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martes, 3 de abril de 2018

ORQUESTA SINFONICA NACIONAL: 80 aniversario de un sueño

Eran años difíciles: en Europa, la guerra se consideraba solo cuestión de tiempo. Y en Lima, durante la dictadura del mariscal Óscar R. Benavides, se organizaba la Octava Conferencia Internacional Americana, un preámbulo de lo que sería una década más tarde la Organización de Estados Americanos. Era diciembre de 1938, y entre los días 9 y 27 los representantes discutían su papel en un mundo convulsionado. Dos días después de inaugurada la cumbre, el domingo 11, la primera orquesta oficial del país, creada por ley el pasado 11 de agosto, ejecutaba un "Concierto de gala en honor de las delegaciones de la VIII Conferencia Internacional Americana", dirigida por el maestro Theo Buchwald. La Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) había nacido entonces interpretando un programa que incluía, además del himno nacional, la obertura de Die Meistersinger von Nürnberg de Richard Wagner, la "Sinfonía Nº5", en do menor Op. 67 de Beethoven, parte de los nocturnos de Debussy, la danza de "La vida breve" de Manuel de Falla y, para terminar, el bolero de Maurice Ravel, compositor francés fallecido un año antes. La entrada en platea costó cinco soles de oro, y cuatro, en la galería en el Teatro Municipal. El director de aquel concierto conocía de cerca el conflicto que se avecinaba en Europa. Nacido, en Viena en 1902, Buchwald había aprendido composición y piano con los mejores maestros. Su trabajo principal lo obtuvo en la Ópera Estatal de Berlín, una de las más antiguas de Alemania, como ayudante del legendario director Erich Kleiber. Sin embargo, tras conocer a la pianista chilena Rosa Renard en medio de su gira europea, partieron a la capital chilena en 1935. Fue en Santiago donde conoció a intelectuales peruanos como Carlos Raigada y César Arróspide, quienes comparten con él el interés del Gobierno por organizar una orquesta sinfónica. Por entonces, el ambiente musical limeño no alcanzaba el rango profesional. No existían elencos sinfónicos estables y los músicos de nivel existentes eran convocados para algún concierto esporádico o al iniciar la temporada de ópera o de zarzuela. Buchwald ofreció su primer concierto limeño en 1936, impresionando al público local. Dos años después, fue convocado para hacerse cargo de la flamante OSN, tarea a la que dedicaría 20 años de su vida. Sin embargo, con el tiempo, el apoyo oficial a su trabajo fue decayendo, y el músico fue resintiéndose por los desaires de los gobernantes de turno, para quienes en su ignorancia, la cultura es ‘algo accesorio’. Se retiró de la institución en 1957, y víctima de la depresión y el abuso del alcohol, falleció en 1960. Han pasado 80 años de aquel primer concierto, y en su moderna sala de ensayos del Gran Teatro Nacional, los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional pretenden llegar a más público y darle un sentido social a su trabajo musical. "Nuestros programas siempre tienen algo de propuesta orgánica: siempre hay una relación entre las obras que ponemos y un programa pedagógico", explica Fernando Valcárcel, su director titular. Desde la creación del Ministerio de Cultura, el mayor apoyo oficial a este elenco es evidente. Hay un mayor presupuesto y un mejor acercamiento al gran público. Gracias a las condiciones acústicas que el Gran Teatro Nacional les brinda, hoy pueden producir temporadas de gran nivel, con solistas y directores de primer nivel, repertorios novedosos y en muchos casos de estreno. Sin embargo, Valcárcel sabe que todo ello aún no es suficiente. Persiste el prejuicio de que la música clásica ‘es un espectáculo elitista y caro’, cuando ello no es cierto. "El ideal es que la Sinfónica sea un referente de la cultura peruana", afirma. Pero más allá de la difusión musical, uno de los grandes retos en los que se enfoca este director, compositor y pianista limeño es la recuperación de la memoria de su propia institución: con miras a la celebración del bicentenario de la independencia del Perú en el 2021, la OSN quiere hacer un esfuerzo editorial que perennice toda su historia. Este proyecto comienza con la recuperación de su archivo documental, cuya preservación, para el director de la OSN, alcanza la categoría de milagro. "Una de las cosas de las que careció la Sinfónica fue de un local. Por años fuimos trashumantes, y eso no ha ayudado a la conservación de nuestros archivos históricos. Recién ahora estamos tratando de ponerlo en valor", explica Valcárcel. En efecto, la Sinfónica cuenta ahora con un repositorio digital donde se puede acceder tanto a sus joyas bibliográficas como a su archivo gráfico. Como el país, la larga historia de la Orquesta Sinfónica Nacional (interrumpida solo dos años en la década de los 60, cuando entró en reorganización) conoce de épocas doradas y profundas crisis, como la sufrida en los años 70 con el régimen militar, la inflación de los años ochenta, la violencia terrorista de los noventa, así como a la dictadura fujimorista que baño en sangre al país. Pero milagrosamente, gracias al espíritu de sus directores y músicos, la institución ha sobrevivido a estos vaivenes. Más allá de los documentos sobrevivientes de su archivo, pocos se ha escrito sobre la historia de la Sinfónica. Valcárcel cita el ensayo del recordado músico y periodista Luis Antonio Meza "La Sinfónica en tres movimientos", que atendía desde los orígenes hasta la década del 80. También Armando Sánchez Málaga ha escrito un volumen de reciente publicación por el Congreso de la República. Tal escasez de textos motiva a que incluso los propios miembros de la OSN desconozcan la historia de su orquesta. "Hay un divorcio no pretendido, pero real entre los músicos y su memoria", reconoce el director. Para paliar esta carencia, además de un libro que recoja parte de ese octogenario patrimonio, la institución espera publicar el primer volumen de la antología orquestal, que incluye obras de José Sosaya y José Carlos Campos. A lo largo de sus 80 años de actividad, la razón de ser de la OSN sigue siendo la difusión y defensa del repertorio musical nacional. Y a ese reto se suma el plan de grabaciones con el que la Sinfónica quiere recuperar el tiempo perdido. "Entiendo que por razones de presupuesto, la orquesta en sus 80 años ha grabado muy poco, tan solo 10 discos, y muchos de ellos de pobre factura. Todo ello conduce a que los mismos músicos no conozcamos las obras de nuestros compositores fundamentales. Es algo que recién estamos poniendo en valor", adelanta. En efecto, la OSN tiene previsto para este año una agresiva política de edición discográfica de música peruana. "Una de las principales misiones de la Sinfónica es expandir la oferta musical de la población y darle no solamente goce estético y sonoro, sino motivar su espíritu y sentido crítico. Porque al darle una mayor oferta musical, el oyente empieza a discernir, a entender la evolución misma de la música, y desarrollar una apreciación mayor de la música", afirma Valcárcel. "Desde siempre, uno de los rasgos de la Sinfónica es querer retar a nuestros oyentes", puntualizó :)
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