De proveedor oficial de las principales monarquías europeas a finales del siglo XIX, al más profundo de los olvidos. Ésta es la historia de la familia Smirnov, siervos de la gleba que amasaron una de las mayores fortunas de su tiempo con la producción y venta de la bebida rusa por excelencia: el vodka. Kira Vladímirovna Smirnova, bisnieta de Piotr Smirnov (1831-1898), el patriarca de la familia, vive en un modesto apartamento en el sur de Moscú. Desde allí mantiene desde hace 28 años una ardua lucha por rescatar del olvido la historia de sus antepasados frente a la inacción de sus propios compatriotas y la frontal oposición de la multinacional que comercializa el vodka conocido como Smirnoff. La historia arranca en 1858 cuando Piotr, su hermano Yakob y su padre, Arseni, viajan a Moscú para ganarse la vida. Los Smirnov aún no eran libres, por lo que no pudieron asentarse libremente en Moscú hasta que el zar Alejandro II acabó con la servidumbre y liberó a 23 millones de campesinos rusos en febrero de 1861.Los siervos rusos, y nuestro protagonista no era una excepción, carecían incluso de apellido. Dice Kira que el apellido Smirnov que recibieron procede de la palabra "smirni" (manso, pacífico), ya que ésos eran los rasgos de carácter de sus creyentes antepasados. A partir de ese momento, Piotr aplicó todo su ingenio para labrarse un porvenir en Moscú. No lo tuvo fácil, ya que era analfabeto. Primero trabajó como lavaplatos y, años luego, regentó una bodega en la que se vendía vino y otras bebidas alcohólicas. De hecho, el vodka se vendía con el sobrenombre de "vino de mesa". La primera fábrica de Piotr Smirnov contaba con nueve empleados a orillas del río Moskova. La siguiente, instalada en la legendaria calle Piátnitskaya, era un edificio de dos plantas en el que trabajaban cien trabajadores. En 1870, Piotr se animó a cruzar las fronteras del imperio y comercializar el vodka por Europa. Para ello, y con el fin de cautivar a los consumidores occidentales, modificó la terminación de su apellido a Smirnoff. Sus bebidas tuvieron éxito desde el principio y, tras muchos años de espera, en 1886, Smirnov fue nombrado suministrador oficial de
la corte imperial de Alejandro III. En esos años todo eran satisfacciones para Piotr Smirnov, uno de los hombres más admirados del imperio ruso. Se había convertido en abastecedor de las principales monarquías del continente, desde Noruega a Holanda, desde Dinamarca a Inglaterra, y desde Suecia a España. El historiador Alexandr Nikishin, fundador del primer museo del vodka, entre cuyos objetos figura el diván en el que falleció Smirnov, aseguró que éste "era el mayor empresario ruso anterior a la revolución bolchevique. Creó 400 bebidas diferentes y no todas alcohólicas, una
gesta irrepetible, y llegó a ser conocido en todo el mundo" asevero. "Lo que mató a mi abuelo fue la decisión del zar Nicolás II de imponer el monopolio estatal sobre el vodka en 1897", dijo por su parte Kira. Esa draconiana medida fue un revés mortal para el emporio del vodka creado por Piotr Smirnov. De hecho, éste murió al año siguiente (1898) y su testigo fue recogido por su hijo mayor, también llamado Piotr. El negocio ya no era tan próspero, por lo que tuvieron que reducir gastos. Piotr murió en 1910, tras lo que el negocio resistió a duras penas hasta la revolución bolchevique de 1917, año en que todas las propiedades de la familia fueron expropiadas por el Estado. En ese momento, Vladímir Smirnov, al que su padre había enseñado todos los secretos de la elaboración del vodka y nombrado miembro del consejo de dirección de su empresa, se dedicaba a los negocios de caballos. Precisamente, su estrecha vinculación con los príncipes y la aristocracia zarista casi le cuesta la vida tras la revolución. "Le declararon enemigo del pueblo, lo encarcelaron y lo llevaron al paredón para ejecutarlo en varias ocasiones, pero nunca llegaron a matarlo", asegura su nieta. Finalmente, logró huir en barco, por el mar Negro, hasta Constantinopla junto a su amante (1921). Atrás dejó a su esposa Alexandra y a su hijo Vladímir, padre de Kira y de Galina. A partir de ese momento, Vladímir empieza a producir el vodka Smirnoff, pero los turcos no están muy familiarizados con esa bebida y los emigrantes blancos rusos no tienen ni un rublo. Entonces, Vladímir comienza una travesía por Europa que lo lleva a Bulgaria, Austria y Polonia, donde abrirá la fábrica Smirnovka, cuyo volumen de producción es muy modesto comparado con la producción de las fábricas de su padre.
Por ello, deciden emigrar a Francia y abrir una filial con ayuda de otro emigrante ruso, Dúbnikov, con el nombre Pierre Smirnoff. En aquellos tiempos, en los EE.UU. grupos mafiosos se habían apoderado del negocio del alcohol tras la ley seca, por lo que un emigrante judío, Rudolf Kunet (Kutnetski) viajó a Francia en busca de nuevas ideas. Precisamente, su abuelo había suministrado alcohol a Piotr Smirnov. Enfermo y sin dinero, Vladímir firmó entonces (1933) un contrato con Kunet por el que le cedía la licencia de producción del vodka Smirnoff en EE.UU. y Canadá, así como la venta por todo el mundo. Entonces, según Kira, tuvieron lugar varios hechos que desligaron a su familia de la marca creada por Piotr Smirnov. Nada más llegar a EE.UU., el judío Kunet introdujo varias cláusulas en el contrato sin consentimiento de Vladímir. En resumen, Kunet se apropio de todos los derechos de producción y venta del vodka Smirnoff, que es actualmente la marca más popular del planeta y que tiene un volumen de producción de cientos de miles de botellas anuales."El contrato de cesión de licencia tenia un vigor de diez años, pero al término de ese plazo, Kunet y los empresarios estadounidenses con los que se asoció nunca intentaron ponerse en contacto con nosotros. Ellos dicen que la Guerra Fría se lo impidió. Mi familia nunca renunció a sus derechos. La compañía aduce que se lo compraron a otros descendientes de Nikolái, pero nunca recibimos ningún dividendo. Nosotros también somos responsables del actual éxito de la marca Smirnoff, pero nadie nos lo reconoce", señala Kira. Al respecto, Nikishin denuncio que "los americanos y los británicos utilizaron durante 80 años su apellido, sin que sus nietas, Kira y Galina, recibieran nada a cambio. Ellas viven modestamente con sus pensiones. Hay casi cuarenta descendientes de Piotr Smirnov, pero sólo ellas tienen una relación directa con la marca. Nadie les cedió a los americanos los derechos de propiedad. Sin embargo, se apropiaron de la marca Smirnoff. Esto una gran injusticia histórica. Si Smirnov fuera estadounidense, sería conocido en cada esquina. EE.UU. está en deuda con Rusia y los descendientes de Smirnov" aseguro. Al año ceder la licencia, Vladímir murió en la más absoluta de las miserias (1934), por lo que fue enterrado en una fosa común en Niza. Sólo tras la caída de la Unión Soviética, Kira y su hermana Galina viajaron a Francia y erigieron una lápida conmemorativa. Ella considera que es una pena que las autoridades rusas no se preocupen de proteger su historia y defender el legado de su bisabuelo. Convertido en el vodka mas conocido y de mayor venta en el mundo, Smirnoff también se encuentra en el Perú, siendo el preferido de muchos :)