 350 toneladas de oro español enterrado en la Isla del Coco”. Ciertamente, hay algo oculto en las arenas de esa isla - de acceso restringido al ser declarada zona protegida por Costa Rica - que se niega a revelar sus secretos. Llama la atención que antiguas piedras del lugar están cubiertas de tallas crípticas de los siglos XVII, XVIII y XIX, dejadas allí como signos por piratas y buscadores de tesoros. También está lleno de cuevas remotas, túneles, arroyos y un denso follaje de la jungla: es la isla desierta perfecta para enterrar tesoros. Pero lo que descansa exactamente enterrado en sus profundidades sigue siendo un misterio :(